Pac Vera Saz, un oyente moldeado por la radio
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RADIOGRAFÍA ESPAÑOLA: LA HISTORIA DE LA RADIO QUE MOLA
Un libro escrito por Pac Vera Saz
La radio española puede considerarse una privilegiada por contar con un oyente de la talla de Pac Vera Saz, nacido con la década de los 80, doctor en Química por la Universidad de Zaragoza, y dedicado al I+D+i en el Instituto Catalán de Investigación Química. No es sólo un oyente, es mucho más que eso, es un oyente avezado y militante; un oyente crítico, pero constructivo; un oyente fiel, pero exigente; un oyente, en definitiva, a los que la radio necesita –y en estos tiempos mucho más- como elemento dinamizador de su propia supervivencia.
El
autor del blog Radiochips ha escrito
un libro -“RADIOgrafía española: la
historia de la radio que mola”- en el que –seguro, es fácil intuirlo- ha
invertido mucho tiempo, esfuerzo, y memoria. El libro que tuve la oportunidad
de leer –y de disfrutar- este pasado verano pesa. Pero la medida del peso que
hay que aplicar para cifrarlo no se puede establecer sólo en gramos. El libro pesa mucho en el panorama actual de la
radio española, porque, como escribí en un tuit al comprarlo, allá por julio, y
hojearlo por encima, podría ser la “Larousse”
de la radio española contemporánea. Reúne, en sus casi trescientas páginas,
miles de datos, cientos de nombres, fundamentales en la radio española desde
los 80 hasta nuestros días.
Un libro escrito por Pac Vera Saz
La radio española puede considerarse una privilegiada por contar con un oyente de la talla de Pac Vera Saz, nacido con la década de los 80, doctor en Química por la Universidad de Zaragoza, y dedicado al I+D+i en el Instituto Catalán de Investigación Química. No es sólo un oyente, es mucho más que eso, es un oyente avezado y militante; un oyente crítico, pero constructivo; un oyente fiel, pero exigente; un oyente, en definitiva, a los que la radio necesita –y en estos tiempos mucho más- como elemento dinamizador de su propia supervivencia.
Imprescindible en toda biblioteca de un buen aficionado a la radio |
Si
Ángel Faus y Lorenzo Díaz han escrito en este nuestro país, tan ‘de radio’,
sobre este medio tan absorbente, desde el prisma de un profesor universitario,
primer doctor en Ciencias de la Información en España, “capitán, mi capitán” (mi profesor de radio en la Facultad de
Periodismo en la Universidad de Navarra) y de un eminente sociólogo e
intelectual, respectivamente, este libro aporta la visión de un oyente de
radio, de alguien que está –como los dos nombres mencionados- “al otro lado”, ciertamente; pero en este
caso Pac Vera analiza el efecto que provocaron en él, ¡en su vida!, horas y
horas de escucha de todos los profesionales que le han ido acompañando, desde
su niñez, adolescencia y juventud. Vera es, en suma, el prototipo de oyente
avanzado, de esos que es capaz de “descubrirte” por la voz, pese al gran
atractivo, para nosotros, del anonimato, que tanto preservamos.
“RADIOgrafía española: la historia de la
radio que mola” es producto de la calidez del medio. Pac Vera va eligiendo
momentos, circunstancias, cadenas, emisoras, profesionales que, de una y otra
forma, con un nivel u otro, le han gustado, le han atraído, le han ensimismado.
Y así, destaca que él, como otros muchos miles de oyentes, creyó en la
existencia del señor Jordi Casamajor,
personaje real apoyado por la singular imaginación de Javier Sardá; que escuchó a ese “animal de radio”, de tanto carácter,
como fue Encarna Sánchez; que
participó también de ese fenómeno arrollador, verborréico,
de Federico Jiménez Losantos en la Cope; que conoció a Iñaki Gabilondo, “un
perfeccionista” –dice- en la tele, en el programa “En Familia” (TVE); que disfruta con las idas y venidas, los
polígonos y las locuacidades escatológicas de Carlos Herrera o que estudió
con las ocurrencias, y las “exclusivas”
de ese dúo incorregible de Gomaespuma,
Fesser y Cano (y Alcanda y Barella, en los comienzos). Unos y
otros nombres, algunos en las antípodas ideológicas, hermanados por la radio y
el efecto que provocaron entre sus oyentes. Pac Vera es “hijo de la radio” y, por lo que leo, “un buen hijo”. Y esto me lleva a preguntarme si los oyentes de
radio son diferentes a los que no lo son. La radio, así la define siempre Iñaki
Gabilondo, es como el “xirimiri” o el “orbayu”.
Frente al “tormentón” de la televisión, la radio te va calando, sin tú saberlo,
pero terminas empapado; en este caso, embelesado.
Leyendo
estas páginas, repletas de recuerdos y de vivencias personales asociadas a la
radio (cada uno de nosotros tenemos “nuestra” historia de la radio…) se me
ocurría parafrasear al gran Antonio
Machado, cuando escribió que “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, donde
madura el limonero”. En el caso de
Pac Vera, a juzgar por lo que se plasma en este libro, podría decirse “mi infancia son recuerdos de un transistor, por
donde pasaba la vida”. Vera es un consumidor compulsivo de radio, un “radiófago”,
un ser excepcional que, cualquier sábado o domingo por la tarde, es capaz de
escuchar en directo “Tiempo de juego”
de Paco González (“descubierto por Paco Vela”), Manolo Lama y Pepe Domingo Castaño, en la Cope y al mismo tiempo zapear con “Carrusel Deportivo”, en la SER, para escuchar lo que cuentan Jesús Gallego (“para ese
viaje no se necesitaban tantas alforjas”), Miguel Coll o Juan Ochoa
(“dos grandes voces”). Y en el camino,
el zapeo puede que incluya Onda Cero, para escuchar a Javier Ares (“un hombre de
García”) y su peculiar “diccionario personal”. Por si fuera poco, todavía
le quedan ganas luego de enchufarse algún podcast
de “A Vivir que son dos días”, de Javier del Pino o de “No es un día cualquiera”, de Pepa Fernández, por si se perdió algo
por el camino. Incombustible.
Pac
Vera se merecería ser invitado de excepción en todos y cada uno de los
programas de los que habla en su libro, y verse –cara a cara- con todos los
profesionales que han cambiado su vida, que son decenas. A él le tocó
jovencito, pero recuerda los monólogos, y el soniquete, claro, de José María García, en aquella Antena 3
Radio de Manolo Martín Ferrand y se atreve a dar la fórmula del “butano”,
como buen químico que es y hasta a buscar semejanzas entre el gas y el
periodista deportivo, rey absoluto de las noches de radio españolas durante
lustros. Su memoria no tiene límites, y aunque se ha hecho acompañar de documentación,
cuyas referencias se recogen al final del libro, lo cierto es que la impresión
que ofrecen estas sesudas páginas de radio hablan de personalización de la historia, ahora se habla de customización.
Por eso Jordi Basté, líder de las mañanas catalanas en RAC1, le invitó a su programa junto a Luis del Olmo, Josep María Martí y Sergi Mas, y se deshizo en elogios respecto del libro, y del autor.
Porque Basté sabe bien lo que cuesta, primero encontrar un oyente, luego pescarlo, y por fin fidelizarlo. Este
momento fue especialmente entrañable para quienes amamos tanto el medio.
Seguir el blog Radiochips de Pacman, una buena costumbre, como la radio |
Solo falta Jordi Basté, que fue quien los unió, en RAC1 para hablar del libro de Pac Vera. De izq. a der. Josep María Martí, Luis del Olmo, Sergi Mas y Pac Vera |
Contraportada del libro "Radiografía Española" |
“RADIOgrafía española: la historia de la
radio que mola” es una historia personal, firmada y tamizada por la
biografía del propio autor, Pac Vera, que está permanentemente presente en la
narración de la historia que recoge. En ocasiones, desaparece y el libro se
convierte en una simple enumeración de fechas y nombres. Lo que me atrae del
libro es la presencia del autor -del oyente- y, aunque no siempre coincida con sus
ideas, y reflexiones, entiendo que piense de esa manera. Y, por supuesto, lo
exponga con absoluta libertad, porque es “su” historia de la radio. Pero hay
algunos hechos, que tal vez porque provengan de más atrás en el tiempo, no
están bien reflejados y contados. Es una historia sesgada por su propia vida.
Lo de antes no existe para él, pero olvida el inevitable reflejo que tuvo en la
radio que hoy disfrutamos, que no ha cambiado mucho de la que se hacía en los
ochenta, y noventa.
El
libro contiene una información muy exhaustiva, densa en ocasiones, excesiva
incluso en maquetación, que se me antoja demasiado fúnebre y algo desordenada
en la lectura. Tantos recuadros con información complementaria exigen un cambio
de esquema en el ritmo de lectura. La banda cronológica inferior del libro, muy
interesante, al final requirió una segunda lectura del mismo, lo que alteró una
lectura normalizada, si bien la enriqueció con más datos. Aunque no son
numerosas, es cierto que hay alguna clamorosa falta ortográfica que desluce la
brillantez del texto y entiendo que en una edición de estas características, de
un libro que sin duda, creo, aspira a convertirse en un clásico contemporáneo
sobre la historia reciente de la radio española, debería haberse cuidado un
poco más y también, insisto, la maquetación. Deduzco que la edición de
fotografías en color hubiera encarecido el libro, pero la profusión de los
negros y la inexistencia de márgenes blancos, que den un poco de aire al texto, termina por agobiar una
lectura que debe ser de lo más placentera y sin embargo, por problemas
formales, se ve alterada sin ninguna necesidad (o sí, la de los costes…). La
maqueta debería haber sido tan amable como el medio al que se dedica. Y echo de
menos un índice onomástico al final, con todos los nombres de los que se habla,
para facilitar dobles y triples lecturas, y aclarar consultas que se
presentaran en el camino.
No
sé si Pac Vera ha calibrado el efecto que puede provocar en el lector su visión
de la radio española. Estoy seguro de que –y de esta forma se enriquece la
propia magia del medio- cada uno de los lectores ha trazado caminos paralelos
con el autor, biográficos, o no, ha disentido o ha apoyado sus afirmaciones y
recuerdos y hasta, como servidor, ha sufrido un doble sentimiento encontrado, fruto
del tiempo pasado (o acumulado) y la buena cantidad de colegas presentes en estas páginas a los que tengo
el gusto de conocer, admirar y tratar.
Pac Vera Saz |
Muchas horas de trabajo invertidas en estas páginas |
Pero "los árboles, en este caso, sí dejan ver el bosque" de RADIOgrafía
española: la historia de la radio que mola” es un libro imprescindible para
el que ama el medio, trabaja en él o, simplemente, es –como el autor- un “escuchante” avanzado, conocedor del
catálogo que es capaz de ofrecer la radio en España. Pepe Domingo Castaño se
encarga de prologar el libro. No es nuevo para mí el punto de vista que ha
adoptado el gallego. Para Pepe, la radio “es
un viaje por mis propios sentimientos”. Y añade: “escribir un libro sobre la radio es como escribir un libro sobre la
vida de este país, siempre tan sediento de micrófono y libertad”. Pero,
como dice el autor, “todo pasa por la
radio”. Si alguien, precisamente, quiere pasar –y pasear- por la radio, por “su” radio, aquí encontrará unas
páginas, deliciosas, que recuperan, con precisión, “las horas más calientes de la radio española”.
No lo he leido (aunque sigo el blog), pero por lo que cuentas podría ser perfectamente el apéndice de los libros de Historia de la radio en España de Balsebre, pero escrito en un lenguaje más informal
ResponderEliminarHola Juan Diego! Gracias por tu comentario. Desde luego el lenguaje es bastante más informal. Armand Balsebre es un catedrático de universidad obligado a aplicar tanto un fondo como una forma rigurosa. Si conoces el blog ‘Radiochips’, las maneras de escribir son las mismas, tal vez, si me apuras, un poco más contenidas. Pero Pac Vera Saz no tiene esa obligación academicista, ni falta que le hace, por adoptar ese punto de vista más formalista. Por eso la mirada de ‘Radiochips’ tiene un atractivo añadido: es cálida, igual que la Radio e irradia cariño por el medio por los cuatro costados del libro. Es lo que más me atrae. Por eso comentaba que, cuando desaparece el autor, el texto pierde interés, porque se convierte en una simple cronología. Su aportación es la subjetividad de su experiencia personal ante la radio y lo que me atrevo a sugerir en el título –una intrepidez- es que Pac Vera Saz, por lo que cuenta, es un tipo “moldeado” biográficamente por la radio. Yo me lo leí en dos tardes. No lo solté hasta el final, y eso que la maqueta no ayuda nada… Un saludo!!
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