Luis Rodríguez Olivares: "La radio es un medio escandaloso"

Periodista cofundador de 'Hora 25' en la Cadena SER (y II) 

“Hoy en día se persigue el éxito a toda costa, pero mejorando cada vez más la cuenta de resultados” 

• “La censura informativa hizo que la SER se convirtiera en una poderosa máquina de entretenimiento”

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-¿Las dos grandes Escuelas de Radio en España, históricas, fueron RNE y la SER?

-Se puede decir así. Durante muchos, muchos años, fueron las dos grandes cadenas que dominaron la radio en España. Dos empresas, dos estilos. Su forma de entender la radio contagiaba a sus trabajadores necesariamente. Una más oficialista y funcionarial, otra más libre, quizás más caótica, pero, por eso mismo, más creativa y no menos rigurosa. Dos escuelas históricas, como apuntas. Pero eso vale para el pasado, el panorama fue cambiando con los años y ahora mismo es bien distinto y personas como tú os encargáis de ponerlo de relieve con vuestros trabajos. 

Luis Rodríguez Olivares en pleno trabajo, en la redacción, en este caso, de RNE, en la Casa de la Radio

-¿Cambiaba mucho la forma de hacer periodismo en RNE, frente a la SER?

-Cuando llegué a RNE el director era Javier González Ferrari, que fue el que me contrató. Nuestra escuela era la misma, yo conocía sus métodos y él mi forma de trabajar. Además, me encontré con gente admirable. No quiero olvidarme de que allí estaba todavía, dirigiendo un programa cultural, el gran Eduardo Sotillos, que había sido director histórico de la cadena, un nombre inolvidable de la radio y la televisión de nuestro país. Y en mi equipo se integraron personas que me ayudaron e hicieron fácil la labor. Solo un ejemplo porque sería larga la lista completa: Rosa Jiménez, rigurosa y seria, en la que me apoyé tantas veces.

-Pero, ¿no chocaste con maneras con las que no comulgabas?

-Claro que choqué con formas y actitudes que no iban con mi manera de entender la profesión, aquí con unas características de índole política evidentes. El problema de RTVE ha sido una endémica dependencia del poder. En no pocas ocasiones ha sido gobernada directamente desde Moncloa. Ahora mismo, septiembre de 2017, según informaciones frecuentes, según los órganos de representación de las redacciones de la radio y la televisión públicas, ambos medios son un centro de propaganda del gobierno del PP.

“Eduardo Sotillos ha sido un nombre inolvidable de la radio y la televisión de nuestro país”

-Pero estaba Ferrari, compañero tuyo en Radio Madrid.

-Sí, sí, Ferrari, aunque pasó pronto a ocupar puestos directivos en RTVE y otras cadenas privadas, era periodista y sabía entender a sus colegas. Pero no pasó lo mismo con algunos de los que vinieron después. El hundimiento del Prestige y, sobre todo, la implicación de España en la guerra de Irak, hicieron muy difícil el oficio de periodista. El control quiso ser total y, en mi caso, determinante: después de muchos choques con la dirección, de trabas que nunca había podido imaginar, RNE rescindió mi contrato con pretextos absurdos.

-Tampoco de la SER saliste muy bien, tengo entendido.

-Sí, digamos que de Gran Vía 32 salí de una forma poco amistosa. Pero olvidemos los nombres de esa época.

-Afortunadamente, los medios públicos vivieron luego mejores etapas.

-Pero esa es una empresa de fluctuaciones que han venido dadas por la situación política. La etapa del gobierno de Rodríguez Zapatero, imagino que es a la que te refieres, significó un bálsamo para los medios públicos. Pedro Piqueras llegó a la dirección de RNE y me rescató de nuevo. Con él y su equipo el trabajo, mi trabajo, volvió a la normalidad.

El libro que escribió Luis Rodríguez
Olivares junto a Juana Ginzo

-¿Al final el periodista actúa como un equilibrista sobre la cuerda floja?

-Ésta es una profesión que se ejerce en medio de grandes dificultades. En la SER también las hubo, aunque distintas.

-¿Muchas diferencias en el ‘librillo’ de la SER y RNE?

-La forma de hacer periodismo es siempre la misma en un medio o en otro, solo cambia la naturaleza de la dificultad que tarde o temprano siempre surge y, claro,  es importante la voluntad que tengamos de hacerle frente y resistir. 

-¿Hay una frase atribuida a Federico Volpini, hijo (RNE), que dijo: “los periodistas se han adueñado de la radio”, refiriéndose a ese movimiento de finales de los 70 en que la radio da un giro radical, se abandonan los concursos y los dramáticos -la radio del entretenimiento- y los periodistas acaparáis toda la parrilla. Aún hoy, dicen, la información en la radio es el tótem sagrado, que todo lo impregna, e impide el regreso de formatos que tal vez podrían ponerse de nuevo en marcha. ¿Qué reflexión te merece esta frase?

-Federico Volpini, hijo, un brillante profesional al que conocí en RNE, llevaba razón. Los periodistas nos adueñamos de la radio. ¿Por qué ocurrió tal cosa? La lucha por la libertad de información ha sido una constante en la historia de la radio. Ha costado sudor y sangre. Ha costado mucho sufrimiento. La radio es, afortunadamente para ella, un medio escandaloso. Una frase, una idea expresada por una voz a través de un micrófono, pronunciada en el tono adecuado, tiene una repercusión mucho mayor en el oyente que si es leída por un lector en un periódico impreso. Por eso, la censura en la radio se hizo muchas veces dramática. “La radio amordazada” es una frase feliz de Castelló Rovira.

-¿Cuáles fueron los condicionamientos de la censura?

-La prohibición hizo que la SER, por ejemplo, se convirtiera en una poderosa máquina de entretenimiento, desarrollando formatos tremendamente populares, de grandes audiencias y, al mismo tiempo, desarrollando otros de una creatividad extraordinaria, que alcanzaban cotas artísticas sin precedentes. Aún así, los intentos no cesaron. ‘Matinal’ y ‘Hora 25’, son ejemplos. Y en los años 70, con el declive de la dictadura y después de ella, la necesidad de informar y, sobre todo, la necesidad y el derecho de los ciudadanos a recibir información que hasta entonces se le negaba se hizo imparable y, en esas condiciones, no hay prohibición que valga, las leyes restrictivas desaparecieron y la radio se mostró como lo que es, un medio de información.

“El problema de RTVE ha sido una endémica dependencia del poder”

-¿Le das toda la razón a Federico?

-Él sabe que todo eso no impide la puesta en antena de formatos distintos. Creo que actualmente se están dando pasos en ese sentido. Depende, como siempre, de la voluntad de las empresas. 

-No conozco a nadie en la historia de la radio que se ‘casara’ con su indicativo, Juana Ginzo era la SER, la primera autora de ese mítico “En la Cadena SER, Hora 25’, que luego regrabó, con el tiempo, Rosa Belda, también del ‘Cuadro de Actores’. 

-(Sonríe) Es, sin duda, una frase ingeniosa que, con tu permiso me la voy a apropiar. Juana se reirá mucho cuando se lo comente. La conocí entonces, en Radio Madrid, en ‘Hora 25’. Actriz del legendario ‘Cuadro de Actores’, actriz habitual de Antonio Calderón, estrella de seriales, sí, pero imprescindible en empresas de mayor calado. Martín Ferrand decía que era la mejor voz de habla castellana. Soy objetivo y no me mueve la pasión: llevaba toda la razón del mundo. De ella aprendí a ser lo que soy en la radio y en la vida. Estaba en ‘Hora 25’ porque su naturaleza inquieta le llevó a estar presente en aquel nuevo mundo que se estaba gestando, como estuvo presente y participó en otras aventuras que hicieron historia, porque es sabia y conocía siempre lo que estaba por venir y merecía la pena. Me remito a lo que de ella y los de su generación dice, por ejemplo, el historiador Armand Balsebre en su monumental “Historia de la Radio en España”.   

Realizando un programa de radio en directo, desde el hemiciclo del Congreso de los Diputados, para RNE

-Y escribisteis juntos, al alimón, el libro “Mis días de Radio: la España de los 50 a través de los Ondas”, en 2004, que os presentó Iñaki Gabilondo, que dijo: “queda claro que es una mirada subjetiva a la radio, no es una historia de la radio, pero hay que subrayar el extraordinario trabajo de documentación". ¿A la radio de aquellos años le sobraba la creatividad que hoy está cada vez más ausente?

-Conocer a Iñaki ha sido una de las cosas buenas que me han sucedido en la radio. Pocas veces he coincidido tanto con un compañero. Recuerdo ahora trabajos y momentos inolvidables con él. Al mismo tiempo se fue gestando una amistad profunda que ha durado muchos años. La vida y la profesión nos ha llevado por caminos distintos y muy alejados pero el recuerdo de esa amistad permanece. Como sigue en activo, todas las mañanas busco con interés su opinión para orientarme en la selva informativa de cada día.

-¿Y la creatividad, escasea?

-Yo no soy tan pesimista. En ese libro Juana y yo nos detuvimos en una década prodigiosa de la radio, es cierto, una explosión de creatividad extraordinaria, quizás imposible de repetir. Pero hay que ser sinceros y reconocer que ayer como hoy mismo había y hay programaciones aburridas, vendedores de feria que gritan y se desgañitan ofreciendo productos sin valor, banalización de las informaciones, falta de inventiva, largas despedidas, largos saludos innecesarios, copia de formatos, mucha prisa… Hoy mismo un presentador de un informativo nos ha deseado nada menos que seamos felices y otro se ha despedido esperando que mañana pueda darnos mejores noticias. Ambos han llenado sus telediarios de concursos gastronómicos, de las delicias de un día de playa y de una seria interminable y vertiginosa de sucesos sin contextualizar. En fin…

“La lucha por la libertad de información en la radio ha costado sudor y sangre”

-¿Dónde están las diferencias?

-La diferencia es que, cuando yo comenzaba, lo que nos movía era un deseo de conseguir informar con libertad en paralelo, naturalmente, al objetivo de las empresas de conseguir una necesaria rentabilidad. El oficio es distinto hoy en el sentido de que lo económico influye mucho más que entonces, se persigue el éxito a toda costa, pero mejorando cada vez más la cuenta de resultados, “los objetivos” que dicen sus directivos, y eso en empresas periodísticas cuyos dueños son, precisamente entidades financieras, fondos de inversión, grandes corporaciones reñidas con una información libre. Doy por descontados que las presiones políticas de ayer se reproducen hoy, aunque tengan carácter distinto. Medios y periodistas afines y dependientes del poder son un clásico en esta historia.  Y aún así han existido y existen grandes profesionales, brillantes y dignos que honran y dignifican el oficio. 

-¿Recuerdas cómo fue tu ‘bautismo’ de micrófono, en aquella Radio Madrid de Gran Vía 32?

Juana Ginzo

-No recuerdo el asunto, seguramente no pasará a los anales de la radio, pero sí sé que se trataba de un reportaje para el que necesité hacer un montón de entrevistas y que se emitió en el primer programa de ‘Hora 25’, el último día de Enero de 1972. Un reportaje grabado a partir de un guion, y montado primorosamente por los estupendos técnicos que siempre ha tenido esa casa. Guion y montaje, propios de un medio de expresión como la radio que, en eso, se parece al cine.

-Y hablando de recuerdos, ¿recuerdas las hostilidades de las estrellas de programas de Radio Madrid, que desconfiaban tanto de vosotros, los periodistas, que habíais llegado -decían- sin tener ni idea de radio: ni de tempos, administración de silencios, dicción, lenguaje, etc.? Y se vieron amenazados, porque la radio reaccionó a la llegada de la TV y los dramáticos y los concursos comenzaron un inevitable período de decadencia. Eduardo Sotillos, al que citabas,  se cargó el ‘Cuadro de Actores de RNE’ y en la SER ocurrió lo propio. ¿Fue dura vuestra llegada, en mitad de esta guerra?

Luis Rodríguez Olivares, en los estudios de RNE

-Lo recuerdo. Como recuerdo los intentos de algunos directivos de mezclar información y entretenimiento con la intención de hacer más atractiva la programación. Y fue un error. Más de una vez nos pusieron al lado a un “animador” que, las más de las veces, era una rémora para el desarrollo del programa por su desconocimiento de las claves de la información. 

-¡Qué gracia! ¡Como en ‘Carrusel’, hacer un informativo con un animador al lado…!

-Sí, sí, pero esa resistencia, Gorka, significaba además ignorar la naturaleza de la radio, un medio que muta según se transforma la sociedad, y sus necesidades. Se estaban dando cambios profundos y la radio también cambiaba. Ahora los periodistas son las estrellas, y muchas tienen el sentido del ritmo, buena dicción, manejo correcto del lenguaje. Otras no, claro. Como ocurría entonces con los que hablaban ante un micrófono. Los hubo muy famosos y muy deficientes. 

-¿Cómo recuerdas la entrada de Prisa en la SER? Fueron muchos los que os marchasteis, ¿o más bien os abrieron la puerta?

Una página de publicidad
de la época, de 'Hora 25'

-A estas alturas se me han olvidado los detalles. En líneas generales, puedo decir ahora que yo pensaba que la entrada en la SER de la empresa que editaba El País, un diario tan prestigioso entonces, solo podía significar algo bueno para nosotros. Por eso no formé parte de algunos tímidos movimientos de resistencia a la entrada de Prisa, sino todo lo contrario. Pasaron los años y todo iba bien hasta que, como suele ocurrir, surgieron malentendidos y, creo yo, la presencia de un personaje mediocre (profesionalmente mediocre) que podía prescindir de mí y de otros. Es lo que hizo y, en mi caso, llegué a un acuerdo con la empresa para mi salida que, como he dicho, no fue amistosa.  Pero, repito, he olvidado los detalles y, después de tanto tiempo transcurrido, es la impresión que tengo hoy. Nada extraordinario. 

-Por último, completa esta frase: “La radio es para mí…?

-Un privilegio. Haber trabajado en la radio ha sido un auténtico privilegio. Ningún medio me ha proporcionado una satisfacción tan grande como la que encontré en la radio de la que hice mi casi exclusiva profesión. Ni la prensa escrita ni la televisión me han ocasionado el placer, la emoción, incluso la descarga de adrenalina, que surge a la hora de estar ante un micrófono, ese artilugio que convierte tu voz en impulsos radioeléctricos, o como diablos se llamen, que se convierten otra vez en sonidos al ser recibidos por el receptor, por el oyente, que tiene que poner a trabajar su imaginación y su intelecto para percibir lo que queremos que perciba. La radio también produce emociones. Y como no me quiero poner más emotivo de la cuenta, diré que la radio para mí es un medio de comunicación, un medio de información y un medio de expresión tal y como enseñaron personaje tan preclaros, distintos y lejanos como Don Antonio Calderón, por estos lares, y Orson Welles al otro lado del Océano.