Vivir del aire (y II)
https://www.gorkazumeta.com/2013/10/vivir-del-aire-y-ii.html
Reflexión en torno al cambio de la
metodología financiera en el mundo de la radio
Juan Pablo Colmenarejo, al frente de su equipo de "La Linterna" (Cope), con su equipo, un informativo nocturno de corte clásico |
Continúa...
Hay
algunos otros ejemplos de lo que se conoce como ‘intercambio’. Terceras empresas se ofrecen a sufragar los gastos
generados por estos programas, que unos denominan residuales (por el horario en que se emiten) y yo denomino supervivientes, a cambio de completar el
tiempo de la parrilla con calidad. Las firmas promotoras ganan en prestigio y
posicionamiento en medios y la cadena de radio, a cambio, logra un buen
producto, cuidado, y quién sabe si algún otro ingreso por otro concepto.
En
definitiva, como queda expuesto, se trata de buscar toda clase de recovecos
para reducir al máximo posible los costes de este tipo de programas y si se
llega a la gratuidad, excelente; el director de programas quedará
estupendamente ante su director general por reducir su cuenta de gastos, sin
perjudicar la calidad de la parrilla de programación.
El
ejemplo más claro de esta nueva política financiera fue la caída del excelente
programa “El
Cine de Lo que Yo Te Diga”,
de la Cadena
SER, en 2009, que
superaba, en costes, varias veces sus ingresos. En otros tiempos, más de
bonanza, el programa se mantenía como producto excepcional y de prestigio. Su
alto valor intangible compensaba ampliamente los gastos. Pero eran otros
tiempos, desgraciadamente.
Durante toda su carrera profesional en la SER, Iñaki Gabilondo fue consciente de que su solvencia provenía de los SS.II de la SER, los más potentes de la radio española |
¿Son rentables los
Servicios Informativos?
Pero
es más: si analizáramos la rentabilidad de los servicios informativos de una
cadena de radio es probable que nos sorprendiéramos, porque creo que, en las
actuales circunstancias, ninguno cubre sus gastos con la publicidad que ingresa
en sus espacios. El gasto de personal de más de 350 profesionales directos (los
periodistas de la Cadena SER, por ejemplo), sumado a la parte
proporcional del personal de emisiones (alta y baja frecuencia) que se dedica a
prestarles servicio, más el capítulo de salidas y coberturas especiales, supone
varios millones de euros al año. Está claro que, en este caso, el modelo de
financiación por programa, no se sostiene. ¿Son rentables “Hora 25”, de la SER, o “La Linterna” de la Cope, por sí mismos? No es arriesgarse mucho
afirmar que no.
Pero
igual que mantengo esta afirmación, hay que subrayar otra circunstancia
relacionada con la rentabilidad más poderosa e intangible de contar con unos servicios
informativos, y me refiero ahora a la importante cota de poder perseguida por
los grandes grupos mediáticos, que se acompaña de una indudable influencia en
la formación del pensamiento colectivo. No estoy hablando de manipulación.
Pero es cierto que nos movemos, y pensamos, de acuerdo con criterios basados en
informaciones, y que éstas nos llegan, entre otros medios, a través de la radio.
El equipo de "Nómadas" en la Feria Fitur 2013 |
El caso de RNE
La radio pública no tiene estos problemas de financiación.
La asignación estatal que recibe le permite concentrarse en la administración y
optimización de esos recursos, aplicándolos a su programación. Otra cuestión diferente
son los vaivenes programáticos que sufren, al albur del color ideológico del
gobierno de turno, acompañados de las purgas entre el personal más favorable a
una u otra opción política, dejando en segundo lugar su idoneidad y competencia
profesional, y primando sus simpatías. Esta marcada injusticia ya se ha
convertido, desgraciadamente, en un plan de acción habitual en la Corporación RTVE. Lo que resulta casi milagroso es que esa inestabilidad cuatrienal no
impida que podamos disfrutar de magníficos espacios como “Nómadas”,
“Documentos
RNE”, “Siluetas” o “La
Estación Azul”, por
citar solo unos pocos ejemplos de radio bien hecha, firmados por la antigua
Radio 1. Su pelea es otra, no tanto económica, cuanto ideológica; aunque los
números –o, mejor, la falta de ellos…- influye en la escasez de medios y, a la
postre, en el producto final. Por eso, porque logran sobreponerse a las
circunstancias, muchos compañeros que hacen muy bien su trabajo, merecen todos
mis respetos, y mi sincera admiración.
Pero
no solo hay que referirse a los servicios informativos. Los grandes programas,
presentados por estrellas mediáticas, y me refiero ahora a todas las grandes
cadenas comerciales, soportan en su cuenta de ingresos y gastos, partidas muy
amplias relativas a los emolumentos de sus directores y presentadores. Estas
grandes cifras, hoy, suponen en muchos casos, un lastre para alcanzar la
rentabilidad de sus programas. Ante la reducción de los ingresos de publicidad por
programa, no cabía otra solución: rebajar de un 5 a un 10 por ciento (si no más)
los honorarios de las estrellas, como se ha hecho en varias cadenas. No ha sido
una negociación. Era una necesidad. Supervivencia, lo llamarán algunos… y fuera hace mucho frío.
Uno
de los ingresos extraordinarios de las radios son las salidas de sus programas,
como ya comenté en un post
anterior. Se comercializan ante instituciones, ayuntamientos, gobiernos
regionales, etc., que pasan por taquilla para que “La Ventana” o el
“Hoy por Hoy” (SER), se realicen desde la ciudad elegida,
destacando sus excelencias y atractivos. Es una fórmula ideal para combinar
rentabilidad, notoriedad y posicionamiento de marca. Sin embargo, no es oro
todo lo que reluce. En algunos casos, los directores de programas, como ocurría
por ejemplo en la desaparecida ABC Punto Radio (y en algunas otras cadenas),
cobraban un caché aparte por las
salidas, recogido en su contrato, que en los últimos tiempos impedía la
rentabilidad de la operación, y en consecuencia de la salida, por sus altas
cifras de producción. Evidentemente, esos contratos estaban mal negociados, de
origen. Está claro que no todos reman en la misma dirección ni hay coincidencia de intereses.
Los gastos de los grandes
programas
El EGM representa el sistema 'menos malo', conocido hasta ahora, para orientar la inversión publicitaria de la radio española |
La
radio es una labor de equipo. Esta afirmación está fuera de toda duda. Y la
recojo en este punto, porque presenta también una plasmación económica. Ninguno
de estos grandes programas que tenemos todos en la cabeza los hace solo quien
los presenta, por muy estrella que sea. Los que conozco, y son bastantes,
tienen muy claro que su estrella brillará más cuanto mejor, y más engrasado,
sea su equipo. Y esto tiene un incuestionable reflejo en la cuenta de gastos. Quiero
decir, en suma, que estos programas, con doce a quince personas en nómina, entre
redactores, productores, técnicos, etc., aparte del director, resultan muy
caros de mantener y exigen unos buenos equipos comerciales que rentabilicen al
máximo sus resultados.
En
este sentido, el EGM, con sus datos, aporta orientación a los anunciantes, en
torno a las cifras de audiencia de estos programas y perspectivas de ingresos a
las cadenas de radio, porque conocen en qué parámetros de número de oyentes se
mueven para poder establecer sus previsiones. El líder –en este caso la SER- obtiene un plus de ingresos por el
simple hecho de serlo. Es lo que se conoce como la optimización de la inversión publicitaria. Y mantenerse en ese puesto
le confiere una relativa garantía de continuidad.
Los números se observan con
lupa
Las
finanzas de la radio, en las actuales circunstancias adversas, no resultan
sencillas. El cambio de modelo, su reorientación y parcelación por módulos
(programas), está enfocando los resultados y los márgenes con microscopio, lo
que provoca, inevitablemente, no solo mayor preocupación por parte de los
equipos directivos, sino también tensiones en torno a la marcha de los programas
(permanentemente en el ojo del huracán) y de sus contenidos. Si algo tiene que
agradecer la radio en España, pese a todo, es que se examina, de resultados de audiencia, trimestralmente y
encima en verano descansa (EGM) Por el contrario, su presupuesto (porque hoy en día
todos los programas trabajan con uno), de ingresos y gastos, se contabiliza
todos los meses. Y cuando el día 20 de cada mes hay una desviación del 50 ó del
60 por ciento sobre la partida de ingresos, los despachos empiezan a temblar y
algunos directivos (no deberían) a vociferar.
Los números mandan! |
Una
última reflexión: menos mal que la radio sigue funcionando con parámetros de
resultados más laxos que la televisión, porque si la exigencia fuera diaria,
estoy convencido de que la calidad de la programación se resentiría en exceso,
y llegaríamos a la “radio basura” en muy
poco tiempo. Una cosa es que la radio española no se renueve mucho, ni en contenidos
ni en formatos, y otra muy diferente que su calidad esté por debajo del mínimo
exigible. Muy al contrario, la radio española goza de una extraordinaria
calidad, y salud. Por muchos años…