Martín Llade: “A la radio le toca estar viva. Spotify no puede”
https://www.gorkazumeta.com/2017/01/martin-llade-la-radio-le-toca-estar.html
Entrevista a Martín Llade,
director de “Sinfonía de la mañana”,
en Radio Clásica (y II)
“La presencia de los oyentes ha sido una sorpresa. En mi caso, ha redefinido el concepto de radio que hacía a esas horas de la mañana”
- “Uno de los más hermosos placeres que experimentado como comunicador es que, oyentes que me han criticado, con el tiempo se han convertido en seguidores”
- “Sinfonía de la mañana” es como un viaje que no sabes a dónde te llevará. Eso es lo que pretendo que sea todas las mañanas mi programa”
- “A mí la música que se escucha ahora mismo me aburre soberanamente. No me dice nada”
- “No se puede contentar a todo el mundo. ¡Ni se debe! Si haces eso, acabarás por no ser sincero con nadie, contigo el primero”
- “La radio para mí es un sueño hecho realidad. Quiero seguir soñándolo sin despertar mucho tiempo”
Magnífica fotografía de Ángel Navarrete, para el diario 'El Mundo', que ilustraba una entrevista de Luis Alberto Álvarez, en la que se ve a un Martín Llade absolutamente enloquecido por los efectos de la música clásica |
Continúa…
-Imagino que te habrán llegado opiniones
para todos los gustos de cómo ha sentado el cambio de orientación de
Radio Clásica. La mayoría han sido positivos. De hecho, tú recurres a ellos en
el programa, para demostrar que no hay unanimidad en la aceptación de tu forma
de hacer radio… Por eso te pido un comentario a un par de las reacciones de los
oyentes.
Reacción 1: “Han pegado un
vuelco que no la reconoce ni la madre que la parió”.
-No la conocía. Eso es de Alfonso
Guerra, ¿no? De todos modos, hemos cambiado en algunos aspectos. Pero en
otros, no tanto: hay programas que siguen muy de cerca la senda de la Radio
Clásica de siempre, que a mí también me gusta mucho. Quienes nos critican en
ese sentido, creo que no escudriñan a fondo en la programación. Hay espacios
para todos los gustos y colores. Lo que no vamos a hacer es lo mismo todo el
día. Y además, cada tramo de la jornada tiene su ritmo y sus músicas ideales.
Llade con Ángel Carmona, otro Premio Ondas, en este caso de 2015, compañero de Radio 3 (RNE) |
Reacción 2: “Es duro empezar
el día con Motörhead, pero trágico hacerlo con Mozart en plan 40 principales”
-¿40 principales? ¿No será que ha sintonizado los 40 y por casualidad
estaban emitiendo Mozart en ese momento y ha pensado que éramos nosotros? No
creo que mi tono desenfadado se asimile, ni de lejos, al "¿Qué pasa,
troncos?". Sencillamente, no hablo al vacío, ni tampoco como si no
tuviera sangre en las venas. Sencillamente, me dirijo a las personas que están
ahí. No dejo de tratarles de "usted" y les explico qué hemos
escuchado y quién lo interpretaba. Pero también por qué se escribió o los
sentimientos que provoca en mí. Quizás haya personas a las que eso no les
interese. Pero no deja de ser una labor de compartir, vivir algo a la vez que
otras personas a las que les gusta también. Una comunión sensorial. Como
las que experimentan tres o cuatro personas que se reúnen en un salón a
escuchar un mismo disco, sea del género que sea. Y, por cierto, quisiera
resaltar que lo que es duro de veras es empezar el día con una actitud
negativa de "esto no me va a gustar, hagan lo que hagan". Uno
de los más hermosos placeres que experimentado como comunicador es que, oyentes
que me han criticado, con el tiempo se hayan convertido en aficionados. Eso
puede equivaler a dos cosas: o me los he ganado, o, por el contrario, ellos me
han ganado a mí. O una combinación de ambas. Yo procuro aprender de todos los
mensajes que recibo.
-¿Eres consciente de que has
roto radicalmente la imagen de la Radio 2 de toda la vida, que se
transformó con los años en Radio Clásica, al dedicar un programa a Los
Panchos o al folklore latinoamericano?
Para muchos oyentes era como atentar contra Radio Clásica…
-Pero sorprendentemente, muchos
de esos oyentes que vibran con Beethoven o Mozart, también lo hacen con Los
Panchos. La estética será distinta, pero es la misma cuerda de la sensibilidad
la que se ha pulsado. Por supuesto, como música, la ciencia de una sinfonía es
insuperable, pero hay canciones de ese repertorio latinoamericano que no tienen
nada que envidiarle a Schubert. Hay cosas que no son música clásica, pero su
categoría de "clásicos" las hace bienvenidas en "Sinfonía de la mañana". Ahora bien,
no soy el único que hago esto, ni tampoco el primero. Mikaela Vergara presentó el programa "América mágica" durante muchos años y ya abordaba aspectos
así. También son muy eclécticos Jon
Bandrés en "La hora azul"
o Pedro Antonio de Tomás.
Martín Llade y el realizador Manolo Téllez |
-Tienes muchas aficiones, aparte del periodismo y la música, el cine,
la historia, la filosofía, la cultura grecolatina, reconoces que tu pasión es
el ‘periodismo’, pero tu auténtica vocación es la literatura, y te gustaría
dedicarte a escribir a tiempo completo. En este sentido, ¿la radio es lo más parecido a un libro?
-No lo había pensado así. Más que un libro es un viaje que no sabes a dónde
te llevará. Eso es lo que quiero yo que sea todas las mañanas mi programa
cuando lo empiezo.
-¿La música clásica no tiene
por qué ser aburrida?
-Depende de para quién. A mí la
música que se escucha ahora mismo me aburre soberanamente. No me dice nada. La
música clásica tiene, además de su carga histórica, su búsqueda sin paliativos
de la belleza, y su constante redefinición de ese concepto a lo largo de los
tiempos. La música que triunfa hoy es repetitiva, banal y de nula originalidad.
¿Qué dicen las letras, "I love you
but you don't love me"?
-Estás rompiendo otra vez, Martín, muchos esquemas…
-Es que, Gorka, en realidad, y
desde el punto de vista musical, es la misma fórmula trillada una y otra vez, a
la que se le cambia la letra. No digo que no haya músicos buenos en el pop y
otros estilos, pero a esos, por lo general, no los encontrarás sonando a todas
horas en la radio, ni tampoco llenando estadios. He repetido muchas veces este
ejemplo pero vuelvo sobre él.
-¡Adelante!
-Vendrá la historia con su mopa y
borrará todas las canciones que ahora no paran de sonar. Los que están en lo
más alto de las listas de ventas no serán más que anécdotas dentro de cien
años. Pero se venerará de igual manera los nombres de Mozart, Bach y Beethoven.
¿Quién es el aburrido, el que brinda un producto de usar y tirar, diseñado
fríamente por los laboratorios de las multinacionales, del cual no se acordará
nadie nunca más en unos años, o aquel que no morirá nunca? El fallo no está en
la obra de arte, sino en los ojos que no quieren percibirla en su verdadera
dimensión. Sé que es costumbre entre muchos denostar la clásica tratándola
de pedante, aburrida e interminable. Pero creo que en el fondo, cualquier
persona que ame la música, podría apreciar ésta en un contexto apropiado. Otra
cosa es que esta sociedad de la prisa asfixiante no le permita pararse a ello.
Uno de los grandes momentos de Martín Llade en 2016: la recogida del Premio Ondas de Radio, junto a Manolo Téllez |
-Es un argumento demoledor, pero repleto de razón. ¿Es verdad que los
oyentes te fueron dando las claves,
tanto en “Todas las mañanas del mundo”, como en “Sinfonía de la
mañana”… Gracias a ellos, ¿fuiste perfilando ambos programas? De hecho,
llegaste a los ‘relatos’ sin darte cuenta, tengo entendido…
-Sí, no fue pensado. Los relatos
empezaron de casualidad, como una cosa pequeñita, de apenas dos o tres minutos.
Fue el interés suscitado en los oyentes, que lo manifestaron a través de las
redes sociales, el que me hizo profundizar en el tema y de repente todo empezó
a crecer. Doce o trece minutos de relato, programas dedicados casi íntegramente
a su contenido... En fin, toda esa presencia de los oyentes ha sido una
sorpresa. Ha redefinido el concepto de la radio que yo hacía a esas horas de la
mañana. Quizás antes fuera más íntima, pero ahora es más vívida. Además, ellos
traspasaron incluso las barreras y han propiciado varios encuentros, a los que
he acudido, muy feliz, junto al realizador Manolo
Téllez. Debo todo a los oyentes. Ellos son los que han acabado dando forma
al programa. Les pertenece. Empecé haciendo algo muy distinto, pero sin
falsilla, para que pudiera, llegado el caso, adaptarse a lo que el entorno
fuera sugiriendo. Y así ha sido.
-Y este año, sin enterarte, sorprendido, te conceden un Premio Ondas… “A los de Radio
Clásica no nos pasan estas cosas” -dices al recogerlo-. ¿Eso quiere decir
que han cambiado las cosas?
Un selfie de Llade en la ceremonia de los Ondas |
-Pues algo han cambiado, sin duda. De lo cual no puedo estar más
contento. Hasta el momento en que recibí la noticia no concebía nada semejante.
Un oyente me dijo una semana antes que me iba a pasar esto. Le dije, muy
cáustico, que era absolutamente imposible. Y me pasé media hora esgrimiéndole
los motivos por los que lo era. Y luego me he tenido que tragar mis propias
palabras.
-Y terminas con un grito de guerra: “¡Viva Mozart, aúpa Donosti,
Viva la Zarzuela!”. ¿Ahí hay dos rasgos biográficos de primerísimo orden:
tu afición por la música, y tu procedencia donostiarra. ¡Qué me vas a decir
a mí! ¿Ser donostiarra cómo te ha
marcado? ¿Coincides en que somos unos grandes tímidos?
-Yo nunca he sido tímido. Aunque
algo del vasco cortado para ciertas cuestiones sí me traje conmigo a Madrid,
especialmente la timidez con las mujeres. Pero ahora que estoy felizmente
casado con una madrileña y con dos hijos creo que he resuelto algo esa
cuestión. Donosti es una ciudad que deja huella. Me di cuenta cuando vine aquí.
Todo el mundo te dice "qué ciudad
más maravillosa la tuya". Y ciertamente, es muy bella. Aunque quizás
por proceder de un sitio pequeño, donde todos se conocen, yo soñaba con vivir
en una megalópolis. Y me encanta vivir en Madrid, donde voy a hacer ya catorce
años.
-Yo te supero en tiempo de permanencia…
-Pues no sé si te pasará a ti,
pero cada vez que vuelvo a Donosti y encuentro cambiada una calle o, sobre
todo, las carreteras, en las que acabo por perderme, me doy cuenta de que el
tiempo no pasa en balde.
Martín Llade comenzó a hacer radio con los micrófonos rojos de RNE; para él los amarillos sólo existen en la historia |
-Totalmente de acuerdo… y hasta me siento un extraño en mi propia tierra…
-Pero hay tantas cosas que me
conmueve reencontrar... Ir de pintxos
por lo viejo (la Parte Vieja de la ciudad), subir al (monte) Urgull, pasearte
entre los puestos de txistorra en
Santo Tomás. Donosti es una ciudad con una personalidad muy fuerte y, por
fortuna, con un ritmo de actividades culturales bastante potente para ser tan
pequeña. Regreso muy a gusto a ella, aunque por desgracia, pocas veces al año.
A ver si avanzan con lo del AVE, porque estamos todavía muy aislados y se tarda
una barbaridad en llegar hasta allí. Una cosa que no echo de menos de mi ciudad
es la lluvia. Ya no tengo el gusto que tenía antes por los días nublados. El
sol de los madriles es profundamente adictivo.
-Te he leído una frase que me ha llamado la atención, dices: “Nosotros
combinamos melómanos de toda la vida con gente que acaba de aterrizar”. Y
al final ¿no ocurre que no contentas a
ninguno de los dos, con unos te quedas corto y con los segundos te pasas?
-Creo que el éxito del programa es una prueba de que podemos haber
alcanzado un término medio. Conozco melómanos de pro que son muy fieles al
programa. Ahora bien, también es cierto que hay gente que aborrece que haya
comentarios, más allá del nombre de los intérpretes, a la que le tenemos que parecer
insufribles. No se puede contentar a todo el mundo. ¡Ni se debe! Si haces eso,
acabarás por no ser sincero con nadie, contigo el primero.
Martín Llade junto a Ana Cortijo, que copresenta con él "Sinfonía de la Mañana" |
-El escenario musical y radiofónico no tiene nada que ver con el de
hace sólo diez años. Ahora, el que quiere escuchar música clásica, sólo música,
sin palabra, puede entrar en Spotify, por ejemplo, en Youtube, o en Deezer… y
tiene muchas posibilidades. ¿A la
radio, ahora más que nunca, le toca la prescripción, la palabra, para
distinguirse?
-A la radio le toca estar viva.
Spotify no puede. No deja de ser un programa informático. Establecer un diálogo
con los oyentes es vivir. Y además, por muchos servidores de música que haya,
siempre se pierde el encanto del azar. ¿Cuántas cosas que adoramos no han sido
descubiertas porque un día estaba puesta de casualidad la radio y hemos pensado
"quiero saber qué es esto"?
-Para terminar, completa por favor la frase: “la radio es para mí…”
-“…un sueño hecho realidad. Quiero seguir soñándolo sin despertar mucho
tiempo.