“José María Íñigo, el mejor”, por Carlos Santos
https://www.gorkazumeta.com/2018/05/jose-maria-inigo-el-mejor-por-carlos.html
El recuerdo del subdirector de “No es un día cualquiera”, de RNE, en su
blog “La Libreta Colorá”
“Delante del micrófono y de la cámara se crecía, se transfiguraba,
resplandecía”
Para escribir su retrato bastaría con poner juntas las palabras más
repetidas en los mensajes que nos han enviado los escuchantes de “No es
un día cualquiera” desde que Pepa Fernández dio la terrible noticia de su muerte, que acababa de
conocer, el sábado 5 de mayo a las ocho y media de la mañana.
Selfie de Carlos Santos con parte del equipo de "no es un día cualquiera", de RNE, con José María Íñigo en el centro de la imagen |
Unos hablan de ‘Directísimo’,
de ‘Estudio Abierto’ y de Uri
Geller doblando cucharas, recordando de paso que José María Iñigo fue el
primer personaje de la vida pública española capaz de hablar inglés fluido y
que traía de Londres músicas y maneras desconocidas hasta entonces; otros
tiran de referencias más recientes, como Eurovisión, el espacio gastronómico de
TVE o sus secciones en la radio, desde ‘Chupa la gamba’ hasta ‘¡Hablemos
español, leche!’.
Todos repiten los mismos términos: grande, voz, comunicacion, respeto,
talento, amigo, maestro... Subrayo los dos últimos, sintiéndome afortunado
por haber gozado de su amistad y haber aprendido de su magisterio, que en su
dimensión profesional (era también maestro en las cosas de la vida) pueden
certificar los técnicos de RTVE: delante
del micrófono y de la cámara era el mejor; se crecía, se transfiguraba,
resplandecía, se convertía por ensalmo en personaje aunque ese día la
persona estuviera cansada, aburrida, hambrienta o enferma.
Carlos Santos, en RNE |
Era el mejor, sí, pero lo extraordinario es que haya sido el mejor
durante tantísimo tiempo. Porque Iñigo fue Iñigo, con toda su popularidad a
cuestas, durante más de cincuenta años. Ahora que ha muerto, con 75, consuela
pensar que estuvo activo hasta el final, que entre quimio y quimio seguía viviendo a tope (trabajos, viajes,
amaneceres, sonrisas, conversaciones, afectos) y que, menos mal, no ha
tenido que afrontar el doloroso deterioro físico que se le venía encima, más
doloroso todavía para quien, como él, ha
sido joven todos los días de tu vida. Y buscando ese consuelo imposible,
también me sirve el tuit de un escuchante:
“¡Joder, qué manera de empezar la mañana,
mierda! ¡Por lo menos ahora estará con Labordeta!”