El cortejo de Cope a Herrera
https://www.gorkazumeta.com/2017/06/el-cortejo-de-cope-herrera.html?m=0
El contrato del almeriense concluye en junio de 2018
Cope se ha vuelto "herreradependiente"
“En cinco años, la radio me pillará
dedicándome a lo único que sé hacer pero con otro ritmo vital.” Son palabras textuales de Carlos
Herrera, que me dedicó en una amable entrevista que tuve la oportunidad de
hacerle allá por el año 2013. Han transcurrido, a fecha de hoy, casi cuatro
años desde entonces. Pero en aquel momento estaba en Onda
Cero, y ahora su compromiso es con la Cope. Las circunstancias han
cambiado, aunque en el fondo continúa ocupándose de lo mismo: el prime time de una cadena de radio
nacional.
Tres años más tarde, y en esta misma web, ya en Cope,
Carlos me reiteraba su postura. Le preguntaba que Luis (del Olmo) se
había retirado hacía poco tiempo (y lo hizo en RNE, su primera gran casa, donde
nació “Protagonistas”), pero Iñaki
(Gabilondo) continuaba trabajando (y lo sigue haciendo), a pesar de que
ambos eran septuagenarios (Luis hoy ya ha pasado de década). Y Carlos, sincero
como siempre, me contestaba: “Sí, pero yo soy de otra pasta que ellos,
Gorka, quiero decir: yo soy capaz de irme a la playa”. Sin duda,
toda una declaración de intenciones. A Carlos Herrera le gusta el micrófono, la
radio ha sido su vida. Pero establece claras diferencias de actitud entre sus
compañeros del triunvirato de los ‘grandes comunicadores’ de la radio española.
Él sí es capaz de “desconectar”, y además le gusta hacerlo, ir a su aire.
Desaparecer una mañana de “Herrera en
Cope”, ceder los trastos a Paloma (Tortajada) y a Goyo (González)
y darse un garbeo por Galicia, o por Navarra, disfrutar de la gastronomía
lugareña, que le apasiona (y tuitea) y conversar con el paisanaje.
Aquí está el testimonio gráfico de que Carlos es capaz de irse a la playa, y desconectar (bueno, no del todo, porque esto lo tuiteó) |
La “herreradependencia” es pan para hoy y hambre para mañana. A la cigarra no le importa. Pero las hormigas temblarían nada más pensarlo
Por eso, su idea, a los 61 años, que están próximos, era ir recolocándose
en el programa, ir desapareciendo poco a poco de algunos tramos, y acaparando
más tiempo libre, y menos presión. Contrariamente a lo que muchos pueden
deducir de su forma de ser, y de buenvivir, Herrera es más “canario que búho”.
Le gusta madrugar y no le gusta tanto, aunque lo hace, trasnochar. No le supone
tanto esfuerzo como puede parecer despegarse de las sábanas. ¡Vamos! Que no es
un camastrón, como él mismo denomina
a los perezosos en “Herrera en Cope”.
“Pero no siempre sale lo que uno quiere”,
reconocía algo contrariado en una entrevista a El Mundo, el pasado mes de
abril. Esto añade tal vez prórroga en el tiempo, pero no un cambio de
actitud profundo. Carlos Herrera quiere irlo dejando, pero sin desaparecer del
todo. Seguir el camino de Pepe Domingo Castaño, pero con quince años
menos. La evolución del tiempo, y los compromisos, han ido modificando el
escenario. Pero con matices. Herrera comenzó afrontando seis horas de directo
todos los días, y esta temporada ha sumado una más, de 12:00 a 13:00 horas, en lo que en su día califiqué en esta web
de “fraude”, porque sus apariciones se reducían a su mínima expresión, las
justas e imprescindibles para dar continuidad al programa. En
realidad, esta fórmula no le desagrada a Carlos, porque ese tiempo de radio se
sigue ofreciendo bajo la marca “Herrera
en Cope” (la suya y la de la empresa en la que presta sus servicios) y el
compromiso con la antena es mucho menor, y los emolumentos los mismos. Según El
Español, Cope acordó con Herrera aumentar su tiempo
en antena en verano pasado, ante el éxito del espacio. Y el
almeriense aceptó.
Herrera en el estudio "Encarna Sánchez" de Cope, en una fotografía de Alberto Espada para la revista de la DGT |
En esa misma entrevista de El Mundo,
Herrera reconocía que todavía no había empezado la renegociación de su contrato
con Cope, que concluye en el verano de 2018. Le queda, por tanto,
firmada, otra temporada. Nada más. Y Cope quiere negociar cuanto
antes, a ser posible el plazo más largo, porque, desgraciadamente para ella, se
ha hecho “herreradependiente”. Las cifras logradas por Carlos Herrera son,
ciertamente, espectaculares (ver recuadro).
Pero este tiempo de bonanza tiene
fecha de caducidad. La negociación, por la que el director de “Herrera en Cope” reconoce no tener
prisa, porque “hay tiempo”, supone
para la cadena radiofónica de los obispos un escollo que hay que despejar
cuanto antes. De ahí la presión que están ejerciendo para lograr un acuerdo,
que permita afrontar el futuro inmediato sin incertidumbres, ni propias de Cope,
ni del mercado. Y ahí se sabe fuerte Carlos, se sabe necesario. Imprescindible
no hay nadie, pero sí que la figura de Herrera se ha revelado como estratégicamente
muy necesaria. ¿Quién tiene la sartén por el mango en esta negociación? Está
claro, el desnivel es evidente. Y me temo, y no me arriesgo, que Carlos Herrera
va a seguir, en el acuerdo, el mismo sendero marcado por Iñaki Gabilondo:
negociar más tiempo que dinero. Porque, conforme avanza la vida, y los
trompicones se agolpan, la salud se quiebra y el estrés se acumula, el tiempo
libre se valora mucho más. Y eso que el donostiarra demuestra su dependencia exagerada
del trabajo, pero también su agradecimiento porque, como le he oído decir en
varias oportunidades: “todavía me siguen
llamando”, y en eso Iñaki siempre ha sido muy cumplidor.
Publicidad de Cope con Herrera |
El ‘milagro de los panes y los peces’ de Herrera
Desde que Carlos Herrera llegó a Cope, en septiembre de 2015, todo
ha sido un camino de superaciones. La cadena radiofónica de los obispos mejoró
en un 10,5 por ciento sus ingresos, sobre el 7,8 por ciento con que cerró el
mercado ese año. Al año siguiente, y pese al mínimo crecimiento del sector, del
0,8 por ciento, la cadena aumentó sus ingresos en un 16 por ciento. No sólo las
cifras eran buenas, magníficas; es que la presencia de Herrera devolvió a la
emisora a beneficios, por primera vez en siete años.
En el comienzo de 2017, tal y como recoge El Español, Cope ha aumentado en
dos millones sus ingresos, 8 por ciento más, y tres puntos por
encima del mercado. En lo que se refiere a las audiencias, el almeriense logró
un auténtico hito al casi duplicar los datos de la mañana de Cope
en cuatro meses, hasta llegar a los dos millones de oyentes. Era la primera vez
que el EGM, en una sola oleada, certificó un trasvase de oyentes tan
contundente.
La llegada de Carlos Herrera a las mañanas de la cadena de los obispos
ha disparado el llamado “efecto Herrera”,
que se ha extendido, como un manto, por todo el resto de la parrilla. La suma
de los buenos resultados de los deportes también ha reforzado la posición de Cope,
que aumentó su audiencia desde los 1,8
millones en verano de 2015 hasta los actuales 2,8 millones de oyentes
registrados en abril. Con Herrera, los obispos han recuperado el segundo lugar
de las audiencias y de la tarta publicitaria del sector. Pero siguen aspirando
a la primera porción, la más suculenta.
La dependencia de Cope es peligrosa. Es cierto que el presente es halagüeño, y
que, en el corto plazo de un año, o dos, Herrera va a seguir estando al frente
de las mañanas de la cadena de los obispos. Pero, en el hipotético caso, muy
complicado, de que Cope superara a la SER, objetivo permanente en el
horizonte, ¿cuántas temporadas más sostendría Herrera el pabellón? ¿Finalmente,
van a obligar a Carlos Herrera a prolongar su compromiso con Cope
más allá de los 63-65 años, y obligarle a desdecirse de sus propias palabras,
manifestadas en reiteradas ocasiones, desde el convencimiento personal? No
podemos obviar un hecho, por otra parte, que considero deliberado, y es que la
posición avanzada por el periodista almeriense, reiterada en cada entrevista,
no deja de ser un ‘aviso a navegantes’, para indicarles que “él sí se sabe ir a
la playa” y comerse sus paellas. De
hecho, el propio Herrera reconoció, al firmar con Cope, que se trataba de su último
gran contrato. Nuevo aviso a quien quiera entenderlo.
¿Quién tiene la sartén por el mango en esta negociación? Está claro, el desnivel es evidente
Este 2017 nos ha regalado momentos inimaginables, como el regreso de José
María García a la SER -invitado en este caso por Javier
del Pino- y la visita de Iñaki Gabilondo a Cope -invitado por Carlos
Herrera en el ‘Día Mundial de la Radio’-.
¡Menudas dos imágenes! Y eso que la carrera del donostiarra comenzó,
precisamente, en Radio Popular de San Sebastián, y lo dejaron escapar. Sin
embargo, los tiempos son otros, y en el mercado ya no están disponibles ni García
ni Gabilondo, auténticos animales de radio, volcados en el periodismo y en su
compromiso, personal y profesional, con su empresa. Cope
no ha contratado a Gabilondo, incombustible misionero de la radio, sino a
Herrera, sin duda otro animal de radio, pero, ante todo, ‘animal de la vida’,
un avanzado alumno de filosofía hedonista, que trabaja para vivir, y rehúye
expresamente el camino inverso.
Esa ‘herrerodependencia” de Cope la debilita a medio-largo
plazo. Las apuestas en radio exigen continuidad, además de talento, claro. Haría
bien la cadena de los obispos en trabajar el I+D, y en potenciar su cantera,
que la tiene. Lo más fácil es contratar profesionales, a modo de mercenarios tirando de chequera; lo difícil
es potenciar el talento propio y, con ello, motivar al personal de la empresa construyendo
un auténtico equipo. La llegada de Herrera a las mañanas de Cope,
muy esperada, desligó a Javi Nieves de la generalista, lo que considero
un grave error de estrategia a medio-largo plazo. Nieves es uno de los valores
seguros del Grupo Cope, pero que, como todos, requiere rodaje. El de Cadena
100 ya lo tiene hecho, demostrado y con matrícula de honor, igual
que Mar Amate. Es tiempo de miradas a medio-largo plazo y de
renovaciones. Y de apuestas. Que pueden
salir mal, o bien. Pero quien no arriesga, no gana.
Cope
vive un buen momento. “Tiempo de Juego”
ha superado, oficialmente, a “Carrusel
Deportivo”, siete años después de la llegada del equipo de deportes de la SER
a Alfonso XI. No es mérito de Cope, con perdón. Es mérito de
la chequera y de una bronca descomunal, e incomprensible para muchos, que terminó con Paco
González en la calle. Igual que la presencia de Carlos Herrera. Estaba cómodo
en Onda
Cero, hasta que dejó de estarlo. Y se planteó el cambio de aires. Cope
llevaba mucho tiempo esperando que maltrataran
a Carlos en Atresmedia.
Carlos Herrera y su selfie con parte del equipo de "Herrera en Cope" |
La “herreradependencia” es pan para hoy y hambre para mañana. A la
cigarra no le importa. Pero las hormigas temblarían nada más pensarlo. La Cope
no puede depender de una única baraja, por muy bien que se juegue al mus con ella. Buenos órdagos hay pocos en la vida.