“Mi único remordimiento en mi vida profesional proviene de los callos que he tenido que pisar por dirigir"
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ENTREVISTA A FERNANDO ÓNEGA (y II)
Continúa…
-¿Y
las tertulias que hay ahora son las mismas que tú dejaste?
-¡No! Las mías eran un complemento
informativo, una oferta de claves, incluso de rumores, la otra cara de la
noticia. Como decía Manuel Antonio Rico, “si
usted quiere mercancía pasada por Sanidad, la tiene en “Hora 25”; pero si busca mercancía prohibida, pase usted a “La Trastienda”… Buscamos a los periodistas mejor
informados, sin mirar su ideología. Hoy las tertulias son ideológicas.
-Totalmente,
forman parte del color de la cadena radiofónica…
-No complementan la información, sino
que dictan sentencias políticas. Y esas sentencias son perfectamente
previsibles, porque se conoce la ideología del tertuliano. Yo recomendaría: más
información, menos ideología partidista.
-Claramente: no hubo feeling con Galdón. En los días que
conviví con él como director general llegué a apuntar 28 “putadas” que me había
hecho. Salían a dos diarias por lo menos. Subí a su despacho, se las leí porque
las tenía anotadas, Galdón se recostó en su sillón, puso los pies encima de la
mesa y me respondió: “Tienes toda la
razón, pero yo soy el director general”. Con dos narices. Era un viernes de
principios de septiembre. Aquella tarde pasé por la Secretaría de Estado de Comunicación, y sus responsables sabían
cómo iba a ser la “Hora 25” del lunes
siguiente.
-Sí. Llegué a casa, llamé a Galdón y le
dije lo que le tenía que decir. No pasé ni a recoger el finiquito. Ahora,
cuando nos vemos, nos saludamos cordialmente y echamos unas risas recordando
todo aquello. Debo añadir que con Prisa,
personalmente con Jesús de Polanco,
no tuve ningún problema. Al revés: fue una relación exquisita.
-Coincido,
Polanco era un auténtico señor en el trato… Lo primero que hicieron fue cargarse las tertulias, que definieron
como “reuniones de amiguetes”. Luego, sin embargo, la SER se volvió a llenar de tertulias a
todas horas…
-El problema de la llegada de Prisa a la SER
es que llegó como adanista: se creía que iba a inventar la radio y aún hoy cree
que antes de ellos no había radio privada en España. La calificación de las
tertulias como “reuniones de amiguetes” se hizo nada menos que en un editorial
de El País, que manda carallo. Y se las
cargaron, claro. Pero, como no se les ocurrió nada mejor para sustituirlas, no
tuvieron más remedio que recuperarlas. Y no una como teníamos entonces, sino,
como dices, a todas horas y para todo.
-Te
marchaste de la SER, de la radio, pero
volviste más tarde a la Cope (1986-1990) y a Onda Cero, en esta última director general
en dos veces distintas. ¿Gestión o periodismo? ¿Qué prefieres?
Onda Cero y Fernando Ónega han caminado juntos en varias etapas |
-La entrada en la Cope debió ser un poco antes del 86. Fui de la
mano de Luis del Olmo y su “Protagonistas”, con el invento de “La carta”, idea de Luis, que a mí me
entusiasmó. Con Luis he trabajado 17 años. Separarnos ha sido como un divorcio.
En medio, efectivamente, dirigí los Servicios Informativos de la Cadena y
después dirigí dos veces Onda Cero. La
primera, cuando casi estaba en proceso de creación que había iniciado Tomás Martín Blanco. Después de las
experiencias vividas, está clarísimo que donde esté el periodismo, que se quite
la gestión. Bueno, que la hagan otros. El lema de mi vida en varias ocasiones
fue “Ni control de tropa ni gestión de
presupuestos”.
-Pero
no cumpliste con tu propio mandamiento…
-Pues sí, caí en el pecado de no
cumplir, y quizá sea el único remordimiento que tengo en mi vida profesional.
Todos los problemas de relación que mantengo se derivan de los callos que he
tenido que pisar por dirigir.
'El medicamentazo' |
El ataque de risa de don Fernando
Fue uno de los
momentazos de ‘Protagonistas’, con Luis del Olmo. A Fernando Ónega le entró un ataque de risa dando una noticia que,
por cierto, no tenía mucha gracia, pero la risa, en ocasiones, surge sin razón
de ser, atraída por muchas circunstancias. Recogimos el gazapo en el “Estupidiario”.
¿Cómo lo recuerdas Fernando?
-Como una de las anécdotas de mi vida.
Es uno de esos instantes en que te entra la risa tonta, la risa que no puedes
controlar, la risa loca. Luis del Olmo es lo que más recuerda de mis 17 años a
su lado, lo cual significa que tuvo que ser un momento espectacular. Cuando
ocurre no tienes conciencia, naturalmente, de lo que está pasando. Es más: sientes
una sensación importante de ridículo. Y seguramente has hecho el ridículo,
porque el asunto tampoco era tan divertido. En fin, ¡qué quieres que te diga...!
-¿Si
te pidiera, en muy pocos adjetivos,
que establecieras una tipología
por cada medio, con cuáles definirías la esencia de la prensa escrita, la
radio y la televisión, medios todos en los que has trabajado?
-Hay
un adjetivo común a los tres medios: seductor. Y hay un sustantivo distinto
para cada
uno. La prensa escrita, el sosiego. La radio, la intimidad. La televisión, el
espectáculo. Hasta ahora, la prensa escrita, además, era el rigor, pero hoy
tengo muchas dudas. La radio era la rapidez, la instantaneidad, pero se está
dejando comer esa cualidad por Internet e incluso por la televisión. Y la
televisión era el lujo de la imagen, pero se lo está dejando comer por escenas
de sofá que salen más baratas.
-¿Qué
ha significado Fernando la radio para ti? Si tuvieras que
situarla en tu vitrina de trayectoria profesional, ¿qué puesto le reservarías?
-Para mí ha sido, en el tiempo, la
segunda y definitiva etapa de mi vida. Hoy soy un hombre de radio y creo que
para la mayoría de la gente. Me sucede algo curioso: hay mucho público que me
identifica porque me ve en la tele, pero me dice que me escucha en la radio.
Ahora bien: creo que la radio, como la televisión, tiene un tiempo de
permanencia limitado, que supongo que se está empezando a descontar. Me moriré
escribiendo un artículo para La
Vanguardia o La Voz de Galicia. Y
si ambos fallan, me harán un hueco en El
Progreso de Lugo.
-¿Qué
escucha en radio Fernando Ónega, y por qué?
-Soy fiel a Onda Cero, que es mi emisora y es
fantástica, plural y divertida. Zapeo por todas, porque un profesional tiene
que saber lo que se hace por ahí. Y casi todos los días conecto a través
de Internet con las emisoras de Lugo
para mantener contacto con las raíces. Escuchar la programación local me parece
incluso un acto patriótico, a ver si sumando oídos contenemos un poco la
invasión de la programación nacional, que es magnífica y absolutamente
necesaria, pero la radio es un medio próximo al ciudadano y debe mantener esa
identidad.
-Absolutamente
de acuerdo contigo, Fernando, y además me postulo como defensor militante de la
radio de proximidad, la cuna de la radio.