Podcast de Radio: Las reuniones de amigos
https://www.gorkazumeta.com/2016/02/avance-de-contenidos-podcast-entre.html?m=0
Carlos Santos y Carlos Herrera, en Cope
No hay ningún otro medio, salvo la radio, que se permita tantas licencias durante el encuentro, o la coincidencia, de dos amigos ante el micrófono. Imagínense que se encuentran dos amigos en una entrevista y, en lugar de hablar del tema que les ocupa, cambian de registro, y empiezan a hablar de sus vidas en común, de los recuerdos imborrables de su relación, personal y profesional, incluso uno se toma la libertad de piropear al otro, desde el sentimiento y, desde luego, la sinceridad.
Carlos Santos en el estudio de Cope |
¿Y a mí qué me importa su vida? –podrían argumentar algunos lectores, ante el párrafo anterior-. Y probablemente tendrían razón. Pero es que eso fue, exactamente, lo que ocurrió el pasado 18 de enero, en el caso de la entrevista de Carlos Herrera a su tocayo, el también periodista –y además, escritor- Carlos Santos.
Acudía Carlos Santos a Cope a presentar sus “333 Historias de la Transición”, un libro delicioso que ha escrito gracias a los recuerdos, propios, y de amigos con muy buena memoria. Un repaso pseudobiográfico de una de las épocas en la que la política -¡cuánto se echa ahora de menos!- brilló con luz propia, cubierta por el manto del entendimiento y la grandeza de miras.
¡Imprescindible! |
Carlos Herrera le recibió encantado en su casa y hablaron del libro, de las anécdotas que lo componen, y “el Herrera” mezcló sus recuerdos con los de su tocayo Santos, y juntos tejieron una conversación entrañable que sólo la radio –insisto- es capaz de justificar, y de acercar al oyente con toda la fuerza y la calidez que es capaz de trasladar este bendito medio.
Así, con el encuentro, los oyentes que admiran a ambos periodistas, que trabajaron juntos en Canal Sur Radio, hace veinte años, y volvieron a coincidir en RNE años más tarde, entresacan sus recuerdos de esa convivencia y hacen al oyente partícipe de su enorme complicidad, tanta que la conversación fluye por caminos ajenos al micrófono, que actúa sólo como testigo silencioso del encuentro.
¡La radio es así!