Javier Tolentino: "La ausencia de guionistas en la radio es ya épica"
https://www.gorkazumeta.com/2017/10/javier-tolentino-la-ausencia-de.html?m=0
"Disculpen que les hable de la radio", editado por Ediciones Caníbal y Ocho y Medio (y III)
En este repaso de géneros realizado por Javier Tolentino, también la ficción encuentra su espacio. “Si la falta de guionistas para el cine viene siendo uno de los dramas importantes del cine contemporáneo, lo que viene a explicar la razón de tanto remake; en la radio la ausencia de guionistas es prácticamente algo épico”. El director de “El Séptimo Vicio” de RNE, destaca en este capítulo que RNE y la SER han recuperado este género que se dejó morir en la década de los 70 en España, fagocitado por la televisión.
Tolentino ha renunciado a escribir un libro polémico. No era ésta su intención, y ha quedado claro. Pero su malestar en torno a la radio que hoy se hace, alejada con frecuencia de los postulados que defiende, se manifiesta a menudo por situaciones que denuncia, pero sin ejemplos y, mucho menos, nombres. “Antes, cuando un periódico, un programa informativo o un medio molestaba se le iban cerrando las puertas financieras hasta que, ahogado, o bien capitulaba y se entregaba o bien capitulaba y desaparecía. Ante eso, nadie decía nada mientras no fuera con ellos. Y así hemos asistido al cierre de periódicos, a la prohibición o cancelación de los servicios informativos, al despido de periodistas y al hecho de que un puñado de empresas periodísticas que, al servir al señor, se beneficiaron de ayudas y apoyos, poco a poco fueran perdiendo la confianza de sus lectores, oyentes o espectadores hasta llegar a perder la credibilidad y tener el prestigio bajo mínimos”. No hay en esta crítica ningún ejemplo que sirva al lector para personalizar esta caza de brujas. Se airea por tanto el pecado, pero no al pecador, ni por supuesto a la víctima, o víctimas, en este caso.
¿Qué ocurre con los consejeros de una empresa? Sobre su papel, también opina Tolentino: “Un consejo de gobierno activo debe hervir de actividad y debe transmitir motivación entre sus empleados. No puedo concebir la idea contraria que transmiten algunos consejeros de empresa que viven, al parecer, el hermoso sueño de un adelanto de su jubilación”. Habría que recordarle a Tolentino, aunque comparta su desiderátum, que los consejeros son hombres de empresa, y velan por el negocio. Sólo miran por la rentabilidad, que es un prisma que nos cuesta aplicar a los periodistas, más preocupados por los contenidos, pero tal y como está configurado nuestro sistema económico, no sólo debe haberlos, sino que resultan imprescindibles para garantizar la perdurabilidad de un medio de comunicación.
“Los periodistas se han apropiado de la radio”
Javier Tolentino, autor de este tratado sobre radio que estamos repasando, pasa del análisis del género de la entrevista, al del documental o reportaje. “El reportaje es (…) probablemente el formato y la obra periodística que sintetiza y expresa la suma de todos los géneros”. Estoy de acuerdo (salvo la, seguro, involuntaria, confusión terminológica entre “formato” y “género”) porque dentro de un reportaje cabe todo: una entrevista, una información, incluso una ficción… El productor de cine hernaniarra Elías Querejeta llegó a preguntar en una ocasión: “no me jodas que en la radio también hacéis documentales” lo que expresaba no sólo su sorpresa, sino lo poco habituado que estaba a escucharlos, a pesar de su condición de buen oyente de radio. Y es que son una rara avis y, bien hechos, presentan un elevado coste.
Entre la lista casi interminable de nombres de colegas a los que alaba por su pericia a la hora de elaborar un reportaje en la radio, se encuentran nombres, de RNE, como los de Inmaculada de la Cruz, Magín Revillo, Miguel Molleda, Modesta Cruz, Fran Sevilla, Óscar Cavero, incluso Jesús Quintero, con capítulo especial para el gran Manolo Ferreras que elevó el reportaje a su máxima expresión, tanto en la radio pública, como en la privada, adonde acudió para crear “La Descubierta” en el “Hoy por Hoy” de la SER, con Iñaki Gabilondo. De la SER precisamente, Tolentino cita también a Severino Donate y Rafa Panadero.
Javier Tolentino, un periodista pegado a un micrófono |
“No me jodas que en la radio también hacéis documentales” (Elías Querejeta)
Resulta mucho más barato, ¡dónde va a parar! rellenar la parrilla de tertulias repetitivas y perfectamente prescindibles que elaborar un programa contenedor de reportajes, a imagen y semejanza de un “Informe Semanal” de TVE. Pues bien, lo hubo, y se llamó “Siete días”, en RNE, y el autor de este libro que analizamos lo dirigió durante una temporada. Los tertulianos critican, siempre critican. No siempre con base para hacerlo. “Hoy por hoy, la crítica se ejerce en los medios (salvo honrosas excepciones) movida por diferentes intereses, y se realiza con vértigo, con prisa, sin pausa, sin poso y sin tregua. Hay demasiado trabajo en los medios de comunicación como para tomarse en serio la crítica. La crítica sólo es una opinión, pero una opinión forjada en el conocimiento, en la investigación y en el análisis (…). La crítica no es un veredicto, tal y como se ve ahora, ni un proceso judicial (…), ni el pago a las relaciones públicas del periodista o la empresa”.
Federico Volpini |
“Los periodistas se han apropiado de la radio”, una frase que Javier Tolentino atribuye a Federico Volpini, en sus tiempos de director de Radio 3, de RNE. “La radio, antes que nada, es como el cine, un medio expresivo con lenguaje propio y con capacidad para generar arte sonoro, que se ve en estos tiempos limitada (…) en su potencial creativo. Y vemos de qué manera los programas no informativos copian y se convierten básicamente en programas informativos. Nadie se da por enterado del finiquito de los programas de entretenimiento, y la radio no informativa sobrevive en un océano de viejos y aburridos tertulianos que tratan todos los temas, un espacio donde manda una capacidad comunicativa en detrimento de una radio creativa y sonora”. Y junto a Volpini, Tolentino cita también a otros compañeros que se dedican a mimar este género de la ficción radiofónica, como Carlos Faraco, Gregorio Parra, a quien tuve el gusto de conocer en el primer montaje de “La Guerra de los Mundos” que lideró la Academia de la Radio; Juan Suárez, Mayca Aguilera, Miguel Ángel Coleto –actual director de “Documentos RNE” y mi admirada Mónica (Mona) León Siminiani, que empezó en Radio 3, de RNE, y ahora brilla con luz propia en “Podium Podcast” y en la SER.
“Hoy por hoy, la crítica se realiza en los medios (salvo honrosas excepciones) con vértigo, prisa, sin pausa, sin poso y sin tregua"
Es cierto que la radio vive encadenada al periodismo, y que ha perdido la identidad que otrora mantuvo, relacionada más con la ficción y el entretenimiento –que la televisión le robó- que con la información. Pero poco suele decirse que, gracias a esa información, la radio se relanzó y logró sus más altas cotas de credibilidad y confianza. Hasta que llegó la información –con la Transición- la radio era un pasatiempo. A partir del despegue de la radio informativa, la radio, en general, gana enteros como nunca, y todavía vive de esas rentas. Ahora, por fortuna, el género de la ficción ha vuelto a encontrar acomodo en la radio, pero con otras narrativas, diferentes.
Javier Tolentino ha escrito un libro políticamente correcto. Reconoce que no pretende hacer historia, ni tampoco –añado- criticar a sus compañeros. No hay un atisbo de negatividad a quien haya bautizado con nombres y apellidos. El director de “El Séptimo Vicio”, de Radio 3, es pulcramente respetuoso con sus colegas. Y es más, si bien no destaca a quien lo hace mal, en cambio sí aplaude a quien considera digno de cita, como a nombres tan reconocidos como los de Manuel Martín Ferrand, Lalo Azcona, Felipe Mellizo, Clara Isabel Francia, Rosa María Mateo, Victoria Prego, Eduardo Sotillos, Luis Mariñas, Iñaki Gabilondo, Andrés Aberasturi…
Javier Tolentino ha escrito un libro políticamente correcto. Reconoce que no pretende hacer historia, ni tampoco –añado- criticar a sus compañeros. No hay un atisbo de negatividad a quien haya bautizado con nombres y apellidos. El director de “El Séptimo Vicio”, de Radio 3, es pulcramente respetuoso con sus colegas. Y es más, si bien no destaca a quien lo hace mal, en cambio sí aplaude a quien considera digno de cita, como a nombres tan reconocidos como los de Manuel Martín Ferrand, Lalo Azcona, Felipe Mellizo, Clara Isabel Francia, Rosa María Mateo, Victoria Prego, Eduardo Sotillos, Luis Mariñas, Iñaki Gabilondo, Andrés Aberasturi…
Imagen de Andrés Aberasturi, uno de los grandes nombres de RNE (Fotografía Verbalia.com, en esta entrevista) |
"Nos quieren hacer creer en los hombres orquesta que, gracias a ese aparato tan fascinante como es el ordenador, pueden realizar todo el trabajo solitos, en cualquier esquina de un café"
¿Qué ocurre con los consejeros de una empresa? Sobre su papel, también opina Tolentino: “Un consejo de gobierno activo debe hervir de actividad y debe transmitir motivación entre sus empleados. No puedo concebir la idea contraria que transmiten algunos consejeros de empresa que viven, al parecer, el hermoso sueño de un adelanto de su jubilación”. Habría que recordarle a Tolentino, aunque comparta su desiderátum, que los consejeros son hombres de empresa, y velan por el negocio. Sólo miran por la rentabilidad, que es un prisma que nos cuesta aplicar a los periodistas, más preocupados por los contenidos, pero tal y como está configurado nuestro sistema económico, no sólo debe haberlos, sino que resultan imprescindibles para garantizar la perdurabilidad de un medio de comunicación.
Este “Disculpen que les hable de la radio” presenta un sabor agridulce. Tolentino es un fervoroso radiofonista, que nació del periodismo, y evolucionó. Un enamorado de la radio, pero también del periodismo. Pueden –y deben- convivir en armonía. La radio, lo subrayo, y Tolentino también, estoy seguro, no es sólo información. También lo es. No es momento de recuperar las peleas siempre vehementes, y a menudo virulentas, que se mantuvieron en las redacciones de programas e informativos en los 70-80, y aún hoy se miran despectivamente los integrantes de uno y otro departamento; al contrario, es tiempo de reivindicar, como lidera Carlos Alsina a menudo, la fusión de ambos enfoques, la contaminación de ambas miradas. En realidad, un periodista, pasado por el tamiz de Programas, se convierte en un ‘radiofonista’. Y esto es lo que le ha ocurrido a Tolentino y, permítaseme, también a un servidor.
Tolentino es uno de los muchos apellidos de la Radio |
De ese mismo sabor agridulce, participa este último comentario de Javier Tolentino. “en la sociedad de hoy, este sistema está logrando convertirnos en héroes, en supervivientes de un sistema en el que a unos les quitan sus casas, a otros los despiden con cincuenta años y, aún peor, a otros los hacinan en campos de refugiados. Si bajamos ese listón, nos encontraremos con que a muchos de nosotros (…) nos están convirtiendo en hombres orquesta que, gracias a ese aparato tan fascinante como es el ordenador (…) nos hace creer la vana, perversa y falsa ilusión de que los trabajos (…) los podemos realizar solitos y en cualquier esquina de un café. Y así vemos cómo las empresas radiofónicas están reduciendo los equipos de trabajo hasta conseguir hacer programas diarios de radio (…) con una sola persona que realiza (todas) las funciones”. La radio del siglo XXI se ha empobrecido. Ha ganado en tecnología, y en precisión, en aportes técnicos, pero ha perdido talento, representado por los profesionales que, poco a poco, en silencio, han ido abandonando sus puestos de trabajo, que se han amortizado y, por fin, desaparecido: los realizadores, los montadores musicales, los responsables de discoteca, los guionistas, incluso los técnicos de continuidad y de exteriores en las emisoras pequeñas donde se impone el autocontrol…
“El reportaje es (…) probablemente el formato y la obra periodística que sintetiza y expresa la suma de todos los géneros”.
He disfrutado mucho con este “Disculpen que les hable de la radio”, escrito por mi buen amigo, y colega, Javier Tolentino pero, sinceramente, yo esperaba más. Esperaba encontrarme con reflexiones más comprometidas, con afirmaciones arriesgadas, al borde del precipicio. No hablo de críticas con nombre y apellidos. Tolentino sabe que la elegancia no está reñida con la contundencia, y él emplea de las dos en este libro. Pero, por lo general, el texto decide colocarse en el ámbito de lo amable. A menudo, también yo, llevado por el primer mandamiento que practico –el de ‘no molestar’- desemboco en reflexiones políticamente demasiado correctas. Y también me doy cuenta de que la radio necesita, a estas alturas, reflexiones más valientes, más comprometidas, más rompedoras, que terminen propinándole un buen revolcón. “La radio necesita una revolución total” –defiende, rotundo, Tolentino, en las primeras páginas de este libro-. Y sin embargo, no he visto claro el camino que propone para alcanzarla. Me quedo con las ganas, pero, de momento, esta primera entrega, ha merecido la pena.