Luis Fernando de Prada: La radio y la Semana Santa
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Director de Radio María
La radio nos recuerda lo que durante siglos ha marcado nuestra historia y cultura
Constituye un honor para esta web dedicada a la radio contar con la firma de Luis Fernando de Prada, director de Radio María, en la Semana Santa. Agradecemos sobremanera que el máximo responsable de esta cadena de radio, tan extendida por todo el mundo, haya aceptado nuestra invitación, teniendo en cuenta además el escaso margen con que le hemos avisado para comparecer en esta tribuna. La radio tiene muchas caras, todas coincidentes, en una primerísima fase, en servir de compañía, y apoyo, al oyente. Especialmente en días en los que se siente solo. La Semana Santa es un momento difícil para los cristianos, y la radio -una vez más- está presente en esta renovada circunstancia anual en la que, como afirma el padre de Prada, "creyentes y no creyentes sentimos el misterio del dolor, la injusticia o la muerte"
El padre Luis Fernando de Prada, director de Radio María |
Cuando un niño debe atravesar
de noche un lugar oscuro y desconocido, siente miedo, aunque le demuestren mil
veces que no hay allí nada peligroso. No teme por nada determinado, sino que
experimenta oscuramente el aspecto trágico de la existencia, y muy especialmente,
la soledad. Solo una voz humana podría consolarle, solo la mano de una persona
cariñosa podría alejar esa angustia que le asalta. Existe una angustia, la que
radica en lo más íntimo de nuestra soledad, que no puede ser superada por la
razón, sino exclusivamente por la presencia de una
persona amiga, porque dicha angustia es la tragedia de nuestra soledad última.
"La radio está llamada a compartir esa esperanza, aquella que los cristianos creemos hecha realidad en la Resurrección de Jesucristo"
Me encuentro estas ideas en
una reflexión que escribió hace años quien llegaría a ser el papa Benedicto
XVI. J. Ratzinger añadía: “¿Quién no ha experimentado en algún momento el
milagro que supone una palabra cariñosa en dicha circunstancia?”
Al leer esto, pienso en
tantas personas a las que llega esa palabra cariñosa a través de la radio, que
hace cercana al oyente la comunicación de otro ser humano que vive las alegrías
y tristezas, dramas y esperanzas, de la aventura humana. ¿Y qué mejor compañía
para la soledad que la de aquel crucificado en Jerusalén, acompañado por su
madre dolorosa? Un drama humano que, del pesebre de Belén a la cruz del
Calvario, de la muerte a la resurrección, de la Inmaculada a la Dolorosa, ha
suscitado en la historia signos e imágenes, música y poesía, pintura y cine,
fiestas y cofradías, la Semana Santa de Andalucía o la de Castilla.
Creyentes y no creyentes nos
hacemos un poco niños en Navidad. Creyentes y no creyentes sentimos el misterio
del dolor, la injusticia y la muerte en Semana Santa. A creyentes y no
creyentes hace bien la radio cuando les acerca lo que durante siglos ha marcado
nuestra historia y cultura. Creyentes y no creyentes coincidimos con Gabriel
Marcel en que “amar a una persona es decirle: Tú no morirás”. Todos nos
sentimos alguna vez como la Virgen de las Angustias ante la muerte de su hijo,
y todos quisiéramos vivir en la Esperanza de la Macarena.
De Prada es el máximo responsable de Radio María en España |
El sectarismo de unos pocos,
¿hará que se dejen de oír en los medios de comunicación saetas y oraciones,
llantos y aleluyas, negaciones y perdones? Habría llegado entonces el infierno
de la soledad última, el que anunció Nietzsche cuando gritó: “¡Dios ha muerto!
Y nosotros lo hemos asesinado. ¿No vamos como errantes a través de una nada
infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace ahora más frío que
antes?”
Pero un compatriota del
filósofo alemán escribió un siglo después: “En la última noche, en la que todos
somos como niños abandonados que lloran, resuena una palabra que nos llama. El
infierno ha sido superado desde que el amor se introdujo en las regiones de la
muerte, habitando en la tierra de nadie de la soledad; desde entonces, existe
la vida en medio de la muerte” (J. Ratzinger).
La radio está llamada a
compartir esa esperanza, aquella que los cristianos creemos hecha realidad en
la Resurrección de Jesucristo.
Que siga muchos años transmitiendo el amor de una Madre que tanto nos ha amado, que nos ha entregado a su propio Hijo.
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