La Radio como negocio, y arte (y II)
https://www.gorkazumeta.com/2016/01/la-radio-como-negocio-y-arte-y-ii.html?m=0
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Si continuamos defendiendo, como creo, la necesidad imprescindible de que radio como negocio se entienda bien con radio como arte, ¿qué ocurre ante la llegada de la nueva radio, que, por cierto, ya no es tan nueva? Pues, sencillamente, que el nuevo modelo de hacer radio, mucho más democratizado desde luego, también ha modificado algunos parámetros, cercanos a los planteamientos y a la esencia de la propia red.
Si continuamos defendiendo, como creo, la necesidad imprescindible de que radio como negocio se entienda bien con radio como arte, ¿qué ocurre ante la llegada de la nueva radio, que, por cierto, ya no es tan nueva? Pues, sencillamente, que el nuevo modelo de hacer radio, mucho más democratizado desde luego, también ha modificado algunos parámetros, cercanos a los planteamientos y a la esencia de la propia red.
Radio y podcast, fuentes de ingresos para la industria del audio (Fotografía Pixabay) |
Cualquier persona, con un
ordenador y un micrófono, y una pequeña habilidad en el manejo de la edición de
audios, puede empezar a hacer radio, sin que nadie pueda impedírselo, más allá,
como es lógico, del marco legal, si es que comete algún tipo de delito.
Sentadas estas bases, plenas de libertad creadora, donde la imaginación –e
introduzco aquí el concepto ‘profesionalidad’, que luego matizaré- deben servir
para justificar su escucha a mi modo de ver (aquellos contenidos que carezcan
de originalidad ya los tenemos en la radio convencional).
¿Dónde puede ser arte plenamente
la Radio? Si existe algún lugar, que creo que sí, ése es internet, donde
cualquiera –persona o colectivo- puede asumir este objetivo como propio y
lanzarse a esta aventura, absolutamente deliciosa. Es el caso, por ejemplo, de TEA FM, la escuela de radio aragonesa o el de RADIOIMAGINAMOS, por citar dos
ejemplos que he seguido con interés. En la red no hay más limitación que la
voluntad y el talento de quien acomete un trabajo, de cualquier naturaleza. Y
en internet conviven grandes obras, con incuestionable basura. De ahí la cada
vez más necesaria función de profesionales (considero que deben ser
periodistas) para separar el grano de la paja.
Los ejemplos citados, y otros
similares, trabajan en radio identificándola como arte, con resultados más que
notorios, y destacables, como hemos hecho a menudo desde esta web. Pero si bien
es cierto que sus esfuerzos han alcanzado el prestigio referido, no es menos
cierto que todos (los reseñados y otros de similar naturaleza) necesitan
recursos para seguir desarrollando sus proyectos. Así es, y si no llegan a
través de subvenciones o apoyo público, habrá que buscarlos en la iniciativa
privada.
En definitiva, el grado de
profesionalidad alcanzado por una web, o un podcast,
o una emisión en streaming de radio
depende, es cierto, del profesional. Puede ser un proyecto unipersonal o
colectivo, pero llega un momento en que la obtención de recursos se hace
imprescindible para poder seguir desarrollando el trabajo y si éstos no llegan
todo se tambalea. Desgraciadamente. ¿Dónde son las ideas absolutamente libres?
¿Dónde los trabajos creativos -insisto-
de cualquier naturaleza, disfrutan de mayor libertad creadora? Creo que todos,
a estas alturas, coincidimos en que el marco es internet. Pero los seres
humanos tenemos necesidades primarias y secundarias que el dinero se encarga de
cubrir, de manera modesta o más ambiciosa. La Radio no permanece ajena a esta
realidad.
El consumo en los vehículos es estratégico para la industria de la radio (Fotografía Pixabay) |
¿Qué ocurre con las emisoras
online que han surgido en la red como setas? Que a todas les encanta comprobar
cómo sus emisiones o programas van sumando más y más oyentes, ¡qué duda cabe!
Pero su principal aspiración, no nos engañemos (y quien dice lo contrario
miente) es ganar dinero. Es lícito aspirar a crear una nueva emisora, que
conviva en el escenario radiofónico local, regional o nacional, según sea su
marco de actuación, y que sea capaz de mantenerse, e incluso de crear puestos
de trabajo entre profesionales del sector. Sólo sobrevivirán las mejores, las que
sean capaces de demostrar que vale la pena apostar por su continuidad.
Muchas de las emisoras que han
surgido en estos últimos años, o meses, y de las que hemos dado cuenta en esta
web a menudo, están viendo la luz al final de un túnel que les ha llevado en
muchos casos por las calles de la amargura, al no ver claro dónde residía la
fórmula que les permitiera autofinanciarse y, en una segunda fase, tratar de
constituir una nueva empresa radiofónica, difundida a través de la red. Toda mi
admiración, sincera, a los colegas que lo están logrando, y el ofrecimiento
permanente de estas páginas para recoger su gesta, a modo de ejemplo para
quienes deseen seguir por el mismo camino.
Sin embargo, la profesionalidad
de la que hablaba en párrafos anteriores y que en mi opinión debe estar
presente siempre en todo trabajo que aspire a interesar al público, no se
identifica con periodismo, corporativamente. No es mi intención establecer esta
identificación. Cuando afirmo que cualquiera puede hacer radio en la red, dada
la libertad existente y la facilidad y accesibilidad de los medios técnicos que
lo posibilitan, no estoy afirmando en absoluto que sólo los periodistas pueden
aspirar a lograr el tan ansiado éxito. Pondré otro ejemplo, que tiene que ver
con otra disciplina por la que tengo, también, una afición desmedida: la
fotografía.
Cualquiera puede hacer una
fotografía. De hecho, todos llevamos, desde hace lustros, una cámara en el
teléfono, con la que acostumbramos a inmortalizar momentos que se nos presentan
en la vida. Sin embargo, ni todos aspiran a alcanzar la popularidad con su
obra, ni todos, ni siquiera quienes lo pretenden, logran crear ‘buenas’
fotografías, que merezcan la pena ser vistas por terceros. Pero quien aspire a
cosechar éxitos con la fotografía deberá conocer los principios de ésta, tanto
técnicos como estéticos. Es decir, el éxito exige profesionalidad, no
titulación.
Los auriculares y la escucha personalizada es una baza del podcast (Fotografía Pixabay) |
Con la radio ocurre lo mismo. Hay
podcasters (productores de podcast)
que aspiran a lograr repercusión con su obra. Pero no contemplan la mínima
profesionalidad exigible a esta actividad. Una fotografía –por seguir con el
símil- en la que haya mucha luz (sobreexpuesta), por lo general, salvo que
concurran causas excepcionales, será una ‘mala fotografía’. Los podcast que ofrezcan un mal sonido, hueco, con ruidos de fondo, música que
suene a lata, cortes o interrupciones de audio, con un presentador con dicción
deficiente, con momentos incomprensibles y nivel de lectura de primaria, no tienen, en mi opinión,
el mínimo nivel de profesionalidad exigible a la actividad para prestarles la
atención debida. Es más, costará que alguien les preste atención, porque tendrá
que superar con desmedida generosidad
los inconvenientes que he enumerado.
El podcast, como cualquier otra actividad en la vida, exige
profesionalidad, en la medida en que exige conocimiento previo del lenguaje
sonoro que concurre en él. No hablo tampoco, en el otro extremo, que sea
imprescindible contar con un sonido de estudio perfecto para poder aspirar al éxito,
pero sí que debe existir un nivel mínimo que confirme el conocimiento del autor
respecto del campo en el que pretende moverse con soltura.
Sólo desde la profesionalidad,
desde la autoexigencia, la seriedad y el compromiso puede sobrevenir el éxito. Y el éxito debe identificarse, forzosamente, con ingresos. Ahí están los youtubers, que recolectan miles de euros mensuales gracias a sus contenidos. A qué podcaster no le gustaría engordar su cuenta corriente con dinero procedente de su trabajo. Quien no pretenda este objetivo trabajará "por amor al arte", nunca mejor dicho. Pero por lo general, quien se toma en serio este camino busca el parné. El famoso “Serial”, el podcast más famoso de la reciente
historia de este nuevo lenguaje sonoro contemporáneo, surgido de las tripas de
internet, tiene un equipo muy profesional por detrás, avalado por la radio
pública estadounidense. Nace con unos elementos que facilitan un magnífico
punto de partida, pero en sí mismos no garantizan el éxito. Éste llegó por el magnífico
contenido elaborado y su difusión.
Me gustaría liderar a través de
esta web la elaboración de un catálogo con los mejores podcast en castellano. Y difundir la labor de sus podcasters. Trabajo por encontrar
contenidos de audio paquetizados en podcast
que merezcan la pena ser escuchados por mis lectores/oyentes. Estoy seguro de
que seríamos capaces de dar con ellos. Serán ejemplo, estoy seguro, de que la
Radio tiene muchas maneras de mostrarse hoy en día y confirmarían que internet
ha llegado, en contra de lo que muchos gerifaltes de la radio tradicional
piensan, no para resquebrajar el medio, sino para reforzarlo. Revitalizarlo y
democratizarlo.
Que quede claro que la radio ya
no está solo en FM. Si uno teclea podcast
en Google, o se adentra en las siempre apasionantes veredas de Ivoox o iTunes
en busca de gente que tiene algo interesante que decir, y que lo dice razonablemente
bien, en fondo y forma, la sorpresa está garantizada. Entre todos podemos ir conformando
esa lista de podcasters a los que hay
que seguir. De momento, desde estas líneas, yo me ofrezco para ser su anfitrión.
Gracias por la mención a Radioimaginamos, Gorka.
ResponderEliminarSeguimos radioimaginando!
un abrazo,
Laura.