Se oye mucho 'podcast'
https://www.gorkazumeta.com/2016/11/se-oye-mucho-podcast.html
Artículo firmado por el periodista Alex Grijelmo
"La punta de la lengua"
- "Quienes defienden ese término por su precisión olvidan que usamos mecheros sin mecha y que los ascensores también descienden"
El País. Álex Grijelmo. 25 de septiembre de 2016. Es una pena que los españoles no seamos ingleses. Si fuéramos ingleses, explotaríamos más nuestro ingenio latino de españoles para inventar cantidad de palabras. Pero cuando uno de los nuestros inventa un vocablo con los recursos del idioma español, se le corre a garrotazos. A diferencia de lo que sucede entre ingleses.
Ahí tenemos el ejemplo de podcast. La
palabra procede de la contracción de iPod (reproductor de bolsillo de sonido
digital) y broadcasting (difusión). Su primer uso público
llevaba la firma del periodista británico Ben Hammersley el 12 de febrero de 2004 en The Guardian. (Bueno,
en realidad, escribió “podcasting”, de donde derivó “podcast”). El significado
fue cambiando, pero el significante permanece.
En español se ha aportado como equivalente la voz “audio”,
un término latino de más de 2.000 años capaz de sustituir al modernísimo podcast en
la mayoría de los contextos. Pero como somos españoles y no ingleses, enseguida
vendrá alguien a decir que no es lo mismo un audio que un podcast.
Ese falso argumento de la precisión olvida que en el “café”
de la esquina nos dan tanto un café como un refresco; que encendemos “mecheros”
sin mecha; que el “ascensor” también desciende y que la “mesilla de noche” no
desaparece durante el día. Las palabras nombran, no definen. Y una vez que
nombran, son ellas las definidas.
"Cualquier alternativa en español recibe disparos, mientras que el anglicismo obtiene beneplácitos incluso si incurre en una incongruencia"
El elemento compositivo “audio” se usó siempre en compañía
de otros (“audiovisual”, “audiolibro”, “audiograma”…), pero ya lo estamos
dotando de autonomía para que signifique “documento sonoro, generalmente
digitalizado” (sin que esa nueva acepción haya llegado aún al Diccionario).
Por tanto, si allá donde se dice “escuchen los podcasts de
nuestra emisora” se cambiara el anglicismo por el vocablo “audios”, cualquiera
entendería de qué se trata y no se levantarían barreras idiomáticas ni se
contribuiría a acentuar el conocido complejo de inferioridad hispano.
En cuanto a los podcasts de imágenes
(porque la palabra inglesa no sabe diferenciar entre imagen y sonido), la
analogía sobreviene enseguida: “Vea nuestros vídeos”.
En uno y otro caso, nos suelen invitar también a “bajarlos”
o “descargarlos”, calcos semánticos de download. Y los mismos
que argumentan contra la supuesta imprecisión de “audio” pasarán por alto que
los audios y los vídeos no cambian de sitio al bajarlos o descargarlos, sino
que permanecen en su lugar de origen cuando los copiamos, duplicamos o
reproducimos. ¿Se puede “bajar” o “descargar” algo que, una vez concluida la
operación, sigue donde estaba? Pues se va pudiendo.
Y todo esto es lo que sucede: cualquier alternativa en
español recibe disparos, mientras que el anglicismo obtiene beneplácitos
incluso si incurre en una incongruencia. Nuestra baja autoestima cultural
funciona así.