El arte de programar en radio
https://www.gorkazumeta.com/2018/07/el-arte-de-programar-en-radio.html
Una reflexión de la profesora Chelo Sánchez Serrano, de la Universidad Pontificia de Salamanca, en Medium.com
O cuando vivir más allá de
“las rentas” a veces puede merecer la pena
Hace años que la programación
radiofónica en general dejó de ser un arte en el sentido más
elevado de la palabra (capacidad o
habilidad para hacer algo por encima de otros o de manera diferencial),
para ser sólo una técnica, bien aprendida sin duda, pero demasiado
repetitiva y previsible. “La radio
española programa de manera muy homogénea, sus modelos son casi idénticos”,
suele ser una frase repetida, un diagnóstico habitual de nuestra radio. Mismos
tramos horarios, programas similares, formatos parecidos, secciones temáticas
casi idénticas… Hace años que la programación radiofónica, entendida también
como contrato entre los oyentes y una marca, antepuso el Estudio General de Medios (#EGM) a sus oyentes. Lógico, en buena
medida. La industria radiofónica necesita poder demostrar y evidenciar su nivel
de penetración para vender publicidad, ese elemento fundamental gracias al que
sobrevive y gracias al cual los oyentes escuchamos la radio de forma gratuita.
Lógico, decía, pero corto de miras a largo plazo. Porque, mientras la energía
de las empresas periodísticas esté fundamentalmente concentrada en la
supervivencia –como reconocía Iñaki Gabilondo esta semana en
la Universidad de Navarra-, podrán estar haciendo técnica, estrategia, incluso
contraprogramación o reprogramación, pero no están haciendo arte = transformación,
apuesta, ruptura, diferenciación real, catarsis y lo que es peor, interacción
honesta con sus oyentes, el sentido último del negocio radiofónico.
Los tiempos en que competían, feroz y fraternalmente, Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo ya son historia |
¿Quién ha preguntado a sus
oyentes, así sin intermediarios, a calzón quitado, si prefiere seguir con lo que
hay, si le resulta más cómodo y eficaz un programa de 6 horas que uno de 2, si
la duración corta, a la que nos están acostumbrando muchas de las nuevas formas
de consumo bajo demanda, es la que buscamos también para nuestro consumo
lineal? ¿Quién ha preguntado si le resulta más fácil de atender y escuchar a un
comunicador, a dos o a un conjunto de cámara, si quería las tertulias a todas
horas o no le ha quedado más remedio que acostumbrarse a ellas, como ahora nos
hemos acostumbrado a las redes sociales y a su “plaza pública virtual”, aunque
al tiempo reneguemos de ellas? Ensayo+prueba+error es casi
siempre el proceso que se sigue, no nos equivoquemos (como en tantos otros
ámbitos, por otro lado).
¿Y si volvemos, por ejemplo, a recuperar los originales matinales, esos programas informativos de primera hora para ponernos al día? Empezar a dividir, de verdad, en dos programas primero, poco a poco, la mañana?
Sin terminar la temporada
radiofónica actual y a falta de confirmaciones oficiales, llevamos ya días
conociendo posibles movimientos, fichajes, y redefiniciones en las ofertas
programáticas de varias de las marcas radiofónicas.
Con independencia de si llegan a
materializarse todas, alguna o ninguna de cara a la próxima temporada, me
gustaría romper una lanza por la ruptura frente a la unificación y la
programación por imitación, especialmente en el territorio de las mañanas
radiofónicas. Unas mañanas que desde la temporada 2009 parece que no acaban de
encontrar su horma definitiva –ni de manera individualizada, ni siquiera para
el espectro multimarca de la radio generalista-. Ese año, por primera vez, si
no me fallan las cuentas, un magacín matinal tuvo 3 presentadores: Ignacio
Villa, Ely del Valle y Enrique Campo en COPE. La apuesta, el
ensayo+prueba+error, duro un año. Antes ya, Luis del Olmo, en Punto
Radio, había ido compartiendo la presentación de “Protagonistas”, primero, con Julia Otero, después
con María Teresa Campos y más tarde con Félix Madero.
Será a partir de 2012 cuando se produzca un hecho nuevo, que marca ya una nueva
tendencia de programación: la COPE y la SER dividen sus mañanas en dos tramos
horarios, de 6.00 a 10.00 y de 10.00 a 12.00. División horaria, dos
comunicadores, Ernesto Saénz de Buruaga y Javi Nieves/Pepa Bueno y
Gemma Nierga, equipos distintos de producción y colaboradores, pero una
marca única, un único programa. En 2015, con la salida de Carlos
Herrera a la COPE, Onda Cero aplica la misma estrategia de
programación y pone al frente del programa “Más
de uno” a Carlos Alsina y
a Juan Ramón Lucas. Una decisión que podría volver a cambiar, si
finalmente se confirma que Carlos Alsina se haría cargo de todo el programa a
partir de septiembre. El arranque de esta temporada 2017–18 empezaba en la SER con
un cambio en la pareja del programa estrella de la cadena y líder de audiencia
de la radio española, “Hoy por Hoy”:
a Gemma Nierga la sustituía Toni Garrido. Distintas voces, pero un
mismo programa, una misma marca radiofónica, que el EGM valida cada oleada. Y
en estas estamos. Ante una nueva temporada en la que igual leemos –no sabemos
si con fundamento o sin él- que se unifican otra vez las mañanas, que sólo se
cambian las voces o que el programa puede durar una hora más… Parece que esas
son las únicas cartas de la baraja.
La pareja de conveniencia de las mañanas de Onda Cero se separa en la próxima Temporada 18-19. Alsina asume toda la mañana, y Lucas se ocupará del resumen informativo nocturno, en "La Brújula" |
¿Qué hubiera pasado si en los
60 y 70 la industria radiofónica española no se hubiera arriesgado y,
con más arte que técnica, no hubiera contrarrestado la transferencia de
audiencia y publicidad a la televisión, si no hubiera entendido que el cambio
en el perfil de su audiencia dominante, la audiencia femenina, la impulsaba
inexorablemente a la modernización? ¿Qué hubiera sido de la radio española si
no se hubieran producido los cambios estratégicos en la programación
radiofónica que hoy todos conocemos, incluso seguimos escuchando en muchos
casos, y que los estudiosos de la historia de la radio han ido fechando
correspondientemente; si tras la llegada de la democracia, la radio no se
hubiera echado a la calle y le hubiera tomado el pulso a la nueva realidad
española, incluso desde el ejercicio de un periodismo radiofónico casi en
pañales?
"Hace años que la programación radiofónica, entendida también como contrato entre los oyentes y una marca, antepuso el Estudio General de Medios (#EGM) a sus oyentes"
Somos herederos de los “Carruseles”, claro, pero también
de “Matinal SER”, de los “España a las 8” (y a
las 7 y a las 6), de la programación de los boletines horarios de Manuel Aznar en RNE, de “Hora
25”, buque insignia todavía hoy, de las ruedas de corresponsales, de
la información descentralizada… Somos herederos de la capacidad y visión
de Luis del Olmo, un creador radiofónico a la altura de su notable
estatura, un autor de mutaciones en la radio, en palabras de Gabilondo; o el
inventor de la radio de magacín que se sigue haciendo hoy –esa radio a
semejanza de una gran revista radiofónica-, cómo describía Julia Otero en un
programa de televisión dedicado a la figura de Luis del Olmo. Una radio, de la
que seguimos siendo “deudores”, decía Julia.
En un contexto de convergencia
entre la radio e internet, en un momento de cambio y consolidación de hábitos
de consumo, pero también con la mala
salud de hierro de la radio española de fondo, la industria radiofónica
tiene ante sí más opciones y cartas de las que apuntábamos arriba. La primera,
programar para sacarle rendimiento a la desprogramación y fragmentación
posterior que se realiza del producto radiofónico original, cada vez más, fuera
de la antena para otras plataformas y soportes (redifusión de pedacitos de
programación).
La segunda, buscar información y respuestas entre sus oyentes
más allá del EGM, de consultoras o de conversaciones sociales puntuales.
Apostar y definir autopistas para una radio colaborativa, que no resta ni una
pizca de liderazgo a empresas ni comunicadores sino todo lo contrario: puede
reforzar, completar, hacer pensar y hacer partícipe (redefinición de los
procesos de producción y participación) … Piénsenlo.
La profesora Chelo S. Serrano de la UPSA |
La tercera, mucho más
concreta, ¿qué tal si en lugar de volver a unificar o cambiar nombres y voces,
pensamos en romper? ¿Y si volvemos, por ejemplo, a recuperar los originales
matinales, esos programas informativos de primera hora para ponernos al día?
Empezar a dividir, de verdad, en dos programas primero, poco a poco, la mañana.
Un programa de 6.00 a 8.00 y otro de 8.00 a 12.30. Dos marcas diferentes con su
título, su presentador o presentadores, su sintonía, su horario, su carisma…
(tengo razones, pero las dejo para un próximo artículo). Eso sí, no lo hagan
todos a la vez, que nos quedamos en las mismas. Sólo es una idea.
La radio está más viva que nunca,
tanto dentro como fuera de la industria, por eso merece la pena repensarla con
mirada larga y con cuanto más ARTE, mejor.
Valioso e interesantísimo artículo de la profesora Chelo Sánchez. Una pena no haber sido su alumno. Quizás, las radios españolas deberían, efectivamente, volver al modelo de los matinales informativos, tal y como propone Chelo. A imagen y semejanza, a su vez, de lo que pasa en la televisión, donde las principales cadenas generalistas (La 1, Antena 3 y Telecinco) coinciden en programar “telediarios” a primera hora de la mañana, pero a partir de ahí ya cada una va por su lado. En La 1 apuestan por un formato de tertulia y entrevistas como “Los Desayunos”, de 8:30 a 10 horas, antes de un gran magacine como es “Las Mañanas”; Antena 3 también sale con un informativo matinal, desde primera hora hasta las 8:30, y a partir de ahí ya comienza el gran contenedor “Espejo Público” de Susanna Griso, el mejor magacine de la televisión española, que arranca con una entrevista de media hora y a partir de las 9 ya apuesta por tertulias y contenidos sociales de todo tipo hasta las 13:15 horas; y, por último, Telecinco también ofrece un informativo matinal hasta las 8:55 aproximádamente, hora a la que comienza el programa de Ana Rosa Quintana, que va hasta más allá del mediodía, las 13:30 horas. Y estos grandes ómnibus televisivos no son, ni mucho menos, un compartimento estanco con una estructura tan homogénea e idéntica como la de sus espacios hermanos de las radios. Cada uno va por libre y habla de lo que habla durante el tiempo que a cada cual le parezca oportuno. Luego ya cada espectador elige, pero mal no lo deben estar haciendo cuando su audiencia les acompaña a pesar de que las mañanas de lunes a viernes son un horario francamente complicado para consumir televisión; a esas horas, es mucho más sencilllo escuchar la radio, mientras haces cualquier otra actividad como ir al trabajo, que sentarte a ver la tele. E intuyo que, desde que ya no están Iñaki Gabilondo y Luis Del Olmo, la influencia social de las mañanas radiofónicas es menor que la de las mañanas televisivas. Y ese es un aspecto especialmente preocupante que quería añadir a la acertada reflexión de Chelo Sánchez.
ResponderEliminarPor cierto, consígnese que todos los ómnibus televisivos son presentados por mujeres (María Casado, Susanna Griso y Ana Rosa), mientras que los magacines radiofónicos son presentados por hombres: Lucas, Garrido, Herrera, Menéndez y Losantos. Llamativo.
Eliminar