A por la universidad de periodistas emprendedores
https://www.gorkazumeta.com/2018/04/a-por-la-universidad-de-periodistas.html
El editor reflexiona en torno a las necesidades del nuevo periodista, en su período de formación universitaria
Cada año las Facultades de Comunicación licencian a más de 3.000 periodistas en España
La universidad es una auténtica
cantera de profesionales. En nuestro caso, una fábrica de periodistas, que
produce más de 3.000 licenciados por año y que, pese al paro galopante, su
demanda por parte de los estudiantes ha aumentado en un 2,7 por ciento, según
el Informe Anual de la Profesión
Periodística, 2017, elaborado por la Asociación
de la Prensa de Madrid (APM). Ahora mismo, y según esta misma fuente, la
población universitaria que cursa estos estudios, -Periodismo o Periodismo y
Comunicación- supera los 22.000 alumnos (22.245). Una salida masiva de
periodistas que resulta imposible de absorber por la actual demanda de empleo
del sector. A pesar de ello, su atractivo entre los jóvenes no ha decrecido.
Salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid |
Son numerosos los nubarrones que
se ciernen en torno a esta maravillosa profesión, u oficio (me niego a entrar
en este debate) y, pese a ellos, miles de jóvenes españoles cada año deciden
consagrarse a ella durante cuatro años, y perseverar, y luchar, y empaparse de
su lado más creativo e innovador. Y, de alguna manera, la universidad
contribuye en el día a día, tal vez inevitablemente, a reforzar la zona de
confort de sus estudiantes en las aulas y a mirar hacia otro lado de la realidad que
les rodea, desde luego nada boyante.
La radio, y he aquí otra de sus facetas más atractivas -una de tantas- constituye un asidero de primer orden para el emprendimiento
Seguramente, más de un profesor,
a este comentario, me contestaría: “es
que, si de manera permanente estuviéramos trasladándoles las penurias y
miserias del periodismo en España, es probable que vaciáramos las aulas”. No
una, ni dos, sino en varias ocasiones, alumnos míos me han comentado que al
llegar a la Facultad más de un docente les sorprendió desagradablemente con comentarios
negativos, e incluso despectivos, sobre las razones que les habían impulsado a
matricularse en periodismo, con frases del tenor de: “no sé qué hacéis aquí”, “mejor que os dierais media vuelta y abandonarais
esta aula”, “vais a incrementar la
fila del paro en cuanto os licenciéis”, etc.
Al principio, la primera reacción
que tenía ante semejantes comentarios, tan desafortunados en la forma, era la
descalificación. Pero, una vez reposados los hechos, y las palabras, puedo
llegar a entender que algunos profesores reaccionaran de aquella manera, imprecando
casi a los estudiantes por haber elegido una profesión tan poco viable laboralmente
hablando, en estos momentos. El principal problema de estas intervenciones era
que obviaban un elemento tan poco habitual como esencial para apuntalar una
decisión: la vocación.
A menudo se ha extendido una
queja en torno al sistema universitario español, probablemente con base, de que
se encuentra muy alejado de la demanda real de candidatos solicitados por las
empresas. Además, por si fuera poco, la universidad es un gran mastodonte que
se mueve con dificultad y que en muchos casos permanece inalterable a los
cambios introducidos por el progreso tecnológico y sus influencias innegables e
inevitables en los procesos de producción audiovisual. Y no me refiero a que
deban cambiar de tecnología de una cámara o una mesa de sonido, sino a la
mentalidad, y al perfil multidisciplinar, que debe poseer un periodista del
siglo XXI, al que se le exige que aborde la producción de una noticia o un
hecho relevante, mediante todas las técnicas, formatos y géneros existentes hoy
día. Con la mayor naturalidad y eficacia.
Fachada del Edificio Central de la Universidad de Navarra (campus de Pamplona), antigua sede de la Facultad de Ciencias de la Información |
El sector universitario debería
replantearse muchas cuestiones, entre ellas, sí, es cierto, la, a mi modo de
ver, imprescindible coordinación con el mundo empresarial, para tratar de
ajustar la demanda, lo que no sé si nos conduciría inevitablemente a establecer
un númerus clausus a las plazas disponibles en cada carrera, y a la casi
improvisación de nuevas Facultades surgidas de nuevas necesidades, impulsadas por
los nuevos tiempos que vivimos, tan intensos como fugaces.
La radio no es solo el medio mágico del que hablamos a menudo en esta web, sino también (puede ser) un negocio
Pero, mientras llega esa ‘renovación
universitaria’, si es que llega, la universidad debe preparar bien a sus
alumnos, en todas sus facetas. Y hay una, creo, descuidada, que tiene que
ver con el fomento y desarrollo de una nueva faceta que los periodistas están
afrontando por necesidad y sin mucho acierto, la verdad. Me refiero a la faceta
emprendedora. Tradicionalmente, los periodistas nacían preparados para trabajar
por cuenta ajena, para ser fichados por grandes empresas de comunicación que
les ofrecían, a cambio de su trabajo, una nómina a final de mes. Esta situación
ha cambiado drásticamente, desde que la crisis económica hizo acto de
aparición, para demoler muchos de los esquemas que habían funcionado relativamente
bien en tiempos pretéritos.
En honor a la verdad, sí hay
universidades que prestan la debida atención al emprendimiento, y desarrollan
habilidades de los estudiantes tendentes a entender que una de sus soluciones
de futuro podría ser el autoempleo. En ello insisto a menudo en mis charlas y
conferencias. Y lo creo una necesidad no solo de formación, sino sobre todo de
pensamiento y actitud. No somos los periodistas, por naturaleza, hombres de
riesgo. No nos han educado para ello, empezando porque la esencia de nuestra
formación es humanista. Y continuando por nuestra aversión a las matemáticas, y
a los números en general, no digamos nada al desconocimiento en materia
contable o de finanzas, pese a los intentos de la asignatura de “empresa
informativa”, que también ha evolucionado con los tiempos, pero inicialmente
era la empresa que nos contrataba, en
lugar de la empresa que nosotros construíamos.
Un grupo de estudiantes estudiando en la Biblioteca de la Universidad Pontificia de Salamanca |
Necesitamos cambiar de mentalidad,
necesitamos ayuda para saber ver allá donde existen posibilidades de
desarrollo, en las que el mundo digital -con inversiones iniciales contenidas- nos
permite asentar proyectos con riesgo muy limitado. Pero se trata de evitar los
errores o dar tumbos sin ton ni son. Es cierto que, si concurre la vocación y
la pasión, hay mucho camino ganado; pero he visto también tambalearse proyectos
enormemente atractivos por desaciertos en la gestión, incluso de grandes grupos
de comunicación dirigidos por periodistas, con escasas luces directivas.
Un profesor a sus alumnos de Comunicación: “vais a incrementar la fila del paro en cuanto os licenciéis”
La radio, y he aquí otra de sus
facetas más atractivas -una de tantas- constituye un asidero de primer orden
para el emprendimiento. Los procesos de digitalización, o de simplificación, en
la producción y emisión radiofónicas han reducido tanto sus costes que, en
muchos casos, conceptos como la distribución de la señal vía online resultan
completamente gratuitos. Algo inconcebible antiguamente, hace tan solo una
década. Y hoy posible. Con estos costes, la radio se convierte en una
herramienta al emprendimiento enormemente atractiva, con experiencias que certifican
estas mis palabras.
Hay varios ejemplos que podría
citar aquí, que tienen que ver con empresas creadas en torno a proyectos
radiofónicos, distribuidos por internet, y de ámbito local: Ràdio Ciutat de Tarragona o ROM Murcia. José Augusto González, director y emprendedor de ésta última, me
decía que “la experiencia fue durísima,
pero el mensaje es que se puede, que es posible crecer con la radio”. Y él
lo ha demostrado, en seis años, ROM Murcia es uno de los tres medios más
influyentes de Murcia. En torno a la radio ha creado un pequeño holding mediático
audiovisual, en el que también está presente, como no podía ser de otra
manera en el siglo XXI, la dimensión de la imagen.
¿Por qué hay espacio ahora para
la radio local online, y no para la radio tradicional, que se ha venido
ocupando de este ámbito toda la vida? Pues porque las grandes cadenas
nacionales, propietarias de numerosos postes locales, en onda media y en
frecuencia modulada, han ido reduciendo progresivamente tiempo local, a causa
de la crisis económica, en beneficio de la programación regional o nacional, y
han dejado huérfano el mercado local, tanto de contenidos, como comercial. Los
anunciantes quieren estar presentes con algo más que la cuña clásica, y eso,
con poco tiempo disponible, no se lo podían dar las emisoras locales
analógicas. Hay, por tanto, nicho, y hay que cubrirlo. Sin duda constituye una
oportunidad para el emprendimiento. Hay que estudiar muy bien el mercado, y sus
posibilidades. Establecer una emisora online en un gran núcleo urbano, con el
dial analógico saturado, no parece ser una opción inteligente; pero hacerlo en
una pequeña capital de provincia, de tamaño medio, podría ser una buena
alternativa.
Hall principal de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (Fotografía Gorka Zumeta) |
Hay que asumir que los tiempos
han cambiado, y que los modelos de negocio se han multiplicado con la llegada
de internet. Es cierto que no es fácil, y que el camino será duro, sobre todo
en los inicios, pero el riesgo es mínimo, y afecta, sobre todo, al trabajo, que
sí observa más flexibilidad en su dedicación, y no constituye una pérdida
económica, sino de intangibles.
La universidad contribuye en el día a día, tal vez inevitablemente, a reforzar la zona de confort de sus estudiantes en las aulas y a mirar hacia otro lado de la realidad que les rodea
En este mismo camino, y como
alternativa, o complemento de una emisora de radio online, se encuentran los
podcasts. Se puede comenzar, primero, para reducir todavía más el riesgo, con
una plataforma de contenidos en podcast sobre diversos temas (también podrían
vincularse a un ámbito local, por qué no) y echar a andar, a ver cómo resulta
la experiencia.
En definitiva, la radio no es
solo el medio mágico del que hablamos a menudo en esta web, sino también (puede ser) un
negocio. La monetización -la palabra del millón- es complicada, pero no
imposible. Existen diversas fórmulas de financiación, entre las que destacan la
clásica de la publicidad, con nuevos formatos (el branded content, o branded
podcast, en detrimento de la cuña, que resulta más intrusiva y provoca
rechazo) y el micromecenazgo (crowdfunding).
Pero, lo que no puede olvidarse de ninguna manera, es que el triunfo o el
fracaso de una start up, o empresa
emergente, relacionada con la radio, no dependerá de la tecnología, sino de los
contenidos. La tecnología ayuda, canaliza, facilita, pero no es un atractivo en
sí misma. Si nos escuchan, será porque les gusta lo que les contamos; no porque
dispongamos de una App. con un excepcional diseño.