Podcast: La lección de Manolo en Barbastro
https://www.gorkazumeta.com/2018/03/la-leccion-de-manolo-en-barbastro.html?m=0
Semana de la Radio, organizada por la UNED-Barbastro, del 14 al 18 de marzo de 2018
Luis Miguel Pedrero, de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca; Pilar Martínez-Costa, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, en Pamplona; María Jesús Espinosa, jefa de proyecto de Podium Podcast; Ángel Mancebo, director del CEMAV (Centro de Medios Audiovisuales de la UNED) y un servidor llegamos a Barbastro dispuestos a compartir nuestras teorías, estudios, datos y tesis sobre la radio, su pasado, su presente y su ¿futuro? Y, desde luego sin pretenderlo, apabullar a los barbastrenses… ¡Qué ilusos!
Manuel Laplana representa todo lo que la radio necesita, pero también es el resultado de lo que la radio provoca. Nosotros hablamos de datos, de estudios, de encuestas, posicionamientos, avances, progresos, retrocesos, retos… Manolo, no; Manolo ama la radio, lo ha hecho toda su vida. Y, muy probablemente, sin hacerse preguntas, le ha dedicado su vida, sin nada más a cambio que la satisfacción de seguir escuchándola, y queriéndola. Aquí no hay necesidad de EGM, IAB, Triton, o Rajar… Manolo es el oyente de la radio. Y representa también a muchos millones que, como él, viven intensamente la radio, y la escuchan más allá de la palabra y su propio sonido, escuchan, por tanto, no entre líneas, sino ‘entre sonidos’.
Es difícil gestionar en ocasiones el optimismo natural del que parto en torno al futuro de la radio, cuando percibo lo que ocurre en torno a ella. Cuando los datos, tozudos, me dicen, y me insisten, en que los jóvenes, cada vez más, le están dando la espalda; y que, de entre esos mismos jóvenes que la ignoran, los que deciden dedicarse profesionalmente a la comunicación, siguen desdeñándola, porque prefieren -tal y como me reafirmaban mis queridos profesores Luis Miguel Pedrero y Pilar Martínez-Costa- elegir otros medios, la prensa digital o la televisión. La radio, otra vez, no se encuentra entre sus preferencias.
Manuel Laplana ha sido el motor de la Semana de la Radio de Barbastro (Huesca) que tuvo lugar el pasado fin de semana. Y tuvo la enorme suerte de contar, fruto de su profundo, sincero e incuestionable amor por la radio, con la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) que en Barbastro (¡y yo sin saberlo!) concentra una ingente actividad no sólo educativa, sino también cultural (y hasta de I+D), liderada por Carlos Gómez, que fue quien tuvo la idea de dedicar una semana a la radio. Pero necesitaba a Manolo. Y en un pueblo pequeño, pero al tiempo grande, en el que todos se conocen, y se aplauden las buenas ideas (¡como debería ser siempre!) Radio Huesca, de la Cadena SER, con su director al frente, Enrique Mored, Radio Barbastro, y el Ayuntamiento, con su alcalde al frente, Antonio Cosculluela se han sumado para hacerla realidad.
La exposición “La Radio: un viaje en el tiempo”, que se ofreció en la sala de exposiciones de la UNED-Barbastro, ha sido uno de los mayores regalos en la vida de Manuel Laplana, “una satisfacción enorme, Gorka, emocionante” -me confesaba en el podcast adjunto-. “Por la radio, no sé… lo que sea, es apasionante”. Y le faltaban palabras para describir y cuantificar el esfuerzo, el cariño y las horas invertidas en su producción y realización. Él se ocupó de las gestiones con Juan Bruballa, unos de los más prestigiosos coleccionistas privados de radios antiguas. Y tiró de su hija Belén, de su compañero Luis, y hasta de su mujer Nieves, otra gran escuchante de radio.
El primer recuerdo de Manuel Laplana de la radio, su primer contacto con ella, es especialmente singular: “resulta que, siendo muy niño, me regalaron una radio, bueno yo creía que lo era, y luego resultó ser un trozo de radio, que alguien había recogido de una casa abandonada tras la guerra civil. Yo creía que era un juguete, pero al ver luego que tenía condensadores, bobinas, y demás, me dijeron… no, ¡eso es una radio! Y así comencé a interesarme por la radio”. Algunos nos consideramos ‘niños de la radio’, pero es que, en el caso de Manuel Laplana, él la construyó, de muy pequeño, con sus propias, y sin duda hábiles, manos, hoy dedicadas a la misma función, con el valor añadido de trabajar un material noble como la madera para resucitarlas. Roble, enebro, nogal, cerezo, sus radios en miniatura, verdaderas obras de arte, constituyen hoy su museo privado. Pueden disfrutarse en su blog radiosenminiatura.com y podía verse, una pequeñísima muestra en la exposición en Barbastro.
De vez en cuando saca las radios a la calle, sus pequeñas joyas de orfebrería, para mostrarlas a sus convecinos de Barbastro, “y hasta doy a veces charlas en colegios a los chavales, que se sorprenden mucho de las radios cuando las ven, y sobre todo cuando las escuchan”, me comenta, risueño, Manuel. Y es que accionar esas radios en miniatura para arrancarles el sonido, con sus débiles ruedecitas -el potenciómetro-interruptor del volumen y el potenciómetro de la frecuencia- te transmite una pequeña sensación de ternura, similar a cuando coges a un bebé con mucho cuidado, temeroso de hacerle daño.
Manuel Laplana: “Por la radio, lo que sea, es apasionante”
Cuando llegué a Barbastro, a la sala de la UNED, y conocí personalmente, por fin, a Manuel Laplana, extécnico de radio y artesano de la madera y de la reconstrucción de radios antiguas, en miniatura, no podía imaginar lo que iba a vivir en las próximas horas -cortas pero intensas- que duró nuestra visita al corazón del Somontano.
Manuel Laplana mostrando una de las aportaciones de la radio española a su historia: los receptores conocidos como 'pulgarcitos' (Fotografía GZ). |
Testimonio de la visita guiada que nos dedicó Manuel Laplana, el comisario de la exposición de radios antiguas de Barbastro |
La radio necesita, en definitiva, para subsistir, seguir ‘fabricando’ Manueles Laplana, a destajo, porque se nos está yendo… Necesita ensimismar, necesita embaucar, necesita hechizar, porque de lo contrario, como la radio pierda esta su condición esencial de medio sugerente, proactivo, capaz de despertar la imaginación de cada uno de sus oyentes, está perdida.
Manuel Laplana junto a sus obras de arte: reproducciones en miniatura de receptores de radio clásicos, realizados en madera, y en perfecto funcionamiento |
Y recordaba cómo, en mis tiempos de estudiante en la Universidad de Navarra, los ochenta, pocos de mis compañeros de promoción se sentían atraídos por la radio. Y antes, en los sesenta, en el mismo centro universitario, eran también minoría, unos rara avis, había uno que destacaba, y se llamaba Iñaki (Gabilondo). Ya sabéis todos qué fue de él… La radio, en las facultades, nunca ha sido el destino o la especialización más demandada. Sigue igual, pero peor. Con perspectivas realmente desalentadoras.
Pero Manolo, el señor Laplana, dedicado toda su vida, en diferentes ciudades de su querido reino de Aragón, a la radio, a repararla, a ponerle tiritas cuando quedaba herida, bien por el involuntario maltrato de sus usuarios, bien por el inevitable proceso de envejecimiento que sufrían los receptores, era perfectamente inconsciente de toda la trastienda que rodeaba, entonces, y rodea ahora, a aquella actividad a la que él quiso dedicar su vida. Con honra. Con honor. El que ahora, por justicia, debemos tributarle. Y reconocerle.
Manuel Laplana, toda una vida dedicada activamente a la radio |
En la pared, Manuel Laplana muestra todos los elementos de que consta un receptor de radio. La invención del transistor (1947) consiguió reducir su tamaño a su mínima expresión |
Y cuando tuvimos la suerte de disfrutar de una visita privada, guiada por el propio comisario -“no me gusta mucho la palabra”, apostillaba, contrariado, Manuel, cuando así le llamábamos-, yo iba pensando, delante de cada uno de los receptores expuestos, a cuántas miles de personas habrían hecho felices (y también infelices, como el receptor Volksempfänger -en alemán, literalmente 'receptor del pueblo- desarrollados por la empresa Seibt, en 1933, a petición de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, que estaba allí expuesto). ¡Cuántas miles de personas se habrán reunido en torno a aquellos enormes receptores de radio de válvulas para escuchar, e imaginar juntos! En los tiempos en que no todas las familias podían permitirse el lujo de tenerlas, sólo las pudientes. Y eso, Manuel Laplana, lo lleva dentro, porque lo ha vivido no sólo con intensidad, también con devoción.
Detalle de tres de las radios en miniatura fabricadas artesanalmente por Manuel Laplana y expuestas en la muestra organizada por la UNED en Barbastro (Huesca) |
Otro momento de la visita guiada a la exposición, recogido por Luismi Pedrero |
Hoy la radio tiene retos tecnológicos apasionantes por delante, pero también los tuvo en sus inicios en la España de la posguerra. “Ten en cuenta que yo empecé trabajando, aquí, en Barbastro, para un distribuidor de la empresa Marconi y, cuando nos compraban un aparato, teníamos que ir a instalarlo a la casa del comprador, y a instalarle una antena interior para escucharla, o incluso una antena en el tejado”. El ser humano solo es capaz de progresar cuando tiene perfectamente asumidas las lecciones del pasado, primero para no caer en los mismos errores, y segundo para colegir de sus páginas episodios de mejora y avances que la hagan progresar. Manuel Laplana es un testigo de excepción de esa historia con la que empezó la radio, y lejos de disminuir su ímpetu por ella, con los años se ha acrecentado, hasta llegar a reconstruir decenas y decenas… “no sé, Gorka, no he contado cuántas radios en miniatura he podido hacer, desde luego yo creo que más de cien, no sé si doscientas” -me confiesa-.
“Y yo tenía también una deuda pendiente con Barbastro, porque este pueblo siempre ha sido muy rico en radiofonía, siempre ha habido muchas emisoras y mucha gente dedicada a la radio, sin ser profesionales. Creo que merecía esta ciudad dedicarle así una Semana de la Radio, una gran exposición, y todas vuestras ponencias y que salga en todos los medios como está saliendo. Y era también una ilusión poder cumplir este compromiso”, me comenta Manuel Laplana, satisfecho por el objetivo logrado.
Lo que ocurrió en Barbastro en esta Semana de la Radio fue toda una lección. Una lección silenciosa, humilde; pero rotunda. La misma, tal vez, que nos pueden dar, a los que creemos saber entenderla mejor, los millones de oyentes que, como Manuel Laplana, se arriman a ella todos los días en busca, no solo de la compañía de su voz preferida, sino también de su deseo de enriquecer su vida con todo lo -mucho- que les regala la radio. Gracias, de corazón, Manolo, por vuestra invitación y por ser el mejor anfitrión al que la radio podría aspirar.
La ausente: Mona León Siminiani
La directora, y artífice de “Negra y Criminal”, primero en la Cadena SER y luego en Podium Podcast, Mona León Siminiani, estaba también invitada inicialmente a esta Semana de la Radio, y había provocado una enorme expectación en Barbastro; pero una siempre inoportuna afección febril la retuvo en cama sin permitirle desplazarse a Huesca.
Visita la página "Radios en miniatura" de Manuel Laplana
PODCAST
Música de Creative Commons
-"Empires", interpretada por Scott_Holmes
-"Aussens", por Stefan Kartenberg
-"Happy Place", por Stefan Kartenberg
-"Miles Away", por Stefan Kartenberg
-"I Dunno", Grapes of Wrath Spinningmerkaba
La ausente: Mona León Siminiani
La directora, y artífice de “Negra y Criminal”, primero en la Cadena SER y luego en Podium Podcast, Mona León Siminiani, estaba también invitada inicialmente a esta Semana de la Radio, y había provocado una enorme expectación en Barbastro; pero una siempre inoportuna afección febril la retuvo en cama sin permitirle desplazarse a Huesca.
Visita la página "Radios en miniatura" de Manuel Laplana
PODCAST
Música de Creative Commons
-"Empires", interpretada por Scott_Holmes
-"Aussens", por Stefan Kartenberg
-"Happy Place", por Stefan Kartenberg
-"Miles Away", por Stefan Kartenberg
-"I Dunno", Grapes of Wrath Spinningmerkaba