La fotogenia influye en la radio
https://www.gorkazumeta.com/2015/01/la-fotogenia-influye-en-la-radio.html?m=0
El presentador bilbaíno, Ramón García –conocido por todo como “Ramontxu”- ha regresado estas Navidades a TVE para darnos las uvas, y pronto repetirá al frente de la presentación de un concurso vespertino en La 1 de la misma cadena, “El Legado”. A raíz de este regreso PR Noticias se preguntaba en una de sus informaciones si ¿beneficia a la Cadena COPE y a ‘La tarde’ la vuelta a primera línea televisiva de Ramón García? Y me permito responder, con rotundidad, que sí, sin ninguna duda. Pero hay matices...
Ramón García y Anne Igartiburu forman parte de la tradición navideña de las uvas en TVE, pero Ramón García es mucho más que esto |
Durante muchos años, la posibilidad de que los comunicadores de radio hicieran, simultáneamente, televisión, no se confirmaba por casualidad, sino que formaba parte de una estrategia empresarial. La notoriedad, y el posicionamiento, que alcanza un comunicador en televisión es mayúsculo, si lo comparamos con la radio. El impacto es muy superior al conseguido por las ondas, pero también es cierto que es tan efímero como una estrella fugaz.
La
televisión, siempre lo he dicho, equivale a una “carrera de cien metros”,
mientras que la radio equivale a “una maratón”. No hay duda. Si comparamos la
penetración de la televisión entre los españoles, que se cifra casi en un
noventa por ciento (88,6%, fuente: EGM, 3ª ola 2014) con la cifra de la radio,
casi treinta puntos menos (61%, fuente: EGM 3ª ola 2014) concluiremos todos que
la diferencia es abismal.
De
hecho, en la radio, quienes sigan a Ramón García al frente de “La Tarde” de Cope, habitualmente, no han echado de menos al
bilbaíno, que empezó, dicho sea de paso, en Los
40 Principales de Bilbao, porque le escuchan todos los días. Pero quienes
desconozcan que este presentador se ocupa de las tardes en la cadena de los
obispos es muy probable que se pregunten “qué fue de él”, porque quien no sale en televisión no existe.
Es un pensamiento muy común, muy arraigado en el subconsciente colectivo: la
tele populariza. Todavía hoy, y es frustrante para quienes han trabajado, y muy
duro, por llegar a encontrar un espacio en televisión, personas anónimas, sin
ningún mérito, alcanzan la popularidad más sonada simplemente por participar en
un reality show, y se dedican a exprimir
la gallina de los huevos de oro
durante el resto de sus vidas. Denigrante.
Ramón García es mucho más él sentado ante un micrófono que en un plató |
Ramón
García es un gran profesional con un registro en televisión –el entertainment- algo diferente al de su
trabajo en radio, desde luego más amplio. El personal branding (marca personal) de Ramontxu creo que vive condicionado por su trabajo más notorio, el
desarrollado en televisión, sin duda, que prevalece sobre el de la radio y
hasta puede que le perjudique más que beneficiarle. ¿De qué modo? Si atendemos
a la imagen que proyecta en sus trabajos en televisión, Ramón García parece un
tipo simpático, agradable, ocurrente, el típico amigo que todos quisiéramos
tener para compartir con él una velada, pero también un poco superficial, demasiado
frívolo y culturalmente limitado.
Con
Ramón García nos ocurre algo parecido a lo que establecía Platón en su mito de “la caverna”: crees que lo que ves es la
realidad. Y la imagen del presentador bilbaíno en televisión corresponde sólo a
una pequeña parte de su verdadera personalidad y perfil profesional. Estoy seguro
de que quienes sólo le conocen de su trabajo en televisión se sorprenderían si
le escucharan en las tardes de Cope. Redescubrirían a un buen comunicador,
lleno de simpatía, es cierto, de ritmo (imprescindible en la radio) pero
también de cintura y conocimientos suficientes como para conducir un magacine
nacional con soltura y solidez. Ramón García es un ‘animal de televisión’ que
empezó en la radio y que, con esta escuela, logró domesticar a las cámaras, que
se dejan seducir por su foto/telegenia con devoción.
Ramón García en sus tiempos en Los 40 en Bilbao |
El
EGM suele reflejar esta circunstancia: el hecho de que un presentador de un
programa de radio salga por la tele.
La popularidad que una persona logra alcanzar por salir en la pequeña pantalla
llega a formar parte del pensamiento individual de los espectadores, casi de
manera inconsciente. Lo asimilan y le dedican un espacio permanente en su
cerebro, mientras duren las comparecencias en esa cajita de luz que forma parte del mobiliario de casi todas las
familias españolas. Llegada la encuesta, el nombre de Ramón García, tendrá más
fuerza, más presencia, mayor notoriedad pública, sin ninguna duda.
A
Ramóntxu, por cierto, el regreso a La 1 de TVE le llega en el momento más oportuno, porque en el último EGM, precisamente (3ª ola 2014) se ha dejado en el camino
71.000 oyentes, que han decidido abandonarle, entre el segundo y el cuarto
trimestre del año. Sin embargo, y por estas paradojas del EGM, en el interanual
(comparada la misma época en 2013 y 2014) su crecimiento ha sido positivo (ha
crecido un 13,8 por ciento, logrando 37.000 oyentes nuevos). Una de cal y otra
de arena. Pero hay otro borrón en esta ola, y es que “La Tarde”
de Cope ha perdido una posición en el ranking
de los magacines vespertinos. Ha sido superado por el programa “Esto
me Suena”, de RNE, y ha pasado
al cuarto lugar en audiencia, dicho de otra forma políticamente más incorrecta:
ha pasado a ser el furgón de cola de las tardes de la radio española.
La telegenia de Herrera es proverbial |
Pero
esta estrategia no se circunscribe a Ramón García. Han participado en ella,
otros nombres, de la talla de Carlos
Herrera, Iñaki Gabilondo, Gemma Nierga, Andreu Buenafuente, Xavier Sardá,
Carles Francino, Macarena Berlín, y tantos otros más, que aprovecharon la
televisión para mejorar sustancialmente su marca personal y posicionamiento –y en
consecuencia, su caché- y, al mismo tiempo, reforzar la imagen de sus programas
en radio. No es lo mismo que te imaginen, cuando te oyen, a que sepan cómo eres
realmente, y te aprecien más por ello. En esta carrera televisiva de los
profesionales de la radio hubo una grandísima excepción: la del maestro Luis del Olmo. El ponferradino
desarrolló su carrera profesional exclusivamente en la radio, sin contaminarse por la televisión, por
decisión propia. La radio le absorbía lo suficiente como para no disponer de
tiempo para otras lides. Pero en el fondo, también subyacía sobre las razones una
debilidad: su escasa fotogenia ante las cámaras. Sin embargo, su voz, en el
micrófono, movía montañas…
Existen
otros casos de profesionales a los que la televisión, su resonancia y
popularidad, les ha permitido llegar –o volver- a la radio en mejor posición:
por ejemplo Pepa Bueno y Àngels Barceló. Aunque ambas comenzaron
en la radio (la primera en RNE y la
segunda en Catalunya Radio), lo
cierto es que su trayectoria profesional se ha desarrollado preferentemente en
televisión. La imagen es muy poderosa, mucho más que la voz, en el primer
impacto. Luego la radio te convierte en “uno
más de la familia”.
¿Hubieran contratado en la SER a Pepa Bueno de no salir en televisión? |
No puede olvidarse que la radio es la que “te quiere, o no te
quiere”, es la “radio margarita”,
que detecta enseguida a ‘sus hijos’, les acoge y les recibe jubilosa siempre
que regresan, aunque se hayan marchado a ver a la “tía catódica”. Y me acuerdo
ahora de Juan Ramón Lucas, cuya
trayectoria en televisión ha sido irregular en términos de audiencia, aunque casi
siempre aplaudida por su papel profesional, pero nunca ganó tanto como cuando
lideró las mañanas de RNE, con los
socialistas en el Gobierno.
O
cuando te echan de un medio, te ponen de patitas en la calle, recalas en la
televisión, logras unos buenos resultados de audiencia (en la televisión las
audiencias constituyen un poder dictatorial) y demuestras a quien te despidió
que cometió un grave, e irreparable, error al prescindir de ti, pero ya te da
igual, porque tu vida ya discurre por otros derroteros, aunque siempre eches de
menos a la radio. Hablo de Jesús Cintora,
despedido de la SER, y hoy en Cuatro,
liderando las mañanas con Antonio García
Ferreras, otro hombre de radio, en La Sexta. ¡Qué caprichosa es la vida!
Jesús Cintora encontró en la televisión su nuevo espacio profesional, con éxito |
La
televisión tiene algo de meretriz, con perdón. ¿Qué supone en algunos casos
participar en un programa, con el patrimonio exclusivo de tus gritos y
aspavientos como único atractivo? Que cada cual establezca sus propias
conclusiones… Mientras tanto, los de la radio saben que si enriquecen su imagen
saliendo por televisión, a poder ser en proyectos atractivos, de calidad y con éxito de audiencia
(¿imposible?), pueden ganar en uno o tres años, lo que les costaría ganar diez en la
radio. Y termino recordando a Pablo Motos, otro hombre de radio, y de
guión, que está demostrando en “El
hormiguero” que la Escuela de Radio
es la mejor base para garantizar una comunicación eficaz, también en televisión.
Hola Gorka. Gran artículo y mucha razón en todo lo que dices. Por cierto por como has definido a Ramón García parece que le conoces muy bien. Estaría muy bien que le hicieses una entrevista para que todos los que seguimos este blog le pudiéramos conocer un poco mas. Es un gran comunicador y parece una gran persona. Un saludo.
ResponderEliminarTomo nota de tu oportuna sugerencia. Sabes que no me gusta responder ‘anónimos’, pero el tono de tu comentario me anima a contestarte. Pues tal vez te sorprenda pero no tengo el gusto de conocer a Ramón. Coincidimos muy poco en Punto Radio. Yo llegué justo cuando él salió, tras su despido, pegando un portazo y retirando sus fotos de la pared de la redacción donde compartía espacio con otros comunicadores de la casa, tal fue su cabreo, ¡fíjate! (creo que fue excesivo, pero en todo caso respetable). Me parece un buen comunicador, insisto, mejor en radio que en televisión. El medio condiciona, sin duda. Y, por amigos comunes, me consta que es un buen tipo. Seguro que el encuentro será muy agradable.
EliminarSeñor Zumeta, ¿porqué para los dueños de los canales de radio, la FM es cara en temas económicos?
ResponderEliminarGracias Lola por escribir a este blog. La respuesta a su pregunta es compleja. Pero, resumiendo, trataré de recoger la esencia del problema, como usted señala, económico. Vaya por delante la evidencia, lo que a usted le llega más. En España la radio es totalmente gratuita para los oyentes. Pero para los radiodifusores cada oyente tiene un coste. A la SER, por elegir una cadena, no le cuesta igual un oyente de Valencia que uno de San Sebastián o Santiago de Compostela. Existen una serie de circunstancias que determinan la cantidad.
EliminarLa difusión radiofónica tradicional (analógica) en nuestro país se realiza a través de la onda media (OM) y la modulación de frecuencia (FM). El primer método está en franca decadencia, a excepción de aquellas áreas geográficas que no disponen de cobertura de FM y cuyos oyentes por tanto se ven obligados a recurrir a la OM, que ofrece una calidad inferior en escucha que la FM. Sin embargo, frente a la OM, la FM ofrece una mayor calidad (para música, incluso, como sabe, en estéreo), pero su cobertura (alcance) es menor. Como ve, cada método de difusión tiene sus pros y sus contras.
Disponer y, sobre todo, mantener, los postes emisores para las grandes cadenas de radio supone unos gastos fijos que, en el caso por ejemplo de la red de OM no se amortizan. Esto quiere decir que los oyentes que proporciona un centro emisor de OM a una cadena “les cuesta” casi dinero. Los postes de FM son más baratos que los de OM. Consumen menos electricidad (al tener menor alcance, aunque de mayor calidad) y están cargados con menos impuestos. Pero tienen que estar situados en lugares geográficamente estratégicos (para su correcta difusión, rectilínea en el caso de la FM) y eso supone unos costes añadidos de alquiler del terreno y edificación y de personal de mantenimiento.
Hoy en día, las grandes cadenas de radio difunden su señal en paralelo también a través de internet (algunas también a través de los múltiplex de la TDT) y esto aumenta los costes, porque siguen manteniendo su infraestructura analógica y ahora, además, tienen que pagar a los operadores que facilitan el canal, una cantidad por cada oyente.
A todo esto, los costes aumentan, y los ingresos (la publicidad) disminuye, y las grandes empresas quieren seguir manteniendo, a toda costa, sus márgenes de beneficio. ¿Solución? Recortes y más recortes de personal. ¿Quién hace la radio? ¿Los postes emisores? ¿El canal online? ¡No! El personal, los profesionales, que cada vez están más diezmados y desmotivados. Y con la espada al cuello.
Lamentablemente, ésta es una fotografía muy extendida entre los grandes radiodifusores en la actualidad, que se ven obligados a mantener varias vías de difusión de su señal, con el consiguiente incremento de los costes fijos. Un saludo cordial!