Postcast: La voz humana de la radio
https://www.gorkazumeta.com/2017/05/postcast-la-voz-humana-de-la-radio.html?m=0
Pedro Blanco (Cadena SER), una voz con firma
Los profesionales de la radio deben ser más personas que nunca
No creo que exista ningún colega que no tenga miedo ante la posibilidad, cierta, de que un ordenador, a través de una mejorada App de producción y sintetización de voz humana, llegue a sustituir a un profesional ante el micrófono de una radio. Me temo -y negarlo es practicar la política del avestruz- que lograr una voz humana sintetizada, cercana a la perfección, es sólo cuestión de tiempo. Los avances en este campo son innegables, y evidentes. Quien nos informa en un aeropuerto a través de la megafonía, por ejemplo, es un ordenador, y todavía hay quien cree que es una persona.
Pedro Blanco es una de las voces inconfundibles de la Cadena SER (Fotografía CadenaSER.com) |
Mi capacidad de sorpresa no tiene límites, ni pretendo imponérselos. Pero, hoy por hoy, reivindico la radio bien hecha, por profesionales con voces educadas y entrenadas, bien aplicadas a los términos de la narración que difunden. Voces correspondientes al discurso, coherentes. Humanas
Insisto, la investigación continúa, y los avances, y aportaciones, son constantes. El propio @Alvy añade: “según dicen, además de generar una voz más clara y natural también puede usarse para generar muchas voces distintas sin extraordinario esfuerzo o incluso, a cierto nivel, directamente música. Las demostraciones que hay hasta el momento no son muy numerosas, ni largas, pero hay que reconocer que suenan prometedoras”.
¿Prometedoras? ¿A qué aspiramos? En definitiva, a que de nuevo un ordenador sustituya a una persona, en esta ocasión a través de algo, tan marcadamente personal, como la voz humana. De nuevo las máquinas completarán un hueco, una necesidad, y de nuevo un ordenador realizará la labor que corresponde realizar a una persona. Pero no pretendo negar con mis argumentos los avances de la ciencia, y el tan cacareado, pero necesario, progreso. Pretendo subrayar que la voz humana no es solo timbre. Es, ante todo, sentimiento, emoción. Y la radio sabe mucho de esto.
Volviendo al ejemplo del aeropuerto, en este contexto una máquina, que produce una voz de timbre agradable, eufónica, es absolutamente procedente para cumplir con esta función, puramente informativa, desprovista de más matices que la voz humana es capaz de transmitir. Pero en este contexto no es necesario.
La radio es un contexto radicalmente diferente. La radio necesita voces personales, voces que trabajen los matices, los tonos, las flexiones; en definitiva, que aporten todo un muestrario de emociones a través de las cuerdas vocales, en permanente conexión con el cerebro.
El podcast que aporto en esta ocasión, para apoyar mis afirmaciones, y también mis miedos, está firmado por Pedro Blanco, subdirector de ‘Hora 25’, en la Cadena SER. Blanco nos regaló un momento especial con ocasión de un hecho luctuoso: la muerte del cantante Leonard Cohen, ocurrida a finales del año pasado
Dudo que esto lo logre un ordenador. Y si lo logra, lo temeré. Lo dudo porque un ordenador carece de sentimientos (hasta ahora…). A pesar de que el cine nos ha demostrado en más de uno o dos títulos (y estoy pensando en esa mítica cinta de Ridley Scott, “Blade Runner”) que eso es posible, los sentimientos constituyen la esencia del propio ser humano y estos son difíciles, por no decir imposibles, de traducir en un frío código binario.
No obstante, mi capacidad de sorpresa no tiene límites, ni pretendo imponérselos. Pero, hoy por hoy, reivindico la radio bien hecha, por profesionales con voces educadas y entrenadas, bien aplicadas a los términos de la narración que difunden. Voces correspondientes al discurso, coherentes. Humanas.
Un ordenador no es una persona, y mucho menos un profesional de la radio. Pero más de un empresario estará leyendo estas líneas pensando en la posibilidad mediata de contar con una tecnología que le permita sintetizar las voces de Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo, Carlos Herrera, o Jesús Quintero y que pueda disponer una redacción con profesionales junior, de bajo coste, que se limiten a escribir los textos, mientras que de la antena se encarguen los ordenadores con las voces de los profesionales citados. Esto, que puede parecer un escenario de ciencia ficción, no está tan lejano.
Solo espero que alguien que entienda un poco de radio, solo un poco, pare los pies al ejecutivo de turno ante semejante tropelía, porque, de aplicarse esta tecnología, la radio habrá muerto, se habrá disipado, porque habrá perdido el sentimiento y la emoción. Su esencia innegablemente humana.
El podcast que aporto en esta ocasión, para apoyar mis afirmaciones, y también mis miedos, está firmado por Pedro Blanco, subdirector de ‘Hora 25’, en la Cadena SER. Blanco nos regaló un momento especial con ocasión de un hecho luctuoso: la muerte del cantante Leonard Cohen, ocurrida a finales del año pasado.
En definitiva, los profesionales de la radio deben ser más personas que nunca. Es más o menos fácil leer ante un micrófono, darle la entonación correcta, ser claro, manejar los diferentes ritmos que requiere una lectura, alternarlos, pero lo difícil -el mayor reto para un profesional- es trasladar su autenticidad, su honestidad, a través de su voz, a los oyentes.
En definitiva, los profesionales de la radio deben ser más personas que nunca. Es más o menos fácil leer ante un micrófono, darle la entonación correcta, ser claro, manejar los diferentes ritmos que requiere una lectura, alternarlos, pero lo difícil -el mayor reto para un profesional- es trasladar su autenticidad, su honestidad, a través de su voz, a los oyentes.
El periodista, el locutor, debe modular y moldear su voz, y el tono del que se haga acompañar, al contenido, sin exageraciones o impostaciones gratuitas. Debe alegrarse, y hasta sorprenderse, con contenidos, por ejemplo, amables y debe mostrar su preocupación e incluso malestar ante acontecimientos que narre, provocados por la mala suerte o por la violencia ejercida por el propio ser humano.
Y esto, quiero pensar, los ordenadores no podrán lograrlo nunca, con la eficacia, la sinceridad y la humanidad que desprende un profesional, frente a la frialdad manipulada de una máquina. No sé hasta cuándo…