Entrevista a Carlos Herrera (I)
https://www.gorkazumeta.com/2013/11/entrevista-carlos-herrera-i.html?m=0
El “bon vivant” de la radio española
En
ese deporte nacional tan hispano de encumbrar para derribar al que triunfa, Carlos
Herrera lleva muchos años demostrando que su
alma radiofónica es fuerte y poderosa y que, gracias a su determinación, ha
logrado reunir cada mañana, alrededor de la radio, a más de dos millones de
españoles a los que les apetece despertarse, y acompañarse, de este tipo que
destila buen rollo y sentido positivo de la vida. Ya
lo comenté en un anterior post, pero el encuentro que he tenido la suerte
–el honor- de compartir con él, me ha ratificado lo que siempre he creído de él,
desde que le conocí, a principios de los 90, cuando en Radio Madrid había un
tipo, bigotudo, alto y con la sonrisa permanente en la boca, que se autogrababa las “Coplas de mi SER”, un programa que ponía a la copla en su
sitio, en el parnaso musical patrio.
Carlos Herrera con Jesús Melgar, tantos años juntos, tantas complicidades reunidas... |
Hablando
con Carlos Herrera, cara a cara, relajados, en su Sevilla del alma, con una
copichuela delante (yo un té…), me lo encontré exactamente igual que hace 23
años. ¡Y lo que ha llovido desde entonces! Como si mi memoria viajara en el
tiempo hasta encontrarle en el comedor del fondo de “Casa Perico”, detrás de la Gran Vía, con la servilleta al cuello,
degustando con fruición el arroz a lo pobre de la casa, rodeado siempre de
buena gente. Y es que Carlos ha sido siempre muy amigo de sus amigos, lo que le
enaltece.
Camino
de Sevilla, en el AVE, tuve tiempo para pensar. Para recuperar recuerdos de
aquel tiempo vivido en los albores de los 90 y hacer balance de un cuarto de
siglo dedicado a la radio, del que me siento, discúlpeseme, especialmente
orgulloso. En el camino, he conocido a decenas de profesionales que me han
enseñado que este medio maravilloso merecía todos los mimos que pudiéramos
dedicarle. Y Carlos Herrera era uno de ellos, uno de los que me inculcó,
probablemente sin él saberlo, que la radio es la mejor amante que se nos ha
podido presentar en esta vida. La cabeza me daba vueltas y no dejaba de
preguntarme cómo sería aquel reencuentro, dos décadas después de habernos visto
por última vez.
La
radio requiere de atenciones, de cuidados, y más últimamente, que anda hecha unos
zorros; aunque siempre viva y cercana, cómplice, ejerciendo la compañía que
nunca debe faltar a ninguno de sus oyentes, lo sean analógicos o digitales (que
esto, ahora, da lo mismo).
Melgar, Naranjo y Herrera compartiendo el camino del "Rocío", bajo un implacable sol |
Carlos
es un tipo genial, amable, educado, culto, cariñoso, irónico, cáustico y algo escatológico,
entre otros muchos adjetivos. Pero, lo mejor de todo, es que la radio no ejerce
ningún filtro sobre él y su personalidad. El Carlos Herrera que se muestra,
todos los días, de 6:00 a 12:30 horas, en Onda
Cero (y antes en otras muchas casas, “la última siempre es
la más importante, por si acaso”) es él mismo. ¿Para
qué cambiar, si la radio además, en este sentido, suele resultar demoledora
destapando las vergonzosas poses de quien intenta aparentar lo que no es? Esos
mismos adjetivos que le he dedicado, se trasladan, fielmente, cada mañana, a la
antena de la cadena radiofónica de AtresMedia
donde se encuentra muy a gusto, pese a los madrugones (“yo soy
más canario que búho”), gracias a las palmitas de otro grande de la radio española, éste retirado del
micrófono, que no del periodismo: Javier González Ferrari, presidente ejecutivo de Onda
Cero Radio.
Carlos
Herrera no ha querido abandonar Sevilla para cambiarla por la cada vez más
inhóspita Madrid. La capital hispalense reúne todos los atractivos posibles
como para colmar las necesidades de este almeriense de nacimiento y catalán de
adopción. Tiene el tamaño ideal de una ciudad abarcable. Dispone de un clima
bonancible, pese a los excesos estivales del mercurio. Cuenta con uno de los
paisanajes más hospitalarios de todos cuantos conozco y posee una oferta
gastronómica y de ocio de primerísima línea. En definitiva, la vida, en ella,
se hace un poquito más feliz y llevadera. Yo creo que es el marco ideal en el
que Carlos Herrera se siente más a sus anchas.
Fachada de la Bodeguita Casablanca, donde había quedado con ellos |
Tras
llegar a Santa Justa, mi taxi me lleva a uno de los locales más populares de
Sevilla, “Casablanca”, en el número 12 de
la calle Adolfo Rodríguez Jurado. Al descender del coche, siento que mi corazón
ha puesto el turbo. Me dirijo hacia la puerta de la bodeguita, oteo y, al
fondo, justo frente a mí (se habían ubicado en una situación privilegiada para
dominar el acceso al local…) se encontraban esperándome los tres: Jesús
Melgar, José Antonio Naranjo y el ‘príncipe’ Carlos Herrera.
El
encuentro fue emocionante, y enormemente grato para mí:
-¡Hola
Gorki! –fue el saludo, efusivo y cariñoso, que me dedicó
Carlos Herrera, puesto en pie, al igual que el resto de ex compañeros de la SER de otros tiempos, añorados por lo
buenos que fueron-. Carlos me rebautizó hace muchos años como “Gorki” y aún
sigo atendiendo al nombre con devoción.
La auténtica "cabeza" de "Herrera en la Onda", José Antonio Naranjo |
Los
cuatro teníamos casi 25 años más desde que nos vimos por última vez, pero, tras
los saludos iniciales y la conversación introductoria de rigor, estábamos charlando
tan animadamente como si nos hubiéramos visto el día anterior. Así era como lo
había imaginado. Si pudiera medirse la intensidad de aquel encuentro o, para
ser más preciso, mi percepción de él, podría decirse, coloquialmente, que el
chute fue mayúsculo.
A
partir de entonces, fuimos paseando, de bar en bar, degustando las excelencias
de cada local. Carlos, en vaqueros y tocado por un sombrero panamá y unas gafas
de sol bastante discretas para su genio, hacía las veces de anfitrión en
aquella Sevilla que me recibió radiante y señorial en aquella mañana de octubre.
Volver a Sevilla siempre ha sido un lujo para mí, y más con esta compaña.
Colección de gorras y sombreros, y de gafas, muy 'personales' |
Excuso
comentar cómo era el recibimiento en cada restaurante al gourmet Carlos Herrera (¡maestro, buenos días,
bienvenido, qué se cuenta…?). Y cómo era la correspondencia en el
saludo de su séquito, del que yo formaba parte circunstancialmente aquella
mañana. ¡Qué sé yo cuántas excelencias probé de todo cuanto se me ofrecía! Si
mi Donosti querida es la indiscutible reina del pintxo, Sevilla lo es de la tapa (con permiso de Valladolid). Y en todo lugar donde se cuecen
buenos platos… allí ha estado Carlos Herrera. No era para nada arriesgado suponer
que mi recorrido gastronómico por las calles de Sevilla no era fruto de la
improvisación; sino, muy al contrario, producto de un sesudo “periodismo
de investigación” desarrollado por el almeriense.
A
José Antonio Naranjo y Jesús
Melgar los vi como los recordaba, tan buena gente como les dejé, o más;
porque la experiencia y los años atemperan la vehemencia y revalorizan las
cosas realmente importantes. Tenían curiosidad por el destino actual de muchos
de los compañeros con quienes compartimos aquella Cadena SER de principios de los 90. Poco a
poco, iba resituando los nombres en sus cabezas, completando las piezas del
puzzle que les faltaba. Y el desfile de información se completaba con
comentarios cálidos que justificaban su interés por aquellos nombres. Pregunté
por Lorenzo Díaz, el cuarto hombre que conforma el tramo
de magazine de “Herrera
en la Onda”, que también conocí en aquel pionero “A Vivir que son dos
Días”, junto a la que era entonces su mujer, Concha
García Campoy (¡Ay, Concha!). Lorenzo es autor, entre
otros muchos libros, de una historia de la radio absolutamente recomendable, “La radio en
España 1923-1977”, que publicó en Alianza Editorial en
1997. La última vez que le vi fue en las dependencias de Onda Cero, en San Sebastián de los Reyes.
Pero aquella mañana no estaba en Sevilla.
Melgar señala el arroz de castañuelas y gambas, en el Puerto de Santa María, mayo 2013, espectacular ¿no? |
Observando,
casi con los ojos de sociólogo de Lorenzo Díaz, vi a tres amigos, Carlos, Jesús
y José Antonio, viejos conocidos y compañeros de fatigas, que disfrutaban
mutuamente de su compañía, charlando sobre la vida, en torno a unos huevos
rotos con ibérico, unas coquinas o un buen cazón. De forma natural, surgían las
ideas que enriquecían el programa. Tantos años juntos, tantas complicidades
compartidas, hacían casi innecesarias las palabras entre ellos.
José Antonio Naranjo es la mano derecha de Carlos Herrera en el programa de Onda Cero, quien pone el orden y el concierto, quien lleva en la cabeza la estructura, quien conduce a Carlos Herrera por los vericuetos de la radio matinal española y le pone en bandeja el escenario para su lucimiento profesional. Y aún le queda tiempo para ocuparse de la publicidad en directo, como la popular Onduline bajo teja… o las placas Diamant Pro. A Naranjo le conocí en la SER cuando formaba parte del equipo de “Los Toros”, de Manuel Molés y Miguel Ángel Moncholi, a quien por cierto, acaban de despedir en Prisa Radio.
José Antonio Naranjo es la mano derecha de Carlos Herrera en el programa de Onda Cero, quien pone el orden y el concierto, quien lleva en la cabeza la estructura, quien conduce a Carlos Herrera por los vericuetos de la radio matinal española y le pone en bandeja el escenario para su lucimiento profesional. Y aún le queda tiempo para ocuparse de la publicidad en directo, como la popular Onduline bajo teja… o las placas Diamant Pro. A Naranjo le conocí en la SER cuando formaba parte del equipo de “Los Toros”, de Manuel Molés y Miguel Ángel Moncholi, a quien por cierto, acaban de despedir en Prisa Radio.
Paseaba
por las calles de Sevilla, mano al hombro, con Jesús Melgar… ¡Qué gran tipo
Jesús! ¡Cuántas
historias reúne en su curriculum profesional! La vida le había dado
últimamente algún susto de salud, del que se estaba reponiendo, con el mejor de
los ánimos, y el apoyo incondicional de Carlos y de Onda Cero (“¡cómo se han portado
conmigo” –me confesaba, agradecido-). Si empiezo
diciendo que fue subdirector, productor y guionista del mítico programa, de RNE primero y luego de la SER, “El loco de la colina”, junto a Jesús Quintero, ya
lo digo casi todo, porque su discurrir profesional, a partir de este hito, ha
circulado por la misma autopista de la excelencia. De la SER se despidió con “La
Ventana indiscreta”, un programa nocturno.
Continúa...
La radio con mayúsculas: CARLOS HERRERA. Entre los tres se aprecia una gran amistad y un buen rollo que trasladan a la radio.
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