Por el “Estudio Iñaki Gabilondo”
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#porelestudioiñakigabilondo
Ya
hay precedentes. Y los hay, precisamente, en la emisora decana de la radio
española, en Radio Barcelona, EAJ-1, la primera emisora de radio que
emitió, de forma regular, a partir del 14 de noviembre de 1924. No vamos aquí a
descubrir nada en torno a la historia que hizo esta emisora, promovida por un
grupo de pioneros de la Ciudad Condal, como ocurrió también en otras ciudades
donde la iniciativa privada puso en marcha las primeras emisoras de las
ciudades, que luego conformarían la primera cadena del país, Unión Radio,
embrión de la futura Cadena SER. Así ocurrió, por ejemplo, con mi
emisora madre, en la que nací profesionalmente: Radio San Sebastián.
Recibiendo la Medalla de Plata de la Cruz Roja de Barcelona en 1932 |
Pero
volvamos al hilo conductor de este post. En los inicios de la programación de
EAJ-1, cuando todavía no habían comenzado sus emisiones regulares, un
ventrílocuo empezó a acudir con regularidad a los estudios de la calle Caspe.
Su nombre era Josep Torres Vilata, mucho
más conocido por “Toresky”. Uno de
sus descendientes cuenta, en el blog de Belén Pérez Zarco,
que “su padre tenía una fábrica de
lámparas de gas y entró de aprendiz para seguir con el negocio del padre. En
cambio él, en cuánto el padre salía de la fábrica para citas de negocios, hacía
parar a los trabajadores, juntaba unas cuantas mesas a modo de escenario y
montaba espectáculos improvisados, con gran regocijo de los empleados y enfado
del padre”.
Su
atracción por el mundo del espectáculo le llegó, como vemos, a edad muy
temprana, y lo hacía bien. Lo que le permitió la radio, en aquellos comienzos
de “los locos años 20”, fue alcanzar
una enorme resonancia, un éxito sin precedentes, que le llevó a movilizar a las masas en pos de
grandes obras benéficas que él mismo promovió. Su personaje –Miliu- “un niño de ocho años algo travieso que solía
inventar palabras” –dice Belén Pérez Zarco- fue sin duda su gran creación,
uno de los primeros personajes inventados por la radio, al que luego seguiría
una saga admirable. Pero Miliu “abanderó
toda una labor a favor de los más necesitados mediante campañas benéficas en
las que se recogían desde radios para los hospitales, a mantas y cantidades
como las conseguidas en el mes de noviembre de 1932, que ascendían a medio
millón de pesetas. El personaje infantil era capaz de “ablandar” los corazones
–y los bolsillos- de los radioescuchas”.
Toresky con su muñeco Miliu |
“Toresky”,
con su muñeco de trapo ‘Miliu’, y la fuerza –impresionante- de la radio de
aquellos años, en que el medio conseguía cada día atrapar miles de
barceloneses, “recaudaron más de dos
millones y medio de pesetas, más de 200.000 mantas, miles de juguetes, aparatos
de radio para instalarlos en hospitales, orfanatos, prisiones, etc. y otros
donativos en especies”. Belén Pérez Zarco no ahorra adjetivos para ensalzar
la labor humanitaria de aquel ventrílocuo que, aparte de hacer sonreír a la
gente, se preocupó por el bienestar de los más necesitados. Por todo ello, “la labor benéfica de “Toresky” fue
reconocida en 1932 con la Cruz de Plata de la Cruz Roja de Barcelona y con la
Cruz de Beneficencia con distintivo blanco otorgada por el gobierno republicano
en la primavera de 1933”. Fueron diez años en la cresta de la ola,
“Toresky” era más famoso en Cataluña, y fuera de ella, que Michael Jackson, y sus triunfos se celebraron multitudinariamente.
Su
muerte, ocurrida en 1937, en Barcelona, cuando contaba con 67 años de edad,
víctima de un ictus, concentró a miles de barceloneses que acompañaron al
locutor en la capilla ardiente y siguieron luego el recorrido del féretro por
las calles de Sarriá, hasta llegar al cementerio de Les Corts. Hoy, según se
comenta en el blog de Belén Pérez Zarco, “El
Medio Sonoro”, su
tumba, ubicada cerca del tanatorio del mencionado camposanto, se encuentra “totalmente abandonada y en un estado
lamentable. Se sabe que es su tumba porque hay una foto de él con ‘Miliu’”.
La información la firma Jordi Gómez.
Iñaki Gabilondo, una vida pegado al amarillo |
Por
toda aquella carrera encomiable, Radio Barcelona inició una suscripción popular entre sus
oyentes, y 1.500 de ellos donaron el dinero suficiente como para encargar una
figura de bronce del muñeco ‘Miliu’ al artista Àngel Tarrach. Con el estallido de la Guerra Civil Española la
escultura quedó aparcada en un almacén, hasta que, en los sesenta, la emisora
la recuperó del olvido y la cedió al Ayuntamiento de la capital. Éste decidió
colocarla en los jardines de la Plaza de la Sagrada Familia donde se encuentra
en la actualidad. Las nuevas generaciones de barceloneses es posible que no
sepan de quién se trata, ni cuál fue el nombre de su padre, “Toresky”.
Fruto
de su intensa labor profesional, como locutor de aquella primera Radio Barcelona, EAJ-1 y, sobre todo, como promotor de
aquellas gestas humanitarias que concentraban tanta solidaridad entre los
oyentes, la emisora decidió bautizar su estudio principal con el nombre de “Estudio Toresky”, en honor y en recuerdo
del fallecido locutor y ventrílocuo.
Estudio Central A-1 de la Cadena SER, en Gran vía 32, Madrid |
Josep
Torres Vilata fue, sin ninguna duda, una personalidad señera, en la historia de
la radiodifusión española. Hoy, con la perspectiva histórica, podemos
establecer que “Toresky” fue el desarrollador de una de las grandes
potencialidades de la radio, su enorme e incomparable condición para conmover a
los oyentes a través de la palabra.
Sin
pretender establecer ningún tipo de comparación (su única coincidencia es su
amor por la radio y la militancia en la misma cadena), y situándome en nuestro
tiempo, en los albores del siglo XXI, me viene a la memoria el nombre de otro
enorme profesional que ha hecho de la radio, y de la SER, su vida: Iñaki Gabilondo. No es momento, ya lo he hecho en numerosas ocasiones, de destacar aquí su vida y milagros,
que son muchos, en cantidad y en calidad. Pero apuesto, con toda mi
determinación, a que la fuerza de los oyentes es capaz de convencer a los
dirigentes de la actual Sociedad
Española de Radiodifusión,
los señores de Prisa Radio, para que impongan su nombre al actual y
principal estudio –el A-1- de sus instalaciones en Gran Vía 32, sede de Radio Madrid.
Cuando rechazó la oferta de la Cope |
Conociendo
a Iñaki, sé que esta idea le parecerá una generosa exageración. Como buen
guipuzcoano, los honores y boatos no van mucho con él, pero a todas las
invitaciones responde siempre con su proverbial educación. Iñaki es una de las
figuras más destacadas de la historia de la radiodifusión española, y es, ha sido,
y será –siempre- un hombre de la SER. Para bien y para mal. Porque ha reconocido, y ha pedido
disculpas, por alguna de sus actuaciones, lo que le ennoblece más y concentra
aún más admiraciones.
Los
que hemos pasado por esa casa, hemos sido formados en ella, y hemos tenido la
enorme suerte de trabajar con él o, simplemente, de aprovecharnos de su
ósmosis, no entendemos cómo todavía, a estas alturas, Radio Madrid, que ha reformado completamente sus
estudios hace relativamente poco tiempo, y los ha bautizado con unas frías
siglas, tan alejadas de la condición cálida de este medio, todavía no ha
encontrado un nombre capaz de dotar a la estancia de la distinción que
requiere. El ex Beatle, Paul MCartney,
fue el encargado de inaugurar el estudio de “Los 40 Principales” y Julio
Iglesias hizo lo propio con el de la exitosa Cadena
Dial. Pero ¿qué ocurre
en ese estudio A-1 de la SER, desde el que se emiten todos sus programas e informativos?
¿No han encontrado un nombre para bautizar a la criatura? ¿O no se han puesto a
buscar? Iñaki Gabilondo es el nombre. Sin ninguna duda. El periodista que gozó
durante años de la mayor credibilidad de los españoles, merece ser recordado en
su casa, con todos los honores. Y de hacerlo, lo mejor es con él delante.
#porelestudioiñakigabilondo
Más
candidatos…
Como me han hecho ver
desde Twitter, hay muchos más nombres que han marcado páginas inolvidables en
la historia de Radio Madrid, empezando por el
padre de todo, Antonio Calderón,
y siguiendo por Bobby Deglané, o Vicente Marco; sin olvidar a algunos
grandes nombres del Cuadro de Actores
de esta emisora, como Pedro Pablo Ayuso,
o ‘Las Matildes’, Conesa y Vilariño. Mi propuesta es, permítaseme, una más. Y subrayo que Iñaki Gabilondo está, por su labor
profesional, por su proyección pública, por su credibilidad, por su honestidad,
al menos a la altura de estos y otros grandes nombres que tenemos todos en la
cabeza, los que amamos este oficio maravilloso de llegar a la gente, a través
de su oído.
Amén a todo. Y yo añadiría algo más: debería de tener de forma vitalicia el cargo de consejero delegado honorífico de la Cadena SER con voz y voto en las decisiones de la empresa.
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