Luis Rodríguez Olivares: “Burlar a la censura era una lucha continua”
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Periodista fundador de 'Hora 25' en la Cadena SER (I)
“El control de la información se transformó y adquirió otras formas. Y así, hasta ahora mismo; como todo el mundo sabe o debería saber”
- “En la primera tertulia radiofónica no se discutía sin ton ni son, sino que se comentaban las informaciones que los propios tertulianos aportaban”
Luis Rodríguez Olivares es un nombre que a los jóvenes periodistas
no les dirá nada. Hoy en día, y éste es uno de los más graves problemas que
tiene la profesión, los recién incorporados al ejercicio del periodismo en las
redacciones carecen de referentes, porque los ERE’s se los han cargado. Los jóvenes
hacen lo que pueden y van progresando por el procedimiento de acierto/error,
sin que tengan a nadie cerca que, por activa o por pasiva, les vaya corrigiendo
y reorientando. Luis Rodríguez Olivares fue un gran referente en la SER (más tarde en RNE) para muchos profesionales de mi
generación. Fue uno de los primeros redactores que trabajó en el informativo ‘Hora
25’, dirigido, por primera vez, por un joven Manuel Martín Ferrand, cuyo primer deporte en Gran Vía 32 era
engañar a la censura, en pro de las libertades incipientes que empezaban a
despuntar en la España gris de principios de los años 70. Su manera de decir,
de hacer periodismo irradiaba credibilidad, seguridad. Su voz serena transmitía
verdades a los oyentes. Pasó por todos los informativos de la casa. Pero no sólo
se beneficiaron de su buen hacer sus oyentes; también sus compañeros -incluso
los recién llegados en aquella redacción de finales de los ochenta, como un
servidor o Javier del Pino, por
citar un ejemplo hoy conocido, y reconocido- guardamos del maestro un magnífico
recuerdo: por lo que nos apoyó y lo que nos enseñó, sin pretender enseñar nada.
Recuperarle para esta web era una placentera obligación.
Luis Rodríguez Olivares formó parte del primer equipo de redacción que puso en marcha 'Hora 25' |
-Tu historia profesional se remonta a los inicios de un “programa de
cuestiones actuales” a comienzos de los 70 (1972) que no podía informar,
porque estaba la censura franquista de por medio, y se llamaba -y se sigue
llamando- ‘Hora 25’. ¿De quién fue la idea: de Antonio Calderón o de Manolo Martín Ferrand?
-La idea nace en la SER. Eso, claro, es una obviedad. Pero se
puede afirmar sin equivocación alguna que Antonio Calderón estuvo en el origen,
apoyó y comprometió a la empresa para poner en marcha un programa, como dices,
“de cuestiones actuales”, que comenzara a medianoche de lunes a viernes, en la ‘hora
veinticinco’ del día. Y eso es así porque Calderón siempre consideró que la
radio es información, que la información está en los genes de este medio y lo
caracteriza. Y si la información estaba prohibida, controlada y en manos de RNE, la entonces radio franquista, podían
abrirse oportunidades para dar la batalla por la narración y la interpretación
de la actualidad. Por la información.
-¡Claro! De ahí lo de “cuestiones
actuales”…
-Sí, se huyó de la palabra ‘información’,
de lo que luego terminó llamándose: “servicios informativos”, porque tampoco
había que alarmar ni dar pistas. Estamos aún en plena dictadura. ‘Hora 25’ fue
un paso más en esa batalla que había comenzado años antes con programas como ‘Matinal
SER’ y otros que nacieron con el mismo propósito.
“Antonio Calderón siempre consideró que la información está en los genes de la radio”
-Poner en marcha, en una radio comercial, que vivía de la publicidad,
un programa de este tipo, a esas horas, ¿no planteó dudas sobre su viabilidad y
oportunidad?
-Sin duda. He oído en más de una
ocasión a Calderón contar las reticencias que se plantearon en el departamento
de publicidad y en algunos despachos de dirección puesto que se consideraba que
esas no eran horas para una explotación comercial adecuada. Se equivocaron,
como quedó patente.
-Calderón era un prohombre de la radio, un anticipado a su tiempo…
-¿Qué decir de Antonio Calderón?
Como un día dijo Iñaki Gabilondo,
Calderón fue “el inventor de todo”.
Fue locutor, guionista, director de programas, creador del legendario ‘Cuadro
de Actores’. No hubo parcela de la radio que no pasara por sus manos. Nos
enseñó la naturaleza informativa del medio y elaboró y llevó a la práctica toda
una teoría sobre sus posibilidades expresivas, sobre el lenguaje radiofónico,
ese que hace que algunas de las piezas que se ponían en antena, y aún se ponen,
alcancen la categoría de arte. Arte radiofónico. Aunque muchos de los
profesionales de la radio actual no lo sepan, están utilizando sus enseñanzas,
que se han propagado como una radiación de fondo hasta ahora mismo.
Manuel Martín Ferrand dirigiendo 'Hora 25', en la SER, con Luis Rodríguez Olivares a su derecha |
-A pesar de las dudas, el caso es que ‘Hora 25’ se puso en marcha, y
Calderón le encargó la idea a Martín Ferrand, un periodista de la casa ¡muy
joven!
-Sí, tenía poco más de treinta
años. Fue un periodista brillante que tenía ya una experiencia larga y de éxito
en la propia radio, en la SER, y en TVE.
Y elaboró un producto de lo más atractivo, como es sabido. Una marca que aún perdura,
aunque con otras características, naturalmente.
-Pero, en esencia, sigue cumpliendo con sus objetivos fundacionales. En
todo caso, ambos, auténticos ‘genios’, providenciales para la radio de este
país: Calderón por serlo todo en la SER, un visionario y Manolo por encarnar a David/Antena 3 Radio
frente a Goliat/Cadena SER… entre otras gestas. ¿Qué recuerdas de ellos, Luis?
-No soy objetivo, pero tampoco me
importa.
“Manolo Martín Ferrand sacaba brillo hasta a sus propios defectos”
-Ni yo te lo pediría nunca… Me interesa, precisamente, TU historia.
-Un día recibí una llamada
telefónica de Manolo Martin Ferrand preguntándome si quería trabajar con él en
el programa de radio que iba a comenzar en breve. Le conocí poco antes porque,
por ese motivo, le había entrevistado para ‘Ondas’,
la mítica revista de la SER que se
editaba en Barcelona y patrocinaba los premios del mismo nombre. La entrevista
me la encargó Basilio Rogado que
llevaba la delegación de ‘Ondas’ en
Madrid y era redactor jefe de Radio Madrid. No era mi primer trabajo para la
revista. Es de justicia decir que fue Basilio (otro histórico nombre) quien me
introdujo en Gran Vía, 32, al permitirme colaborar en la citada publicación.
Luego volví a coincidir con él durante la época posterior en que,
precisamente, dirigió ‘Hora 25’.
-¡Que te llame Martín Ferrand ya era todo un honor, Luis!
-Sin duda, ya te he dicho que fue
un periodista, y radiofonista, brillante. Decíamos por aquel tiempo que Manolo
sacaba brillo hasta a sus propios defectos. Había presentado ‘Matinal SER’,
había dirigido y presentado telediarios en TVE, la mejor televisión de España,
como se decía con humor (era la única, no había otra) y en ella hasta se había
atrevido con largos programas de entretenimiento como los que hizo en directo,
con rigor y seriedad, las largas tardes de los domingos. Hizo del
entretenimiento televisivo una cosa muy seria.
Imagen de Antonio Calderón, en los estudios de Radio Madrid (SER) |
-¿Dónde te citó, en la radio?
-Sí, en Gran Vía. Allí, sin más
preámbulos, me presentó a Antonio Calderón, quien me puso al corriente de mi
trabajo e, incluso, de mi sueldo. Era evidente que dirigía todo el asunto. ‘Hora
25’ era, como tantas otras, una obra suya y Martín Ferrand, como ya había
ocurrido en ocasiones anteriores, hombre de confianza para lo que ahora iba a
comenzar: un hito en la historia de la radiodifusión española. Aprendí mucho a
su lado y la colaboración continuó fuera de la radio.
-¿De qué forma?
-Me encargó, por ejemplo, la
coordinación de la revista “Gazeta del
arte”, cuando dirigió el complejo editorial ‘Publicaciones Controladas’.
Luego emprendió la problemática aventura de Antena 3 que quería romper el
panorama radiofónico que representaban RNE
y la SER.
-¿Colocabais la información con calzador? ¿Colaba?
-Las más de las veces no colaba.
-¿Y entonces?
-Pues venían las advertencias,
las broncas y las multas, Gorka. Nos estaba prohibida las información nacional
e internacional, económica, laboral, etc.. Nuestro campo se reducía a lo que se
conoce como sociedad, deportes, espectáculos y ciertas cuestiones municipales,
nada que tuviera que ver con política.
-¿Recuerdas algún ejemplo?
-Un día Martín Ferrand me envió a
la base norteamericana de Torrejón para que, desde su cercanía, puesto que no
nos iban a dejar entrar, enviara una crónica sobre la escala de Henry Kissinger en Madrid. Pensamos que
si teníamos la habilidad de envolver la crónica con un lenguaje amable
podríamos colar datos sobre el viaje y las intenciones del Secretario de Estado norteamericano. Así lo hice mientras
contemplaba el despegue del avión en el que se trasladaba. El enfado de los
censores, de los funcionarios censores del Ministerio de Información, fue de
los que hicieron época. Era una lucha continua.
“Los rapapolvos de la censura nos alcanzaban “no por lo que habíamos dicho, sino por cómo lo habíamos dicho”
-Imagino que RNE os impondría su información, más allá del ‘parte’…
-Por supuesto, las “noticias”
eran una serie de titulares y poco más que nos llegaban de Radio Nacional que,
como sabes, tenía el monopolio de la información. Y así las leíamos, haciendo
hincapié en que eran “noticias
facilitadas por Radio Nacional de España”, dejando claro que no eran
nuestras noticias. Pero pronto aprendimos a incluir algunas de nuestra cosecha
y a eliminar aquellas otras que no nos parecían propias de nuestros
objetivos como periodistas.
-¡Una lucha!
-¡Ya te digo! De conflicto en
conflicto, de prohibición en prohibición, seguimos avanzando. Además, en las
épocas duras, que las hubo -y muy duras- utilizamos un lenguaje repleto de
insinuaciones y doble intención para que los más avisados entendieran aquello
que queríamos que entendieran. Eso fue a veces un problema también. Los
rapapolvos nos podían alcanzar “no por lo
que habíamos dicho, sino por cómo lo habíamos dicho”, según expresión
habitual de algún confuso censor.
-Menos mal que pasó el tiempo, el dictador languidecía y se atisbaban
tiempos algo más bonancibles en lo informativo, y la SER ya estaba preparada para el salto.
-Naturalmente, conforme avanzaba
el tiempo el panorama se iba dulcificando hasta llegar al año 1977, dos años
después de la muerte del dictador, cuando cesó la prohibición. Para entonces ya
contábamos con una redacción reducida pero extraordinariamente preparada, con
muchas batallas, perdidas unas, ganadas otras, a nuestras espaldas. Pero no
creas que comenzó un camino de rosas. El control de la información se
transformó y adquirió otras formas. Y así, hasta ahora mismo como todo el mundo
sabe o debería saber.
Luis Rodríguez Olivares junto a un joven técnico de Radio Madrid, Carlos Llanos |
-Juana Ginzo, Manolo Alcalá
y tú mismo formabais parte -como recuerda emocionado Juan de Dios
Rodríguez, en su blog- del grupo de profesionales que Antonio
Calderón había puesto en la redacción de ‘Hora 25’ en Madrid junto a María Teresa Navaza en Radio Galicia de Santiago de
Compostela, Joan Castelló Rovira en Radio Barcelona, José Juan Chicón en Radio Zaragoza, Rafael
Mauricio en Radio Valencia y María Esperanza Sánchez en Sevilla. ¡Equipazo!
-Un auténtico equipazo. Su recuerdo
es emocionante. Manolo Alcalá, José
Joaquín Iriarte, Manuel Amado, José
María García, Nacho Artime… y los que vinieron después, Javier Roch, Basilio Rogado, Miguel Angel
Nieto, Rafael Luis Díaz, Angel de la Vega. Juan Castelló Rovira era
una figura de Radio Barcelona. Vicente
Garrido, desde Valencia. Esperanza Sánchez desde Sevilla. Lisardo de Felipe en Zaragoza. Con la
gran Teresa Navaza, una periodista de enorme prestigio en Galicia, aún mantengo
esporádicas pero sabrosas conversaciones.
-En aquella época, la radio que se practicaba era la guionizada, ¿‘Hora
25’ también bebía de esta escuela clásica?
-Sí, sí, por supuesto, Gorka. De
hecho, trabajaron junto a nosotros actores como Manuel Lorenzo (el famoso ‘abuelo Porretas’ años más tarde), Rosa María Belda y, por supuesto, la ya
mencionada Juana Ginzo, la voz de ‘Hora
25’, la voz del indicativo (“En la Cadena
SER, Hora 25, un programa de cuestiones actuales”), que además leía textos
escritos para ella, noticias y otros que necesitaban ser interpretados.
“Los grandes y famosos locutores de RNE nos parecían (por lo menos, a mí) engolados y obsoletos”
-¿Cómo se puede ejercer de periodista, si no podías informar?
-Pues con mucha dificultad, claro,
ya lo has visto por lo que te he contado. Pienso que nosotros, los de aquella
primera ‘Hora 25’ y después, puesto que yo pasé varios años en ese programa que
presenté y dirigí en otra ocasión -como hice con todos los informativos de la
casa en diferentes épocas durante veinte años- pertenecemos a una generación de
periodistas nacida profesionalmente en los años setenta, que vivió con intensidad
el final de la dictadura franquista y la explosión informativa surgida tras
aquella negra etapa, en la transición. Con muchas dificultades y peligros que
venían del exterior y también del interior, no te creas. Aún así se formó
una redacción capaz de competir con los medios escritos y audiovisuales.
-Vosotros, los de tu generación, sois los ‘culpables’ de que la radio
siga considerándose el medio más creíble de todos.
-Sí, más que los periódicos y la
televisión. Por eso nos sorprendían los aires de superioridad que se respiraban
en ciertos ambientes de la prensa escrita. Nosotros teníamos la audiencia, y la
credibilidad. Así fue durante años, ahora no sé cuál es la situación.
-La radio sigue ocupando ese trono, Luis, afortunadamente para ella. Y,
si no hace muy mal las cosas, lo mantendrá; porque en internet -el nuevo
escenario en que se mueven como peces en el agua las nuevas generaciones- hay
que andar con mucho ojo, y las certezas no se encuentran, hay que buscarlas.
Quienes llegaron después de vosotros, continuaron la labor iniciada.
Luis Rodríguez Olivares en la redacción de la SER, a finales de los 80, cuando se incorporó el primer sistema de edición digital, el famoso Basys |
-Totalmente de acuerdo, los que
llegaron inmediatamente después prestigiaron nuestro trabajo. Pienso en Javier González Ferrari, que puso en
marcha, en ‘Hora 25’, la primera tertulia radiofónica en la que no se discutía sin
ton ni son, sino que se comentaban las informaciones que los propios
tertulianos aportaban.
-¡Qué gran diferencia, qué matiz tan importante, el que acabas de
comentar!
-Sí, Gorka, ahora, las tertulias
son muchas veces, solo ruido. Si de periodistas hablamos, me surge de inmediato
el nombre de Fernando González, un
auténtico profesional de la información, y también los de Ángeles Afuera, Antonio Muñoz, Maribel Perez Barrios, Carmelo Encinas,
Rafael Luis Díaz, Paco Núñez, y tantos otros. Compañeros de fatigas y de
éxitos, todos más jóvenes que yo, a los que, sin embargo, admiro profundamente.
-Había que conectar con RNE, y su ‘parte’, ¿sospechabas entonces
que trabajarías, años después, en aquella casa, en la Casa de la Radio
pública?
-Era impensable para mí y, si me
lo hubieran propuesto, me habría resistido. Ten en cuenta que veníamos de un
tiempo difícil y a RNE se la
identificaba con aquel régimen odioso. Además, aquellos tiempos un tanto
agitados, los vivíamos con pasión, y eso, con razón o sin ella, se
reflejaba en nuestro trabajo que era de una naturaleza muy distinta. Con razón
o sin ella, los grandes y famosos locutores de RNE nos parecían (por lo menos, a mí)
engolados y obsoletos, sus informadores, quisieran o no, obligados a esquemas
demasiado oficialistas para nuestro gusto. Luego todo cambió y mi opinión
también.
Continúa...