Prisa busca presidente de consenso

Javier Monzón se ha retirado de la pelea por la presidencia al no contar con los apoyos necesarios 

¿En juego la libertad de prensa?  

• Un giro de los acontecimientos, provocado en la reunión del Consejo de Administración de hoy viernes, mantiene a Cebrián en la Presidencia 

ÚLTIMA HORA

Una pelea por el poder

13.10.2017. El Consejo de Administración de Prisa, reunido hoy viernes, ha desatado un encontronazo entre los defensores de Monzón como presidente (principalmente los bancos acreedores) y sus enemigos, al frente de los que se sitúa César Alierta, el expresidente de Telefónica, que tiene varias deudas pendientes con Monzón (recogidas en estas informaciones de Merca2 y ElMundo.es). El caso es que, retirado Monzón, Cebrián -de momento- recupera el puesto de presidente que, formalmente, nunca perdió, pues hasta la llegada de la reunión de hoy del Consejo de Administración seguía siéndolo. Pero solo es cuestión de tiempo. La correlación de fuerzas y el endeudamiento de la compañía harán caer a Cebrián. A finales de mes está prevista la celebración de una Junta General Extraordinaria de Accionistas que, con toda probabilidad, volverá a enfrentar, a cara de perro, a unos y otros. La inyección de capital depende de los bancos, que quieren imponer a su candidato. Pero Prisa es un dulce demasiado apetitoso para dejarlo en manos de los bancos, piensan desde el Gobierno hasta Telefónica. La pelea está sobre la mesa. Y en medio, Prisa, una empresa que no deja de vivir en el sobresalto continuo.

14.10.2017. Soraya Sáinz de Santamaría (Vicepresidenta del Gobierno) aborta el relevo de Cebrián para no perder el control de Prisa. El Español.com

12.10.2017. Llevaban mucho tiempo detrás de su cabeza, y hoy lo han conseguido. Juan Luis Cebrián ha sido destituido. Pero no se irá desde luego con los bolsillos vacíos, pese a las penurias económicas que ha hecho pasar a sus empleados. Los millones vuelan con su salida de Prisa. En pleno puente de El Pilar, este ¡viernes y 13! (el martes y 13 anglosajón) el Consejo de Administración firmará oficialmente el cambio que hoy se ha filtrado con el nombre del nuevo presidente de Prisa, Javier Monzón, de quien rápidamente, todos los medios han destacado dos responsabilidades, una actual, anterior la otra: es consejero del Banco Santander, al parecer, mantiene una buena conexión con Ana Botín y fue presidente de Indra (cuyo accionista mayoritario es el Estado) durante veintidós años. De ahí salió por decisión del entonces presidente de Telefónica, César Alierta, que puso en su lugar a Fernando Abril-Martorell. Monzón, entonces, pasó a ocupar el cargo de consolación de presidente de Honor, pero duró unos pocos meses. Alierta ha tenido mucho que ver en la salida de Cebrián. El expresidente de Telefónica, así, ha recobrado protagonismo.

Juan Luis Cebrián, en una imagen de La Sexta, está de salida en el Grupo Prisa, antes de la fecha que se había establecido para su jubilación

Pero el curriculum de Monzón, que ha sacado a relucir ElEspañol.com, se completa con más episodios de dudosa moralidad: “El caso Púnica, las pérdidas en Brasil y los contratos con empresas de los hijos de Felipe González y Jordi Pujol fueron clave para tomar esta decisión, pero desde entonces la cosa se ha complicado aún más tras conocerse las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre su papel en la operación Lezo. La compañía estuvo implicada, según el sumario, en la financiación ilegal del Partido Popular de Madrid, facilitando presuntamente la entrada de más de 600.000 euros en su caja B a través de una compleja red de empresas instrumentales. Los hechos ocurrieron entre 2011 y 2013, con Monzón al frente”. No llega precedido de una trayectoria limpia y transparente.

Si la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo, Javier Monzón no llega, como vemos, al primer despacho de Prisa con la mejor de las tarjetas de visita, pero sí con el respaldo de Telefónica (13%) -la misma que le sacó de Indra-, HSBC (9%), Caixa (4,9%) y Santander (4%). Suficientes apoyos como para desenroscar a Cebrián de su sillón presidencial al que parecía que se había pegado, en los últimos meses, con Loctite. En la última Junta General propició la caída de su número dos, José Luis Sáinz, para recolocar a otro de sus hombres de confianza, Manuel Mirat y poder así ganar tiempo y evitar su salida.

El pan de la democracia es una prensa libre, y no manipulada, desde luego no intervenida por los resortes del poder

Otro aviso a navegantes, deducido de este cambio de silla, es que quienes han sacado a Cebrián de Prisa han sido los bancos: HSBC, La Caixa y Santander, las entidades que no terminaban de ver con buenos ojos la gestión de Cebrián al frente del primer grupo de comunicación del país que, a trompicones, iba saldando o postergando la deuda millonaria que lastraba su progreso. Los bancos quieren su dinero, y están en su derecho. Y se han impuesto, impacientes. Algunos ya se han apresurado a afirmar que los bancos se han quitado la careta. Hay pendiente un pago de 956,5 millones de euros, con vencimiento en 2018.

La venta de Santillana, la niña bonita de Prisa, el origen del imperio Polanco, iba teóricamente a tranquilizar a los prestamistas. Cebrián mantenía esperanzas en que los libros de texto le permitieran seguir adelante con El País y la SER, los pilares del imperio mediático del Grupo venido a menos, y cuya línea editorial se había comprometido seriamente por la entrada de estos nuevos actores, que han sido al final los que han prescindido de Cebrián en esta película -este auténtico drama- que ha adelgazado de talento a este grupo durante los últimos diez años.

Pero la venta de Santillana no terminaba de llegar. Pese a que Cebrián presentó ante el Consejo de Administración una oferta del fondo de inversión estadounidense Rhône Capital, que no alcanzaba los 1.200 millones de euros, Amber Capital y los Polanco dijeron que no, que estaba muy por debajo de los 1.500 millones de euros previstos inicialmente para esta operación de liquidez, una decisión que colocó en una muy difícil situación a Cebrián. Su debilidad era patente.

Las última Juntas Generales de Cebrián han
destapado mucha tensión entre los socios y accionistas

En estos últimos años al frente de Prisa, tras la muerte de Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián no ha hecho más que ganarse enemigos, dentro y fuera del Grupo. Su gestión, nefasta, al frente del primer Grupo mediático en español del mundo, le colocó en una insostenible situación financiera al aspirar al cien por cien de la propiedad de Sogecable, cuando no hacía ninguna falta, pues Prisa poseía el control con el 50,03 por ciento del capital. Sin embargo, aquella operación, y tras anunciar Telefónica que acudía a la OPA, le costó a las arcas de este gigante mediático 3.850 millones de euros, por una televisión que vendió, de nuevo a Telefónica, años más tarde, por 725 millones. Una operación ‘redonda’… ¡para Telefónica, claro!

Muchos han sido los analistas que, a raíz de este brillante episodio de gestión, que se debe estudiar en las Escuelas de Negocios, y que dejó víctimas por el camino, como la del delfín de Polanco,su sobrino Javier Díez Polanco, que se oponía a esta OPA (¡con razón!), mantienen que la segunda gran operación en la que se embarcó Cebrián en sus últimos años al frente de Prisa fue su propia subsistencia en el poder, arropado por una remuneración absolutamente incoherente con los resultados económicos del Grupo, cuyos beneficios, exiguos, iban a parar a los bancos para pagar la deuda. Pero él estaba blindado, y se marchará blindado. Simplemente obsceno.

Si la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo, Javier Monzón no llega con la mejor de las tarjetas de visita

Volvamos al hecho de que han sido los bancos los que han dado el giro, no del todo inesperado, a las circunstancias de Prisa. No es un buen augurio que el capital ocupe el primer despacho del Grupo de Comunicación más importante del país, y uno de los más influyentes en el resto del mundo, pese a su adelgazamiento en los últimos ejercicios, y a su política de ventas en busca de liquidez. Los bancos no han sido nunca muy progresistas. La historia lo ha demostrado. Y en estos últimos años, la línea editorial de El País o la SER, ha sufrido reveses en su libertad, porque quienes dirigían sus designios no eran los periodistas, sino los ejecutivos que miraban de reojo la deuda y, por detrás, a los bancos y al gobierno que ejerció también de amigo/socio de Cebrián para renegociar la deuda y aligerar las presiones sobre Prisa, de manera que pudiera mantenerse en pie. Esos favores había que pagarlos.

No vamos a enumerar de nuevo los diferentes episodios que se han producido en Prisa, en todos sus medios, y que han puesto de manifiesto el frenazo a su pensamiento progresista, y el cambio de apoyos, vergonzante, a personalidades y partidos políticos, que habían contado tradicionalmente con sus simpatías. Por el camino, por el duro camino, salidas de colaboradores, que no encajaban en los nuevos parámetros ideológicos de un Grupo que necesitaba, para sobrevivir, cambiar de socios, aunque éstos exigieran más apoyos que los estrictamente ceñidos a los despachos.

Cebrián y Alierta, socios estratégicos y enemigos enfrentados

Cebrián ha sido el lobo que ha cuidado el gallinero de Prisa. Lo ha diezmado. Sin miramientos, Sin formas. Pero era un periodista. Muy en el fondo -dirían muchos-. Pero lo era. Y, en su fuero interno, miraba por el Grupo y por el mantenimiento de la propiedad de Prisa sobre El País y la SER. La presión inaguantable -hasta hoy- de los bancos, que exigían el pago de la deuda y estaban hartos de que el único afán de Cebrián fuera renegociarla (y aumentar los intereses) ha terminado con su paciencia.

Quien se coloca al frente de Prisa ahora, es un ejecutivo, Javier Monzón, que carece de sensibilidad periodística o comunicativa. Su procedencia y adscripción con el banco Santander no ofrece garantías allá donde no sea negocio, rentabilidad, cuentas de resultados; gestión, en definitiva. Cuadrar los números, aunque para lograrlo haya que seguir desangrando Prisa. No importa. Me encantaría equivocarme, y presentar otro paisaje más halagüeño para esta empresa, en la que aprendí todo lo que sé de radio. Y que quiero.

La línea editorial de El País o la SER, ha sufrido reveses en su libertad, porque quienes dirigían sus designios no eran los periodistas, sino los ejecutivos

La presunta vinculación de Monzón, cuyo apellido ya incorpora nubarrones (insisto, ojalá me equivoque), durante su tiempo al frente de Indra, con la financiación ilegal del Partido Popular, recogida por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en su informe sobre la operación Lezo, tampoco ayuda a ser optimista. Los gobiernos aspiran a controlar a los medios de comunicación, y el capital, por lo general, tiende a situarse en este escenario, del lado del poder, como un socio estratégico que mira con buenos ojos una tranquilidad y estabilidad mal entendidas.

No dejaré de insistir: ojalá me equivoque. Pero todo apunta a que Prisa, con su nuevo presidente ejecutivo al frente, va a reorientar el Grupo en torno a otros intereses y prioridades, alejados de una posición ideológica progresista que ha sido la que, en definitiva, ha hecho grande al Grupo en apoyos, lectores y oyentes y, en su momento, televidentes. La posición de la familia Polanco, muy debilitada, no es significativa ya en Prisa, se ha convertido en casi testimonial. El propietario original, que llegó a tener el 70,95 por ciento, posee ahora menos del 18 por ciento, y no es el accionista mayoritario. Cebrián también es culpable de esta pérdida de posiciones que nunca hubiera admitido Jesús de Polanco. Ver desmoronarse el Imperio Prisa tiene un nombre, el que ahora se va.

Veremos ahora cómo se produce el ‘cambio de era’ en Prisa, cómo cae la guardia de corps de Cebrián y todos sus acólitos sufren las iras de la nueva dirección que, por experiencia, y por tradición en la empresa española, se dedicará a torpedear todo vestigio del antiguo régimen.

Pedro Sánchez, líder del PSOE, flanqueado por Cebrián y Antonio Caño, el director de El País. Un editorial dedicado a Sánchez provocó, por su dureza,  la reacción en contra de una gran parte de la redacción 

No apuntan bien las cosas en Prisa. Los bancos exigen su dinero y si para ello tienen que cargarse al presidente ejecutivo, no hay problema. Se busca un sustituto y se le apoya para que siga la limpieza, sin miramientos. Con un único objetivo: recuperar el dinero de una operación financiera que nunca debió aprobarse y, una vez saldada la deuda, obtener el máximo beneficio posible por la venta del paquete accionarial. No creo que aventuro demasiado en esta suposición, pegadita al mundo financiero y del Ibex 35.

Pero lo más grave no es esto, que las operaciones financieras y las entretelas del capital y el poder, en permanente maridaje, salgan a relucir o se quiten la careta; sino que, de llevarse a efecto mis sospechas, millones de oyentes y de lectores se sentirán traicionados por unos medios que consumían por cercanía y simpatías ideológicas progresistas. El pan de la democracia es una prensa libre, y no manipulada, desde luego no intervenida por los resortes del poder. Una prensa que represente, con honestidad y sentido crítico (siempre hay que tenerlo con el poder) todo el arco ideológico representado en sus conciudadanos, libres en torno a la ley. ¿Será libre la SER ahora de criticar a La Caixa por lo mucho que ha tardado en posicionarse ante el conflicto separatista catalán? Y como esto, ¿cuántos impuestos más? Prisa está repleta de talento, solo hay que soltarles un poco el lazo del cuello para que vuelvan a brillar…