La Radio romántica. La radio negocio. El papel de la publicidad
https://www.gorkazumeta.com/2017/12/navidad-2017-la-radio-romantica-la.html?m=0
Un análisis equilibrado de la radio
en España no puede obviar su faceta como negocio
La publicidad en España paga la excelente radio que tenemos
Son dos mundos. Interconectados.
El segundo no existe sin el primero. Y el primero puede sobrevivir aunque no
haya negocio. La radio romántica parte de una militancia, de un gusto, y de un
regusto porque nos hablen, y nos cuenten, y nos informen. La radio negocio es
una necesidad para los grandes grupos de comunicación que mantienen divisiones
de radio, pese a todo lo vivido. El negocio se ha deteriorado con la crisis
económica. Muchas esperanzas se han roto, en el mundo de la empresa, porque no
llegaba el dinero con tanta alegría como antes.
La radio ya no solo está en el aire... (Fotografía Moinzon, Pixabay) |
Pero está claro que la radio es un negocio, o puede serlo. La cadena de radio líder de este país -la SER- también es la líder en facturación publicitaria. Claro. Los técnicos lo explican con un concepto, que llaman ‘optimización’. Las marcas, grandes y pequeñas, prefieren a la cadena líder -clasificación que establece el EGM cada trimestre y que la SER viene ocupando ininterrumpidamente desde hace más de tres lustros-. De ahí la pelea existente en torno al Estudio General de Medios, pese a la mala imagen que, permanentemente, de manera recurrente, e injusta -lo creo- se cierne en torno a sus resultados.
Pero la radio romántica existe, y
mueve montañas, y evoca millones de imágenes. Es la radio que nos gusta, la
radio bien hecha, de factura y hechuras impecables. Es la radio emocional, la
radio emocionante. La radio que nos retrotrae a escenarios nostálgicos, y la
radio moderna que aporta nuevas narrativas y fusiones de géneros. Es la radio
que nos llega. La radio ensimismadora. La radio entimismadora.
La vieja radio avanza por inercia, sin apenas dedicación. Lo que ahora se impone es convencer a las nuevas generaciones de que la radio sigue mereciendo la pena
Los problemas surgen de inmediato
cuando no existen correspondencias. Cuando los responsables de hacer negocio
con la radio, no se sienten emocionados con ella, porque ni siquiera la
escuchan. Son gestores. Y trabajan -es su responsabilidad- porque la cuenta de
resultados y los beneficios ante los accionistas les permitan seguir
manteniendo su puesto de trabajo y percibir su (merecido) bonus a final de año.
Esta web, de marca personal, que
nació de un blog modesto, y que desde 2011 se ha empeñado en encumbrar la radio
en el lugar que le corresponde, en este país tan ‘de radio’, se mueve, a veces
a trompicones, entre esos dos mundos: el de la radio romántica y el de la radio
negocio. Probablemente, la radio comercial, tal y como la conocemos ahora,
no existiría, si no fuera -o hubiera- negocio previo. A los profesionales de la
SER, Onda Cero, Cope, Gestiona Radio, Capital Radio, EsRadio, etc. les paga -a todos-
El Corte Inglés, Renault, Línea Directa, Mitsubishi, Publipunto Inter-shopping,
Arriaga Asociados, y muchas otras marcas, que utilizan la radio para hacerse
más visibles. Porque creen en ella. Habría que darles las gracias.
Carlos Herrera, Carlos Alsina, Toni Garrido, Javier del Pino,
Juan Pablo Colmenarejo, Carles Francino, Àngels Barceló, David del Cura
trabajan en la radio porque cobran cada final de mes. Ni más ni menos. Y cobran
más que los cientos de redactores, junior
y senior que trabajan en las
redacciones de informativos y programas de las diferentes cadenas de radio
españolas que viven de la publicidad. Cuando uno se pone en la cola de
Mercadona, necesita euros, no romanticismo.
El juego ha cambiado: la radio se difunde por aire y por cable, internet (Fotografía Pixabay) |
Pero existe un aspecto que, me
atrevo a afirmar, todos los citados poseen: el romanticismo por la radio, una
incuestionable afición por la capacidad evocadora de la radio, y su eficaz
carácter multiplicador de los mensajes. A todos les apasiona la radio. La
quieren y la veneran. ¡Qué voy a decir de Carlos Herrera que esta semana nos ha
deleitado de nuevo con su ‘Belén Viviente”, un bien inmaterial de la radio herreriana?; o de los monólogos de
Carlos Alsina, a menudo ilustrados con diferentes elementos radiofónicos, para
conferirles más coherencia e identidad radiofónica; o la incuestionable
capacidad creadora, y originalidad, de las propuestas de Toni Garrido o el evidente
esfuerzo de Javier del Pino por evitar la previsibilidad.
Por eso, insisto, hay una
estrecha vinculación entre “La Radio
romántica” y “La Radio negocio”.
En la medida en que mantengan una buena relación, se mantendrá la calidad del
medio. ¿Podríamos, por tanto, afirmar, que “el romanticismo de la radio depende
del negocio que genera”? Es posible. Es un debate interesante. Discutir sobre
la frontera existente entre la radio-ocio y la radio-negocio. ¿Son opuestas, o complementarias?
¿El romanticismo de la radio depende del negocio que genera?
Lo que, creo, está claro es que
todos los oyentes habituales de la radio, los auténticamente militantes del
medio, creemos a pies juntillas en “La
Radio romántica”, en sus imágenes virtuales creadas en nuestro cerebro.
Algo solo al alcance de los buenos profesionales. Y esta pasión que le echamos,
a menudo nos impide ver el negocio que entraña -que debe entrañar- y con
frecuencia, encima, criticamos todos aquellos aspectos que tienen que ver con
su lado más materialista o mercantilista; o sea, el negocio. Y es injusto.
Porque la publicidad en España paga la excelente radio que tenemos. Y creo que
deberíamos, primero, saberlo; y luego, agradecerlo.
Yo, movido por la indudable
inspiración “romántica” que filtra mi visión sobre la radio, defiendo la digitalización
de la radio broadcast (por aire). Pero al mismo tiempo, tengo que aportar
argumentos que apoyen mi postura, también, en el escenario del negocio: los
números que harán que esa costosa transición se convierta finalmente en
rentable. Y lo sigo creyendo. Pero albergo mis dudas, cómo no. Y cuanto más
tardemos en dar los primeros pasos y ponernos al nivel europeo, la tarea se
volverá más difícil y compleja. Y hasta (a veces lo pienso) imposible, por el
desgraciado desfase y la consiguiente pérdida de oyentes que implica toda
migración, que podría producirse con un proceso como éste. Dudo. Cómo no. Pero
creo en el progreso, y en la necesidad de la radio en modernizarse. Y en rentabilizar
sus oportunidades. La visibilidad de un proceso de cambio, en su transición hacia
lo digital, puede constituir una gran oportunidad -tal vez la última- para volver
a poner a la radio de nuevo en el escaparate, y atraer nuevos oyentes, con nuevos productos.
La vieja radio de los diales internacionales (Fotografía Sutulo, Pixabay) |
La radio en nuestro país, en Europa,
y en el mundo, es un negocio, no lo olvidemos. Y aspira a seguir siéndolo,
aunque son muchas las incertidumbres que la rodean. El objetivo de esta web de
marca personal es detenerse en ambos escenarios y, con una visión conjunta de
ambos lados de la realidad, tratar de aportar luz al final del túnel, siempre
con respeto a las partes implicadas, sobre todo a los profesionales, y tratando
de aportar las visiones de las mejores firmas, y actores de esta apasionante película.
Confío en que, hasta ahora, lo haya conseguido, con más o menor fortuna. Pero puedo afirmar que, desde luego, lo intento. Mi intención es combinar ambos mundos, del todo complementarios, para que mi lector participe de esa visión, considero, más completa de la realidad radiofónica de nuestro país. El oyente no tiene por qué percibir la radio como un negocio, pero el oyente avanzado debe tener presente esta faceta, sin la que, directamente, no existiría ningún tipo de radio, ni la ‘romántica’, ni ninguna otra. Es, cierto, una visión muy materialista, pero la realidad debe imponerse. A veces descarnada, como se ha vivido en la radio española -y en el resto de medios de comunicación- durante los años más duros de la crisis económica, cuando miles de periodistas se quedaron sin empleo. Ahí sí que no cabe romanticismo en la radio, ¡por favor! ¡Sería injusto! Un puesto de trabajo es una suerte, para quien lo tiene -y lo mantiene- y para quien es capaz de generarlo, porque las circunstancias se lo permiten. Y ninguna gran cadena de radio de este país es una ONG. Conviene recordarlo, y tenerlo presente.
La visibilidad de un proceso de cambio, en su transición hacia lo digital, puede constituir tal vez la última oportunidad para resituar a la radio y atraer nuevos oyentes, con nuevos productos
Confío en que, hasta ahora, lo haya conseguido, con más o menor fortuna. Pero puedo afirmar que, desde luego, lo intento. Mi intención es combinar ambos mundos, del todo complementarios, para que mi lector participe de esa visión, considero, más completa de la realidad radiofónica de nuestro país. El oyente no tiene por qué percibir la radio como un negocio, pero el oyente avanzado debe tener presente esta faceta, sin la que, directamente, no existiría ningún tipo de radio, ni la ‘romántica’, ni ninguna otra. Es, cierto, una visión muy materialista, pero la realidad debe imponerse. A veces descarnada, como se ha vivido en la radio española -y en el resto de medios de comunicación- durante los años más duros de la crisis económica, cuando miles de periodistas se quedaron sin empleo. Ahí sí que no cabe romanticismo en la radio, ¡por favor! ¡Sería injusto! Un puesto de trabajo es una suerte, para quien lo tiene -y lo mantiene- y para quien es capaz de generarlo, porque las circunstancias se lo permiten. Y ninguna gran cadena de radio de este país es una ONG. Conviene recordarlo, y tenerlo presente.
Y mis últimas líneas son -una vez
más, y no me cansaré de hacerlo- para desear a mis lectores y seguidores la mejor
de las Navidades, y una excelente, y por supuesto ‘radiofónica’, entrada en el año
2018. Como auguramos para el 17, se espera que este año par, en las vísperas de
la tercera década del siglo XXI, nos depare nuevos pasos hacia adelante en la merecida
readaptación de la radio en su nuevo entorno, porque el viejo -el que todos hemos
conocido- avanza por inercia, sin apenas dedicación, más allá del día a día. Lo
que se impone de verdad es esforzarse por convencer a las nuevas generaciones de
que la radio -la de siempre y la ‘nueva’, la que ha perdido sus coordenadas espacio-tiempo
(podcast)- sigue mereciendo la pena. Ahora más que nunca...