Fernando Ónega: “Si hubieran sabido que yo creé las tertulias, me habrían echado de España”
https://www.gorkazumeta.com/2015/03/entrevista-fernando-onega-i.html
Entrevista a Fernando Ónega (I)
"Mi llegada a la radio fue lo más sorprendente de mi vida profesional"
Su nombre es sinónimo de buen periodismo, de credibilidad, de honestidad.
No es obligatorio sentirse plenamente identificado con lo que dice, pero cuando
lo dice, quien le escucha sabe que se trata de una afirmación basada en la
honradez y el conocimiento profundo de la realidad española. En unos momentos
en los que el periodismo atraviesa por una complicada campaña de desprestigio,
ganada a pulso por un ejercicio contaminado, a menudo teledirigido desde
órganos repletos de intereses (sobre todo económicos), su voz se alza limpia,
profunda y socarrona, apuntalando el Periodismo con mayúsculas. Mi invitación a
Fernando Ónega se circunscribe a su trayectoria en radio, donde no
pensaba recalar motu proprio. Sin
embargo, por esos avatares de la vida, y la oferta de Luis del Olmo,
inventor de tantas cosas, este gallego ilustre, de Lugo, se acercó a la radio y
nunca más se separó de ella. Por fortuna. Su paseo por todas las grandes
cadenas privadas, combinando periodismo con gestión, nos llama profundamente la
atención, sobre todo por la coincidencia con el momento histórico con el que le
tocó convivir. Sin duda, se trata de uno de los grandes invitados de este blog
y, como tal, se lo agradezco muy sinceramente. Les dejo con un periodista que
ha reflejado la reciente historia de España casi como un notario, sin dejarse
vencer por intereses espurios ante los que otros han claudicado. ¡Bienvenido,
maestro!
Fernando Ónega en los estudios de TVE (Fotografía RTVE.es) |
-Fernando,
tú viviste, en primera persona, la baja consideración
que vivía, a finales de los 70 y principios de los 80, en España, la radio, como medio para desarrollar el
trabajo de un periodista. Era un medio “de segunda fila”. ¿Así llegaste a la SER en el 79, llamado por Eugenio Fontán, verdad?
-Efectivamente, en aquellos tiempos la
radio era muy popular, tenía programas espectaculares y auténticos mitos al
micrófono, pero no era un medio informativo; era un medio de compañía y
entretenimiento. Habían pasado cuarenta años donde la única información
radiofónica había sido la de Radio Nacional
de España, y el resto de emisoras no hacían otra cosa que conectar.
-Hasta
que Adolfo Suárez cambió aquel escenario…
-…exacto, a través del decreto de
libertad informativa. Hasta entonces no había otra información radiofónica…
-…’el parte’ de RNE. ¡Un clásico!
-Como dijo Antonio Calderón, “como no
podíamos contar la realidad existente, contábamos una realidad inventada”.
Luchaba con profesionales históricos como Manuel
Martín Ferrand por contar algo
burlando la censura. Cuando empecé a hacer comentarios en la SER, mis compañeros de oficio me
recomendaban que no hiciera eso, que la radio era otra cosa y que me iba a
desprestigiar.
Fernando Ónega con el presidente Suárez, del que fue Jefe de Prensa |
-Una
visión ‘de futuro’, sí señor…
-El cambio ha sido tal, que quienes me
criticaron por aceptar estarían hoy encantados de participar en algún programa de
radio, aunque no sea informativo. Ese ha sido el cambio.
-Tu
bautizo de fuego (nunca mejor
dicho) al frente de la dirección de los Servicios Informativos de la SER fue el golpe de estado de Tejero, en 1981. ¿De alguna manera puede
considerarse ese triste episodio de la historia de España como el detonante que
confirmó que la radio podía hacer mucho más que entretener?
-Absolutamente cierto. Multitud de
ciudadanos -casi todos- descubrieron el potencial de la radio aquel día.
Incluso yo, para ser totalmente sincero. Fue la emocionante y decisiva “noche
de los transistores”, que hizo que toda la sociedad pudiera seguir un golpe de
estado en directo. La radio ganó credibilidad y consiguió imponerse como el
medio más rápido para comunicar información. Pero los efectos no han sido
solamente esos. Hubo un impacto inmediato en la actitud de las empresas
radiofónicas, que percibieron la importancia de la información en sus
programaciones. Y hubo un impacto en los profesionales, que se sintieron
dignificados y empezaron a creer más en sí mismos y en su trabajo.
José María García subido encima de la Unidad Móvil de Radio Madrid el 24 de febrero de 1981 (SER) |
-¿José María
García acudió al Congreso tomado por Tejero atendiendo una
orden tuya o por su propia iniciativa?
-A ver, la palabra ‘orden’, referida a
José María García, hay que ponerla siempre entre comillas. A García, como
mucho, se le sugiere o se le indica. Su participación en el programa especial
tuvo dos fases: la nocturna, coincidiendo con el horario de su programa, y la
de la mañana, cuando se produjo la salida de los diputados y, por tanto, el
final del golpe. En ambos casos fue una iniciativa compartida por ambos. Con
resultado polémico en la nocturna, y con éxito rotundo por la mañana, porque
los guardias que hacían el cordón de seguridad le saludaban militarmente y le
dejaron pasar. De hecho, la foto de aquella mañana es la de García transmitiendo
desde el techo de un coche. Esa foto forma parte de la historia.
-¿Podrías recordar cómo fue tu entrada en la SER, Fernando? ¿Cómo viviste tu llegada a
la radio, después de tu intenso recorrido previo en prensa?
-Mi llegada a la radio fue lo más
sorprendente de mi vida profesional. Al día siguiente de dimitir como jefe de
prensa de Adolfo Suárez (1978), me llamó Eugenio
Fontán (Director General de la SER)
para sugerirme algo insólito entonces: hacer un comentario diario en “Hora 25”, con duración de
minuto y medio. Me pidió que le grabara una maqueta de lo que podría hacer, la
grabé en una grabadora de medio pelo, y parece que no le disgustó.
-¿Tenías
presentes entonces aquellas palabras de tus compañeros que te recomendaban no
meterte en la radio para no desprestigiarte por el medio?
-Pues sí, porque la radio –me decían- “era
otra cosa”. En parte era verdad y trabajar en la radio tenía riesgos para quien
se había hecho un nombre en los medios impresos, pero me parecía un desafío
importante, un desafío en toda regla, y acepté. Así de sencillo. E hice ese
comentario durante casi seis años. Con él gané un “Ondas” y mi emoción –y mi
tonta vanagloria- es que todavía hay mucha gente que lo recuerda.
-Cuando
tú estabas en Gran Vía 32, Fernando, la
SER estaba –en lo ideológico- muy centrada. Eran los tiempos de la
transición, muy duros, pero al mismo tiempo muy ilusionantes. ¿Crees que
aquella SER, que pasó del
entretenimiento a la radio informativa (tras la obligatoriedad de conectar con
‘el parte’ de RNE) en muy poco tiempo,
contribuyó a extender la democracia entre los españoles?
-No sólo contribuyó; creo que fue
fundamental a partir del decreto de libertad informativa. La primera vez que la
sociedad española escuchó la voz de Santiago
Carrillo (Secretario General del
Partido Comunista), de los exiliados, de los socialistas y sus propuestas,
la escuchó en la radio, mucho antes que en la televisión. Antes sólo la podía
escuchar la minoría que tenía acceso a La Pirenaica, Radio Moscú o de vez en
cuando al Servicio Exterior de la BBC. A través de la radio, toda la sociedad
pudo conocer su pensamiento, hacerlos casi familiares, saber que no eran
enemigos de España como decía la propaganda franquista y que tenían un proyecto
democrático, aunque fuese rupturista.
Los comienzos y la madurez de Fernando Ónega |
-O
sea, la radio, fue una canalizadora de la democracia en España.
-La radio ha sido así un instrumento de
normalización, un eje para las ruedas de la convivencia, una solvente
contribución al pluralismo y un colaborador necesario para la democratización.
-Durante
tu tiempo al frente de los Informativos de la SER nacieron las tertulias, tan denostadas a veces, como necesarias hoy día
(imprescindibles diría yo para rellenar
el tiempo), tanto en radio como en TV. Se te ocurrió a ti la idea, Tomás Martín Blanco te la quitó de la cabeza, y Eugenio Fontán la rescató más adelante,
cuando se buscaba un contenido para sustituir a García. A Manuel Antonio Rico, que dirigía entonces ‘Hora 25’ le seguía ‘La
Trastienda’, que presentó Javier
González Ferrari. ¿Eres
consciente de la herencia que le has dejado a la radio y a la televisión
de este país? ¿Cómo ves hoy las tertulias?
-Sí, soy consciente. Creo que los
gobiernos no supieron nunca que yo fui el creador; si lo hubieran sabido, me
habrían echado de España.
-Pues
todos, sin excepción, te copiaron…
-Fíjate, Gorka, desde aquella primera “Trastienda” hubo muchas emisoras (bueno,
todas, como dices…) que incorporaron el formato; pero ha sido el último invento
de formato. Me parece poca creatividad para más de treinta años, que son los
transcurridos desde entonces.