Google Home llega al mercado español para cambiarlo todo
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Por Rafa Lupión, especialista en audio online, director general de Maratón Radio
"Las FM dejarán de tener sentido en la medida en que las escuchas se produzcan, cada vez más, en aparatos cuya única conexión sea internet"
- Todo esto no hace más que presagiar un futuro de cambios con un claro protagonista: el sonido. Abran los oídos
Recuerdo la primera vez que vi un iPad. En su
primera versión el funcionamiento era deficiente, no servía para sustituir a
ningún otro aparato, no tenía una función específica y, sin embargo, molaba.
Molaba mucho.
Google Home ya ha llegado a España, y habla español |
Es algo parecido a lo que he sentido al acercarme por
primera vez a un Google Home. Más allá de que yo sea eminentemente
auditivo y me apasione todo lo que tenga que ver con la voz, el altavoz
inteligente de Google tiene ese ‘algo’ de los gadgets que llegan para cambiar
las cosas.
"Capta tus mensajes a mucha distancia (cuenta con dos micrófonos) y su sonido tiene la potencia suficiente para estar 'en todas partes'"
La versión en español aún no anda del todo fina y
tiene menos funcionalidades que su hermana inglesa, pero todo eso llegará
pronto. Lo que es una verdadera experiencia es el hecho de no necesitar llevar
nada encima para disfrutar de algunas de sus funciones. Hacer sonar música en
Spotify, conocer las últimas noticias, gestionar la agenda, consultar una
receta, conocer la previsión del tiempo, hacer la lista de la compra o apuntar
un recordatorio son algunas de las funciones que están al alcance de cualquiera
que sepa pronunciar las palabras mágicas: “ok
Google”.
Con la llegada del internet de las cosas, o adaptando
nuestros viejos aparatos mediante un sencillo y asequible enchufe inteligente
(menos de 30 euros), controlar la
lavadora, el microondas, la televisión o las luces de la casa, están ya al
alcance de cualquiera que adquiera un Home por 59 euros. Puede que parezca
ciencia ficción, pero ya está aquí.
Sin embargo, tengo la sensación de que las
funcionalidades más disruptivas de los altavoces inteligentes, están por llegar.
Amazon pide encarecidamente a los desarrolladores que entren en su plataforma y
trabajen en habilidades para Alexa, el cerebro de Echo, su
altavoz inteligente. Google también abre los brazos a todo aquel que esté
dispuesto a inventar. De Apple y su HomePod poco
se sabe. Pero probablemente lo que acabará dando el verdadero sentido a estos
aparatos, esté gestándose ahora mismo en el cerebro de algún joven ingeniero.
El altavoz inteligente de Google (izquierda) ya ha llegado a España; el siguiente en llegar, anuncian, es el Echo, con Alexa como interlocutora |
Hay quien dice que
los altavoces inteligentes no podrán funcionar tan bien en español como lo
hacen en inglés, porque el nuestro no es el idioma internacional de los
desarrolladores y nuestra
gramática es más compleja. Sin embargo, cada vez que el Google Home
no ha cumplido alguna de mis órdenes (demasiadas, para mi pesar) no ha sido por
no entender el idioma, sino porque la funcionalidad aún no está desarrollada. “Mi equipo está trabajando en ello” es
una frase que se ha escuchado mucho en el salón de mi casa en los últimos días.
Las grandes cadenas pueden ir olvidándose de las barreras de entrada que las protegen y también del EGM en el que viven cómodamente
También se ha criticado que los altavoces, que deben ser
conectados y permanecer estables en un lugar de la casa, no tienen
sentido en una era en la que impera la movilidad. Pero lo cierto es que llegas
a olvidarte del lugar donde está. Capta
tus mensajes a mucha distancia (cuenta con dos micrófonos) y su sonido tiene la
potencia suficiente para estar “en todas partes”. Como un dios moderno.
Además, ofrece la posibilidad la experiencia puede continuar en el teléfono
móvil o en cualquier otro aparato conectado con capacidad de reproducir sonido.
Respecto a la radio, los altavoces inteligentes
ya han cambiado la forma de escucharla en los países anglosajones y todo apunta
a que el camino en España será muy parecido. No es que se acaben las
programaciones convencionales (me encanta escuchar Maratón Radio en
mi Google Home), pero las FM dejarán de
tener sentido en la medida en que las escuchas se produzcan, cada vez más, en
aparatos cuya única conexión sea internet. Obviamente, las
programaciones a la carta ganarán peso y la calidad de los contenidos
será más importante que la marca de la emisora que los produzca.
Las grandes cadenas
pueden ir olvidándose de las barreras de entrada que las protegen y también del
EGM en el que viven cómodamente. En un mundo de escuchas
conectadas, la medición será mucho más precisa y la posición
de privilegio de los beneficiados por la discutible encuesta del EGM, se verá
amenazada. Por supuesto que aún tendrán la ventaja de partir en los primeros
lugares de la parrilla de salida, pero el futuro se hará presente para
atropellar a la velocidad de la luz a quien no esté ojo avizor.
Aunque hay más marcas que se han aventurado a entrar en el mercado de los altavoces inteligentes, éstas son las fundamentales. De momento, el primero en llegar ha sido Google |
Tal vez el Google
Home no sea el mejor altavoz inteligente del mercado. Algunos expertos
apuntan a que la experiencia con Alexa supera con creces al Assistant de
Google. Pero es evidente que, con la
entrada en los hogares de estos aparatos, algo va a cambiar. La carrera
emprendida por los gigantes de la tecnología para conquistar el mercado español
es evidente. Hace muy pocas semanas, Amazon confirmaba que el Echo llegaría a
España en 2018 y, en una apuesta relámpago por “dar primero”, Google ha puesto sus modelos en las tiendas esta
semana. Tanta ha sido la urgencia de los de Mountain View, que se podría pensar
que la versión en español es un Producto Mínimo Viable para
lograr en nuestro país la posición de privilegio que se le resiste en Gran Bretaña y Estados Unidos, donde
los smart speakers de Amazon fueron el regalo estrella de las
pasadas navidades.
Todo esto no hace más que presagiar un futuro de
cambios con un claro protagonista: el sonido. Abran los oídos.