La paradoja en la que vive la radio respecto de la comunicación
https://www.gorkazumeta.com/2017/03/la-paradoja-en-la-que-vive-la-radio.html?m=0
Tenemos una radio que acompaña más que comunica
Los niveles de eficacia de la radio
- El editor de esta web, Gorka Zumeta, firma invitada en DirCOMfidencial
Al aceptar gustoso la amable invitación de DirComfidencial.com, me he planteado abordar un asunto que pone de manifiesto hasta qué punto los mundos de la comunicación y la radio van de la mano. Son realidades conexas. E inseparables. Pero también muy distantes. La paradoja forma parte de la propia esencia del medio.
Los enfermos son de lo más agradecidos a la hora de sentirse arropados por la radio |
La radio no comunica siempre. La radio, las más de las veces, se oye; no se escucha. Y, por tanto, no alcanza la efectividad perseguida de comunicar. La radio acompaña. Actúa como nuestra escolta, siempre detrás, siempre cerca, siempre apoyando. Hay quien incluso, nada más llegar a casa, y encender la luz, lo siguiente que hace es encender la radio, para no estar solo. Para sentirse arropado. En todo este proceso, no hay siempre comunicación. Pero sí apoyo.
Ningún otro medio, ni la prensa, ni la televisión, ni el cine, cumple con esta finalidad -la de apoyar- con la eficacia con que lo consigue la radio. Podría decirse que la radio, además de informar, formar y entretener, por esta condición añadida, pero creo consustancial a la propia calidez que desprende, también cumple con una inapreciable labor social, no siempre valorada.
Ningún otro medio, ni la prensa, ni la televisión, ni el cine, cumple con esta finalidad -la de apoyar- con la eficacia con que lo consigue la radio. Podría decirse que la radio, además de informar, formar y entretener, por esta condición añadida, pero creo consustancial a la propia calidez que desprende, también cumple con una inapreciable labor social, no siempre valorada.
Hay 15.230.000 españoles que no escuchan nunca la radio, o lo hacen esporádicamente
En este caso, comunicar pasa a segundo plano, desde el punto de vista del oyente; pero la radio debe aspirar a más. Su aspiración debe ser alcanzar la excelencia de sus mensajes y comunicar constantemente. Transformar oyentes en “escuchantes”, como ha rescatado del diccionario de la RAE la periodista de RNE Pepa Fernández; o sea, “prestando atención a lo que se oye”. Y éste sí constituye un reto para el profesional que trabaja en radio ocho horas diarias, y habla ante el micrófono unos pocos minutos, si pertenece a informativos. La ratio de horas invertidas y de exposición en la antena es, en este caso, claramente deficitaria y desde luego muy poco rentable. Pero ¡hay que sacarle chispas…!
Un periodista que elige la radio para trabajar debe saber que la mayor parte de su tiempo se invertirá en acompañar al oyente. Pero en su prurito interior, no puede resignarse a cumplir sólo esta función, por muy loable que sea. La radio no está hecha para ser acompañante de fondo; sino para comunicar. La auténtica razón de ser de la radio está en relación directa con la función de comunicar; es decir, “convertir algo en común a todos, compartir información”.
Por desgracia, la rutina, la falta de recursos, la precariedad laboral, la falta de experiencia y de oficio, la ausencia de ideas y de creatividad están inoculando un virus en la radio española que no logra superar. Como afirmaba el profesor Ángel Faus, catedrático emérito de radio de la Universidad de Navarra, “hace 40 años, creamos una radio a la medida de la sociedad de la transición; fue un éxito enorme. Esa es la radio que se sigue haciendo hoy y es un error”. La radio del siglo XXI sigue viviendo de las rentas de la del siglo XX. No se renueva, porque, o bien no es capaz, ni sabe hacerlo; o bien no quiere hacerlo, porque las ganancias todavía le son favorables, y pensar sólo en el cambio aterroriza a la industria.
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Un periodista que elige la radio para trabajar debe saber que la mayor parte de su tiempo se invertirá en acompañar al oyente. Pero en su prurito interior, no puede resignarse a cumplir sólo esta función, por muy loable que sea. La radio no está hecha para ser acompañante de fondo; sino para comunicar. La auténtica razón de ser de la radio está en relación directa con la función de comunicar; es decir, “convertir algo en común a todos, compartir información”.
Por desgracia, la rutina, la falta de recursos, la precariedad laboral, la falta de experiencia y de oficio, la ausencia de ideas y de creatividad están inoculando un virus en la radio española que no logra superar. Como afirmaba el profesor Ángel Faus, catedrático emérito de radio de la Universidad de Navarra, “hace 40 años, creamos una radio a la medida de la sociedad de la transición; fue un éxito enorme. Esa es la radio que se sigue haciendo hoy y es un error”. La radio del siglo XXI sigue viviendo de las rentas de la del siglo XX. No se renueva, porque, o bien no es capaz, ni sabe hacerlo; o bien no quiere hacerlo, porque las ganancias todavía le son favorables, y pensar sólo en el cambio aterroriza a la industria.
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