El "adiós España" de Luis del Olmo
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Allí,
sentados los dos, en medio de un patio de butacas vacío en el Teatro Mira de
Pozuelo de Alarcón, un par de horas antes de que representáramos de nuevo, por
segunda vez, “La Guerra de los Mundos”
de H.G.Wells, comprobé que Luis
del Olmo, ese maestro incuestionable de la radio española, estaba
cansado. La Academia de las Artes y las
Ciencias Radiofónicas de España, de la que es, justamente, Presidente de
Honor, le había convocado para ocupar tres pequeños momentos –momentos estelares,
sin duda, pero pequeños- (como había ocurrido hace cinco años) de esta obra: el
comienzo (la presentación), la mitad (la continuidad de la antena) y el final
(la despedida y los créditos). Y Luis se vino desde Barcelona sin pensárselo
dos veces, a pesar de los minúsculos papeles que le habían asignado, porque
como me reconocía “siempre me dejo liar”.
Y
así, cansado, le pidió a Primitivo Rojas
sentarse antes del ensayo general, y eligió la sexta fila del patio de butacas.
Ese fue mi momento. Me acerqué a él a sabiendas de que tal vez no quisiera
hablar con nadie y prefiriera descansar en silencio. Pero me acogió algo más
que cortésmente. Hacía cinco años que no habíamos coincidido, desde el 70
aniversario de “La Guerra de los Mundos”,
y le vi sensiblemente más bajo de ánimo. Recordamos juntos, para situarle, cómo
nos invitó a Onda Cero, cuando estaba
ocupándose de sus mañanas, a Ramón
Gabilondo y a mí para presentar “El Estupidiario”,
nuestro exitoso libro de gazapos radiofónicos. El maestro disfrutó como un niño
durante la entrevista emitiendo, uno tras otro, los errores más simpáticos de
la radio española, alternados con sus propias equivocaciones, que revivía con
un enorme sentido del humor.
Luis del Olmo sigue siendo un caballero
aunque, como todos los que han ostentado su misma responsabilidad al frente de
las mañanas de la radio española –Iñaki Gabilondo
incluido- ha sido muy duro, y exigente, en el día a día. Y sus broncas se oían
a varios kilómetros, sin necesidad de ningún poste emisor… Pero el paso del tiempo le
ha atemperado. Hoy está siempre dispuesto, como él dice, a dejarse liar si la
radio está de por medio o sirve de pretexto al compromiso. El estudio de radio
de la Academia de Radio, sita en
Pozuelo, lleva su nombre.
Pero
aquella tarde, se le veía cansado. A pesar de todo respondió, como cualquier
otro compañero de los que tuvimos la suerte de participar en “La Guerra de los Mundos”, como uno más.
Aguardó su turno y se dejaba ayudar y dirigir por Primitivo Rojas con una
educada docilidad. Un ejemplo para todos. Todos le veíamos desde la distancia
del gran escenario del teatro Mira con absoluta devoción, y con orgullo de
discípulos. ¡Compartíamos un proyecto con él! Y Luis se dejaba querer por
todos. Agradecido.
Luis quiso dedicarse en cuerpo y alma a la radio, y eso que le tentaron desde la televisión (Fotografía COPE.es) |
Le
pregunté por la última fase de “Protagonistas”, en RNE, y cómo marchaba, y comprobé que sus
ojos volvían a brillar. La conversación le recordó indirectamente un compromiso
que había adquirido con una de sus futuras invitadas, Esperanza Aguirre. “Había
quedado en llamarla para confirmar la entrevista que quiero hacerle para RNE”. Y el ponferradino tomó su
iPhone, localizó el número personal de la presidenta del Partido Popular de
Madrid y habló con ella para cerrar el encuentro. ¿No tienes productor? –le pregunté por curiosidad- a lo que me
respondió afirmativamente, pero matizando luego la respuesta: “pero la mayor parte de las gestiones las
cierro personalmente”. ¡Claro! Qué tontería había preguntado. ¿Qué agenda
puede tener Luis después de 50 años de oficio? Pueden imaginársela fácilmente.
Luis del Olmo cerró la entrevista con
Esperanza Aguirre en el Teatro Mira de Pozuelo de Alarcón, mientras esperábamos
que comenzara el ensayo general de “La
Guerra de los Mundos”. Y ya estaba pensando en lo que le iba a preguntar.
Los 50 años de oficio, el medio siglo de dedicación exclusiva a la radio, le
han robado, inevitablemente, vida familiar. Como en “Cuéntame”, la popular serie de TVE, Luis también tiene a su querida Merche,
en la sombra, la que le ha apoyado y ha defendido en todo momento. Y ahora
requiere su tiempo. ¡Ya es hora! Y su condición de abuelo también le reclama, pero
por convicción personal. Tal vez porque ahora ve que debe –y puede- dedicar
tiempo a sus nietos, el mismo que no pudo dedicar a sus hijos, como hubiera deseado.
Su
última etapa en los micrófonos se ha cruzado con tres momentos de especial
intensidad y trascendencia, dos malos y uno muy bueno, y feliz. Los primeros
tienen que ver con el cierre y posterior desguace de su gran proyecto personal ABC
Punto Radio (él nunca quiso incluir las siglas del diario estandarte de Vocento
en el indicativo) y el desfalco que sufrieron sus cuentas por la mala fe de su
administrador personal, Luis Rengel,
que le estafó cientos de miles de euros, con ocasión de la venta de las
emisoras catalanas de Onda Rambla a Punto Radio, operación que se cifró en
torno a los 12 millones de euros. La
alegría a la que me refería es el regreso a la casa madre de la que surgió como
profesional, RNE, en 1961, adonde
regresó en su última etapa con su “Protagonistas”
–la marca más consolidada de la radio española, a la que renunció incomprensiblemente Melchor Miralles cuando desembarcó en
las últimas mañanas de ABC Punto Radio- a cuestas.
Penúltima parada de 'Protagonistas', antes de regresar a su casa de origen, Punto Radio (Fotografía ABC Punto Radio) |
Aquella
tarde, juntos, en el teatro Mira de Pozuelo de Alarcón, retrocedí en el tiempo,
y escuché en mi memoria su voz aterciopelada, hoy tristemente avejentada por el
inevitable paso del tiempo (¡qué injusto es, incluso con los más grandes!) y me
vi más joven, tomando la decisión de dirigir mis pasos hacia el periodismo y la
radio. Ahora me he dado cuenta: toda mi vida he querido ser como Luis del Olmo. ¡Eternamente agradecido,
maestro!