La vieja y enferma 'Casa de la Radio'
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El edificio que acoge RNE en Madrid presenta un aspecto decadente
Fuerza y poderío del color corporativo que no se ve, desde luego, a la entrada, en el primer vistazo -sólo hay una oportunidad para causar una buena impresión- que es el que se lleva el visitante. De esta manera, con este acceso presidido por lo decadente, al encontrarse luego en cualquiera de las modernas instalaciones citadas, se traslada la imagen de que la Casa de la Radio está acometiendo obras de reforma y remodelación a modo de parches, en función de la disponibilidad presupuestaria coyuntural.
No será fácil ni barato acometer una profunda reforma, pero hay que empezar a planificarla
- Los sindicatos han interpuesto denuncias por riesgos para la salud y la seguridad de trabajadores y visitantes
No he tenido la suerte de visitar
las instalaciones de la BBC en Londres, de Radio France en París o de la RAI en
Roma, pero estoy seguro de una cosa: no creo que presenten el aspecto tan
deplorable que ofrece la Casa de la Radio,
en Prado del Rey. Tras el acceso por la puerta principal, lo primero que vemos
es el vestíbulo, donde Eduardo Sotillos,
en su segunda etapa al frente de Radio
Nacional de España (1986-1988), estableció un coqueto museo de la radio,
con piezas singulares, de enorme valor documental, de la historia reciente de
la radio en nuestro país.
Entrada principal de la sede de RNE en Prado del Rey (Pozuelo de Alarcón, Madrid) con el Museo de la Radio de Sotillos en el vestíbulo |
Esto ocurrió a finales de los 80.
Pues bien, el museo está dejado de la mano de Dios y denota que nadie se ha
ocupado de su mantenimiento y actualización, más allá de la limpieza diaria,
que tampoco brilla mucho, por otra parte, si atendemos al estado de la moqueta,
sobre la que se asientan las diferentes vitrinas y carteles que lo conforman. En su momento, se convocó un concurso para su reforma. Pero
el severo recorte presupuestario al que la Administración de Zapatero sometió a
RTVE tuvo como consecuencia inmediata que dicho concurso no llegase a
resolverse, porque era lógico replantear los recursos de inversión y
concentrarlos en otras prioridades.
Es cierto, en honor a la verdad,
que los estudios de continuidad de Radio
Nacional de España, los de Radio Clásica, Radio 3 y Radio 5 Todo Noticias, y el resto de estudios,
abundantes, de grabación, están en buenas condiciones. Presentan un aspecto
moderno, adecuado a los tiempos que vivimos, con una presencia destacada del
color corporativo de la emisora: el rojo, un color de fuerza y poderío. La primera planta es un mundo aparte. Moderna y funcional. Una reforma que se realizó en tiempos de Benigno Moreno como director de RNE.
No es extraño que los sindicatos hayan puesto el grito en el cielo y hayan denunciado el estado lamentable de las instalaciones
Fuerza y poderío del color corporativo que no se ve, desde luego, a la entrada, en el primer vistazo -sólo hay una oportunidad para causar una buena impresión- que es el que se lleva el visitante. De esta manera, con este acceso presidido por lo decadente, al encontrarse luego en cualquiera de las modernas instalaciones citadas, se traslada la imagen de que la Casa de la Radio está acometiendo obras de reforma y remodelación a modo de parches, en función de la disponibilidad presupuestaria coyuntural.
Pero el armazón de la Casa de la Radio, el edificio
emblemático de la radio pública española, sito en Prado del Rey, compartiendo
espacio con TVE, está cansado. Y se ve, a primera vista. Lo del vestíbulo es un
espacio más -por desgracia el primero para las visitas- pero los pasillos, los
ascensores, las paredes, los baños, están pidiendo a gritos un retoque, un poco
de cariño, un ‘acuérdate de nosotros’.
A lo largo de estos recorridos, el visitante puede ir viendo piezas de museo de
enorme valor histórico -magnetofones, radios, etc.- colocados para ser
admirados y disfrutados, pero la impresión que trasladan, por la falta de
cuidado, de placas, de información anexa, es la de que han sido colocados allí
a modo de trastero improvisado, o necesario. Lastimoso.
Los estudios ‘Música’ -que yo conocí en 1985, en mi
condición de becario, orgulloso becario, en ebullición permanente, con una
actividad intensa- con un sello discográfico propio de la radio pública, cuyas
grabaciones se obtenían en estos magníficos y envidiados estudios, padecen hoy
también la desidia en su mantenimiento.
Las instalaciones de Prado del Rey empiezan a dar muestras evidentes de cansancio (Fotografías Sindicatos RNE) |
Me consta además que la Casa de la Radio, como sede principal de
la radio pública española, alberga reuniones del más alto nivel de directivos y
responsables de otras radios públicas europeas, encuadradas la mayoría de
ellas, en la Unión Europea de
Radiodifusión (UER), a la que pertenece, por derecho propio, RNE. ¿Cuál es la imagen que se llevan? No
estará muy lejos de la que yo intento trasladar. Es posible que luego les
acojan en una sala de reuniones reformada, pero el camino hasta ella no deja
dudas: la Casa de la Radio, hoy, es
una ‘casa desvencijada’.
El
edificio que alberga Radio Nacional de España en Prado del Rey data de 1971,
va para 50 años de vida ininterrumpida. Las paredes se duelen del paso del
tiempo, aunque la radio sigue saliendo al aire, para gusto y regusto de sus
oyentes. En octubre de 2012, a bombo y platillo, se anunció que RNE inauguraba “sus nuevos estudios, con un diseño
vanguardista y la tecnología más avanzada” pero la obra -importante, y
desde luego muy necesaria, imprescindible- constituía un parche. En años posteriores, y en lo que
se refiere a estudios de continuidad, Radio 3 pasó del Estudio 206 al Estudio
201 -que era el que tenía asignado Radio Nacional antes de la inauguración del
Estudio 101 en 2012- y se modificó su estética. Asimismo, y tras abandonar
Radio 3 el Estudio 206, se trasladó a él a Radio Clásica modificando su estética
a base de detalles cosméticos, renovando equipamiento técnico e incluso
introduciendo un piano Steinway -que ya poseía RNE- para actuaciones en
directo. Pero, aunque el marketing vivía su esplendor aprovechando estas
actuaciones, el edificio estaba enfermo. Crónico.
Lo que debería ser un reparto de piezas de museo por las instalaciones, se ha convertido en trasteros improvisados
No es extraño que los sindicatos
hayan puesto el grito en el cielo y hayan denunciado el estado lamentable de
las instalaciones de la Casa de la Radio. Pero, por desgracia, la cuestión no
es sólo de estructura, ya suficientemente importante, o de estética; también
hay riesgo para la salud, si atendemos a la reciente denuncia de la Unión
General de Trabajadores (UGT) fechada este pasado verano, en que ponían el
grito en el cielo al asegurar que “las obras de RTVE violan los protocolos de
seguridad del amianto”,
un material de construcción prohibido desde 2001, por su alto riesgo de
provocar cáncer y graves enfermedades respiratorias. Y es que, según se lee en
la información, se encontró amianto en uno de los contenedores de las obras que
se están realizando en el edificio.
Los
sindicatos no se cortaron en sus denuncias sobre las instalaciones: “La
situación de abandono es insostenible, la dejadez y la desidia de los
responsables de velar por el buen estado de las instalaciones y por la
seguridad de los trabajadores y trabajadoras, y de quienes visiten nuestras instalaciones
por uno u otro motivo, es intolerable”, señalaban en un comunicado, motivo
por el cual “hemos denunciado la
lamentable situación de la Casa de la Radio en la Inspección de Trabajo ante la
indiferencia de esta dirección infame”.
El sindicato UGT ha denunciado que en este contenedor se han tapado restos de amianto encontrados en el edificio |
La
utilización del amianto en la construcción de los diferentes edificios de RTVE
en Prado del Rey tiene precedentes históricos. En octubre de 2011, también a raíz de una denuncia sindical, en este
caso de Comisiones Obreras, se decidió demoler todos los edificios que
tuvieran amianto en su construcción. La medida afectó a los edificios de los
antiguos ‘Estudios Color’, donde
actualmente se ubican los estudios 10 y 11, el taller de decorados, los
almacenes de climatización y grúas, y los espacios de climatización, vestuario
y moviolas. No es un buen antecedente...
Nunca me he refugiado en la
demagogia para criticar. Y no lo voy a hacer ahora. Con independencia de las negligencias
que hayan podido detectarse en las obras denunciadas por los sindicatos, lo
cierto es que acometer una reforma de un edificio de las dimensiones de la Casa de la Radio, con cargo a los
Presupuestos Generales del Estado es harto difícil, y debería llevar bastante
más de un ejercicio, tal vez cinco o seis. No es fácil. Pero tampoco parece de
recibo que hayan pasado 50 años y no se hayan acometido reformas profundas del
edificio que acoge la radio pública.
Acometer una reforma de un edificio de las dimensiones de la Casa de la Radio, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado es harto difícil, y costoso
Comparto con mis lectores,
amantes incondicionales como yo de la radio, mis impresiones al atravesar la
puerta principal de la Casa de la Radio
(¡qué bonito nombre! ¡Qué acogedor y aglutinador!) y observar lo que tenía
delante. La imagen me transmitió vergüenza. Como defensor convencido de la
necesidad de una radio pública potente, con peso específico e influencia y,
sobre todo, prestigio, por la calidad de su trabajo, creo que se trata de una
cuestión nada baladí. Y, como hemos señalado, no sólo afecta a aspectos
estéticos, sino también de seguridad, de trabajadores y visitantes. Cada día el
trasiego de visitantes y colaboradores es enorme, no lo olvidemos. Y un
edificio enfermo para acogerles no es lo más recomendable.
Haría bien la dirección de RNE en reivindicar la necesidad de
acometer -o continuar- una obra profunda de remodelación de la Casa de la Radio, y de planificar la reforma a tres, cuatro, cinco
ejercicios sucesivos, por fases, de manera que al término de ese período el
edificio de Prado del Rey, que acoge la radio pública, presentara unas instalaciones
a la altura de lo que requiere una actividad como ésta, que debe representar a
todos los españoles, huyendo de parches y de campañas de marketing. O retomar el viejo proyecto de Luis Fernández (ex presidente de la Corporación RTVE) de construir una nueva sede y abandonar las antiguas instalaciones (tal vez menos costoso que una remodelación). Como me
decía el propio Benigno Moreno, exdirector de RNE y responsable de la única reforma, parcial, acometida hasta ahora, “La
radio pública debería ser como la Seguridad Social: todos la podemos criticar,
pero nos sentimos orgullosos de ella”.
De eso se trata, de que nos sintamos todos orgullosos de ella, no sólo de lo que
escuchamos, sino también del continente que la acoge.