Josep María Martí: “La radio se cuece a fuego lento”
https://www.gorkazumeta.com/2017/01/josep-maria-marti-la-radio-se-cuece.html?m=0
51 ideas para disfrutar de la radio, con Josep María Martí (I)
"Los que deciden en las organizaciones de radio no son los que más saben de comunicación, pero tienen el poder"
"Los que deciden en las organizaciones de radio no son los que más saben de comunicación, pero tienen el poder"
- "La radio es un medio sencillo, pero exigente”
- “Es fácil hablar en la radio sin decir nada, lo difícil es hacerlo diciendo cosas que tengan sentido”
- "Por muchos años de oficio que se tengan, siempre hay algo nuevo que aprender”
- "Los directivos del medio siempre están dispuestos a pasar de la crítica más despiadada a la lisonja más gratuita”
- "Una actividad creativa realizada en solitario resulta mucho más complicada que si se lleva a cabo en equipo"
- "En radio no se consigue nada si no se rompen las inercias”
En cuanto me enteré de la
existencia del libro de Josep María
Martí corrí a hacerme con él. Amazon me lo puso fácil. Las escasas cien
páginas de que consta no deben alimentar el prejuicio de superficialidad a la
hora de responder al título: “51 ideas
para hacer buena radio”. Al contrario, encierran mucha enjundia. Muy
condensada. Se agradece el ejercicio. En mis más de veinte años en la SER, en ese sueño que viví intensamente
antes de despertar, conocí a muchos directores de emisoras, la mayoría grandes
conocedores del negocio de la radio, muchos apasionados, pero ninguno con mayor
conocimiento del medio como Martí. En mi búsqueda constante de bibliografía
sobre la radio, que atrapaba al vuelo, encontré un libro del que no me separé
nunca, que llevaba la firma de Martí: “Modelos
de programación radiofónica”, editado en 1990 por Ediciones Feed-Back de
Barcelona. Martí es, sin duda, un referente.
La primera sorpresa con la que se
topa quien abre el libro y se acerca a la nota biográfica sobre el autor es su
orgullo ajeno. Martí se reconoce “un
defensor de la radio creativa” y “si
algún mérito” tiene, éste es el de haber ejercido -y muy bien (esto es de
mi cosecha)- como “gestor de talento”,
lo que le permitió trabajar con nombres de la historia reciente de la radio
como Gemma Nierga, Andreu Buenafuente,
Carles Francino, Xavier Gasset, Tony Aguilar, Jordi Hurtado, Alfonso Arús y Roberto Sánchez, entre otros. Nombres
todos ellos que, en algún momento de su trayectoria, pasaron por Radio
Barcelona o por el circuito catalán de la SER,
que dirigía Martí.
Josep María Martí, un referente en el oficio de la radio |
Martí empieza en el primer
consejo derribando un mito relacionado con el medio, que en buena hora se le ocurrió a alguien: “La radio ha sido definida históricamente
como un medio de comunicación fácil”. O sea, basta con que alguien se ponga
a hablar delante del micrófono para que el oyente se sienta atraído por lo que
cuenta. “Esta cacareada sencillez
radiofónica siempre ha sido más aparente que real”. La radio puede ser
sencilla, pero no es fácil. “Si (el
oyente) percibe una comunicación plana y anodina o un hilo musical que ni
acompaña ni entretiene acaba abandonando o, lo que es peor, renunciando a que
la radio forme parte de su dieta mediática”. Y sentencia en su primer
consejo, de los 50 + 1, “la radio es un
medio sencillo, pero exigente”.
¿Cuál es el gran reto de un
profesional de la radio? Lo comentaba hace unas semanas en mi web: lograr el
‘chispazo’, ese momento mágico en que el oyente deja de serlo para pasar a
escuchar atentamente. Por eso, Martí mantiene que “nuestro primer objetivo a la hora de hacer un programa de radio es
conseguir que alguien nos escuche, y además que lo haga durante el mayor tiempo
posible”. Los expertos, a los que se refiere el autor, hablan de la “economía de la atención” al referirse al
modelo de negocio de radios y televisiones, que consiste en “vender la atención
de los oyentes”. Éste es el principal reto del profesional: lograr la atención
del oyente. En todo caso, captarla es mucho más fácil que retenerla. “La pregunta que todos los profesionales se
hacen frente al micrófono es: ¿quién me está escuchando ahora”?
Javier Sardá, en sus tiempos de radio, en los que destacó por su enorme creatividad |
Entre los consejos que figuran al
comienzo de este breve, pero intenso, libro, sale muy pronto la pasión. No
esperaba menos de Martí. Es cierto que la pasión es común al ejercicio de
muchas profesiones, y lo más difícil de lograr. Pero la radio es, rotundamente,
uno de ellos, de los más importantes. “Cada
vez que pretendamos comunicar frente a un micrófono con algún objetivo preciso,
estamos obligados a interpretar un papel y a cambiar nuestro registro de voz”.
Hace falta algo más que corrección en la manera de hablar y comprensibilidad en
la presentación de los contenidos, “debemos
transmitir los hechos utilizando nuestra capacidad de emocionar para conseguir
que los que nos escuchan se metan dentro del relato”. Y por si alguien
tuviera alguna duda al respecto: “ser más
apasionados contando la verdad no nos hace más subjetivos ni falsos, al contrario,
nos hace más creíbles”.
El propio Martí reconoce, ya al
final del libro, que no pretende ofrecer un “recetario de soluciones para tener éxito en radio”. Es posible que
no lo pretenda, pero personalmente considero que nunca podría llegarse al éxito
sin considerar los aspectos que comenta en estas líneas. Uno de ellos,
fundamental, es el tiempo que debemos invertir para lograr un éxito: “la televisión es una carrera de velocidad;
en cambio, la radio es una carrera de fondo y, a veces, la cosa se alarga tanto
que se convierte en una maratón”. Quien no tenga claro este concepto, y
busque el éxito inmediato, sin paciencia para apostar por un proyecto,
fracasará estrepitosamente. “La radio se
cuece a fuego lento”. Y Martí adelanta una de sus primeras estrategias: “a mi entender, la única estrategia
profesional posible está compuesta por tres elementos: tomarse el tiempo
necesario en la fase de ideación, tener constancia en el trabajo diario de
puesta en antena y no ponerse nervioso si tardan en llegar los resultados de
audiencia”.
Otra leyenda que circula en torno
a las exigencias o características de los profesionales que aspiran a trabajar
en la radio: deben ser grandes improvisadores, incluso charlatanes. Falso. “Es fácil hablar en la radio sin decir
nada, lo difícil es hacerlo diciendo cosas que tengan sentido”. Ya lo
decía, y practicaba, el maestro Matías
Prats, padre: “no existe mejor
improvisación que la planificada”. Martí lo ratifica en su libro.
Carles Francino también comenzó en la radio catalana. Aquí junto al ministro Luis de Guindos |
La portada del libro |
Si alguno de los lectores de
estas “51 ideas para hacer buena radio”
está pensando en poner en marcha una emisora, convendría que tuviera en cuenta
que debe luchar por diseñarla bien: “Hay
emisoras y cadenas que cada vez que hacen cambios no tienen claro lo que
quieren hacer, porque, básicamente, pretenden ser muchas radios a la vez”.
Y seguro que muchos de mis lectores, ahora mismo, están pensando en muchas
radios, o cadenas, que han incurrido en el error de la indefinición o, lo que
es peor, de la multidefinición. “Tener
una identidad propia resulta más complicado”, afirma Martí.
El autor recuerda cómo tuvo hace
muchos años un director que tenía un aparato de radio en su despacho sonando
permanentemente. “A los que trabajábamos
con él nos comentaba los resultados de lo que escuchaba. Lo hacía siempre y no
engañaba. El control parecía total, aunque siempre nos prevenía diciéndonos que
él no ejercía ningún tipo de censura, sino que sólo quería transmitirnos la
necesidad de controlar en todo momento lo que salía por antena”. Doy
gracias porque yo también tuve uno de estos directores, y no uno, sino varios.
Lo escuchaban todo. Y te transmitían su opinión, desde la humildad rotunda del
conocimiento. Impagables. Por eso, en la última entrega de los Premios Ondas, un Juan Carlos Ortega, siempre genial, y en esta ocasión caústico,
demoledor, dedicó un fragmento de su caballo alado diseccionado “a los directores que trabajan en la radio,
pero no escuchan los programas”.
Otro de los grandes comunicadores de la radio que se pasó a la televisión, Andreu Buenafuente |
Martí vuelve más adelante, con matices, a hablar de la necesaria pasión
para ejercer la profesión más bella del mundo: la que le acerca a uno a la
radio. “La experiencia me ha enseñado que
aquellos que se sienten realizados con el oficio transmiten ilusión y ganas de superar
los obstáculos que se plantean día a día, que no son pocos”. Por eso, el
consejo número 7 habla, textualmente de “tener
vocación, demostrar oficio y ofrecer talento”. Tres variables, que
inteligentemente combinadas, te conducen al éxito.
Martí reconoce que en este libro también ha recurrido al sentido común, el menos común de los sentidos. “Aprender de los buenos maestros” (hay
que saber elegir bien los referentes), o “tener
un buen equipo”, y saber cuidarlo, forman parte, como consejos, de ese escenario
presidido por el sentido común. Pero, y esto es lo más grave, no se tienen en
consideración. No se eligen bien los maestros, o se confunden, y a menudo se
cree que el éxito proviene en radio de una individualidad falsa, inexistente;
porque no hay éxito si no es colectivo. Y otro pecado: el maltrato al equipo.
Sin más comentarios.
Martí se ocupa, y preocupa, por el curriculum. “Están cambiando las formas de relación laboral: se precariza la
ocupación y la inestabilidad en las tareas profesionales parece ser una norma
aceptada. Además, hay más oferta que demanda, lo cual disminuye las
oportunidades para los que empiezan o para aquellos con experiencia que hayan
perdido su puesto de trabajo”. Por
eso, el autor ofrece una serie de claves para lograr la atención de un director
de programas de una cadena de radio y quién sabe si un contrato. Hay que
intentar ser original. “Un jefe de
programas de una gran cadena recibió un día un voluminoso jamón de plástico
junto a una nota en la que una pareja de profesionales le pedía que les
permitiera exponer un proyecto. Los invitó a hacerlo. Y los contrató”.
Martí en su reciente presentación en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, donde habló ante los futuros profesionales de la radio |
Y otro aspecto fundamental, que tiene evidente relación de nuevo con el
sentido común: la humildad. “Cada uno lo
hace de la mejor manera que cree, pero lo bueno es pensar que, por muchos años
de oficio que se tengan, siempre hay algo nuevo que aprender”. Y es,
exactamente, lo que me ha ocurrido con estas “51 ideas para hacer buena radio”.
Hay una reflexión, en torno al concepto de la ‘creatividad’, que me parece
brillante. Sobre él, Martí advierte que “puede
ser un término confuso”. “Como no
existe ningún organismo profesional que otorgue certificados de este este tipo,
a veces hay quien se autoconcede el título de profesional o de programa
creativo. Probablemente ello obedezca al hecho de que el campo de la
radiodifusión (…) suele ser un lugar abonado a que surjan impostores que
consiguen engañar al oyente y al resto de profesionales”. Creatividad sí.
Pero no todo es creatividad, señala Martí. Hay que estar prevenido y derrochar
sentido crítico.
“En estos tiempos complicados, muchos jefes de programas y directivos de emisoras radiofónicas se instalan en la posición teórica del que desconfía permanentemente de todo lo que en apariencia es nuevo”. ¡Qué verdad es ésta! Pero no es miedo a las bondades de la aportación, sino miedo a arriesgar. No están los tiempos para aventuras. Las cuentas de resultados ya están lo suficientemente ‘tocadas’ como para complicarlas más. “Hay que partir de la base de que, por desgracia, y en muchas ocasiones, los que deciden en las organizaciones de radio no son los que más saben de comunicación, pero tienen el poder y controlan los presupuestos”. Por eso, para cortocircuitarles, Martí propone seguirles el juego, y defender la sentencia de que “en radio todo está inventado”, para, a reglón seguido, argumentar que partimos de un formato consolidado que pretende sin embargo explorar nuevas formas de enfocar y tratar este o aquel tema…
“En estos tiempos complicados, muchos jefes de programas y directivos de emisoras radiofónicas se instalan en la posición teórica del que desconfía permanentemente de todo lo que en apariencia es nuevo”. ¡Qué verdad es ésta! Pero no es miedo a las bondades de la aportación, sino miedo a arriesgar. No están los tiempos para aventuras. Las cuentas de resultados ya están lo suficientemente ‘tocadas’ como para complicarlas más. “Hay que partir de la base de que, por desgracia, y en muchas ocasiones, los que deciden en las organizaciones de radio no son los que más saben de comunicación, pero tienen el poder y controlan los presupuestos”. Por eso, para cortocircuitarles, Martí propone seguirles el juego, y defender la sentencia de que “en radio todo está inventado”, para, a reglón seguido, argumentar que partimos de un formato consolidado que pretende sin embargo explorar nuevas formas de enfocar y tratar este o aquel tema…
Martí se detiene en un capítulo
que resulta de extraordinario interés, y que acaba por echar por tierra la
reputación de muchos profesionales, justo el condimento que más debe mimar un
periodista. “Si no sabe manejar bien el
éxito, puede perjudicar la calidad del trabajo, ya que cuando uno es reconocido
tiende a olvidarse rápidamente de la necesidad de seguir siendo riguroso,
autocrítico y de centrarse en el desempeño que tiene encomendado”. El propio autor reconoce que no se trata de
una tarea fácil. Tener los pies en el suelo está sólo al alcance de los que
tienen la cabeza bien amueblada. “Saber
resistir la presión de un entorno que multiplica el éxito es bastante
complicado, sobre todo si se produce desde el núcleo más próximo -el propio
equipo-, pasando por los círculos familiares y de amigos y acabando por los
directivos del medio, prestos a pasar siempre de la crítica más despiadada a la
lisonja más gratuita”. El retrato de
los directivos que a menudo abusan de la crítica y escatiman los aplausos es
certero. ¡Cómo se nota la procedencia de Josep María Martí!
Este libro “51 ideas para hacer buena radio”, escrito por Josep María Martí, se detiene en aspectos fundamentales de este
oficio que consiste en acompañar a los oyentes y, muy de vez en cuando,
conseguir que te escuchen, y hasta te crean. “¿Cómo tener buenas ideas?”. ¡Menuda pregunta! A pesar del difícil
compromiso, el autor trata de arrojar luz sobre esta cuestión de la que depende
el éxito de un programa. “Un compañero me
dijo una vez: ‘si tuviera un recetario de buenas ideas para hacer programas, no
trabajaría en la radio. Sería consultor’. En radio no resulta fácil inventar
nuevos formatos ni existe una fórmula mágica que se pueda aplicar a discreción”.
Recogiendo su Premio Ondas a la Trayectoria, junto a Sardá, Buenafuente y Nierga, tres voces indiscutibles de la radio catalana (Fotografía CadenaSER.com) |
Entonces, ¿qué hacemos? En primer
lugar, Martí apunta a los diferentes métodos existentes para, al menos,
intentarlo. Uno de ellos es hacer benchmarking
que, a pesar del palabro en inglés, no se refiere más que a lo que hemos hecho
toda la vida: escuchar radio, mucha, buena y mala. De toda se aprende. “Una actividad creativa realizada en
solitario resulta mucho más complicada que si se lleva a cabo en equipo. Todas
las propuestas innovadoras precisan ser contrastadas; si se recaba la opinión
de más personas, se consigue resolver mejor un problema”. Recurrir al
equipo extiende la responsabilidad entre todos sus componentes, y les implica
más en el proyecto. Es una manera inteligente de gestionar el talento, hacerlo
partícipe de la toma de decisiones. Pero la estrategia no debe convertirse
tampoco en una dejación de compromisos: el jefe tiene que ejercer, en las
buenas y en las malas. Y, a pesar de todo, sentirse muy cercano a su gente. Un
equipo engrasado es invencible. Y recuerdo el de ‘La Ventana’ de Javier Sardá,
a cual mejor.
Sardá encabezaba un equipo de
alto rendimiento creativo. Era, qué duda cabe, un extraordinario capitán. Si
había algún elemento que perseguían constantemente era el de la sorpresa.
Conseguir sorprender al oyente es todo un triunfo. Así lo apunta Martí: “hay profesionales que no quieren forzar su
capacidad de creación ni tampoco hacen nada para sorprender a sus oyentes.
‘¿Para qué hacer otra cosa?’ -se preguntan muchos de ellos-. La gente prefiere
regularidad”. Encontrar el sonido diferenciado, la marca sonora
identificativa perfecta, es todo un triunfo, porque “la mayor parte de la audiencia quiere máxima previsibilidad en lo que
escucha”.
Gemma Nierga en sus inicios en Radio Barcelona (SER) |
Martí reconoce que todo lo
subrayado en el párrafo anterior es cierto. “Pero
ello no impide que no debamos tener la voluntad de sorprender a los oyentes.
Hay que hacerles ver que cuando empieza un programa, por muy veterano que sea,
ocurrirán cosas diferentes a las habituales. En radio no se consigue nada si no
se rompen las inercias”. Aquí reside el reto: un profesional debe trabajar
para romper los esquemas de vez en cuando, pero manteniéndolos, porque los
oyentes los necesitan y se refugian en ellos. Pero la rutina no es buena
herramienta, porque finalmente conduce irremisiblemente a una excesiva
previsibilidad; en otras palabras, al aburrimiento.
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