La estrategia equivocada de la radio
https://www.gorkazumeta.com/2014/02/la-estrategia-equivocada-de-la-radio.html
La irrupción de las redes sociales debería reorientar la radio hacia su esencia
Hay muchos estímulos, de diferente naturaleza, que nos llevan a movernos en esta vida de un lugar para otro, unas veces para cubrir necesidades muy básicas, y otras para saciar, alimentar o esclarecer nuestra curiosidad. La Radio es el único medio que participa de ambas fuerzas. Por un lado cubre una necesidad básica: sentirnos bien, acompañados, con un amigo cerca, que siempre está dispuesto a cortejarte, que nunca te falla, con la diferencia de que, cuando se pone pesado, cambias de amigo en cuestión de segundos, apretando un simple botón o pones fin temporal a la relación, la apagas.
Pero
la radio cubre también, y muy bien, la función de saciar curiosidades. Con la
radio no solo encontramos compañía, también conocimientos. A través de la radio
aprendemos, o refrescamos, todos los días, decenas de conceptos. Si me apuran,
y estableciendo la comparación con una bicicleta estática que despierta y renueva
los músculos y elimina toxinas, la radio es la mejor herramienta para
desarrollar eficazmente la imprescindible y necesaria gimnasia mental, centralizada
en nuestro órgano, algunas voces lo catalogan también de músculo, más preciado:
el cerebro.
Hay muchos estímulos, de diferente naturaleza, que nos llevan a movernos en esta vida de un lugar para otro, unas veces para cubrir necesidades muy básicas, y otras para saciar, alimentar o esclarecer nuestra curiosidad. La Radio es el único medio que participa de ambas fuerzas. Por un lado cubre una necesidad básica: sentirnos bien, acompañados, con un amigo cerca, que siempre está dispuesto a cortejarte, que nunca te falla, con la diferencia de que, cuando se pone pesado, cambias de amigo en cuestión de segundos, apretando un simple botón o pones fin temporal a la relación, la apagas.
Joaquín Prat y Alberto Oliveras, en Radio Madrid (SER), durante una emisión del programa "Ustedes son formidables" en 1967. La radio era, además, solidaria |
Este
órgano, ubicado en la cavidad craneal, es, parafraseando la terminología radiofónica, nuestro “control
central”, el que procesa la información sensorial, el que controla desde las
emociones y los sentimientos, hasta las necesidades más primarias del ser
humano, pasando por la inteligencia. Y el cerebro necesita diariamente sus
dosis de imaginación, que le llegan como impulsos que disparan reacciones eléctricas.
La radio es, en este sentido, una herramienta ideal para provocar la
imaginación, aunque la deriva seguida en las últimas décadas por el medio prime
más la información frente a otros contenidos más propios y adecuados a su
lenguaje.
¿La
radio se está olvidando de sí misma? ¿De su esencia? Ésta es la primera
pregunta que lanzo desde este post. La radio no es solo transmisión de
conocimientos, pese a la ingente y encomiable labor que desarrolla, por
ejemplo, en el continente africano, donde es el único medio que centra la
esperanza en la educación de los pueblos más recónditos de su geografía adonde
llega su señal de onda media. La radio es, ante todo, fomento de la imaginación, de la creatividad,
de los sentimientos, de las emociones. Y el único camino que tenemos para ello
es el lenguaje sonoro, sea palabra, música, efectos o silencios.
Formulémonos
ahora la siguiente pregunta, complementaria de la anterior. Si la radio debe
promover contenidos que trasciendan su formulación, si debe estimular los
sentidos, encender circuitos eléctricos, ¿qué contenidos de la radio española
responden realmente a este planteamiento? Ya no hablo de radio analógica, o
digital, de radio generalista, especializada o mediopensionista. Me refiero a
Radio, con mayúscula.
Ángel Gabilondo sonriendo con las ocurrencias del equipo de "Melodía FM" |
El
escenario digital, que ha llegado para quedarse, y crecer –no lo
olvidemos- está desplazando a la radio
del territorio de la inmediatez informativa, donde reinaba antaño sin
competencia. Hoy en día, cualquiera de nosotros, a través de ese miniordenador
que llevamos en el bolsillo (con el que también se puede hablar por teléfono…)
llamado Smartphone, estamos conectados al mundo que nos rodea, al más próximo y
al más lejano de nuestra posición geográfica, detectada, por cierto, por el
dispositivo GPS. Así, el Smartphone escupe continuamente noticias, como si
fueran el maíz que el microondas convierte en palomitas chisporroteantes.
Algunas sacian nuestra curiosidad, pero otras muchas no llegan a provocarnos ni
el más mínimo interés, incluso, dependiendo de la intensidad del chisporroteo,
por seguir con el símil, pueden llegar a incomodar. Este ejercicio llega a
agotar nuestra paciencia y es entonces cuando recurrimos a los filtros que
dejan pasar solo aquellas áreas de conocimiento que responden a nuestra
curiosidad real. Y solo necesitamos un aparatito, que sirve de cordón umbilical
con el mundo al que pertenecemos.
Obsérvese que en todo este proceso comentado en el párrafo anterior la radio no existe, ni es necesaria. ¿Qué le queda a la radio, pues, en este proceso? Yo también creo que lo que le queda es lo más importante: la credibilidad. Pero ha cedido el cetro de la inmediatez informativa a la red. Las informaciones escupidas por nuestro celular las confirmamos con la radio. Recurrimos a ella como los niños a los padres, para asegurarnos de la veracidad de la noticia. Para que nuestro cerebro oiga la verdad.
Obsérvese que en todo este proceso comentado en el párrafo anterior la radio no existe, ni es necesaria. ¿Qué le queda a la radio, pues, en este proceso? Yo también creo que lo que le queda es lo más importante: la credibilidad. Pero ha cedido el cetro de la inmediatez informativa a la red. Las informaciones escupidas por nuestro celular las confirmamos con la radio. Recurrimos a ella como los niños a los padres, para asegurarnos de la veracidad de la noticia. Para que nuestro cerebro oiga la verdad.
Sin
embargo, ante esta amenaza que supone internet, la radio está reaccionando de
manera incompleta, con una estrategia equivocada, desde mi modesto punto de
vista. Lejos de refugiarse en la verdadera esencia del medio, que he subrayado
en líneas precedentes, con contenidos que trabajen esa área de provocar cortocircuitos mentales en el cerebro,
está contraatacando con más caudal de información, justo en lo que resulta más
vulnerable.
La radio y su estrategia (Fotografía Pixabay) |
Las
grandes cadenas de radio se han acercado a la red, de nuevo, con la
información, y sobre todo, con la información. Yo, que soy periodista y por
tanto consumidor activo de este producto, reconozco que no puedo ser un ejemplo
objetivo de lo que estoy defendiendo, pero intento superar mi adicción
informativa para centrarme en aquellos elementos en donde la radio sigue siendo
mucho más poderosa que internet, la televisión, la prensa y las revistas
juntos: en su enorme capacidad evocadora.
Y voy a precisar más, para evitar confusiones, y huir de la inconcreción. Cuando me refiero a la enorme capacidad evocadora del medio estoy hablando no solo de radioteatros, como los que –brillantemente, por cierto- están resucitando RNE, a través de su equipo de “Ficción Sonora”, o la SER –la madre del radioteatro en España-; sino en todos aquellos contenidos, no estrictamente informativos, que son capaces de encender las neuronas de nuestro cerebro: entrevistas, reportajes, secciones, testimonios, incluso concursos, que nos hagan pensar, reflexionar, desde el tamiz de la filosofía, el humor, la trascendencia o la procacidad, me da igual. Pero pensar, desarrollar un proceso mental que nos enriquezca como seres humanos.
Y voy a precisar más, para evitar confusiones, y huir de la inconcreción. Cuando me refiero a la enorme capacidad evocadora del medio estoy hablando no solo de radioteatros, como los que –brillantemente, por cierto- están resucitando RNE, a través de su equipo de “Ficción Sonora”, o la SER –la madre del radioteatro en España-; sino en todos aquellos contenidos, no estrictamente informativos, que son capaces de encender las neuronas de nuestro cerebro: entrevistas, reportajes, secciones, testimonios, incluso concursos, que nos hagan pensar, reflexionar, desde el tamiz de la filosofía, el humor, la trascendencia o la procacidad, me da igual. Pero pensar, desarrollar un proceso mental que nos enriquezca como seres humanos.
Hace
unos días, en el recién nacido programa de Melodía
FM “Lo Mejor que te puede pasar”, presentado por Nuria Roca, un morning show más de los muchos que
pueblan el firmamento de las radiofórmulas musicales, me sorprendí, muy
agradablemente, por la participación de ex ministro de Cultura, Ángel Gabilondo, que acudió para
presentar su último libro, titulado “Por
si acaso”. En un
universo intrascendente, infantiloide, de risitas flojas y forzadas y bromas
telefónicas desgastadas, en el que navegan la gran mayoría de estos espacios,
dirigidos a perfiles más juveniles (a los que entiendo divierten, sin más
pretensiones, con eficacia), el programa de Nuria Roca, aunque bordee en ocasiones el
precipicio de este mismo territorio, está introduciendo novedades muy
destacadas en el firmamento de este tipo de productos radiofónicos, que me hace
pensar que Melodía FM
pudiera albergar un proyecto mucho más ambicioso que un solo programa en su
parrilla de radiofórmula musical. Está elevando el target y dirigiendo su oferta hacia un perfil de Adulto
Contemporáneo (AC) pero de manera coherente con los contenidos presentados. En
su día se habló de que en la red de emisoras de
esta cadena musical podría nacer La Sexta Radio, una cadena generalista de centro
izquierda que aspirara a robar audiencia por ese flanco ideológico a la
omnipotente cadena SER.
El proyecto, de momento, quedó aparcado. Pero Melodía FM bien podría ocupar ese
hueco al que aspiró Radio Minuto, pero bien hecho, sin tantas ínfulas, y que M-80 o
Kiss FM han dejado escapar, o no se han atrevido a meterse en parrillas más
arriesgadas.
Los jóvenes, que no llegan a la radio (Fotografía Pixabay) |
Pero
una vez elegido el amigo, debemos
pedirle que nos divierta, que nos entretenga, que nos forme, incluso; que nos
haga pensar, siempre con inteligencia, oportunidad y eficacia. Y la radio es
perfectamente capaz de cumplir con estas funciones. Es más, es el único medio
que es capaz de hacerlo cumpliendo estas premisas de las que hablaba. Tal vez
sea porque estoy llegando a un umbral provecto de edad –es lo que me toca- pero
todo lo que me mueve, esas fuerzas de las que hablaba al comienzo de este post,
deben llevar un adjetivo asociado: inteligente. Me gusta todo contenido cuyo
envoltorio resulte inteligente: el humor, las entrevistas o los programas.
Todo. Quiero empacharme de inteligencia y exiliar la superficialidad de la radio
(y de todos los medios). Y no todos lo entienden así. Seguiré buscando, y
contándolo aquí.