Los nuevos periodistas autónomos y la radio como oportunidad de negocio
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Se agota el modelo del periodista-trabajador por cuenta ajena: dos tercios de los estudiantes de Comunicación tendrán que ser autónomos
El miedo de los periodistas al emprendimiento
El miedo de los periodistas al emprendimiento
- El contrato fijo para toda la vida (casi) ha muerto
- Los periodistas pluriempleados siempre han existido
El pasado 27 de abril, la Facultad de Ciencias de la Información de las Universidad Complutense de Madrid, acogió el Congreso Nacional de Periodismo Autónomo y Freelance (ProCom 2018), bajo el título “La Revolución Audiovisual”.
La crónica de Dircomfidencial
apuntaba a que “los profesionales del sector abordaron,
entre otros puntos, los desafíos a
los que la profesión debe hacer frente con la aparición de las redes sociales
como fuente de información y la creación de nuevos modelos de negocio”. Ese mismo Digital añadía a que “a
nadie se le escapa que el marco digital actual está definido por la
incidencia de actores como Google, Amazon, Facebook, Netflix, HBO o Youtube,
gigantes que han puesto patas arriba el modelo de negocio en Internet. Su
empuje en la última década ha sido tan fuerte que los medios tradicionales se
ven obligados a convivir e
integrarse con la digitalización”.
Pido un poco de realismo a los planes de estudio universitarios de los futuros periodistas. Se requiere una mínima formación en emprendimiento, aunque solo sea para perderle el miedo
Este Congreso expuso una de las conclusiones más difundidas en los medios
de comunicación de aquel día, que afectaba a la profesión del informador: “Dos
tercios de los periodistas que hoy estudian en la Universidad tendrán que ser
autónomos”. En concreto,
era una frase pronunciada por Salvador Molina, presidente de la Asociación de Profesionales de la
Comunicación, que añadía: “esto
ocurrirá sí o sí; porque la atomización de la profesión lo exige”.
En
este mismo Congreso, el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor, reconoció
que están trabajando para que el periodismo autónomo freelance no sea un sinónimo de precariedad. Éste es, sin
duda, el primer miedo que se le presenta a cualquier periodista que se ve
abocado a este modelo de negocio, que pasa por ser su propio jefe y tener de
clientes a las empresas para las que trabaja.
El contrato fijo para toda la vida ha muerto. No lo digo yo. Lo están
confirmando los hechos. Es materialmente imposible que la ingente oferta anual
de licenciados en Comunicación, que arrojan las Facultades españolas, más de
tres mil nuevos profesionales cada año, pueda ser absorbida por el mercado. No
queda más remedio que, literalmente, buscarse
la vida con colaboraciones puntuales, las más posibles, cobradas al peso. Y para mantener fiscalmente este
modelo de negocio unipersonal, hay que abrazar en la Seguridad Social el modelo
de autónomo, sí o sí, como reconocía el presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación, en el Congreso de
periodismo citado.
No queda más remedio. Pero, en ese duro camino de vivir de las colaboraciones,
permitiendo a las empresas descapitalizarse de talento y reducir sus gastos de
personal y Seguridad Social, caben diferentes estatus, establecidos en función
del riesgo que uno pretenda asumir. En los últimos años se han abierto numerosos
digitales, y se han cerrado otros tantos. Tuve la suerte de trabajar en Teinteresa.es, que dirigió mi amigo Alex
Sopeña. Desgraciadamente, tuvo que cerrar. Hasta que otra empresa compró la
cabecera y volvió a publicarse. No se sabe hasta cuándo. La vida útil de estos
nuevos periódicos digitales es incierta. El modelo de financiación es crítico:
unos apuestan por la publicidad, pura y dura; otros, en cambio, prefieren el
micromecenazgo de sus propios lectores y otros, al borde de la legalidad, se
mueven en oscuras operaciones, que bordean la extorsión, y denigran la
profesión.
Las radios aquí recogidas respondían a un planteamiento de negocio radicalmente diferente al actual, muchísimo más multicanal (Fotografía Pixabay) |
¿Y qué ocurre con la radio? ¿Qué puede hacer un periodista autónomo en
este medio de comunicación? Pues, desde cobrar a la pieza, si es corresponsal
en el extranjero, o de guerra, con su protección de salud muy comprometida, y
con garantías inciertas sobre su propia seguridad personal en algunos casos,
hasta crear sus propios programas y venderlos a cadenas de radio, constituyendo
sus propias empresas productoras; pasando por colaborar en programas
responsabilizándose de una sección semanal de naturaleza diversa o creando sus
propias radios online, o plataformas podcast. Como comprobamos, la variedad es
muy amplia, y el riesgo se reparte en diferentes niveles entre las opciones
semanales.
El primer miedo que le asalta a un periodista autónomo es la precariedad de su empleo
Los periodistas pluriempleados siempre han existido. El modelo no es nuevo. Los autónomos siempre han funcionado en esta profesión nuestra. Pero las circunstancias, y los nuevos modelos de negocio, obligan a una aceleración evidente del modelo del autónomo y, en algunos casos, del “falso autónomo”, que tiene muchos puntos para alzarse con la victoria en los conflictos laborales defendidos en Magistratura de trabajo, cuando denuncian a sus empresas después de años y años de precariedad laboral, culminados en un despido improcedente. Hablo de los profesionales que tienen un contrato como autónomos, y sin embargo cumplen con jornadas laborales de ocho horas, igual que el resto de la plantilla, y tienen asignada una mesa de trabajo.
Sin olvidar otra de las figuras propias de estos años de precariedad
laboral que aprovechan intensamente las empresas para ahorrarse recursos. El
caso surgió en septiembre de 2014. El
Ministerio de Trabajo realizaba inspecciones en empresas informativas, y detectó
en la Cadena SER, precisamente, irregularidades relacionadas con los llamados “becarios vitalicios”, de estudiantes
a los que se prolongaba su beca universitaria más de un año, y realizaban la
misma jornada laboral que el personal de la plantilla. La inspección terminó
con la salida de veinte becarios que se encontraban en esta situación
irregular.
La realidad laboral que rodea al ejercicio del periodismo es penosa, si
generalizamos; con la excepción de unos pocos privilegiados que disfrutan de un
contrato fijo, cuyas plazas, cuando se liberan, suelen amortizarse, en lugar de
cubrirse con nuevo personal. Esta es la realidad, y hay que hacerle frente.
Pero, como
me reconocía Carlos García Sobrín en mi entrevista, estudiante de
periodismo en la Complutense, “en las
Facultades no nos preparan para ser emprendedores”. Y añadía: “El plan de estudios de la carrera que curso
(Periodismo) no piensa en el día después de estar graduados”. De nuevo, por
tanto, observamos un divorcio entre la Universidad y la realidad laboral a la
que van a enfrentarse estos jóvenes cuando abandonen su período de formación.
Señores profesores: planteemos Trabajos Fin de Grado, o de Máster, que sean auténticos proyectos empresariales, que trabajen su viabilidad económica, y ofrezcan contenidos realistas
La puesta en marcha de una radio online, lo he comentado en más de una ocasión,
limita mucho el riesgo, al haberse ajustado el capítulo de los costes e
inversiones. Prácticamente, no hay riesgo. Pero hay que hacerlo bien. Antes de
ponerla en marcha hay que analizar el escenario y el entorno comercial,
sondearlo, analizarlo y tomar decisiones. Siempre me ha sorprendido la apertura
de comercios en la calle, aparentemente, sin apoyos de estudios de marketing, y
no hablo de realizar tesis doctorales sobre este asunto, sino simplemente -que
no es poco- observar el entorno y estudiar la viabilidad de un negocio. No se
pueden poner en marcha empresas al tuntún, sin reflexionar cinco minutos antes
de solicitar el crédito a los bancos. Y la radio es una empresa, y es, sin
duda, también, un negocio.
Pido un poco de realismo a los planes de estudio universitarios de los
futuros periodistas. Se requiere una mínima formación en emprendimiento, aunque
solo sea para perder el miedo a una actividad que nos puede sacar de pobres y
quién sabe, si convertirnos en nuestros propios jefes, razonablemente felices
con nuestra posición.
Las frecuencias moduladas escasean, y casi todas están en manos de
grandes cadenas de radio. Pero la libertad existente en la red para fundar
empresas radiofónicas, y no hablo desde luego de las infinitas emisoras
musicales, tipo play list, que han
surgido como setas, y que Spotify está barriendo del panorama, permite que el
emprendimiento, al menos en radio, sea una salida real para muchos
profesionales que encuentren el nicho -temático o generalista- que pueda
sacarles de pobres. Y subrayo lo de ‘temático’ -especializado en algún tema de
nicho (surf, filatelia, esquí, infantil, etc.) o ‘generalista’ -emisoras
locales, comarcales, de aldeas, de comunidades, ¿globales?, etc.
El nuevo modelo de negocio no afecta solo a los nuevos -y forzosos-
autónomos; sino también a la estructura de difusión de contenidos. Ya no hace
falta constituirse en empresas, con todo el gasto que ello conlleva, para
distribuir contenidos. Las redes sociales permiten multiplicar el efecto
difusor de un contenido hasta la saciedad, con el solo concurso de una idea
bien realizada, sea en texto, en audio o en video. Los ejemplos los observamos
cada día. No solo hay que citar a “El Rubius”,
uno de los youtubers más famosos del
mundo, que contrata publicidad directamente, éste es un caso extremo, tal vez;
sino a los miles de contenidos distribuidos por redes sociales que se
convierten en virales y logran atraer miles, millones de clics en todo el
mundo. Una buena idea, bien realizada, puede suponer un triunfo.
El futuro es un cúmulo de oportunidades. Nunca, hasta ahora, habían existido tantas posibilidades para difundir gratuitamente contenidos, sin necesidad de contar con el respaldo de las grandes empresas de comunicación
Los canales ahí están, y son gratuitos. Hace falta talento para
explotarlos. Y conocimiento: nociones de lenguaje audiovisual o sonoro, y el
concepto de la oportunidad, inolvidable, imprescindible. Los profesionales del
futuro, es cierto, autónomos en su mayoría, deben saber que ellos mismos pueden
erigirse en empresas, formales o no, distribuidoras de contenidos. Y que el riesgo
asumido puede ir de nada, o muy poco, hasta quién sabe cuánto más, siempre y
cuando el panorama que se divise justifique las inversiones y el crecimiento. Y
hablo de radio online, y no he hablado de plataformas de podcast, que todavía
reducen más el riesgo inicial de puesta en marcha de una actividad productora
de contenidos sonoros.
El futuro es un cúmulo de oportunidades. Nunca, hasta ahora, habían existido
tantas posibilidades para difundir gratuitamente contenidos, sin necesidad de
contar con el respaldo de las grandes empresas de comunicación que, cada día
que pasa, son menos grandes, y están más amenazadas por este nuevo modelo de
negocio, mucho más democrático, que se ha convertido en una autopista libre
hacia el éxito. Para aprovecharla, hay que formarse, sin duda. Y tomárselo en
serio, como profesionales. Y trabajar. Mucho. Pero no estoy hablando de periodismo-ficción.
Señores profesores: planteemos Trabajos
Fin de Grado, o de Máster, que
sean auténticos proyectos empresariales, que trabajen su viabilidad económica, y
ofrezcan contenidos realistas. Potenciemos las startup desde la universidad, para que los chavales encuentren la
motivación inmediata en su esfuerzo, justo lo que extraviaron al matricularse
en las Facultades, tan teorizadas…
Yo mismo estuve más de un año en un periódico asturiano con la misma jornada laboral que el personal de plantilla, pero en régimen de colaborador, cobrando al peso en función de los artículos publicados y sin cotizar a la Seguridad Social. Me propusieron hacerme autónomo y lo descarté porque tenía que pagar el régimen de autónomos. Y ya bastante poco cobraba como para encima tener que pagarme la cotización y andar con papeleos varios...
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