Joaquín Prat: "Pepe Domingo Castaño me deseó suerte en 'Carrusel'"
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ENTREVISTA A JOAQUÍN PRAT
"Sinceramente, no creo que me hubieran llamado de la SER si no hubiera hecho televisión"
¿Quién es ése chico? –pregunté al
verle aparecer por la redacción-. El chico en cuestión era alto, muy alto.
Llamaba la atención por la planta y un parecido que se me hacía familiar. “¡Es un becario nuevo del “Hoy por Hoy” –me contestaron- se llama Joaquín Prat!”. ¿Joaquín
Prat?, pensé, “¿el hijo de…?”.
¡Qué alucinante! No sabía que tuviera un hijo que estudió periodismo. Para mis
compañeros más jóvenes el nombre de ‘Joaquín Prat’ (padre) era el de ‘El Precio justo’, el concurso de
televisión que veían cuando eran niños. ¡Cómo pasa el tiempo! –me dije-. ‘Ximo’ Prat fue una auténtica leyenda en
Radio Madrid. ¡Lo fue todo en la casa! Fue más famoso en aquellos años en
España que Justin Bieber ahora. Aquella
radio de los 70 y los 80 fue deliciosa. Con ella crecí, y la recuerdo, de
fondo, puesta permanentemente en la enorme radio-tocadiscos de madera de mi
casa. Iñaki Gabilondo le acogió en
el “Hoy por Hoy”. La auténtica ‘Escuela de la radio espectáculo’ del
donostiarra tuvo un programa, y dos maestros: “Onda Media, Aquí la SER”, con Joaquín
Prat y Pepe Domingo Castaño. Iñaki
provenía de informativos –y era el que mandaba en aquel programa, precedente
del actual “Hoy por Hoy”- y Joaquín y
Pepe fueron los que hicieron muy grande la casa. Pero todo terminó mal. Con la
entrada de Prisa, Joaquín Prat emigró a Cope,
como tantos otros… ¡Lo que es la vida! En aquel verano del 2000 Joaquín Prat
regresaba a Gran Vía 32. Y demostró ser un brillante profesional y una
excelente persona, y compañero, que seguía la estela, con orgullo, de su progenitor.
-Hay niños –dicen- que nacen con un pan bajo el brazo, pero tú naciste
con una radio cerca del oído… ¿Tú eres un niño hijo de la radio, Joaquín? ¿La escuchabas en casa a todas horas? ¿Y
eras un niño que decía en el colegio: “mi
padre habla por la radio”?
Para muchos, Joaquín Prat ha 'vuelto a casa' |
-El que tenía una radio siempre
cerca del oído y se quedaba dormido escuchándola era mi padre. Yo soy niño de
la radio porque acompañaba a mi padre a su trabajo en la Cadena SER, porque en el coche de camino
al colegio escuchábamos la serie “Los Porretas”, y
también fui un niño damnificado por
la radio, porque la radio me "robaba" a mi padre y me impedía estar
más tiempo con él.
-¿Y en el colegio?
-En el colegio no tenía que decir
a qué se dedicaba mi padre porque todos lo sabían, y más de una vez tuve que
partirme la cara con alguno que aprovechaba para atacarme por la profesión de
mi padre. ¡Cosas de niños!
Joaquín Prat |
-Una de tus primeras grandes decisiones, Joaquín, es abandonar tus
estudios de Económicas en la Complutense, y cambiar a periodismo. ¿Cómo se mide
–si hay base para ello- la influencia de tu padre, activa o pasiva en esa
decisión?
-Mi padre nunca quiso que
estudiase Periodismo. Decía que estudiase “¡una
carrera de verdad!” y luego, si me apetecía, lo intentase en el mundo de
periodismo. Pero creo que nunca pensó que yo fuese a dedicarme a lo mismo que él.
-Yo creo que tu padre no tenía un buen concepto de los ‘periodistas’.
Al fin y al cabo, cuando se formó la redacción de informativos de la Cadena SER, él, junto con otros nombres
como José Luis Pécquer, o el propio Pepe
Domingo Castaño, quedaron relegados.
Sobre todo con la llegada de Prisa. Pero
los tiempos cambiaban… Entonces, está claro, no te influyó.
-Su fallecimiento fue unos de los
grandes puntos de inflexión en mi vida, así que supongo que su influencia fue
más bien pasiva, porque en ese preciso instante decidí encaminar mis pasos
hacia esta profesión y dejar de perder el tiempo en la Facultad de Económicas.
-No te voy a preguntar por “la
sombra de tu padre”, porque es evidente que te sientes orgulloso, y
responsable, pero sí –permíteme- por tu hijo: ¿te gustaría que siguiera la
tradición familiar? ¿Qué le dirías si en 2033, con 18 años, te dice que quiere
ser periodista? ¡Sería el tercer Joaquín Prat… ¡Mira cómo está la profesión!
-Le recomendaré que haga lo que
haga, se implique al máximo en aquello que decida ser. "Esfuerzo, trabajo y sacrificio" es el mantra que uno
debe repetirse y que hace que uno consiga casi todo lo que se proponga. Si se
decide por el Periodismo, le desearé suerte, me alegraré porque es la mejor
profesión del mundo, y le diré que se prepare porque las sombras alargadas, más
que cobijar, a veces aplastan.
Su paso a la televisión, con Ana Rosa, fue una apuesta, que le salió bien |
-Te decides por el periodismo, estudias, pero ¿qué extraño imán ejerce
sobre ti la Radio?
-La radio es la mayor expresión
de esta profesión, directa, lineal, transparente, cercana, participativa. Es
información y entretenimiento, y siempre deja margen para algo que no se debe
perder: la imaginación y la ensoñación.
-Entras como becario en la SER
–la que fue la gran casa de tu padre- y tu destino es el “Hoy por Hoy”, con Iñaki Gabilondo. Por cierto, el donostiarra era
la segunda vez que trabajaba en las mañanas de la SER con Joaquín Prat… cosas de la vida…
¿Tu estancia en la SER te confirma que
lo tuyo era la radio?
-¡Desde el primer instante que
pisé la radio! ¡Fue amor a primera vista! Lo primero que hice fue transcribir
el comentario de Miguel Angel Aguilar
para el “Hoy por Hoy”. Iñaki quería
saber lo que en él decía el bueno de Aguilar. Aunque no negaré que ponerse
delante de un micro por primera vez es una experiencia difícil de olvidar.
-Me consta que tu trabajo en el ‘Hoy
por Hoy’, conociendo a Iñaki, no fue un camino de rosas… hubo momentos
duros, de tensión máxima, que te obligaron a sacar lo mejor que llevabas
dentro?
-Trabajar con Gabilondo es la
mejor escuela de radio con la que uno podría soñar. Un privilegio y un orgullo.
Casi todo lo poco que sé de radio se lo debo a él. Pero el nivel de exigencia
era máximo. Iñaki era implacable e impecable. Y esperaba lo mismo de su equipo.
Y se lo agradezco, así aprendí mucho más rápido.
-¿La radio es la mejor escuela para convertirse en un buen comunicador,
Joaquín?
-¡Sin duda! La gran escuela del
comunicador es la radio. Casi todos los grandes profesionales de la televisión
han pasado por la radio. Aunque conseguir brillar en ambas facetas sólo lo consiguen
los mejores. ¡Y por favor que no se interprete que hablo de mí!
"¡El espectáculoooooo...!" le ha recibido |
-¡Jajaja!
-A mí me queda, espero, un largo
camino todavía.
-¡Seguro, feliz y fructífero, sin duda! Trabajaste con Iñaki pero
también lo hiciste con Francino. ¿Cómo recuerdas el adiós de Iñaki al ‘Hoy por Hoy’ y la llegada de Francino?
-Cuando me lo dijeron estaba de
vacaciones.
-¡Alucinabas, claro!
-¡Y me acojoné bastante!
-Como todos…
-Iñaki era el tótem de la SER. Me parecía imposible que se fuese. Y
luego también incertidumbre y nerviosismo.
-Pero todo cambia, en tu caso, y en el de tus compañeros de viaje,
cuando llega Carles por Gran Vía 32…
-¡Sí! Todo eso se transformó en
ilusión, motivación y buen rollo y una gran sintonía cuando le conocimos. Un gran
profesional y mejor persona. Me alegro de que haya encontrado en “La Ventana” la horma de su zapato.
-Y recibes la oferta de Ana Rosa Quintana y decides abandonar la radio… ¿otra de las grandes decisiones de tu
vida?
Ana Rosa Quintana junto a Joaquín Prat y Maxim Huerta |
-Puede sonar frívolo, pero me lo
jugué a cara o cruz, y afortunadamente tomé la mejor decisión de mi vida
profesional.
-Pero estabas a gusto en la radio, ¿no?
-Siendo sincero, Gorka, en cuanto
llegó la oferta creí que había llegado el momento de cambiar de aires después
de 9 años en la SER. Ya sabes, la ley
de la oferta y la demanda, y por qué no decirlo, en la tele pagan mejor.
-¡Ya, ya! Un tema nada baladí ése del parné! Y a “El Programa de Ana Rosa”,
le siguen “Campamento de verano”, “Pequeños Gigantes”, y otros… ¡La
televisión, sí; pero con la base de la radio que traías! ¿Qué es la TV, para
ti, frente a la radio?
-Son complementarias. Y, al mismo
tiempo, dos universos distintos. Por eso nunca entran en conflicto, todo lo
contrario, una y otra se nutren mutuamente de contenidos. Ambas con sus pros y
contras. No me gustaría tener que elegir. Prefiero seguir como ahora a costa de
sacarle 26 horas al día.
-¿Estás feliz?
-Poder convertir mis dos pasiones
en mi modo de vida es algo por lo que doy gracias todos los días. ¡Y que dure!
-¡Que dure! Dime qué opinas de esta frase: “¿en ocasiones el nivel de espectáculo al que te obliga la televisión
afecta negativa e inevitablemente a la credibilidad de un periodista, su gran
valor”.
-No la comparto. En la tele y en
la radio trabajan periodistas, pseudo
periodistas, y también hay mucho intrusismo, colaboradores, expertos en
diversas materias... Para hacer televisión no hace falta ser periodista, basta
con tener dotes de comunicador. Y en la radio pasa lo mismo. En ambos casos
informamos y entretenemos. Creo que el oyente y el espectador saben ver la
diferencia.
Joaquín Prat reconoce que la radio es la mejor escuela del comunicador |
-Comparto tu visión de que el televidente/oyente es lo suficientemente inteligente,
y crítico, como para saber distinguir quién le habla… ¿Cómo sería una radio en
España que tuviera resultados de audiencia al minuto, como en televisión?
¿Sería diferente?
-No sería radio. Sería tele.
Perdería su esencia. Vivir sin la espada de Damocles sobre tu cabeza es un
alivio. En la radio no existe la ansiedad de la televisión generada por las
audiencias.
-¡Menos mal, habría que añadir! Te vas forjando en la televisión, creciendo
como profesional, y como persona, y te vuelven a llamar de la SER para ocuparte de la animación del ‘Carrusel Deportivo’, junto con el gran Juan
Ochoa… ¿Te hubieran llamado si no
hubieras pasado por la televisión?
-Sinceramente, no lo creo.
Hacemos radio, pero es un gancho para el oyente conocer, aunque vagamente, al
menos el rostro de quién le habla, sobre todo si se trata de hacer publicidad.
Es marketing al fin de al cabo.
-En la radio recuerdo que hiciste prácticamente de todo…
-¡Sí! Durante los años q trabaje
en la SER, antes de mi paso a la tele,
oportunidades de trabajo dentro de la propia emisora, nunca me faltaron, y
siempre dije que sí a todo.
-Se te notaba que eras ‘una auténtica esponja’, Joaquín. ¡Y siempre con
una sonrisa en la boca! ¡Cómo se agradece! ¡Hombre! Y no olvidemos que, si te
han llamado, es que te consideran el profesional idóneo para la animación de ‘Carrusel’. Y hablando de animación: ¡qué
casualidad que el destino te haya puesto como competidor a tu ‘tío’ Pepe
Domingo…
Joaquín Prat entregó el Premio de la Academia de la Radio a Pepe Domingo Castaño en 2014 |
-El maestro Pepe Domingo Castaño es el mejor animador
radiofónico de la radio española y además un gran amigo. Me deseó suerte, me
dijo que lucharíamos como buena gente, que somos y que sería un placer tenerme
como contrincante. De Pepe sólo puedo decir cosas buenas, en lo personal y en
lo profesional, pero fundamentalmente, que ha marcado una época en esta
profesión y que sigue siendo el referente. Espero que no se jubile nunca.
Cambiando de tema, ¿cómo llevas ahora que haya fotógrafos que te sigan
para hacerte fotos, porque formas parte del universo de los famosos de la tele?
¿Es complicado tener los pies en el suelo…?
¡Jajajajajaja...! A mí no me
siguen más que en momentos puntuales relacionados con mi vida personal (por
ejemplo cuando nació mi hijo). Son compañeros y como tal los trato. Hacer las
cosas bien y pactar unas fotos, posar o tener la mejor de tus sonrisas cuesta
mucho menos que generar una situación desagradable e intentar esconderte. Otra
cosa es que tengas algo que esconder, en ese caso allá cada cual. Nunca se
puede decir de este agua no beberé, pero yo personalmente no comercio con mi
vida privada, no lo he hecho jamás ni lo haré. Afortunadamente vivo única y
exclusivamente de mi trabajo, que por cierto está en cierta medida relacionado
con personas que sí comercian con su vida privada. Así que feliz de que haya
gente que lo hace, tienen todo el derecho.
'¡Viva la Radio!, gritó su padre |
-Para terminar, completa la frase, Joaquín: “La radio es para mí…”
-Una pasión, una compañera, una
amiga, una escuela, un modo de vida, el idilio interminable, un veneno
maravilloso que una vez en las venas permanece ahí para siempre. Uno más de la
familia.