30 años de la otra noche de los transistores
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El periodista de Antena 3 Radio Javier Monjas rememora el accidente que costó la vida a Santiago Amón
"La madrugada en que buscamos a Santiago Amón desde Navacerrada: Treinta minutos de guerra de informaciones"
Dos noches de los transistores ha habido en España desde que hay transistores y desde que hay España: la del 23-F y la de la madrugada en que se buscaba a Santiago Amón y a quienes viajaban con él en aquel AS 355 F1 Ecureuil pintado de azul y amarillo de la Dirección General de Tráfico.
Javier Monjas en el puerto de Split preparando una conexión vía satélite para Antena 3 de Radio durante la guerra de Bosnia y Herzegovina (Archivo Javier Monjas)
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Hace ahora treinta años justos de aquella noche en que media nación volvió a mantenerse en vigilia pegada a sus aparatos de radio, ansiosa por un hombre querido. Hace ahora treinta años que cubrí para Antena 3 de Radio la búsqueda de Santiago y de sus compañeros de último viaje, en aquella terrible madrugada del 1 de julio de 1988 en que al dramatismo de las circunstancias se unió una insólita ofensiva de desmentidos oficiales que provocaron un desconcierto de versiones sobre lo que sucedía.
"No fue una madrugada agradable y me agotó más la defensa contra el fuego amigo que el propio trabajo de investigación y seguimiento de la transmisión
Cuarenta y cinco minutos de gran tensión en antena; cuarenta y cinco minutos de un duelo informativo entre bandos ajenos y propios que acaso nunca debió producirse, pero que así se produjo, acosado por los desmentidos oficiales y el crudo escepticismo del fuego amigo.
La charla con Santiago Amón en El Verde
Yo mantenía una muy buena relación con Santiago Amón. Era fácil con alguien como él. En realidad, se trataba de puro egoísmo por mi parte. Disfrutaba simplemente con su presencia.
Aquella tarde en El Verde, Amón se encontraba a pleno rendimiento. En Antena 3 de Radio llamábamos El Verde a un bareto de mala muerte con fachada a la glorieta de López de Hoyos, que tenía la carpintería exterior verde y que en realidad se llamaba El Verde. Creo que ese era su nombre oficial. El oficioso era Antena 3 El Verde porque a veces había allí más gente de Antena 3 que en la propia emisora. Todo amor tiene su bar. Toda guerra tiene su bar. Y todo medio de comunicación tiene su bar. Y el de Antena 3 era El Verde, a unos doscientos metros de la sede central de la cadena en Oquendo, 23.
En algún momento, hice una referencia a la manierista y rococó vida de los neoclásicos de la duquesa de Osuna en su finca de El Capricho, a la belleza ilustrada de aquel parque hacía unos pocos años abierto al público, por entonces casi ignorado. Para mi sorpresa, Santiago no conocía nada de aquella historia y de aquel lugar.
Me ofrecí a prestarle un libro de mi biblioteca, “Riesgo y ventura del duque de Osuna”, de Antonio Marichalar, el relato de los enloquecidos duques de Osuna decimonónicos que habían arruinado la casa por aquel Capricho creado por su madre, María Josefa de Pimentel y Téllez-Girón, duquesa de Benavente y duquesa consorte de Osuna.
Santiago Amón, colaborador de Antena 3 Radio |
No es que a uno le guste mucho prestar libros, pero, vaya, aquel tipo era Santiago Amón, a quien veía en los televisores del blanco y negro desde que yo era un niño. Lo normal con un libro prestado es que no te lo devuelvan. También sucedió con éste. Santiago nunca me lo devolvió. Santiago nunca tendría la posibilidad de devolvérmelo.
30 de junio - La tarde de la desaparición
Aquel año yo cogía vacaciones a partir del 1 de julio. El día de antes, 30 de junio, sobre las cinco o las seis de la tarde, no recuerdo bien, me pasaron una llamada. Era una señora que se identificó como la mujer de Santiago Amón.
Gloria me preguntó si sabíamos algo de Santiago. Había salido de viaje pero, contra su costumbre, su marido no había llamado a casa para informar de que había llegado bien fuera donde fuera.
Cuando supe del viaje de Santiago, llamé a la DGT. Allí me informaron que tampoco ellos sabían nada de la directora general. Debía haber llegado a su destino sobre las diez y media. Pronto me pasaron otra llamada. Esta vez, el interlocutor se identificaba como Manuel Martín Ferrand.
El veto informativo
Que yo atendiera al director general de la cadena significaba que en la redacción no había en aquellos momentos nadie de mayor rango. Yo era un simple redactor, sin contacto alguno con las altas esferas de la dirección, y mucho menos con el director general.
La Cruz Roja nos dejó ropa de abrigo y nos dio algo caliente para cenar, pero sobre todo nos permitió seguir, a través de su radio, el operativo de la Guardia Civil en las labores de búsqueda"
Dos órdenes directas recibí de Martín Ferrand en los ocho años que permanecí en Antena 3 de Radio. La primera se había producido casi un año justo antes, el 19 de junio de 1987. Serían como las cuatro y media o las cinco de la tarde y por entonces ya estábamos dando los primeros flashes en antena de que algo grave había sucedido en Barcelona, un posible atentado terrorista. Solo se sabía que era un lugar público, acaso una tienda o algo así. Pronto fuimos conociendo más datos según las agencias y nuestra emisora en la capital catalana comenzaban a tener las cosas cada vez más definidas.
Y en estas cogí la llamada de Martín Ferrand. Me ordenó que, hasta nuevo aviso, no se mencionara en antena la palabra Hipercor y mucho menos El Corte Inglés. Por entonces ya se sabía que el establecimiento no había sido desalojado a pesar de las advertencias del Comando Barcelona de ETA que dirigía Domingo Troitiño. Las falsas amenazas de bomba eran constantes, pero aquella vez había ido en serio. El temporizador del coche bomba no atendió a negligencias.
Martín Ferrand ordenó a la redacción a mi través que cualquier referencia al atentado aludiera a “un centro comercial de Barcelona” o cualquier cosa parecida, pero sin que aparecieran por ningún lado las marcas. El primer anunciante del país estaba imponiendo su ley, quizás incluso sin necesidad de imponerla, solo como precaución. La misma orden fue ejecutada al menos en una de las otras dos grandes cadenas de radio con publicidad, según me comentaron los compañeros. Seguramente en la otra sucedió lo mismo.
Un año después, el director general me ordenó que, por el momento, no se diera en antena ninguna información sobre la desaparición de Santiago y los demás viajeros. Y así se hizo. En la redacción continuábamos trabajando sobre el tema. Las agencias ya informaban sobre el caso y las otras cadenas de radio pronto comenzaron a interrumpir su programación y a entrar a saco sobre el asunto. Todas, menos Antena 3, que se mantuvo callada durante al menos una hora y media o un par de horas. Nunca entendí la razón. Quizás un exceso de prudencia.
Javier Monjas en las afueras de Mostar durante la cobertura de la guerra de Bosnia y Herzegovina en 1993 para Antena 3 de Radio
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Unidad Alpina de la Cruz Roja y Guardia Civil: Mi cuartel general en Navacerrada
Sobre las siete o siete y media de la tarde, ya se presentía abiertamente la posibilidad de un accidente lo suficientemente grave como para que hubiera impedido a los afectados cualquier petición de auxilio. Recibí la orden de seguir sobre el terreno las tareas de búsqueda. Pero puesto que no se había identificado ningún lugar como el de un posible siniestro, era imposible focalizar un punto informativo. Navacerrada era la principal referencia de la sierra y lo propuse como base. Se aceptó. Pronto se dispuso una unidad móvil a cargo del técnico Esteban Peñalba, mi compañero durante aquella durísima noche y madrugada.
"Martín Ferrand me ordenó que, por el momento, no se diera en antena ninguna información sobre la desaparición de Santiago y los demás viajeros. Y así se hizo"
La elección del lugar resultó providencial. Nada más llegar a Navacerrada nos dirigimos al puesto de la Unidad Alpina de la Cruz Roja, según había previsto, un punto informativo a tener en cuenta. Y allí se encontraba de servicio una voluntaria que había conocido el año anterior durante la eterna semana de retransmisiones en torno al incendio de los Almacenes Arias. Con ella había tenido muy buena relación, que aún continuaba. Ese contacto me permitió una colaboración preferencial que sin duda a otro periodista no le hubiera sido concedida.
Tanto el técnico como yo mismo íbamos con ropa de junio en Madrid, pero en la sierra hacía un frío de mil demonios. He consultado la base de datos de la AEMET: en la madrugada del 1 de julio de 1988, Navacerrada registró una mínima de 5,6 grados centígrados. La gente de Cruz Roja nos dejó ropa de abrigo y nos dio algo caliente para cenar, pero sobre todo nos abrió la utilización de su radio, y a través de ella, a la emisora del operativo de la Guardia Civil en las labores de búsqueda.
5,45 de la mañana: La alerta sobre el hallazgo de los restos de un helicóptero con los colores de la DGT
A pesar de los buenos augurios en una situación tan trágica, el trabajo no resultó fácil desde el primer momento. La emisora de la unidad móvil no veía bien Madrid desde el puerto y Esteban debió localizar un punto desde donde enlazara con fiabilidad. Eso nos obligó durante todas y cada una de las también infinitas conexiones de aquella noche y madrugada a recorrer un difícil camino durante muchos minutos en plena noche de la sierra. No había ni un solo medio de comunicación aparte de nosotros. En realidad, no había nadie en los alrededores salvo los residentes de guardia del puesto asistencial y nosotros dos.
A través de la emisora de Cruz Roja de inmediato recibí información en tiempo real información de la Guardia Civil, es decir, de los equipos de búsqueda del helicóptero. Antes de que conociera cualquier dato el centro de crisis en Madrid, lo sabía yo. Creí que aquello me daba una ventaja inatacable y, sin embargo, pronto se iba a convertir en una pesadilla ante la inoperancia informativa de los portavoces oficiales y sus desmentidos, junto a las dudas del conductor del programa, que tardó casi tres cuartos de antena en conceder la plena veracidad de los datos que su hombre sobre el terreno facilitaba mucho tiempo antes de que lo supiera incluso el propio núcleo operativo de seguimiento de la búsqueda.
Santiago Amón |
6,02 minutos de la mañana: La información desde Navacerrada sobre el hallazgo del helicóptero y la retirada de operativos
Aquel 1 de julio, Antonio Herrero también se encontraba de vacaciones y el programa era presentado por su sustituto, Luis Herrero. Comenzó con la grabación de un amistoso diálogo de archivo entre Santiago Amón y Rosa de Lima Manzano, seguido de una sentida introducción del conductor del informativo, remarcando que no había “ninguna novedad” sobre el caso. Iba a dar paso a unos titulares cuando comienza a titubear. Por línea interna le comunican que estoy pidiendo paso urgente desde la sierra.
La primera frase de mi conexión, a las seis y dos minutos de la mañana, era muy concreta y específica en sus datos: “El helicóptero en el que viajaba Santiago Amón y otras personas ha podido ser encontrado en el pueblo de Valdemanco, en la provincia de Madrid, cerca de la localidad de La Cabrera”.
Aclaro entonces que se trataba de una zona “muy escarpada” y que “según las primerísimas informaciones que tenemos” se habían localizado “restos de un aparato azul y amarillo, que son los colores de ese helicóptero en el que viajaba nuestro compañero Santiago Amón”. Terminaba aclarando que “no sabemos todavía nada de las personas, si se han encontrado supervivientes, si se han encontrado restos humanos”. Solo podía confirmar que los restos materiales encontrados correspondían “presumiblemente a un helicóptero con los colores azul y amarillo”, los colores de la DGT.
"El brutal desmentido en antena heló la sangre de todos, incluida la mía. Muy en especial, la mía"
En esa primerísima conexión de las seis y dos minutos de la mañana también había podido confirmar varios otros datos capitales: la Guardia Civil había recibido orden de retirarse de todos los puntos de búsqueda menos de aquel que yo estaba señalando. Luis Herrero hace votos entonces en antena por “mantener la cabeza fría” y añade: “Vamos a intentar por todos los medios humanos posibles extraer algún tipo más de información de la que se pueda conseguir a través de las autoridades de la Guardia Civil que estén allí en Navacerrada”. “Es el primer indicio después de veintidós horas de angustiosa búsqueda”, remata el conductor del informativo.
Yo tenía la cabeza bien fría –y el resto del cuerpo también, dada la gélida temperatura de la madrugada en el puerto. No entendí tampoco la referencia a las “autoridades de la Guardia Civil en Navacerrada” pues yo jamás había hablado de ellas. Allí estábamos únicamente los dos hombres de Antena 3 y el pequeño destacamento de Cruz Roja. Nadie más.
6,12 minutos de la mañana: El primer desmentido total y general de la DGT
“Bueno, yo en principio no puedo confirmar eso de que se han encontrado los restos”, comienza Pedro Fernández Vicente. “He estado hablando hace un minutito con las fuerzas de coordinación del Ministerio del Interior que coordina todas las fuerzas de seguridad y no hay ninguna confirmación de que eso sea cierto, ¿eh?”.
Portada de El País, con la noticia |
Desmentido en toda la regla. Luis Herrero recuerda que yo además había añadido cómo se había dado la orden de retirada de las fuerzas de la Guardia Civil que no operaban en la zona del -ahora supuesto- hallazgo. “Quizá, puede ser, que los helicópteros estén a punto de salir y se vaya a sustituir la búsqueda terrestre por la búsqueda aérea”.
No, yo no había dicho eso. Había sido muy claro sobre a qué obedecía la orden de retirada de los guardias civiles de todos los puntos de búsqueda menos de aquel de Valdemanco. No debía ser fácil gestionar un crochet a la mandíbula de aquellas dimensiones en directo pero acaso no era necesario embrollar el tema. Y entonces el conductor del programa añade: “Convendría no confundir a la opinión pública y no crear falsas expectativas, pero esa información, señor Fernández, tiene los perfiles que tiene”.
Fernández Vicente continuó implacable: “Si eso fuera así me lo comunicaría el Ministerio del Interior y se confirmaría rápidamente, pero de momento nosotros no tenemos confirmación de que eso sea realidad, como tampoco tengo la noticia de que se estén retirando las fuerzas de la Guardia Civil, eh, ni mucho menos”. “Al contrario”, añade, “lo que se están son preparando helicópteros para salir. Doce”.
Con un hilo de voz, Luis Herrero musita por debajo “Bueno”. “Vamos a intensificar entre todos la labor informativa para conseguir esa confirmación”. El portavoz sugiere entonces que acaso me estuviera refiriendo al hallazgo de los restos de una avioneta accidentada con anterioridad. Esa noticia se había producido sobre la una de la madrugada y desde el principio las noticias que yo había recibido en Navacerrada y transmitido en antena descartaban cualquier relación con el helicóptero de la DGT. En concreto, se trataba de una avioneta de un vecino de Bilbao que se había estrellado seis o siete años antes.
"Insistí en sucesivas conexiones ampliando los datos que solo fueron plenamente admitidos por mi propio medio cuando fueron siendo confirmados por otras fuentes"
El jefe de prensa de la DGT insiste en que no hacía ni cinco minutos que había hablado con el operativo de coordinación de la búsqueda “y se decía que no se había confirmado nada de eso todavía”. Era obvio que estaban siguiendo mi retransmisión por Antena 3.
La cadena de desmentidos oficiales y las dudas del conductor del programa
El brutal desmentido en antena heló la sangre de todos, incluida la mía. Muy en especial, la mía. Que el comité de crisis en Madrid no tuviera ni idea de aquel hallazgo debiendo estar comunicado por radio con las fuerzas operativas dejaba poco margen para la duda. A partir de ese momento, los desmentidos de la DGT y de Interior se sucedieron.
Acosado por tan contundentes rechazos, el conductor del programa inició una interminable serie de llamamiento a la “calma” y a “mantener la cabeza fría” que incluyó un cuestionamiento en antena de mis fuentes de información y una permanente petición de confirmaciones que yo había ofrecido en antena desde el mismo inicio del programa.
Otro recorte de prensa con la noticia del accidente |
Insistí en sucesivas conexiones ampliando los datos que solo fueron plenamente admitidos por mi propio medio cuando fueron siendo confirmados por otras fuentes. Desde luego, no fue una madrugada agradable y me agotó más la defensa contra el fuego amigo que el propio trabajo de investigación y seguimiento de la transmisión. El audio de aquellos primeros cuarenta minutos de radio no miente sobre el pulso mantenido en antena por mantener las informaciones que yo iba facilitando desde Navacerrada.
Hace unos trece o catorce años entré en contacto casual con uno de los hijos de Santiago, a quien conté la historia de mi conversación con su padre en El Verde y el préstamo del libro. En un amabilísimo correo que también conservo se ofreció para revisar la biblioteca familiar por si el volumen se encontrara allí. No lo estaba. Con toda probabilidad, aquel libro también viajaba en el helicóptero aquel 30 de junio de 1988 y allí quedó junto con la memoria de Santiago y del resto de sus acompañantes.