La coherencia ideológica: ¿un contrato con los oyentes?
https://www.gorkazumeta.com/2018/07/la-coherencia-ideologica-un-contrato.html
Prisa, en un giro inédito, pasa de simpatizar con el Gobierno del PP a apoyar al PSOE de Sánchez
La SER afronta una nueva etapa buscando la indulgencia de sus fieles más decepcionados
Escribía no hace mucho un tuit recuperando una de las frases más célebres atribuidas al genial Groucho Marx, que decía “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. Una frase caustica, demoledora, que subraya el proceso degenerativo que siguen algunas líneas de pensamiento, que no tienen inconveniente en prostituirse si el interés así lo aconseja. En ese grupo de intereses se incluye, como antes apuntaba, el mercantilista que, la Real Academia Española define, en su primera acepción, como el “espíritu mercantil aplicado a cosas que no deben ser objeto de comercio”.
La SER afronta una nueva etapa buscando la indulgencia de sus fieles más decepcionados
En España queremos saber a quién tenemos delante. Necesitamos ficharle, asociarle una posición, a un lado u otro del arco ideológico. Y los medios de comunicación forman parte de este juego. Y actúan, y se mueven, en consecuencia: en busca siempre de su parroquia, alentándola, identificándola, pastoreándola, contra viento y marea. Titulan como les gustaría titular a quien lee el periódico. Pero en el fondo, no lo olvidemos, los periódicos, las televisiones, las radios, son empresas privadas que buscan lograr beneficios. En esa mezcla interesada entre información, ideología y mercantilismo algunos medios de comunicación españoles se han diluido en propuestas a menudo criticadas por sus propios lectores, fieles de otro tiempo, que se han visto traicionados por incomprensibles giros en el tratamiento de los contenidos, que han terminado por expulsarles de su club de lectores, o de oyentes.
La radio es la misma, la esencia, el oficio, pero la inspiración ideológica es diferente (Fotografía Gorka Zumeta) |
Los medios de comunicación deberían incluirse en ese grupo de “cosas”, como apunta la RAE, que deberían quedar fuera de ese ‘mercantilismo’ interesado, adocenado, que quebranta la coherencia, y traiciona la fidelidad. Deberían priorizar la información frente a la ideologización. Deberían constituirse como medios auténticamente de comunicación, y no como medios de politización. Así me lo defendía en Twitter la profesora Chelo Sánchez Serrano, de la UPSA:
Empresas que no tienen pudor en retratarse como "radio de partido", radios de un equipo o del contrario, más feministas o más machistas...🙆 El periodismo no va de esto. Luego nos llevamos las manos a la cabeza. (Periodismo profesión menos valorada después de jueces...)— Chelo Sánchez (@Cheloradio) 25 de junio de 2018
Pero Disneylandia no existe,
señores. En un mercado de los Mass Media como el que tenemos, claramente
afectado por la crisis del papel, en el caso de los periódicos, envejecido en
las audiencias de la radio generalista y también en las musicales, y con
evidentes signos de cambio en los hábitos de consumo de la televisión convencional, los medios de
comunicación buscan, directamente, sobrevivir. Los durísimos expedientes de
regulación de empleo impuestos en el sector de la comunicación en los años más
duros de la crisis han pasado factura a una calidad de la prensa, y una pérdida de talento, claramente a
la baja, que todavía no se ha recuperado (si es que se recupera).
Pero hay otro aspecto, y no puede
obviarse, de los medios de comunicación que también mueve su día a día. Me
refiero a la influencia. El ansia de poder -del tradicional Cuarto Poder- ha impelido a los medios
hacia una carrera en la que tratan de utilizar sus tentáculos para ser
influyentes: ante sus consumidores (incluyamos aquí las variantes de lectores,
oyentes, televidentes…) y, sobre todo, ante el poder de turno.
Y es aquí, en este paso, en la
alternancia partidista en el Gobierno, donde un medio se la juega. En este
entorno de cambio, no se puede poner en práctica la frase de Groucho. No se
debe pecar de incoherencia ideológica. Y si lo haces te penalizan: en consumo,
y en influencia. Un medio de comunicación de prestigio (y la auctoritas cuesta recolectarla muchos
años, para tirarla por la borda) no puede oscilar en lo ideológico al vaivén de
los diferentes Gobiernos que se van sucediendo en la Moncloa. Es posible que
ganen en el corto plazo. Pero a la larga su actitud, insisto, mercantilista,
les penaliza.
La regresión ideológica de la SER es un obstáculo que tendrá que superar, y que sus lectores y oyentes tendrán que olvidar. No es fácil. Pero la marca SER sigue ejerciendo muchísima atracción entre sus oyentes de toda la vida, incluso entre los decepcionados
Radio Nacional de España, como
parte de la Corporación RTVE, y por tanto bajo el control del Gobierno de
turno, va cambiando su oferta, y su inspiración ideológica, en paralelo con la
opción partidista que ocupa el Gobierno. El último intento por volver a
democratizarla, y recuperar el modelo Zapatero, ha fracasado estrepitosamente,
y se ha convertido en una auténtica patochada, a todas luces bochornosa, y para
los españoles, frente al resto de europeos, de vergüenza ajena, sonrojante. Observar
a sus señorías pelearse por controlar RTVE, una vez más; a quienes optan a ello
apelar a la pluralidad y a la libertad, dejando entrever sus auténticas y
deshonrosas intenciones, y a quienes abusaron de ella y la prostituyeron antes
denunciarlo y autodefinirse cínicamente como defensores a ultranza de la
independencia de los profesionales, me parece repulsivo. Sus señorías siguen
creyendo, muy equivocadamente, que España está conformada por ciudadanos
acríticos e incultos; algo que, por fortuna, ha cambiado radicalmente. Tal vez
lo que más duela es que aquellos partidos que surgieron por incompetencia de
los tradicionales, y que demolieron el bipartidismo y abrieron una puerta a
otra forma de hacer política, están cayendo en los mismos errores que criticaban,
y es que, una vez conocida la zona de confort, lo humano es profundizar en ella
y descafeinar las pretensiones iniciales.
En este contexto de vaivenes
ideológicos, Prisa, el gran grupo de comunicación en español, modelo de tantas
gestas y logros, ha perdido influencia y ha perdido consumidores. Su curva de
resultados se está invirtiendo. Los tiempos de Juan Luis Cebrián, por fortuna ya superados, dinamitaron su
credibilidad y confianza. Manuel Mirat,
su sucesor, delfín en tanto que propuesto por el presidente saliente, ha
decidido romper con el pasado, y su intención se ha plasmado en cambios
rotundos en el staff de sus dos buques insignia: El País, y la Cadena SER.
Pero, ignominiosamente, creo -que
yo recuerde- que, fuera del ámbito de los medios públicos, va a ser la primera
ocasión en que el Grupo Prisa pase de coquetear con el PP durante su estancia
en el Gobierno (por necesidades de financiación y supervivencia), a coquetear
con el PSOE de Pedro Sánchez (ahora por
intereses ideológicos), al que machacó de todas las formas que pudo. No es una
coincidencia la caída de Cebrián, la llegada de Mirat, y los cambios en la
dirección de El País y la SER, y la recuperación de viejos
profesionales, con probada reputación, para liderar el nuevo período. Es un
aviso a sus consumidores: Prisa vuelve a ser lo que era, una vez superado el
período de las sombras acaudillado por un Cebrián que dirigía los pasos del
Grupo como su particular cortijo, “Prisa
soy yo”, llegó a argumentar, según el periodista
Luis Barcarce, jefe de redacción del
diario ‘Periodista Digital’, de Alfonso Rojo, situado en las antípodas
ideológicas de lo que ha representado siempre el grupo Prisa, y autor del
polémico libro “Prisa, liquidación de existencias”.
Daniel Gavela ha regresado a su despacho de director general de la SER, pero la empresa que se ha encontrado no tiene nada que ver con la que dejó (Fotografía CadenaSER.com) |
Pero dentro del Grupo,
coexistiendo con los acólitos de Cebrián, algunos nombres de periodistas
dejaban claro quiénes eran, y dónde se situaban, e incluso mantenían
internamente una posición crítica ante la dirección de Prisa. La recién llegada
a la dirección de El País, Soledad
Gallego-Díaz, cuyo nombramiento fue tan celebrado, interna y externamente,
nació en 1951, y cuenta con 67 años; en la Cadena SER, Daniel Gavela, el recuperado director general, con igual
predicamento, acaba de cumplir los 70. No les queda mucho recorrido. Está claro
que su nombramiento contempla dos aspectos esenciales en la estrategia de
retorno de Prisa a su posición histórica de medio progresista: uno, se trata de
recuperar a dos profesionales de prestigio y trayectoria reconocidas que siguen
representando los grandes valores del Grupo y dos, su avanzada edad nos sugiere
que ambos abren un período de transición, cuyo objetivo, claramente, es el
regreso a los orígenes, y una vez encauzado, dejarán sitio a nuevos nombres que
continuarán su estela.
Los medios de comunicación deberían quedar fuera de ese ‘mercantilismo’ interesado, adocenado, que quebranta la coherencia, y traiciona la fidelidad
En la SER, también había territorios
-nombres- independientes, críticos, coherentes, que pugnaron por mantener sus
principios, pero sin abrir una guerra interna que, sin duda, hubieran perdido
ante un implacable Juan Luis Cebrian, al que le gustaba aplastar la disidencia.
Ahí estaban nombres como los de Javier
del Pino -cuya entrevista al propio presidente fue memorable, por
independiente, y antipublirreportaje-,
Àngels Barceló y Carles Francino. Incluso Gemma Nierga, relegada a un ámbito en
el que lo ideológico no procedía. A menudo, me he preguntado qué hubiera
ocurrido en esta SER
maniatada de haber estado Carlos -Charly- Llamas al frente de “Hora 25”… Todos estos nombres, hoy,
deberían recuperar peso en la nueva Cadena SER.
Pero Gavela, como corresponde a su experiencia, y edad, se lo está tomando con
calma. En esta lista no figura Pepa Bueno,
a la que sería injusto atribuir en exclusiva la bandera de la Prisa atrapada
por el síndrome de Estocolmo del PP, pero sí como una de sus claras ejecutoras. Las
entrevistas a cara de perro, auténticos interrogatorios, a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias fueron memorables. Igual
que los incendiarios editoriales de El País contra el advenedizo Sanchez… Tengo curiosidad por comprobar cuál será su
actitud renovada ante el nuevo
presidente del Gobierno...
En ese camino por recuperar la SER que dejó Cebrián
y reencauzarla hacia una nueva etapa, vinculada de nuevo a la inspiración
ideológica tradicional de la marca Prisa, la figura de Daniel Anido, regresado de hacer ‘las Américas’, es otro paso consecuente. Rápidamente, las voces
-amigas y enemigas- se han dejado oír, destacando sus logros -el ‘Prestige’, o
el ’11-M’- y sus sombras -el despido de Paco
González, y su gente-. Si observamos a cómo se ha recibido su regreso en la
redacción de informativos de la SER, hay que hablar de división. No
ha concentrado unanimidades como sí cosechó Gavela. Pero Anido representa un
período en el que la comunicación con el PSOE era estrecha, y de tú a tú con
sus principales líderes; aunque el PSOE de 2018 haya cambiado hasta límites
inimaginables, con un Pedro Sánchez que se vio malquerido por la vieja guardia
del partido, y de la que, por cierto, sigue recelando.
En El País, todos los que
ejercían el poder, desde diferentes ámbitos estratégicos, han pasado a segunda
fila, y han regresado los viejos del lugar, entre ellos dos exdirectores, como Joaquín Estefanía y Javier Moreno. La misma estrategia se
ha trasladado a la Cadena
SER. Soledad Gallego-Díaz, en unas recientes declaraciones, ha
afirmado que El
País no es un periódico de partido, ni está vinculado al PSOE, sino que su inspiración
“es progresista”. En ese
camino, está claro, se va a ver más identificado con los postulados del PSOE,
que con los del PP, por no citar a las nuevas fuerzas políticas -Ciudadanos, o
Podemos- que tantos palos se llevaron en la anterior etapa cebrianista.
Daniel Anido, el hombre que regresa a su casa para reencauzar la línea ideológica de la SER a sus orígenes progresistas, simpatizantes del PSOE (Fotografía CadenaSER.com) |
En la SER los cambios no han sido tan
llamativos como en El País. En las redes sociales, y en algunos confidenciales,
han surgido como setas, programadores espontáneos que se atrevían a repartir a
los comunicadores de la SER por programas, con una
extraordinaria ligereza, como si fueran cromos a los que se da la vuelta con
una palmada cerrada. Creo que hay algunos comunicadores que no pueden liderar
la nueva etapa, porque tuvieron un protagonismo muy marcado en la anterior, y
su postura quedó muy definida a un lado de la barrera, salvo, claro, que se
reivindique la frase de Groucho Marx con la que comenzaba esta reflexión. Que
todo puede ser. Y peores cosas hemos visto. Los oyentes dirán, y el EGM
certificará. Y lo que puede empezar de una manera en septiembre, no se olviden de esta posibilidad, puede terminar de manera muy diferente en junio de 2019. Hay margen para corregir.
Prisa tiene ahora el objetivo de
volver a ser lo que fue: el Grupo de comunicación más influyente del país, sin
olvidar su marcado acento mercantilista. Tienen que hacer dinero, porque los
ingresos son los que realmente proporcionan la independencia. Su regresión pasada,
es un obstáculo que tendrá que superar, y que sus lectores y oyentes tendrán
que olvidar, o cuando menos perdonar. No es fácil. Pero la marca -la SER- sigue
ejerciendo muchísima atracción entre sus oyentes de toda la vida, incluso entre los decepcionados. Muchos ansían el regreso a los orígenes. Pero no todos
valen para liderarlo.
Los incendiarios editoriales contra Pedro Sánchez no fueron cosa solo de El País; también Pepa Bueno en sus comentarios le daba bastante lija al nuevo presidente del Gobierno. Y su beligerancia no sentó nada mal al ya mayoritario, por aplastamiento, sector sanchista. Léase si no esta información de Periodista Digital: http://www.periodistadigital.com/periodismo/radio/2018/06/07/sanchez-y-sus-ministros-se-vengan-de-prisa-y-la-ser-humillando-a-pepa-bueno.shtml
ResponderEliminarParece imposible que la SER sea el medio con más dificultades para acceder a entrevistas a los nuevos ministros, pero así fue. Y algo tendrá que ver en eso la excesiva beligerancia de la titular del matinal.
Lo que también parece imposible es que no haya cambios en los programas de la radio de PRISA después de que los haya habido en la cúpula directiva de la compañía y en el seno de El País.