A Don Draper le gusta Spotify
https://www.gorkazumeta.com/2014/05/a-don-draper-le-gusta-spotify.html
No entiendo cómo a estas alturas del recorrido de este blog dedicado a la comunicación y a la radio todavía no había incluido, como invitado de renombre, absoluta referencia en el mundo académico dedicado a la investigación radiofónica, al Catedrático de Estructura de la Comunicación de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, Luis Miguel Pedrero, a quien tengo el honor de conocer desde hace muchos años, cuando Luismi dejó su impronta en Gran Vía 32, sede de la Cadena SER. Van a tener la oportunidad de leer un artículo que recoge una brillante interpretación en torno a la evolución en España de las radios musicales, y el error en que se encuentran sumidas muchas de ellas.
Situada
a orillas del río Misuri, Omaha es la ciudad más grande del estado
norteamericano de Nebraska. Allí nacieron, entre otros ilustres, los
actores Marlon Brando y Fred Astaire, el tenista Andy
Roddick o el activista Malcom X. También Todd Storz, un intrépido empresario que
en 1949 adquirió la emisora local de radio KOWH. Por entonces, su parrilla se
basaba en una amplia variedad de espacios, casi todos patrocinados, donde la
música apenas presentaba un valor diferencial. Aún faltaban casi diez años para
que la agencia de publicidad Sterling Cooper “abriese sus
puertas” en la avenida Madison de Nueva York.
A
Storz no le apasionaba aquella programación, cuyo encanto perdía fuerza frente
a una competencia demasiado homogénea y al atractivo de
una televisión que por entonces iniciaba su deslumbrante andadura.
Cavilaba una noche sobre posibles alternativas cuando, tomando cerveza en una
taberna, reparó en que la ya cotidiana jukebox repetía una y otra vez
las mismas canciones, seleccionadas ¡y pagadas! mediante la correspondiente
moneda por jóvenes que amenizaban su tiempo de recreo con los incipientes
éxitos del rock and roll. Storz se dio cuenta de que podría trasladar a su
emisora la misma lógica de programación: la repetición pautada de las
canciones más populares del momento. No podía imaginar que aquella
ocurrencia significaría el alumbramiento del hoy celebérrimo
formato Top 40, así bautizado porque la capacidad estándar de
esa ‘caja de música’ era precisamente de 40 discos.
Luis Miguel Pedrero es una de las voces más prestigiosas del mundo académico radiofónico |
Un matrimonio de
conveniencia
La
radio musical cristalizó a mediados del siglo XX apoyada en factores técnicos
(en aquella época se empiezan a normalizar el transistor y los
vinilos de 33 y 45 rpm), políticos (emerge la banda de FM, que recurrió a la
música para cumplir a bajo coste la norma de emitir contenidos distintos a la
OM) y culturales (eclosionan la música popular y la pasión de los jóvenes
en torno a sus implicaciones lúdicas y sociales). Pero, sobre todo, consagró
una simbiótica asociación entre la industria discográfica y las efervescentes
emisoras basadas en el pop: la radio encontró en el contenido musical el
recurso idóneo para sostener sus emisiones sin demasiadas exigencias
productivas mientras las compañías convirtieron la radio en su más eficaz
escaparate, jaleado por entusiastas disc jockeys que hacían
enamorar a los oyentes de los nuevos artistas, géneros y canciones;
sucedió con Alan Freed, Bill Randall,‘Captain’ Carl
Reese o Wolfman Jack en Estados Unidos; con Ángel
Álvarez, Raúl Matas, Alfonso Eduardo o Joaquín
Luqui en España; y con Jimmy Savile, Tony
Blackburn, John Peel o ‘Rosko’ en los barcos ‘piratas’
anclados a principios de los sesenta frente a las costas británicas,
una aventura que el cineasta Richard Curtis recreó en The boat that
rocked (2009):
El convenido idilio
entre radio y compañías discográficas se fortaleció con la diversificación
de formatos musicales diseñados para acoger a nuevos estilos musicales
(del hard rock al indie, el hip hop o la new age) y
también para captar a más públicos que aquellos adolescentes
atrapados por la cautivadora simplicidad del Top 40; florecieron
así las estaciones Adult Contemporary, Country, Album Oriented
Rock, Beautiful Music, Oldies o Alternative. La segmentación
de tales programaciones contribuyó a la intensa comercialización de una
publicidad que, aprovechando el homogéneo perfil de cada target, se
revelaría creativa, provechosa ¡y muy eficiente!, como pronto advirtieron
y exprimieron los ejecutivos de cuentas liderados por Don Draper… entre
otros.
La radio musical en la era
digital
La
radio musical mantuvo su papel casi hegemónico como divulgador y
prescriptor del universo pop durante varias décadas incluso pese
a la apocalíptica irrupción de MTV.
Los cinco millones de oyentes que sumaron Los 40 Principales en España durante los noventa
estimularon la puesta en marcha de proyectos alternativos (Radio Minuto,
Radio 80 Serie Oro, Onda 10, Cadena 100, Radiolé, Hit FM, Dance FM…) que en
algunos casos resultaron efímeros por improvisados y encaminados
a la inmediata rentabilidad pese a la perdurabilidad,
paciencia y coherencia que exige el medio hertziano.
Luismi Pedrero en los estudios de radio de la FCom de la Pontificia de Salamanca |
El abanico
de formatos hubo de redefinirse a comienzos del siglo XXI ante
el acusado descenso de la natalidad (que obligó a que las radios Top
40 acogiesen hits del recuerdo con el fin de enganchar a
públicos de mayor edad) y, sobre todo, al fulgurante éxito de Kiss FM, la
primera radio musical basada en estudios de
mercado que aseguraban de antemano el éxito
de su playlist. Aquella insólita estrategia derivó en el recurso
generalizado a los consultores, quienes, por un lado, han impuesto en la
mayoría de emisoras comerciales listados de canciones limitados y muy
similares en detrimento de las novedades y, por otro, han
eliminado los programas especializados en favor de una fórmula
de música ininterrumpida donde el disc jockey apenas goza de
relevancia ni en la forma ni en el fondo.
Al
tiempo, y conforme Internet ha desmontado los tradicionales modelos de negocio
de las industrias culturales –empezando precisamente por la música: en marzo
se han cumplido 15 años desde la aparición de Napster–,
las plataformas de música bajo demanda (Spotify, Rdio, Deezer,
Pandora, iTunes, Beats Music…) han modificado la dieta mediática de los
jóvenes, quienes hoy acceden a un catálogo
(casi) ilimitado, personalizable, interactivo
e intuitivo que descubre nuevos artistas y permite compartirlos en
redes sociales con intercambio de información e ideas. ¡Y gratis! ¡Sólo hay que
escuchar publicidad! ¿Sólo?
Un futuro basado en la
personalidad del pasado
Salvo
pocas excepciones, la radio musical de antena convencional
ha perdido la iniciativa para descubrir nuevos títulos y
artistas; ha olvidado la originalidad ante la apuesta por éxitos
probados; ha sucumbido a la rutina de música ininterrumpida que se
asemeja demasiado al hilo musical; y ha renunciado a la prescripción
del disc jockey, su rasgo primigenio y diferencial, el que otorgó al
pop un valor humano añadido a la difusión, el que fundió la creación,
la convicción y la emoción. La despersonalización de la actual radio musical
comercial ha terminado por difuminar sus audiencias, en su
día mejor segmentadas y con mayor atractivo para los anunciantes: la
contundente expansión de Spotify y de sus cada vez más numerosas réplicas confirman la migración de audiencias
hacia el entorno digital y la irremediable fragmentación de ingresos
publicitarios.
Sus trabajos son muy apreciados |
Como
demostró con detalle Colossus, el futuro de la
radio pasa por recuperar su pasado creativo y por estimular al
oyente desde las posibilidades narrativas y tecnológicas del
escenario contemporáneo. Más aún en el caso de la música, un contenido que
hoy es esencialmente crossmedia: no parece casual que las
apuestas más innovadoras en branded content radiofónico —Yu, no te pierdas
nada (Vodafone) y Un lugar llamado mundo (San Miguel)— se emitan
en 40 Principales y Europa FM; o que desde hace una semana
el show más importante de la cadena musical más escuchada en
España incorpore el patrocinio de Coca Cola a su propia denominación:
Coca Cola ya tiene su emisora de radio también |
Son muestras vigentes del potencial publicitario que aún preserva la radio musical, quizá más ligado a su pasado que a un presente en el que se antoja imprescindible revalorizar el contenido, recuperar la prescripción, renovar el repertorio y multiplicar el impacto comercial. El que va conquistando Spotify. El que, con su arrogante protagonista a la cabeza, empiezan a recomendar los creativos de Mad Men…
El artículo original está alojado en Innovación Audiovisual
Gran profesor!!
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