El paisaje radiofónico de Euskadi

El caso de Onda Vasca

La radio, que forma parte de la vida, presenta múltiples caras. Una de ellas es la ideológica, como la prensa o la televisión. Los españoles utilizamos, por lo general, de manera consustancial a nuestro ideario, el término “etiquetado”. Los pre-juicios nos atenazan y se sirven de las etiquetas para fichar a unos y a otros. Y la radio no puede permanecer ajena a esta realidad sociológica hispana que, ojalá, alguna vez consiga ser superada por las nuevas generaciones, a las que invito a moverse en términos menos absolutistas que la idiosincrasia de sus progenitores. Así, la sociedad se subdivide en subgrupos ideológicos, enfrentados naturalmente unos a otros, como si no pudieran existir vasos comunicantes entre ellos.

Redacción de Radio Euskadi, una radio de la
que todos los vascos deberían sentirse orgullosos

Durante muchos años, una sociedad especialmente, ha vivido esa exacerbación de su identidad de manera muy intensa, y hasta violenta en muchos casos. La historia ha reflejado que una minoría pretendía imponer su ideología mediante la fuerza, contraviniendo ese principio de la convivencia humana que subraya la fuerza de la razón, por encima de la razón de la fuerza. Por fortuna, la evolución de los hechos, y el final de esa violencia que todo lo contaminaba, ha calmado los ánimos y reconducido los discursos, hacia un menor enfrentamiento colectivo, sin olvidar el hastío, y el desapego de la vida pública, provocado por la nada edificante actuación y comportamiento de algunos políticos, de uno y otro lado, seducidos por la codicia.

Hablo, como es lógico, de mi tierra: Euskadi. Durante muchos años, el macroescenario político de esta comunidad autónoma histórica estableció la pelea ideológica entre la clase política como la norma habitual que marcaba el día a día de la sociedad vasca. En paralelo, el microescenario registraba una enorme atomización de los miembros de las familias vascas, donde los nacionalistas convivían con socialistas y conservadores, y hasta abertzales, desde luego con mucha más naturalidad que la de los políticos vascos.  

Esquela que refleja el conflicto que se vive dentro de
Radio Euskadi con un ERE muy contestado, incluso
por ELA, el sindicato nacionalista mayoritario

Pero las comunidades necesitan realimentarse con su propio ideario, sumergirse en su mundo ideal, para reafirmar su identidad. Y la radio es, sin duda, mucho más que un periódico o una televisión, una herramienta muy eficaz para envolver a sus oyentes en torno a un marco ideológico determinado donde se sientan cómodos e integrados.

Desde que Euskadi tiene gobierno propio, 1980, con la llegada de la democracia, en Ajuria-Enea, la sede del ejecutivo autónomo vasco, sólo ha habido lehendakaris nacionalistas, del PNV, incluso durante los años de coalición con el PSE-EE. La cultura mayoritaria –la nacionalista- todo lo alimentaba y al igual que ocurre en cualquier gobierno, nacional o autonómico, si dispone de medios públicos, estableció sobre EITB (Euskal Irrati Telebista) su manto de control ideológico. Así, Radio Euskadi respondía a una manera de enfocar el mundo con visor nacionalista, realidad que se mantuvo durante casi treinta años, varias generaciones.

Ese statu quo, asumido por la sociedad vasca como integrante original de su paisaje mediático, que el propio ideario nacionalista se preocupó por autoetiquetar, no fuera a haber equívocos, se rompió drásticamente con la llegada de Patxi López a la Lehendakaritza, en 2009, con los socialistas al frente. López era perfectamente consciente del profundo paréntesis ideológico que se abría en la sociedad vasca, donde se había quebrantado por las urnas la continuidad de la ideología imperante, emanada de los sucesivos gobiernos del PNV que, lejos de gobernar para todos, y de abrir su campo de visión a la pluralidad de la sociedad a la que servían, optaron por la endogamia en la que viven, hasta apropiarse de todos los signos identitarios de los vascos, empezando por la propia ikurriña (bandera oficial vasca). Apropiación, por cierto, que permitieron con laxitud el resto de los partidos políticos vascos.

El lehendakari López no impulsó, como su compañero
de partido Zapatero, un estatuto independiente
para la RTV Vasca

En 2009, Radio Euskadi (y EITB en general) abrió un paréntesis en su funcionamiento interno diario. Los funcionarios periodistas con carné nacionalista al frente de jefaturas fueron apartados de sus puestos de responsabilidad. Llegó un nuevo equipo, liderado por Alberto Surio, corresponsal político de El Diario Vasco, una de las marcas del Grupo Vocento (cuya bandera es el ABC) y se enfrentó a un paisaje ideológico que llevaba funcionando (ya con rutina) durante casi tres décadas.

Los oyentes de aquella Radio Euskadi con tintes nacionalistas se quedaron de repente huérfanos, porque la nueva dirección cercenó la ruta marcada por los diferentes gobiernos del PNV que ocuparon Ajuria Enea y cuyo objetivo no era otro que perpetuarse en el poder –como cualquier otra ideología o político- utilizando para ello –insisto, como cualquier otra ideología o político- la educación o los medios de comunicación, impunemente.

El Grupo Noticias (que engloba a las cabeceras Deia, Diario de Noticias de Navarra, Diario de Noticias de Gipuzkoa y Diario de Noticias de Álava), de clara inspiración nacionalista, se dio cuenta rápidamente de algo que, hasta entonces, no había percibido con claridad: y es que en un sistema democrático, donde cabe la alternancia en el poder (y resulta enormemente higiénica, dicho sea de paso), el paisaje mediático público -el controlado por el gobierno de turno- puede cambiar de orientación. Esta misma situación, trasladada a la política nacional, nos lleva al vergonzante control ejercido sobre RTVE por los sucesivos gobiernos que han ocupado La Moncloa, con la excepción del último gobierno Zapatero, que impulsó una Corporación presidida por un presidente elegido en el Parlamento por consenso, medida que el PP se ocupó de revocar al llegar al gobierno.

Redacción de Onda Vasca, el último "actor"
que ha llegado al escenario de la radio en Euskadi

Así, el Grupo Noticias lideró la puesta en marcha de una cadena de radio que cubriera el hueco dejado por una Radio Euskadi controlada por los nacionalistas del PNV y en 2009, curiosamente, el 14 de septiembre, nació Onda Vasca (el 1 de marzo se celebraron las elecciones en Euskadi). El objetivo era reenganchar a los oyentes nacionalistas que sintonizaban diariamente aquella Radio Euskadi que había sido desmontada por los socialistas.

Precisamente por ello, el gran fichaje de Onda Vasca fue el del comunicador estrella de Radio Euskadi, el periodista Xabier Lapitz, que presentaba el programa matinal ‘Boulevard’, al que tuve la suerte y el placer de conocer en sus inicios, en Radio San Sebastián (SER), donde ambos coincidimos. Las evidentes casualidades de todo este proceso de nacimiento de Onda Vasca y su marcha de Radio Euskadi, junto con otros compañeros, alimentó, como es lógico, las suspicacias de la opinión pública vasca, de ahí las primeras declaraciones de Lapitz desmintiendo lo evidente: "No hay ningún ánimo de revancha con Radio Euskadi" –dijo-.

Xabier Lapitz, periodista radiofónico
surgido de la cantera de Radio San
Sebastián (SER)

Lapitz llegó a entrevistar en su programa al nuevo director general, Alberto Surio, y hablar de las excelencias de la nueva etapa (¡qué iba a hacer, claro!) y poco después –el 4 de junio de 2009- se despidió de sus oyentes de Radio Euskadi, criticando el hecho de que Patxi López, ya lehendakari, no acudiera a su invitación, y sí aceptara, en cambio, la de la SER, "por haber despreciado –criticó Lapitz- a una radio de máxima audiencia e irse a la SER después de haberle invitado una y más veces". No le faltaba razón a Lapitz en su argumento, máxime cuando los socialistas precisamente se presentan como los adalides de lo público frente a lo privado. Pero también es cierto que a López no le apetecía acudir a “terreno pantanoso”, controlado por el anterior equipo nacionalista, cuando podía hacerlo en “territorio amigo”. Otra cuestión diferente hubiera sido que EITB funcionara con un estatuto independiente, que ni el PNV se interesó nunca en propulsar (¡faltaría más!), ni el PSE-EE intentó promover en sus cuatro años de gobierno, a sabiendas de que en 2012 el regreso del PNV a Ajuria Enea era más que previsible.

Onda Vasca nació con tres frecuencias en las capitales vascas, y no con muy buena cobertura, frente a la potente red de emisoras de Radio Euskadi. Sin embargo, el golpe de efecto lo protagonizó el 25 de marzo de 2010 cuando el Grupo Noticias compró Herri Irratia a los jesuitas. Herri Irratia, con siete postes de OM y FM estratégicos en la geografía vasca (la antigua Radio Popular) mantuvo años atrás agrios enfrentamientos con la Conferencia Episcopal Española, que controla la Cope. Herri Irratia aglutinaba la sensibilidad del clero y episcopado vasco, más orientado hacia el nacionalismo, frente al pensamiento nacional conservador que enarbola la Cope dirigida desde la madrileña calle Añastro. Es curioso: Iñaki Gabilondo dirigió Herri Irratia con 27 años y Luis del Olmo provocó que Herri Irratia (Radio Popular) se desenganchara de la Cadena Cope y siguieran caminos diferentes. Del Olmo nunca se llevó bien con los nacionalistas, aunque estuvieran dentro de su propia cadena, cuando trabajaba en la Cope.

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla,
nombrado por el Papa Ratzinger, llegó para neutralizar
el nacionalismo del clero vasco. Su hermano Esteban
es director de Radio María. Una coincidencia.

Hoy, Onda Vasca, es una cadena de radio con mucha implantación en Euskadi, lograda en parte gracias al fichaje del líder en 2009, Xabier Lapitz, que comparte de nuevo universo ideológico de oyentes con Radio Euskadi, controlada otra vez por el PNV y ahora, ¡qué paradojas!, su competidora. “Onda Vasca: la radio que cuenta” es el claim de esta cadena de radio, cuyo reto, ahora mismo, es superar la barrera de los 100.000 oyentes en el País Vasco. La gran beneficiada es -¡qué paradojas!- la SER, de Prisa Radio, líder en Euskadi, por cuanto la audiencia nacionalista –antes concentrada en torno a las siglas de EITB- ahora vive dividida entre estas dos ofertas, de idéntica inspiración ideológica.

En cualquier caso, este paisaje certifica tres realidades: que la radio posee una enorme implantación en Euskadi; que los vascos son fieles defensores y seguidores del medio y que la radio se presenta como un soporte privilegiado, y proverbial, en la cohesión de grupos ideológicamente afines.