La DAB+, una oportunidad para superar el caos del ordenamiento del espectro
https://www.gorkazumeta.com/2018/07/la-dab-una-oportunidad-para-superar-el.html?m=0
El caótico ordenamiento radiofónico español (y III)
Nuevos actores que no tendrían
por qué ser todos privados. Éste es el principal miedo de los actuales
radioperadores, que podrían ver reducidos sus ingresos (la tarta publicitaria)
caso de tener que repartirlos con nuevos operadores en el nuevo escenario
digital. La radio pública debería completar su oferta con otros formatos (como
está ocurriendo en Europa, y otras latitudes) y también se debería dar cabida a
otros colectivos, sin afán de lucro, como emisoras universitarias,
comunitarias, o de otra naturaleza, siempre y cuando cumplieran los requisitos
establecidos por una nueva legislación que -esta vez sí- debería cumplirse, y
la Administración velar por su cumplimiento.
A la industria le interesa apoyar
la DAB+. Y, cuanto más se retrase, más le costará. El resto de Europa está en
la carrera, los países han apostado por ella y son sus corporaciones públicas
las que lideran los procesos, en paralelo con la extensión de la red de
cobertura, por todos los países. Todo nuestro entorno está ya en márgenes
superiores al 90 por ciento de cobertura, excepto tal vez Francia -que
ha pegado el acelerón ahora, mediante una nueva Hoja de Ruta-. Suiza está en condiciones de adelantar su
apagón de la FM. Noruega ya lo ha hecho, y los resultados son buenos, en
general.
Pero voy más allá: los costes. Y no solo me refiero a los costes de difusión a través de la nueva red de DAB+, que serían cuantiosos -es cierto- en la fase de implantación de la nueva tecnología, no solo para los operadores, sino también para los propios oyentes, que deberían renovar su parque de receptores (pero con un tiempo laxo de convivencia con la FM, y el atractivo de nuevas programaciones en DAB+ que inviten a acercarse al nuevo soporte); sino sobre todo me refiero a la comparación de costes de emisión entre el broadcast y el broadband. Difundir la señal por IP es mucho más costoso que hacerlo por aire. Y de esto saben mucho los radioperadores. Nadie más interesado que las empresas de Telecomunicaciones (Telefónica, Vodafone, Deutche Telecom, France Telecom, etc.) en que prospere la radio por IP, porque ellos, como transportadores de la señal, serían los grandes beneficiados de esa operación. Pero de momento este consumo solo representa un ocho por ciento del total de escucha en España.
Corresponde a los propios radioperadores velar por sus propios recursos, lo que la radio ha sido siempre: una aliada del aire, como ha subrayado, en multitud de ocasiones, siempre que ha podido, la UNESCO, ante las grandes catástrofes naturales y el papel de la radio como instrumento de salvación de vidas humanas en estos contextos adversos.
Lo que también está claro es
que la industria privada no puede mantener indefinidamente un tentáculo de
canales de distribución ilimitado de sus contenidos. ¿Cuánto le cuesta a la
industria española llegar a un oyente? Si lo hace por OM, FM, TDT, DAB, IP y
ahora por los altavoces inteligentes. ¿Y qué más? Los gastos de difusión de la
señal se han disparado. Y se han reducido los márgenes de beneficio. Lo más
fácil, claro, es despedir a la gente, porque no podemos dejar de emitir en Onda
Media, por mucho que se desinfle, muy poco a poco, esta red.
El Estado podría regularizar las
redes de emisoras ilegales de todas las grandes cadenas, a cambio de su apoyo a la
digitalización terrestre de la radio
Continúa…
Esta situación tan irregular en
la ordenación del espacio radioeléctrico en España es insostenible. El comercio
con frecuencias ilegales, su compraventa fraudulenta; las artimañas de cambios
de ubicación de centros emisores, o el aumento de potencia bajo cuerda para mejorar la
cobertura, y por tanto el suelo comercializable, no lo olvidemos; todo es un
despropósito que la Administración no persigue porque, de hacerlo, como vimos
en el anterior post, las sanciones serían tan desorbitadas en ceros que la
industria radiofónica española se declararía directamente en quiebra,
imposibilitada para hacer frente a las multas del Estado.
El sector de la radio tiene que reordenarse, qué mejor que aprovechar la implantación de la DAB+ para replantearse la ordenación del espectro radioeléctrico (Fotografía Pixabay) |
Tenemos, por tanto, una Ley
inservible. Un papel mojado al que nadie hace caso, salvo contadas ocasiones, y
con desiguales resultados, porque a veces emisoras precintadas vuelven a
ponerse en funcionamiento y, mientras la Administración vuelve a movilizarse,
con su mastodóntico ritmo, sus promotores, en el fondo tan piratas unos como
otros, por más que paguen unos impuestos que no coinciden con su actividad
económica, disponen de más tiempo para seguir operando, insisto,
i-le-gal-men-te.
A la industria le interesa apoyar la difusión aérea de la radio, frente a la distribución por IP por una razón evidente de costes
¿Qué podríamos hacer para
normalizar esta situación? ¿Qué medidas podríamos poner en marcha para
reorganizar este paisaje pútrido que hemos conseguido? ¿Multar a la industria
por sus desmanes? ¿Meter en la cárcel a quienes han decidido elegir el camino
de la ilegalidad? ¿Hundir la radio en España? Soy de los que pienso que un gran
error no se resuelve con otro gran error, por mucho que a veces el cuerpo te
pida algo tan sencillo como justicia, y orden.
La oportunidad podría venir de
una nueva etapa radiofónica marcada por la radiodifusión terrestre digital, la
DAB, y su evolución tecnológica la DAB+. Noruega ha sido el primer país europeo
que ha apagado definitivamente la FM y, aunque ha provocado no pocos problemas,
sobre todo entre los automovilistas que no habían reciclado sus receptores, el
caso es que en unos cuantos años ha reordenado todo su paisaje radioeléctrico,
en otras bandas de emisión, y con otro control del espectro público que, por
definición, es limitado, como todos sabemos (de ahí la necesidad de regularlo
por ley).
La DAB+ es, pues, de nuevo, otra
oportunidad. No solo por las ventajas que ya hemos comentado en esta web, en
torno a la multiplicación de oferta, y de entrada de nuevos actores (justamente
lo que más teme la industria ya instalada en el sector), mayor calidad de
emisiones, menores interferencias, asociación de datos y de servicios añadidos;
sino también porque ayudaría a clarificar la situación y a colocar a cada
agente en su sitio. La capacidad de los múltiplex de la DAB+ es muy superior al
espectro de la frecuencia modulada, con lo que está garantizado el traslado de
la actual oferta al escenario digital, cuestión esencial, que no garantizaba,
en su momento, la DAB. Por eso, entre otras razones, fracasó el intento de
poner en marcha en España esta nueva tecnología cuando la Cadena SER, o
la Cope,
perdían fuerza y presencia en el nuevo escenario digital, al perder productos
que tenían en FM, y de los que vivían. ¿A qué operador le va a interesar perder
posiciones frente a la competencia?
La DAB+ es, pues, la oportunidad
que está esperando un sector que ha vivido hasta ahora, a los hechos me remito,
de manera muy desordenada, caótica, siempre al borde del precipicio. Me consta
que hubo en su tiempo directivos responsables de grandes empresas radiofónicas
que siempre se opusieron al pirateo y a la ilegalidad. Y que prohibían
taxativamente a algunos directores de provincias, que veían mermarse sus
resultados económicos porque carecían de frecuencia en FM, y solo podían
competir en una banda cada vez menos nutrida, como era la onda media. Era
cuestión de supervivencia. O nos lanzamos a la ilegalidad –“porque no nos conceden nuevas frecuencias”,
argumentaban, “o morimos”.
Mientras tanto, soluciones ambiguas, timoratas, como la radio híbrida a partir de la FM, no son más que remiendos autocomplacientes de la industria más recalcitrante, anclada en el pasado del conformismo
Y la otra razón que parecía
incluso aconsejar la ilegalidad era
que la Administración no ejercía ningún control sobre el espacio
radioeléctrico, salvo que existieran interferencias con concesiones legales, e
intervenía mucho más si eran extranjeras (el caso de Francia, por ejemplo, en
el norte de España, frente a las interferencias provocadas por emisoras
ilegales que procedían de España, al otro lado de la frontera). Casos, desde
luego, excepcionales, y por eso, escasos. Si era ‘tan fácil’ delinquir ¿por qué
puede hacerlo la competencia, y nosotros no? Ahí está el gran error. Y ahí
está, también, el origen de las palabras del presidente de Cope, Fernando Giménez Barriocanal, que con
el “y tú más”, destapó la mayor en torno al contaminado paisaje
radioeléctrico español.
La DAB+ puede ser, podría serlo,
si las autoridades españolas apuestan decididamente por ella, la solución para
reordenar el mapa de frecuencias. Es de sentido común que, a la hora de poner
en marcha la nueva banda de frecuencias digital, los títulos habilitantes se
repartirán de acuerdo con las actuales concesiones; es decir, a los operadores
que dispongan de una frecuencia en FM, se les concederá su correspondiente
frecuencia en DAB+, para que pueda seguir emitiendo en el nuevo paisaje
digital. En este mismo sentido, los operadores que ya disponen de frecuencia
concedida en DAB deberían obtener también su correspondencia en DAB+.
Pero lo que está claro es que no
podría concederse de manera automática una frecuencia de DAB+ a una emisora
ilegal. Esta baza es la que jugaría la DAB+(ante un futuro a largo plazo, creo
que sería lo más inteligente) para reorganizar el nuevo dial digital de la
radio en España. Los ilegales se quedarían directamente fuera de juego al
apagarse la FM. ¿Esto garantizaría -seguro que se pregunta más de un avispado
lector- que ya no se repetirían los casos de pirateo en las ondas? No, en
absoluto. Los piratas existirán siempre y cuando tengan oportunidad para operar.
Lo que argumento es que la DAB+ posee mucha más capacidad que la FM para alojar
emisoras. No solo garantizaría la actual traslación de las emisoras -insisto,
legales- al nuevo panorama digital, sino que permitiría la entrada de nuevos
actores.
José María Lasalle, anterior Secretario de Estado para la Agenda Digital: la radio no le preocupó |
No veo, pues, inconvenientes, en
utilizar la DAB+ -también- para solucionar un gravísimo problema que tiene
España respecto del ordenamiento del espectro radiofónico, cada vez más caótico
e incontrolado. Desde la Asociación
Española de Radiodifusión Comercial (AERC) se ha criticado muchas veces a
la Administración su inacción ante las emisoras ilegales. Pero quienes
denunciaban sabían que ellos, en sus filas, también tenían emisoras piratas. “Quien esté libre de pecado, que tire la
primera piedra” (Juan 8: 7), una frase del Evangelio que viene bien
para recordar que la Cope,
propiedad de la Iglesia, no es la única cadena de radio, como se ha visto, que
cuenta en su red con emisoras ilegales.
A la industria le interesa apoyar la DAB+. Y, cuanto más se retrase, más le costará
Ciertamente, el presidente de la Cadena de Ondas Populares de
España no eligió su mejor respuesta a una pregunta que buscaba
incriminarle en este aspecto, pero no sería, desde luego, el único beneficiado,
caso de que la Administración -para lograr el apoyo de la industria privada a
la implementación de la DAB+ en España- admitiera regularizar toda la red de
emisoras pertenecientes a las grandes cadenas en el nuevo
escenario digital.
Si la Administración, que desde
luego tiene la sartén por el mango, se decidiera a regularizar todas las
emisoras de las grandes cadenas de radio en España en el nuevo escenario
digital de la DAB+, contaría, creo yo, con más apoyos de los que hoy cuenta,
que son ninguno. A cualquier Consejo de Administración de una empresa le
propones: o sanciones o regularización; y elige regularización. Y, a partir de
aquí, empezamos a hablar de nuevo, pero ya sometidos a un marco legal diferente,
igual para todos, en que a España se la tome en serio en los foros
internacionales y no, como ahora, como un país en el que la picaresca, de tanta
tradición en nuestra literatura popular, sigue formando parte inherente de
nuestra idiosincrasia, también en la radio.
Bien es cierto que esa
regularización conllevaría gastos, meses de estudios y análisis de la
situación, elaboraciones de los correspondientes proyectos técnicos,
acompañados de sus respectivas inspecciones y, con toda probabilidad, no todas
las frecuencias podrían regularizarse, por incompatibilidades. Pero sería una
posibilidad abierta. También hay quienes apoyan el apagón de la FM y, a partir
de él, partir de cero en una nueva regulación, en la que el Estado sí ejerza de
vigilante proactivo del espectro, no como ahora.
El senador de Compromís, Carles Mullet, pidiendo en el Senado al Gobierno el desarrollo y la apuesta decidida por la radio digital terrestre, la DAB+ |
La industria no puede mantener indefinidamente un tentáculo de canales de distribución ilimitado de sus contenidos: OM, FM, DAB, DAB+, TDT, IP, smartspeakers…
Pero voy más allá: los costes. Y no solo me refiero a los costes de difusión a través de la nueva red de DAB+, que serían cuantiosos -es cierto- en la fase de implantación de la nueva tecnología, no solo para los operadores, sino también para los propios oyentes, que deberían renovar su parque de receptores (pero con un tiempo laxo de convivencia con la FM, y el atractivo de nuevas programaciones en DAB+ que inviten a acercarse al nuevo soporte); sino sobre todo me refiero a la comparación de costes de emisión entre el broadcast y el broadband. Difundir la señal por IP es mucho más costoso que hacerlo por aire. Y de esto saben mucho los radioperadores. Nadie más interesado que las empresas de Telecomunicaciones (Telefónica, Vodafone, Deutche Telecom, France Telecom, etc.) en que prospere la radio por IP, porque ellos, como transportadores de la señal, serían los grandes beneficiados de esa operación. Pero de momento este consumo solo representa un ocho por ciento del total de escucha en España.
Corresponde a los propios radioperadores velar por sus propios recursos, lo que la radio ha sido siempre: una aliada del aire, como ha subrayado, en multitud de ocasiones, siempre que ha podido, la UNESCO, ante las grandes catástrofes naturales y el papel de la radio como instrumento de salvación de vidas humanas en estos contextos adversos.
En el siglo XXI casi todo es digital, menos la radio |
Urge tomar decisiones. Urge
clarificar el escenario, o escenarios en el que se va a mover la radio del
futuro. Urge apostar, o no, por lo mismo que está apostando el resto de Europa, ahora mismo sin España. Urge una reunión del sector con la Administración para establecer
el marco de actuación. La llegada de un nuevo secretario de Estado para la Sociedad de la Información, y la Agenda
Digital, Francisco
Polo, puede favorecer una coyuntura positiva de intercambio de
ideas, y en definitiva la aportación de certidumbres, tan necesarias en el
mundo de la economía. Y mientras tanto, soluciones ambiguas, timoratas, como la
radio híbrida a partir de la FM, no son más que remiendos autocomplacientes de
la industria más recalcitrante, anclada en el pasado del conformismo.