La SER, enferma de motivación
https://www.gorkazumeta.com/2014/07/la-ser-enferma-de-motivacion.html
Desde
la distancia, pero con indudable afinidad profesional y hasta emocional, asisto a
la situación que se vive en mi antigua casa, la cadena
SER, con preocupación y,
al tiempo, con solidaridad hacia los compañeros y, permítaseme, amigos que sigo
teniendo no solo en Gran Vía 32, la sede central de Madrid, sino a lo largo de
toda la geografía nacional, en sus cientos de emisoras.
Presentación de la última temporada de radio de la SER, 2013-2014 |
No
descubro nada, si hablo de las crecientes pérdidas que registra este
grupo (en 2013
aumentaron un 519 por ciento), no solo por culpa de la pertinaz, y por cierto,
recurrente crisis económica, sino también –y sobre todo, mantienen algunos-
penosa, cuando no trágica, gestión económica, donde hoy se arrastran errores
determinantes del pasado que han conducido a una situación casi insostenible.
Y,
por fortuna, digo, es casi insostenible,
porque el Grupo
Prisa sigue trabajando,
aunque con sus fuerzas y su talento claramente diezmados por los siempre
incómodos Expedientes de Regulación de
Empleo que han adelgazado sus filas, en varias salidas colectivas de sus
profesionales. A pesar de ello, los que siguen trabajando continúan haciendo
bien su trabajo. Y aquí quiero ir a parar.
Las cuentas de palacio... |
A
menudo charlo con algunos de mis amigos, ex compañeros, y todos me transmiten su contrariedad por lo
que está ocurriendo en esa casa. Contrariedad a la que suman incertidumbre. La
cadena de radio más fuerte de este país –y lo sigue siendo por el
extraordinario trabajo que desarrollan sus profesionales- está enferma de
motivación. El talento que acaparaba antes de la crisis ya no existe. Han
adoptado nuevas voces de profesionales junior,
a las que están formando, como solo saben hacer en esa casa, imbuyéndoles el
histórico ‘sonido SER’ que también se
encuentra herido en alguno de sus flancos; pero las principales voces están
desilusionadas, y decepcionadas por sus gestores, a los que no les tiembla la
mano cuando tienen que firmar salidas, sean las que sean.
Nuevo estudio A-1 de la SER. Las obras se prolongaron varios años y coincidieron con la llegada de la crisis |
Mis
amigos también me dicen que ellos no pueden hacer nada, más allá de intentar
mantener sus puestos de trabajo, su retribución y sus derechos históricos. Es
cierto que el Convenio Colectivo que presidió la relación de la empresa con los
trabajadores en tiempos más bonancibles recogía aspectos, muy positivos, que los
de otras empresas del sector no contemplaban. Pero la situación se ha quebrado,
la relación con la empresa se ha descarriado, y la plantilla se ha visto
obligada a votar en un reciente referéndum sus propios recortes retributivos
para mantener sus puestos de trabajo.
Así,
en marzo de este pasado año, y con una sorprendente participación (más del 90
por ciento), los empleados de la Sociedad Española de Radiodifusión, aceptaban por mayoría (52,8 por
ciento, frente a 39,7 por ciento) los recortes recogidos en el preacuerdo de su
nuevo Convenio Colectivo.
De esta manera asumían que la situación financiera que atraviesa la empresa, el
Grupo en general, obligaba a una redistribución de los recursos, inevitable, e
imprescindible.
Solamente,
entre enero y septiembre del pasado año, la SER perdió doce millones de euros. Una cifra más que importante,
provocada, en su gran mayoría, por el descenso en la contratación de
publicidad, su única fuente de ingresos. Cuando los trabajadores, en épocas
pasadas, participábamos de los éxitos comerciales de la empresa, y hasta
celebrábamos todos juntos, con fiestas privadas en discotecas, los buenos
resultados del EGM, a los que acompañaban también los más que buenos resultados
económicos, ilusamente nos sentíamos partícipes de la compañía, enarbolábamos
la bandera de la SER allá donde fuera necesario, y en cualquier caso estábamos
profundamente orgullosos de vestir los colores amarillo y azul del logotipo de
la primera radio del país.
La redacción de la cadena líder |
Ésa
era su fuerza, la gran fuerza de la SER
que, en otro momento histórico, por cierto, se eligió como claim de la radio, identificando su talento como el más preciado
patrimonio que encerraban sus estudios, redacciones y locutorios. El ‘sonido SER’ era tan impactante, e
identificativo, que barriendo el dial de la FM, o de la agonizante, pero no
muerta, OM, se localizaba de inmediato, simplemente por sus sintonías y, sobre
todo, por sus voces, ritmos y estilos uniformes.
La
SER ha perdido fuste. Sigue siendo fuerte. El
EGM le sigue siendo favorable Sigue demostrando que hace una buena radio. Pero
la hace contra la marea del desengaño -y hasta de traición para algunos, los expulsados del templo- que inunda todas
las dependencias de esta compañía, extendiendo la paranoia entre sus
trabajadores, que siguen saliendo, goteando, sin publicidad, discretamente, con
la dignidad y la honestidad de reconocer su orgullosa pertenencia a la mejor universidad de la radio española, pero
profundamente heridos por la ingratitud que representa despedirles después de
haber sentido los colores del equipo como nadie.
Es
cierto que ese trabajo, el desarrollado hasta cada fin de mes, se paga con la
nómina. Pero hay una parte que no puede abonarse, un intangible, que es donde
residía la auténtica fortaleza de la SER. Los profesionales de esta casa se sentaban delante del
ordenador, y luego del micrófono, convencidos de que formaban parte del camino
común que la casa recorría, orgullosos de su pertenencia a estas siglas. Pero
la pésima gestión financiera que ha conducido a esta situación y que puede
personalizarse en la figura de Juan Luis
Cebrián, quien enfangó las finanzas del grupo por
su opa a Sogecable, cuya
única función actual parece seguir siendo posponer el pago de la deuda del
grupo, negociándola con los bancos acreedores, y elaborar interminables listas
de futuros despedidos, para seguir adelgazando Prisa de talento, ha minado todas las
empresas, algunas ya escindidas como Cuatro o Digital+ y otras diseccionadas, como Santillana, donde sigue la caza de
brujas disfrazada.
La
radio no es como el resto de las empresas del Grupo
Prisa. Cuenta con un
componente emocional, inherente al propio medio, que marca inexorablemente el
trabajo de sus profesionales. No basta con que a los de la radio les quieran sus oyentes –que lo siguen haciendo-
(nadie quiere a un periódico, y sin
embargo sí se quiere a la radio); es
necesario que también la empresa les quiera. Y lo demuestre. Pero desde los
jefes –que nadan también en el mismo mar de indecisiones- hasta el último
becario, todos participan de ese mismo ambiente derrotista que está contaminando
el día a día.
“Hay que seguir trabajando, haciéndolo lo
mejor posible, porque ni el futuro, ni las decisiones, dependen de nosotros”.
Ésta es una de las frases más extendidas, que he oído más últimamente, y que
compartiría si siguiera trabajando dentro. Pero refleja una profunda decepción
y desencanto, elementos ambos que socavan, como no podía ser de otra forma, el
ánimo que presidía el ambiente que yo conocí, disfruté, y promoví durante los
muchos años que tuve la suerte de aprender en la SER.
2007, las sombras empezaban a acechar, Augusto Delkáder e Ignacio Polanco |
No
me atrevería a afirmar que resulta fácil gestionar una compañía desde la
abundancia. Pero se me antoja menos complicado que hacerlo desde la escasez de
ingresos. Parece de sentido común. He conocido grandes gestores, entre los que
incluyo al actual máximo responsable de la SER, José
Luis Sáinz, del que, personalmente, no tengo ni la más mínima queja por el
trato amable que me dispensó. Pero me consta es duro y exigente en el trato, aunque,
hasta ahora, eficaz en los resultados (desde el punto de vista de la empresa).
Su marcha al grupo Vocento (en 2009) puso de manifiesto, desde fuera, su incomodidad
con las líneas marcadas en la Prisa de entonces. Nadie se va si está a gusto… Pero su papel,
discreto, en el grupo vasco y la llamada de socorro desde Gran Vía le hizo regresar
con plenos poderes para gestionar la época de vacas flacas, relegando al
histórico Augusto Delkáder, quien hizo grande la SER, al
puesto de “presidente no ejecutivo”, cuestión que se dilucidó a través de
varias notas de prensa sucesivas que terminaron sellando su relevo.
Así
están las cosas. Como sugirió el propio Cebrián en la
Junta General de Accionistas de Prisa, en 2012, todo el grupo está en venta. Antes, podían priorizar las compañías
estratégicas. ¿Cuándo dejó de serlo Santillana, el germen de Prisa, la empresa que levantó Jesús de Polanco ladrillo a ladrillo y
que ya se ha desgajado? El País es un emblema. Y la SER, otro. ¿Pero hasta cuándo podrán
mantener esa decisión, sin que les cueste más dinero de intereses o prorrogar
la sangría financiera?
El Conde de Godó y Jesús de Polanco. Nadie podía prever lo que luego ocurrió, 2006. |
En
este mar de incertidumbre financiera, la SER se sigue moviendo por inercia. Pero
cuenta con un enorme patrimonio, al que desde aquí quiero rendir mi homenaje y
presentar mis respetos: la proverbial profesionalidad de todos cuantos la hacen
cada día, no solo periodistas, gremio al que pertenezco, sino comerciales, administrativos,
y hasta el personal de Servicios Generales. Trabajar para revertir ese desapego
y desmotivación es el mayor de los retos que tienen por delante los altos ejecutivos
de la SER. Ojalá la luz al final del camino se
vislumbre pronto, y se abra una nueva era, en el seno de Prisa, o no, que permita a la SER seguir demostrando que lo suyo es hacer
buena radio, sea quien sea quien haga caja.