La demolición de la radio, por Rafael Cerro
https://www.gorkazumeta.com/2017/03/la-demolicion-de-la-radio.html?m=0
“Ha muerto el ‘lo ha dicho la radio’”
- “La mayoría de los periodistas hizo en su día lo mismo que la mayor parte de los juristas, entregarse a los políticos”
- “Para periodista, en España, sirve cualquiera”
XyZDiario.com.
Rafael Cerro. 27 de marzo de 2017. La misma redactora ha dicho esta semana,
a través de la antena de la radio, “El
bresit” y “El jades”. Ella estaba
leyendo un titular que rezaba correctamente “El Hades”, pero no tiene la menor idea de que la hache sea muda en
español. Ni de que exista esta manera de denominar al Infierno, por supuesto.
Las palabras están en los libros, pero nosotros no estamos en los libros, sino
en el fútbol. La misma señora dice que Alicia
Giménez Bartlett ha escrito ‘La
dama del crimen’, cuando eso no es un título, sino su
apodo. Cuando entrevistas bien, el entrevistado suele mostrar sorpresa y
hasta darte las gracias. Todo es el resultado de nuestra inveterada costumbre
de enchufar a la gente en las redacciones en lugar de llevar a cabo pruebas de
aptitud. Simplemente con comprobar si los nuevos muestran alguna cultura, y si
saben escribir y hablar al menos correctamente, la radio no se moriría como
está haciendo. Algunos compañeros dicen que “A los chicos de ahora no les gusta la radio”. No les gusta… la
que hacemos. Ni a mí.
Eso, en cuanto al desempeño
técnico profesional. En cuanto a la ética, la mayoría de los periodistas hizo
en su día lo mismo que la mayor parte de los juristas, entregarse a los
políticos, y ahora ambos colectivos han perdido el prestigio de hace tres
décadas. Nosotros gritamos en tertulias que rechazan las opiniones moderadas
porque los extremismos venden más. De hecho, la sensatez no es televisual, no
pega ni con cola con la pequeña pantalla. Alguna vez me han aconsejado en la
tele que hiciera menos ironía y que intentase un humor más grueso. Antes,
prefiero no ir. Profesionales que se han especializado en polemizar
maleducadamente siempre con el mismo contertulio y, al acabar el espacio,
seguramente se van de cañas con él. Son parejas como el Gordo y el Flaco, pero sin gracia. El humor grueso difícilmente
lo es, pues resulta contrario a la inteligencia. La frase “La tele también tiene cosas buenas” es una estupidez grosera. Por
obvia, porque es evidente que también las tiene. Por superficial, porque el
problema de la programación televisual está en los porcentajes: en cuántos
minutos de heces hay que deglutir para encontrar uno nutritivo. Lo poco bueno
que sale del televisor viene rodeado de una guarnición de detritos que ocupa
mucho más tiempo. Todos están muy ofendidos con Tele 5 por emitir metano, pero
nadie le pide a la población española explicaciones por haber convertido ese
canal en el más visto y próspero.
La consigna del día para algunas
de esas tertulias llega a casa de los periodistas en forma de correo
electrónico. La ética muere ahí y el desempeño profesional comienza en el mal
uso de nuestra principal herramienta: el lenguaje. Ya no hacemos concordar
sujeto y predicado, ni sabemos construir ordinales, de modo que decimos “La treinta edición” en lugar de la
trigésima. No escribimos mejor que la gente que no se dedica profesionalmente a
esto; no competimos con los blogueros aficionados. Lo último que hace falta
para publicar un libro en España es saber redactar. Publicas sin problema si la
gente te conoce porque has vomitado muchas veces por la tele. Los escribidores
cobramos poco; por hora, normalmente mucho menos que nuestra empleada de hogar.
Pero hacemos todavía menos: copiar de Internet y pegar. Esa indolencia nuestra
multiplica la difusión de sandeces que deberían haberse quedado en simples
errores inéditos de la fuente.
El autor de esta reflexión |
En su día, imperó y resonó aquí
el impresionante apotegma “Lo ha dicho la
radio”. Quería decir que algo era una verdad contrastada y jamás se aplicó
a la televisión. Lo que decía la radio era verdad. El principio murió
precisamente porque los periodistas tomamos el medio en su día, desplazando a
los radiofonistas. El periodismo, como la judicatura, es una metástasis de la
política. Nuestra falta de preparación y de esfuerzo ha hecho envejecer
prematuramente una radio que sigue emitiendo programas concebidos en los años
ochenta. Por eso, casi no hay relevo. Por eso y porque los mejores no están
dando clase en las facultades de comunicación. A los maestros les está ocurriendo
algo parecido a lo nuestro: lo preocupante ya no son las faltas de ortografía
de los alumnos, sino las de los profesores. Esos que luego se excusan con la
trampa semántica de que un mayor es también un anciano, pero que jamás dirían “más menor”. España entiende,
sencillamente, que para periodista sirve cualquiera.
Las carencias de la mayor parte
de los comunicadores son muchas. Sucumben a la corrección política y escriben “niños y niñas”. Le llaman Oriente Medio
a Israel porque no saben que eso para nosotros es Oriente Próximo. Ignoran que
el giro es yanqui y que, para los estadounidenses, Oriente Próximo somos
nosotros. Los medios informan sobre la carpeta de previsiones del día,
permitiendo que los políticos dirijan su agenda. La sociedad española terminará
pagando muy caro haber prescindido de los periodistas formados y bien pagados.
Hoy casi no hay en las redacciones personas en las que los chicos de prácticas
puedan fijarse. Un día no habrá aquí nadie capacitado para investigar a
los pujoles ni a los urdangarines. Ni que sepa
redactar correctamente después lo que descubra. Es el suicidio de una
democracia.
Fantástico artículo! Siempre es un placer leer reflexiones tan inteligentes y bien escritas.
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