La Radio nos trae la Navidad, un año más
https://www.gorkazumeta.com/2015/12/la-radio-nos-trae-la-navidad-un-ano-mas.html?m=0
Carlos Herrera y su simpática radiobroma del 'Belén viviente'
22.12.2015. Hoy la Radio abre, “oficialmente”, la Navidad. Y se hace acompañar, como cada año, por los niños del Colegio de San Ildefonso. Hay tradiciones, hay costumbres, que nada ni nadie nos puede hurtar. Atrás han quedado las Elecciones Generales, tan próximas, y aún seguiremos analizando sus resultados, que dan para mucho, pero hoy la Lotería de Navidad es sin duda la gran protagonista. Y con ella la Radio.
La Radio por Navidad es más tradicional que el turrón... (Fotografía Pixabay) |
No me resisto a echarme almíbar encima y referirme a la radio emocional, a la gran función social de la radio, aparte de la informativa, como es la de hacer compañía, pura y simplemente. Escribía hace dos años, en esta misma web, y no han cambiado las circunstancias, “ningún otro medio para transmitir con más fuerza, y eficacia, lo que se ha venido en denominar el “espíritu de la Navidad”, ausente el resto del año. Pero si bien, como digo, el espíritu desaparece, no así la condición de la radio de cercanía y familiaridad, tan consustancial a ella”.
Y como decía mi jefe Ramón Gabilondo, “a la prensa, se le respeta; a la televisión se la admira; pero a la radio se le quiere”. Y si alguien está pensando en que estoy utilizando gratuitamente estos términos, y que exagero, le invito a corroborarlo por sí mismo esta próxima Nochebuena en cualquier emisora donde se abra el micrófono a los oyentes. ¡Cómo hablan los oyentes de la radio por la radio! Con qué cariño, con qué agradecimiento a sus profesionales, con qué enorme familiaridad! Si esto ocurre habitualmente a lo largo del año, en estas fechas el efecto emocional se multiplica.
Y también, hace dos años me acordaba de cómo la radio se había olvidado de los más pequeños de la casa, de los niños. Aquellos niños que disfrutaban con las aventuras de “Matilde, Perico y Periquín”, en Radio Madrid, hoy son abuelos, y aman profundamente la radio. Y seguro que les hubiera gustado que la radio, adaptada a los nuevos tiempos, siguiera acordándose de sus nietos. Pero hace ya tiempo que la radio les quiso olvidar, porque no representaban nada en términos de audiencia. “Por encima de cualquier hemisferio, la radio alimenta e hiperdesarrolla el derecho, el de la creatividad y la imaginación, que enarbolan los más pequeños”.
Y también, hace dos años me acordaba de cómo la radio se había olvidado de los más pequeños de la casa, de los niños. Aquellos niños que disfrutaban con las aventuras de “Matilde, Perico y Periquín”, en Radio Madrid, hoy son abuelos, y aman profundamente la radio. Y seguro que les hubiera gustado que la radio, adaptada a los nuevos tiempos, siguiera acordándose de sus nietos. Pero hace ya tiempo que la radio les quiso olvidar, porque no representaban nada en términos de audiencia. “Por encima de cualquier hemisferio, la radio alimenta e hiperdesarrolla el derecho, el de la creatividad y la imaginación, que enarbolan los más pequeños”.
Y me gustaría que, ahora en la Cope, mi compadre Goyo González recuperara su condición de Paje Real e invitara de nuevo a sus Majestades de Oriente –Gaspar, Melchor y Baltasar- a acudir a “Herrera en Cope” para saludar a algunos niños y hablarles de sus regalos. Todavía hoy, años después, me emociono cuando escribo estas líneas recordando aquellas páginas que sólo la radio es capaz de crear con tanta fuerza. ¡Goyo, recuérdaselo! ¡No perdamos la ilusión! ¡Nunca!
Y hablando de ilusión, qué grande, entre los grandes, sigue siendo el maestro Carlos Herrera. El pasado día 15 de diciembre, “Herrera en Cope” despertó a sus oyentes a las 6 de la mañana con sonidos de granja, animales por doquier y Carlos pidió expresamente, en su primer saludo matinal, tras su tradicional “me alegro”, que alguien le abriera por favor el río… ¿Qué era aquello? Sencillamente una ‘gran fiesta navideña’, un guiño genial al poderío y al lenguaje radiofónico, un juego valiente con los oyentes a las horas punta en que se atrevía a ofrecerles algo muy diferente a los titulares de rigor de la jornada… Carlos Herrera se atrevió a despertarles con el ‘Belén viviente’ de “Herrera en Cope”. Una simpática idea, basada en la incuestionable ‘magia’ de la radio, en un marco –la cadena propiedad de los Obispos- que resultaba sin duda el más apropiado.
Y hablando de ilusión, qué grande, entre los grandes, sigue siendo el maestro Carlos Herrera. El pasado día 15 de diciembre, “Herrera en Cope” despertó a sus oyentes a las 6 de la mañana con sonidos de granja, animales por doquier y Carlos pidió expresamente, en su primer saludo matinal, tras su tradicional “me alegro”, que alguien le abriera por favor el río… ¿Qué era aquello? Sencillamente una ‘gran fiesta navideña’, un guiño genial al poderío y al lenguaje radiofónico, un juego valiente con los oyentes a las horas punta en que se atrevía a ofrecerles algo muy diferente a los titulares de rigor de la jornada… Carlos Herrera se atrevió a despertarles con el ‘Belén viviente’ de “Herrera en Cope”. Una simpática idea, basada en la incuestionable ‘magia’ de la radio, en un marco –la cadena propiedad de los Obispos- que resultaba sin duda el más apropiado.
El ‘líder’, como le conocen “Los Fósforos”, la comunidad que ha creado en torno a las 10:00 de la mañana, utilizó toda su guasa natural, para regodearse en el Belén y compartir con los oyentes un programa de seis horas en el que su ‘papel’ de San José (había que ‘verle’ con esas barbas de hípster y esa ¿túnica? extraña que la falta de presupuesto le había proporcionado). Ahí estaban un pordiosero Juan Antonio Alcalá, un leproso Goyo González, un porquero Santiago González, un Gaspar David Gistau, un José María Fidalgo convertido en Melchor, un Herodes Salvador Sostres, una Virgen María María José Navarro, un cagonet José Antonio Naranjo y un ángel, suspendido en lo alto del estudio de 13TV Paloma Tortajada que, de vez en cuando, y perdiendo el primer plano del micro, saludaba a Herrera cuando éste se refería a su “magnífica interpretación”. Y así, poco a poco, minuto a minuto, el Belén fue calando en los oyentes hasta el punto de que las centralitas, tanto de Cope como de 13 TV se fueron colapsando por los curiosos oyentes que intentaban conseguir imágenes de ese Belén viviente que habían puesto en marcha, con tanta eficacia, Carlos Herrera y su equipo. Diferentes medios se hicieron eco de esta broma y de sus efectos colaterales, como Esdiario.es. Estoy seguro de que la primera reacción de Luis Martín Pérez, responsable de Cope.es, fue acercar una cámara de fotos al plató de 13 TV para plasmar visualmente aquella escena, pero…
Los oyentes emigrados de Onda Cero conocen de sobra esta broma, pero los oyentes heredados de Cope se la han encontrado por primera vez. Particularmente, me duelen aquellos oyentes que se vieron decepcionados por Herrera, porque la ironía en la radio es imprecisa y no siempre se transmite con eficacia.
En realidad todo había sido una enorme broma, mucho más feliz desde luego que “La guerra de los Mundos” de Orson Welles, pero basada en los mismos principios –mágicos- que posee la radio como eficaz medio propagador de la imaginación del oyente. Para este viaje no hacían falta consultores suecos, bastaba tener oficio ‘de calle’, como tiene el maestro Herrera. Es ‘fácil’, ante el programa emitido, intuir las agujetas de Naranjo, provocadas por la incómoda y poco decorosa postura de su personaje en el Belén, o las molestias en los hombros de Paloma Tortajada tras someterse a la tortura de unos arneses algo tirantes.
Los oyentes emigrados de Onda Cero conocen de sobra esta broma, pero los oyentes heredados de Cope se la han encontrado por primera vez. Particularmente, me duelen aquellos oyentes que se vieron decepcionados por Herrera, porque la ironía en la radio es imprecisa y no siempre se transmite con eficacia.
En realidad todo había sido una enorme broma, mucho más feliz desde luego que “La guerra de los Mundos” de Orson Welles, pero basada en los mismos principios –mágicos- que posee la radio como eficaz medio propagador de la imaginación del oyente. Para este viaje no hacían falta consultores suecos, bastaba tener oficio ‘de calle’, como tiene el maestro Herrera. Es ‘fácil’, ante el programa emitido, intuir las agujetas de Naranjo, provocadas por la incómoda y poco decorosa postura de su personaje en el Belén, o las molestias en los hombros de Paloma Tortajada tras someterse a la tortura de unos arneses algo tirantes.
Nadie, salvo Herrera, se atreve a demoler la estructura de su programa, incluso en el primer tramo –el informativo-. ¿Quién en su sano juicio podría alterar el statu quo habitual para despertar a sus oyentes con sonidos de cerdos, gansos, gallinas, y demás animales belenísticos? Pues Carlos Herrera. Despertar, entre legañas y desorientación matinal, a oscuras, y que el radiodespertador te sorprenda de esta manera te reconcilia, una y mil veces, con la radio que me gusta, con la radio que es radio y no un mero altavoz de noticias.
Toda operación implica un riesgo, ¡qué duda cabe! Y seguro que hubo algún oyente molesto con tanto efecto especial y tanta guasa, cuando lo que quería era saber qué tiempo hacía y qué ocurría en el mundo. Pero me atrevo a afirmar que serían minoría porque la ‘parroquia’ que Carlos Herrera ha reunido en torno a la radio, ante todo, es amiga. Y un amigo siempre está dispuesto a aguantar las bromas de sus amigos. La valentía de Carlos me recordó, salvando las distancias, a una actuación surrealista del gran Tony Leblanc, en TVE, en un programa de otro grande, José María Íñigo, cuando salió al escenario y su actuación consistió en comerse una manzana. Nada más. Ante, eso sí, las atentas miradas del público presente en la sala y millones de ojos perplejos entubados por televisión. Tony sorprendió. De eso se trataba: de sorprender. Y, al tiempo, de dejarnos sorprender, de no perder nunca la capacidad de ser sorprendido. Alguien que se niega a jugar a la complicidad está muerto en vida.
Toda operación implica un riesgo, ¡qué duda cabe! Y seguro que hubo algún oyente molesto con tanto efecto especial y tanta guasa, cuando lo que quería era saber qué tiempo hacía y qué ocurría en el mundo. Pero me atrevo a afirmar que serían minoría porque la ‘parroquia’ que Carlos Herrera ha reunido en torno a la radio, ante todo, es amiga. Y un amigo siempre está dispuesto a aguantar las bromas de sus amigos. La valentía de Carlos me recordó, salvando las distancias, a una actuación surrealista del gran Tony Leblanc, en TVE, en un programa de otro grande, José María Íñigo, cuando salió al escenario y su actuación consistió en comerse una manzana. Nada más. Ante, eso sí, las atentas miradas del público presente en la sala y millones de ojos perplejos entubados por televisión. Tony sorprendió. De eso se trataba: de sorprender. Y, al tiempo, de dejarnos sorprender, de no perder nunca la capacidad de ser sorprendido. Alguien que se niega a jugar a la complicidad está muerto en vida.
Y para completar este post navideño, con el que, me permitirán mis lectores, me tomaré un pequeño descanso, les propongo -para completar este artículo- un podcast, relacionado con este programa 'fantástico'.
Les ofrezco la versión en audio, con LO MEJOR de este 'Belén viviente', que ha parido, con toda su gracia, el Herrera en la Cope. Algo así como 'los mejores momentos' comentados por un servidor...
Les ofrezco la versión en audio, con LO MEJOR de este 'Belén viviente', que ha parido, con toda su gracia, el Herrera en la Cope. Algo así como 'los mejores momentos' comentados por un servidor...
Aprovecho para desear a todos mis lectores, y oyentes, unas extraordinarias fiestas navideñas y una feliz entrada en el nuevo año 2016 en que la radio, no lo dudéis –permitidme el tuteo- seguirá atrayendo nuestra atención, y sorprendiéndonos… ¡Gracias a todos!