A por el trono de la radio matinal
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Las cadenas toman posiciones para bloquear su prime time
El oyente de la radio generalista española, que lo es desde hace treinta años, está acostumbrado a una sola voz por la mañana. Está acostumbrado, y quiere, conocerle bien. Porque tener a alguien al lado todos los días, uno tras otro, requiere conectar con él. El pasado año escribía otro post en el que me preguntaba precisamente esto: ¿Uno o dos comunicadores para las mañanas? Y subtitulaba: “El oyente necesita someter al comunicador a un tercer grado, para otorgarle su confianza, y para ello el registro del informativo es claramente insuficiente”. Hay otro riesgo añadido en la elección de dos comunicadores para las mañanas: puede que las simpatías de los oyentes no se repartan por igual; esto es, que a algunos oyentes les caiga bien Alsina, pero no Lucas, con lo que opten por cambiar. El mismo argumento es reversible, es cierto: si solo hay uno, y cae mal, la batalla está perdida; pero si hay dos, hay más probabilidades de sumar algún oyente, con uno, u otro. Pero ¿a través de qué tramo conocemos mejor a quien nos habla: el de la información, o el del magacine? Sin duda, el del magacine, en el que el conductor del programa llega a confesar aspectos de su vida, destapa (a menudo involuntariamente) su universo biográfico, y empatiza más con el oyente. Sin embargo, lo que da el prestigio -y la credibilidad- es que sepa moverse bien en el escenario informativo: con peso, y opinión cualificada. Y para tener este doble perfil, mucho más completo, hay que asumir toda la mañana.
La radio aprovecha como ningún otro medio nuestra reconexión matinal con la vida
Aquí no hay bromas. En el
territorio de las mañanas, donde se la juegan las grandes cadenas, no puede
haber improvisación, aunque en algunos casos la elección de sus profesionales
nos haya llamado la atención por desacertada. Las mañanas concentran el mayor
número de oyentes en la radio española desde hace décadas, y tiene que ver con
las costumbres sociales de los españoles, que no han cambiado en este horario,
no así en otros, donde en los últimos siete años, sí se han producido
variaciones, a la baja. Lo veremos.
Carlos Alsina aspira a ocupar, desde Onda Cero, el trono de la radio matinal que ocuparon en otro tiempo, primero Luis del Olmo y luego Iñaki Gabilondo (Foto Gabilondo Pepe Castro; Foto Alsina Alberto Espada, Foto Luis del Olmo, Punto Radio) |
Estamos asistiendo a una serie de
cambios en la radio generalista española que solo pretenden mantener lo que
cada cadena posee y, en el mejor de los casos, aspira a robarle oyentes al
competidor, porque los oyentes no abundan, son los que son, y no se espera que
crezcan, más bien al contrario. El modelo está en crisis, pero mientras dure,
todo va bien. La vaca sigue dando leche. Y que dure. Pero tiene fecha de
caducidad.
La decisión de José Ramón de la Morena de adelantar el comienzo de los programas deportivos nocturnos a las 23:30 horas se refleja en las curvas de audiencia
Si analizamos quiénes son los que
hacen la radio hoy, concluiremos que pertenecen a la generación mayoritaria que
escucha la radio generalista: los cincuentones, camino de la sesentena, si no
han llegado ya. Y no es una casualidad. Los oyentes de la radio -los fieles
oyentes de toda la vida- llevan su militancia al extremo hasta no poder vivir
sin la radio, en cualquiera de sus versiones, o plataformas. El caso es tener
al lado a quien nos gusta que nos hable, porque le creemos.
El trono de la mañana busca nuevo
rey. La Cadena SER, pese a la
competencia, que busca desesperadamente alcanzar sus cifras y batir al líder,
sigue encabezando el ranquin desde hace un cuarto de siglo. Y no ha habido
nadie, hasta ahora, que haya amenazado seriamente su privilegiada posición.
Pese a todo lo que ha ocurrido, y pese a las cargas de profundidad disparadas
desde dentro de la propia Prisa, algo inaudito, si lo analizamos fríamente.
Los demás han tomado posiciones y
esperan que la SER mueva ficha. La
posición más llamativa y, creo, acertada, es la de Onda Cero, con su apuesta, decidida, por Carlos Alsina, sin duda uno de los
profesionales con mayor proyección, y predicamento, del actual panorama
radiofónico. RNE vive tiempos inciertos
de interinidad congénita que le impiden tomar decisiones drásticas, más allá de
dejarse llevar por la rutina y, a menudo, por la desidia. Una pena enorme,
siendo lo que es esa casa, los medios que posee, lo que representa y de quién
es propiedad: de todos los españoles. Cope
sigue dependiendo de Carlos Herrera,
el último de los dinosaurios, pero el que mejor radio hace aún hoy, sin duda,
reconocido así por sus propios competidores.
David del Cura, actual director de "La Brújula" de Onda Cero, y periodista saliente de este informativo la próxima temporada, en que lo asumirá Juan Ramón Lucas |
Pero lo que ha ocurrido en la
cadena de los obispos con la salida forzosa de Juan Pablo Colmenarejo y los remiendos introducidos con una cierta
urgencia por resolver la crisis, no me parece la estrategia más acertada para
darle estabilidad a una parrilla que, sin duda, les funcionaba. “La Linterna” ostentaba una segunda
posición holgada (700.000 oyentes), aunque su último Estudio General de Medios (EGM) se hubiera saldado con números
rojos (-38.000 oyentes). La competencia se
encontraba a 273.000 oyentes (‘La
Brújula’, de Onda Cero). Y,
curiosamente, ambos periodistas, el azul y el verde han perdido la dirección de
su respectivo informativo: David del
Cura sube 82.000 oyentes y le premian con su salida del programa que
dirige. Juan Pablo Colmenarejo, pese al último bache -solo un bache- también a
la calle. Más de uno se preguntará: ¿y para qué sirve el EGM, si no es para
tomar decisiones sobre la marcha de los programas y el trabajo de sus
responsables? Parece el mundo al revés. Pero no nos olvidemos, ni perdamos de
vista un dato fundamental: donde se la juegan es en la mañana. Y las mañanas,
tanto en Cope como en Onda Cero, han influido en estas dos
decisiones, aparentemente tan incoherentes.
Estamos asistiendo a una serie de cambios en la radio generalista española que solo pretenden mantener lo que cada cadena posee y, en el mejor de los casos, aspirar a robarle oyentes al competidor
En la cadena de los obispos, de
no seguir Carlos Herrera al frente de “Herrera
en Cope”, no se hubieran podido permitir la posición de fuerza con
Colmenarejo. La locomotora almeriense
sigue tirando del tren, a velocidad punta, y el resto de la parrilla se
beneficia de esta supertracción. Pero, ni siquiera Herrera, lo puede todo. No
les conviene creer en su infalibilidad, porque no la tiene. Aunque lo quieran
creer. Es cierto que el ‘efecto Herrera’
ha conseguido que la audiencia suba hasta de la misa de los domingos, pero -como
he comentado en más de una ocasión- esta dependencia, ahora, es un regalo;
pero mañana puede ser una trampa mortal. Cuesta muchísimo consolidar los
programas. La audiencia es esquiva cuando la vuelves loca, la desorientas con
los cambios e impides que se acostumbre a sus comunicadores. Ángel Expósito estaba a punto de
empatar, y quién sabe si de batir, a Julia
Otero en la cadena de Atresmedia. Solo les separaban 13.000 oyentes. Y
estaba haciendo un buen trabajo al que se sumaba, empujando, es cierto, Herrera.
Ahora es más que previsible que sufra una involución, y se sitúe en cifras bastante
inferiores a las del exdirector de ABC. Pero, insisto, lo que importa es la
mañana. Julia Otero y Onda Cero, mientras
tanto, celebran la decisión.
En la cadena verde, Alsina asume
toda la mañana a partir de septiembre. ¿Por qué, si es un profesional al que le
gustan los programas cortos, y bien elaborados; y no los ómnibus kilométricos e
inabordables? Porque, como marca, Onda Cero,
tiene que competir con el resto en igualdad de condiciones: con un nombre
fuerte en la mañana, que tenga -y demuestre- capacidad para conducirlas con
acierto y buenos resultados. Porque esto demuestra que la partición de la
mañana resultó una solución transitoria, la más fácil, y de menor riesgo, como me
reconocía el propio Alsina en la entrevista que publiqué hace unas semanas.
Se trasladaba el mismo esquema de “La
Brújula” a la mañana y Juan Ramón
Lucas asumía el final del programa, con una estructura, en parte, heredada
de Herrera y otra producto de su propia aportación. Ahora, Alsina decide asumir
la mañana, entera, a la manera de los grandes comunicadores, como Luis del Olmo o Iñaki Gabilondo. Solo se puede competir con ellos en igualdad de
condiciones: con la maratón de las
seis horas diarias de programa. Dicho de otro modo: solo se puede jugar esa
liga jugando con el mismo balón. Y Alsina aspira a mirarse en el mismo espejo
de los dos nombres citados anteriormente. Y tiene madera para ello.
La llegada de Carlos Herrera a Cope ha resultado providencial, pero él mismo se ha puesto fecha de caducidad |
Allá por 2012, cuando la Cope y la SER
partieron sus mañanas, titulé uno de mis post: ¿Ocaso
de los grandes comunicadores de la radio matinal? Y me preguntaba en él si,
al regresar a la estructura anterior, eso suponía reconocer que no había
profesionales capaces de asumir los dos tramos, el informativo y el magacine. Y
me negaba a reconocer que esa circunstancia fuera cierta. El tiempo me ha dado
la razón. Por supuesto que existen nombres capaces de asumir con eficacia ambos
tramos, y no hablo de Herrera, que pertenece, por derecho propio, a ese
triunvirato conformado, además de él -el más joven- por el leonés y el
donostiarra. Hablo de Alsina, hablo de Javier
del Pino, hablo, tal vez, de Àngels Barceló. Hay más nombres que están en la SER,
y que parecen inadvertidos para sus jefes: Pedro
Blanco es uno de ellos, Aimar Bretos
es otro. Apostar por Fernando de Haro
y Pilar Cisneros, para “La Tarde” de Cope,
le honra a esta casa, porque supone premiar a la cantera. Luego veremos los
resultados. Pero al menos han resistido -de momento- a la tentación del desembarco de los comunicadores con
pedigrí televisivo. El propio Colmenarejo sonó para afrontar las mañanas de Cope, antes de la irrupción de Herrera. Nos hemos
quedado sin oírlo.
¿A través de qué tramo conocemos mejor a quien nos habla: el de la información, o el del magacine? Sin duda, el del magacine
El oyente de la radio generalista española, que lo es desde hace treinta años, está acostumbrado a una sola voz por la mañana. Está acostumbrado, y quiere, conocerle bien. Porque tener a alguien al lado todos los días, uno tras otro, requiere conectar con él. El pasado año escribía otro post en el que me preguntaba precisamente esto: ¿Uno o dos comunicadores para las mañanas? Y subtitulaba: “El oyente necesita someter al comunicador a un tercer grado, para otorgarle su confianza, y para ello el registro del informativo es claramente insuficiente”. Hay otro riesgo añadido en la elección de dos comunicadores para las mañanas: puede que las simpatías de los oyentes no se repartan por igual; esto es, que a algunos oyentes les caiga bien Alsina, pero no Lucas, con lo que opten por cambiar. El mismo argumento es reversible, es cierto: si solo hay uno, y cae mal, la batalla está perdida; pero si hay dos, hay más probabilidades de sumar algún oyente, con uno, u otro. Pero ¿a través de qué tramo conocemos mejor a quien nos habla: el de la información, o el del magacine? Sin duda, el del magacine, en el que el conductor del programa llega a confesar aspectos de su vida, destapa (a menudo involuntariamente) su universo biográfico, y empatiza más con el oyente. Sin embargo, lo que da el prestigio -y la credibilidad- es que sepa moverse bien en el escenario informativo: con peso, y opinión cualificada. Y para tener este doble perfil, mucho más completo, hay que asumir toda la mañana.
La pérdida del peso específico de
la SER también ha estado causado, en
parte, por la partición de sus mañanas, y por la falta de alternativa a un Carles Francino que hizo un papel,
siempre lo he dicho, mucho más que digno para suceder a un Gabilondo que muchos
creíamos imprescindible, cuando luego se demostró que no lo era (sobre todo
cuando el catalán superó sus marcas de audiencia). Alsina
me reconocía en su entrevista que antes que periodista, él se considera
radiofonista. Justo el perfil contrario de Pepa Bueno en la cadena amarilla. Ella es periodista, y lo de la
radio era secundario, y a menudo le venía grande. En la radio, hay que sonar a
radio, hay que vivir la radio con los oyentes. Hay que traspasar el micrófono y
llegar hasta quien te escucha, y convencerle de que quieres ser su amigo para
contarle todos los días lo que pasa. Es lo que tiene el medio: es el más cálido
de cuantos existen. Y la frialdad -y la distancia- no vende.
Millones de personas en todo el mundo tienen asociada, desde hace muchos años, el desayuno con la radio. Es el medio que mejor nos 'reconecta' con la vida (Foto Pixabay) |
Volviendo a las mañanas, la hora
del prime time en la radio española
ha permanecido inalterable décadas. Las ocho de la mañana concentra el mayor
número de oyentes por día. De ahí el interés especial que las grandes cadenas
prestan a este horario. A partir de las ocho desciende la audiencia, y no hace
más que bajar hasta las 15:00 horas. Remonta un poco hasta alcanzar un pico a
las 17:00 horas (incomparable desde luego con el matinal, pero pico al fin y al
cabo). El mayor descenso del día se produce (en todas las cadenas) a las 19:00
horas. Y un dato curioso: el adelanto a las 23:30 horas de los deportivos, se
nota en los picos nocturnos, que se han adelantado. Antes era a las 0:00 horas.
El adelanto de media hora se percibe en las curvas de audiencia. La radio, o la
televisión, ¿tienen el poder de cambiar nuestros usos y costumbres? ¡Por
supuesto que sí!
No podemos olvidar, como decía Iñaki Gabilondo en “El Hormiguero”, que “la radio es el único medio de comunicación que
se parece al hombre”. Por eso vive como él. Vive con él, y junto a él. Los
horarios conforman la vida. La estructuran y compartimentan. Y esa decisión de José Ramón de la Morena, cuando viajó a
Onda Cero, de adelantar el comienzo del deporte
en la radio a las 23:30 horas, ya ha tenido su reflejo en las curvas de
audiencia. Los españoles que siguen los programas deportivos nocturnos duermen
un poco más, si se acuestan al final del programa. La radio lo ha conseguido.
Ojalá la televisión siguiera sus pasos, poco a poco.
Y en esto, la radio aprovecha
como ningún otro medio, la mañana, el comienzo del día, el ‘reconectar’ con la
vida al despertarse. Ese cordón umbilical con lo que ocurre es la radio. No hay
duda.
Y dentro del elenco de nombres que apuntas capaces de asumir los dos tramos, el informativo y el magacine, yo incluiría, además los que citas, al gran Javier Ruiz. Si bien es cierto que dio sus primeros pasos con la información económica y se consolidó en la televisión como presentador de servicios informativos, por su talento, experiencia y condiciones periodísticas, yo veo a Javier perfectamente capacitado para abordar el registro informativo y el de variedades en un programa ómnibus como ‘Hoy por Hoy’. Tristemente para el medio radiofónico, Javier se ha especializado en la televisión, pero aprovechando el final de ‘Las Mañanas de Cuatro’, yo intentaría su fichaje para la SER, donde ya estuvo en 2015 hasta que se centró por completo en ‘Las Mañanas’ después del despido de Jesús Cintora.
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