La etiqueta del periodista
https://www.gorkazumeta.com/2015/10/la-etiqueta-del-periodista.html?m=0
Efectos de las nuevas formas de consumo de radio
Nadie, en otro tiempo, compraría “La Razón” siendo votante del PSOE. Y digo, y subrayo, “en otro tiempo”, porque las circunstancias han cambiado tanto, y la accesibilidad a la información se ha desarrollado hasta tal punto, que los comportamientos, y las coexistencias, se han flexibilizado mucho. Hace unos pocos años quien se compraba todos los periódicos en el quiosco era un privilegiado, adinerado sin duda, y hoy es un tipo bien informado. En menos de diez minutos, hoy, pueden repasarse, a través de la red, las principales portadas de los diarios, de manera gratuita, y hacerse una idea, bastante aproximada, y contrastada, de lo que ha ocurrido en España y en el mundo. Esto, impensable hace unos pocos años, hoy es absolutamente natural.
¿Qué
ocurre en la radio? La radio está experimentando una pérdida en la fidelización
de los oyentes hacia su emisora de toda la vida. Los trasvases de unos
profesionales de unas cadenas a otras han fomentado este desapego ideológico y,
por otra parte, la tecnología –y la facilidad creciente para el zapping, y sobre todo, la llegada de los
podcast- lo está favoreciendo.
La radio en diferido ha enriquecido la visión de los oyentes de la realidad |
El
caso paradigmático es, sin duda, el de Paco
González, Manolo Lama y Pepe Domingo
Castaño, otrora piezas indispensables en el firmamento de la cadena SER, en su “Carrusel Deportivo”, y hoy, desde hace cinco temporadas, en la
cadena de los obispos. ¡Quién se lo iba a decir al mismo Paco hace seis o
siete! ¡Era impensable! Paco se llevó consigo miles de oyentes de la SER a la Cope.
Pero, es cierto, una gran mayoría de ellos regresaba a la cadena de Prisa Radio tras haber disfrutado con el
nuevo “Tiempo de Juego”. Eran los
fieles a la marca, que evitaban traicionar a su radio “de toda la vida”.
Hoy,
esa fidelización la radio la está perdiendo. Estoy completamente seguro de que
si el EGM pudiera medir (si fuera capaz de hacerlo) el consumo real de los podcast producidos por las diferentes cadenas,
nos encontraríamos ante un dato sorprendente, que no tendría por qué coincidir
con la actual configuración del panorama radiofónico hispano.
De
hecho, la reciente apuesta de Onda Cero,
el segundo operador (hasta ahora) del ranquin de cadenas de radio españolas se
enmarca en la desideologización de su marca, frente a la estrategia de la competencia.
El propio Carlos Alsina, en una reciente
entrevista concedida al diario “El Mundo”,
declaró: “el oyente no quiere oír lo que
yo opino”. Y eso es lo que está haciendo cada mañana, en el primer tramo –el
informativo- de “Más de uno”: tratar
de explicar lo que ocurre, sin introducir su ideología.
Carlos Alsina en Onda Cero, al frente de las mañanas, en su primer tramo, el informativo |
En
el reverso de esta actitud, del periodista que intenta explicar la vida sin
automarcarse una etiqueta ideológica, estaría Federico Jiménez Losantos, un profesional muy inteligente (no hay
duda), que juega a la estrategia de la irritación permanente y de la
provocación (ya lo hacían los clásicos griegos, en realidad no ha inventado
nada). Pero ese periodismo de excesos también reúne adeptos y por consiguiente
suma también parroquia.
Sin
embargo, y pese a que EsRadio presenta
un consumo más que respetable en la red, todavía no cuenta con los apoyos millonarios
de otras cadenas, que ejercen el periodismo desde la moderación, sin exaltar al
respetable cada mañana. Alsina está haciendo un buen periodismo; otra cosa es
que haga un buen “programa informativo matinal”. El modelo que practica Alsina,
que ya ejercía cada noche en “La Brújula”,
es una opción que a mí, personalmente, me parece en constante crecimiento:
Alsina, y por extensión, Onda Cero, están ofreciendo a sus oyentes periodismo, no ideología. Por el contrario, en este país
nuestro, tan vehemente, la falta de identidad ideológica -no saber a quién
tienes delante- puntúa en negativo.
No
es fácil, desde luego, establecer una estrategia eficaz en la radio española.
Pero, en ese abanico de opciones reflejado por el EGM, Onda Cero ha decidido situarse equidistante
de la SER y de la Cope. Ha sido su opción. Frente a la izquierda
de la cadena generalista de Prisa Radio
y la derecha de la cadena de los obispos, Onda Cero ha decidido situarse, en
el centro del observatorio de la actualidad. Las emisoras regionales, públicas
o privadas, juegan al localismo, y sin duda a la proximidad, a la que están
renunciando los grandes radioperadores, por evidente falta de recursos
publicitarios que cubran sus costes fijos, hoy bastante adelgazados ya, por
cierto. Catalunya Radio, RAC1, Radio Euskadi, Euskadi Irratia, Radio Galega o
Canal Sur Radio, entre otras, apelan al sentimiento más próximo a la tierra, identificándolo
con su producto, desde el nacionalismo en los casos catalán y vasco, y desde el
regionalismo en los casos gallego o andaluz. En definitiva, es una radio que
apela al sentimiento, apoyado desde la proximidad y cercanía.
Federico Jiménez Losantos, su posicionamiento en la red es mayor que en el escenario analógico |
He
dejado a Radio Nacional de España fuera de este debate, mal que me pese; porque
la radio nacional pública debería estar por encima de ideologías, al ser
propiedad de todos los españoles, pero mucho me temo que esto, hoy por hoy, en
España, es una entelequia. Así se han empeñado los populares en esta
legislatura, cuando destruyeron lo pactado durante el mandato socialista de
elegir al presidente de la Corporación de RTVE
por mayoría cualificada de los grupos parlamentarios. Luis Fernández, mi jefe en la SER,
fue el único presidente por consenso que ha tenido la democracia en toda su
existencia (Oliart fue su sustituto, de urgencia). ¡Qué triste! Con este modelo, la radio pública oscilará ideológicamente,
de izquierda a derecha, en función de quien reside en Moncloa.
Pongo
en duda no sólo que el modelo elegido por Onda
Cero, y que representa y practica su primer comunicador actualmente, el de
mayor influencia –Carlos Alsina- resulte el más eficaz, en este país; sino
también que la empresa, o grupo de comunicación que lo acoge tenga la autoridad
moral para ejercerlo con coherencia. No puede ocultarse que el Grupo Planeta,
primer accionista de Atresmedia, ha puesto una vela a Dios y otra al diablo con
Antena 3 y La Sexta (y permítanme que renuncie al “respectivamente”, y que cada cual establezca la correspondencia como
crea conveniente).
Luis Fernández, el primer presidente de la Corporación RTVE elegido por consenso. Le sustituyó Alberto Oliart, que también dimitió |
Al
final, y a pesar del esfuerzo de las cadenas por definir su nicho, los
profesionales son los que, en última instancia, atraen oyentes por su forma de
trabajar la información y de ofrecerse ante el micrófono. Así, el reciente y
fulgurante fichaje de Carlos Herrera
por la Cope es un fiel ejemplo de recolocación
de fichas en este dominó de la radio española. Está claro que el almeriense sólo
podía moverse de Onda Cero a Cope, y no de Onda
Cero a SER, donde trabajó, por
cierto, en los 80-90. Su universo ideológico se enmarca mucho más
coherentemente, ahora, en la emisora de los obispos que en la de Atresmedia,
después de la apuesta personal de José
Manuel Lara por la ‘bidireccionalidad
ideológica’ en su catálogo de medios, con la que no comulga Herrera.
El reciente fichaje de Carlos Herrera por Cope es la gran esperanza de los obispos |
Los
resortes del poder, político, y económico, han descafeinado en gran parte la
posición ideológica de Prisa (como lo harían
en, por ejemplo, Cope, si cambiara el signo
del gobierno más a la izquierda), por cuanto las servidumbres y las
dependencias del poder son inescrutables. La población –subdividida en
lectores, oyentes o televidentes, en definitiva consumidores de información- no
permanece ajena a todo este maremágnum mediático y, en consecuencia, ejerce su
decisión individual de optar por una u otra cadena, por uno u otro profesional.
Si
hemos hablado de Herrera y Alsina, deberíamos también, por equilibrar el
discurso, referirnos a Pepa Bueno, a
quien, desde la SER, no creo que se le
exija una probada militancia en la izquierda, más si cabe ahora mismo en que Prisa no está en condiciones de practicarla
con el margen de libertad deseable. Pero a menudo sufre el ‘sindrome Ana Pastor’ en sus entrevistas
a políticos del PP con los que termina enfrentándose sin ninguna necesidad
(además de fomentar la animadversión tan poco rentable en la obtención de
titulares). Personalmente encuentro mucha mayor eficacia en el método Alsina: atacar
y contraatacar al entrevistado, cuando procede, con una sonrisa en la boca y un
dato –fundamental- en la cabeza, tan demoledor que descoloca al entrevistado (entrevista
electoral al presidente Rajoy).
Las
entrevistas de Pepa Bueno a políticos del PP parecen, a veces, más
interrogatorios que abochornan a los oyentes. Su
conversación con Esperanza Aguirre derivó en claro enfrentamiento. Y
tampoco fue mucho más agradable la
que dedicó a Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta del Gobierno. No
creo en la agresividad como estrategia en una entrevista. Añoro, en este
tiempo, la elegancia rotunda de Iñaki Gabilondo, e incluso la
delicadeza campechana de Carles Francino, que
se delata a menudo por su rudeza en las formas. Ambos sabían preguntar, y
lograban el titular sin enemistarse con nadie.
Pepa Bueno y Esperanza Aguirre, encontronazo, el micrófono echaba chispas |
También
es cierto que hay oyentes que exigen ese extremismo en las formas para
presionar a quien pregunta, los casos de Carlos
Herrera y su entrevista a Pablo Iglesias, que algunos calificaron de ‘tibia’
o de Carlos
Alsina a Artur Mas, criticada hasta por el diario ‘ABC’ por dejarle
escapar. Pero soy de los que piensa que el buen periodismo debe estar más cerca
de la elegancia y el ‘savoir faire’, que de la agresividad dialéctica gratuita.
Insistir, sí; pero con una sonrisa. El periodista nunca puede situarse por
encima del entrevistado y mucho menos erigirse en juez y parte sobre el bien y
el mal.
Cada
uno –medio y profesional- juega su papel. Y debe estar claro cuál es el elegido
por cada uno, para que el oyente actúe en consecuencia. Así, y ante este
panorama, no resulta extraño que el oyente racanee la fidelidad que antes
prodigaba a su cadena favorita, en pos de una mayor visión de conjunto acerca
de la realidad que nos rodea. Escuchar sólo a Pepa Bueno no sería rentable, en términos de conocimiento ecuánime
de la actualidad; igual que hacerlo sólo a través de la voz de Jiménez Losantos
o de Carlos Herrera o Carlos Alsina. Por eso, bienvenido sea el actual sistema
de escucha de radio, donde el zapping
y los podcast permiten esbozar un
retrato más ajustado de la realidad, lejos de la parcialidad interesada y
militante.
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