Fotografía de los combatientes de Welles (y III)
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Todo
terminó felizmente, como era de esperar; aunque Primitivo Rojas –el ‘dire’-
abrigase ciertas dudas, lógicas, sobre la coordinación entre todos, debido a
los escasos ensayos que pudimos hacer. Pero, como muy bien apuntó, José María Alfageme –‘Alfa’ para los amigos- “déjese de entrenamientos, míster, y láncenos
al campo a jugar el partido”. Efectivamente, en el directo, todos nos crecimos
y “La Guerra de los Mundos”, de Orson Welles, cobró vida de nuevo,
igual de vigorosa, y eficaz, como hace cinco años, en 2008.
Pero
hasta llegar al reestreno, todos nos reunimos de nuevo sobre el escenario del
Teatro MIRA de Pozuelo de Alarcón (Madrid) para hacer el ensayo general. Luis del Olmo y Elías Rodríguez llegaron tarde a la convocatoria. El resto de
compañeros aguardaron estoicamente su llegada, hasta que tuvimos la
confirmación de que estaban cerca del teatro y empezamos sin ellos, a la espera
de que se incorporasen sobre la marcha.
A
última hora, Andrés Caparrós se unió
al ‘contingente’ de esta “Guerra de los
Mundos”, confirmando que el oficio forma parte de su personalidad. Me
acerqué a él para saludarle y transmitirle mi admiración. “Todo aquel que no sepa quién es Andrés Caparrós en la historia reciente
de la radio española –le dije- no
tiene ni idea de radio”. Se sintió halagado pero, como todos nosotros,
convencido de formar parte de una obra coral en la que todos participamos con
auténtico placer, como niños con zapatos nuevos, tal era la impresión que me
daba, al verle, el maestro Luis del Olmo.
El
ensayo transcurrió sin apenas incidencias, en ritmo y tiempo. Mejoramos marcas
en el reloj de anteriores ensayos y fuimos ensamblando mejor los efectos
especiales con nuestra narración. Jorge
Álvarez, siempre atento, iba dirigiendo por señas todas las intervenciones
y coordinando al equipo técnico de RNE
que tuvo el detallazo de apoyar a la Academia de la Radio
en esta nueva convocatoria, con ocasión del 75 aniversario de la emisión de “La Guerra de los Mundos”, de H.G.Wells,
en versión de Orson Welles.
Concluimos
una hora antes del estreno. Primitivo Rojas nos dio un ‘recreo’ y la hora del
regreso. José María Alfageme, Ángeles
Afuera, Goyo González y servidor fuimos a un bar cercano a tomarnos un tentempié
para aguantar el tirón de la función. Y hablamos, cómo no, de radio. De la
fuerza de la radio y de cómo, en muchos casos, los profesionales de este medio
no nos hacemos valer como deberíamos, como ocurre sin duda con otras academias,
y colectivos, como la de cine o la de televisión. La radio tiene mucho que
decir, y sin embargo, no lo hace. No lo hacemos.
Goyo González y Paco de León |
Regresamos
y nos dispusimos a escuchar el ‘¡prevenidos!’,
tan propio de los estrenos, antes de escuchar “¡telón!”. Luis del Olmo ya tenía el micrófono inalámbrico de RNE en la mano, preparado para presentar a
nuestro particular Orson Welles-Primitivo Rojas. Un lujo el maestro Rojas. “¡Señoras y señores, con ustedes Orson
Welles!” –sonó en la megafonía-. Subió el telón y Primitivo empezó a
hablar:
“Ahora
sabemos que en los primeros años del siglo XX, nuestro planeta estaba siendo observado
muy atentamente por inteligencias superiores a las del hombre, aunque también
tan mortales como las nuestras. Sabemos ahora que mientras los hombres se
dedicaban afanosamente a sus múltiples ocupaciones y negocios, estaban siendo
examinados y estudiados, tan minuciosamente, como el hombre mismo hace con un
microscopio cuando examina los microbios que se concentran y multiplican dentro
de una gota de agua”.
Y este texto,
adaptado de la novela original del británico Herbert George Wells, lo dirigió un Orson Welles de 23 años, al
que muy pocos conocían, todavía. En pocos años se iba a hacer uno de los
actores más grandes del mundo y padre
de una de la cinco mejores películas de toda la historia del cine: “Ciudadano Kane”, cuya estructura se
sigue diseccionando en las escuelas de cinematografía de todo el planeta.
Con el telón
abierto, la obra ya había empezado a desarrollarse. Empezó Primitivo, siguió Paco de León, Ángeles Afuera, Manolo
González, y así hasta más de treinta compañeros que quisieron participar de
esta fiesta de la radio.
Final de la representación, con Luis del Olmo en el centro leyendo los nombres de los 'combatientes' |
Y llegaron las
escenas más difíciles de representar, la primera, la muerte del reportero Carl
Phillips, al que daba vida, espléndidamente, Goyo González. Goyo había acudido al teatro vestido ‘ad hoc’ para
representar su papel (como puede vérsele en la fotografía, junto a Paco de
León). Salió bailando, al ritmo de “Polvo
de Estrellas”, la melodía que interpretaban nuestros músicos en directo y
comenzó a narrar los primeros momentos, previos a la invasión marciana. Ahí se
encontró con el profesor Pierson, al que daba vida el gran Elías Rodríguez.
Para apoyar la
escena de los horrores, cuando se abre el primer platillo volante y surge el alienígena
asesino, el “coro”, formado por todo el grupo de actores tenía que representar
un papel colectivo, el de la gente que se arremolinaba alrededor del platillo
para ver qué era esa cosa. El policía –José
Antonio Páramo- se empleaba a fondo para mantener el orden, silbato en
ristre. Ahí teníamos que mantener el murmullo de voces, apoyando la escena. Carles Francino le dirigía unos
improperios al pobre policía que no sé cómo no provocaron la hilaridad
descontrolada de todos. Hubo apelaciones, nada favorables, a Mourinho y otros
personajes de su entorno. Si alguien se dedica a escuchar con auriculares la
emisión, es posible que llegue a escuchar algunos de esto comentarios, que solo
debían sumar murmullo y reforzar el ambiente. Mónica Chaparro era otra de las espontáneas que, provista de su
natural desparpajo e imaginación, iba aportando a la escena comentarios de lo más
frikis. Y el pobre Páramo-Policía aguantando…
Al comienzo en
la platea se oían conversaciones entre el público, pero pronto desaparecieron para
hacerse un completo silencio. ¡Les habíamos enganchado! Juan Diego Guerrero será, probablemente, el colega que mayor
experiencia acumule en representaciones teatrales, como miembro de una compañía
de teatro aficionado, dedicada a representar textos clásicos, pero les aseguro –a
los que no lo hayan vivido- que situarse sobre un escenario, y actuar frente al
público, inocula una adrenalina en el cuerpo como muy pocas cosas en esta vida.
Tal vez… la radio. Son más parecidos de lo que pensamos…
Poco a poco
fueron desfilando delante de los atriles del Teatro MIRA de Pozuelo de Alarcón
todos los compañeros, con actuaciones soberbias de todos ellos. Me permitirán
subrayar el esfuerzo de Gonzalo Estefanía,
que muere en directo (aquí muere hasta el regidor), Albert Castillón, que se lanza con su avión a estrellarse contra
las máquinas alienígenas, el propio Francino, que se había preparado a
conciencia su papelito de General Smith; Alfageme, como el granjero Wilmuth –en
clave, casi, de Paco Martínez Soria,
el papel más españolizado y el único que permite degustar un poco de buen humor
al público; el ‘capitán’ de Juan Diego, el ‘secretario de estado’ Emilio Javier y, sobre todo, esa genial
interpretación del ‘extraño’, que se encuentra fortuitamente, cuchillo en mano,
con el profesor Pierson, en una ciudad desolada e inhóspita, interpretado por José Ángel Fuentes.
Así empezó todo, con Luis del Olmo sobre el escenario del Teatro MIRA (Fotografía: @elcaballeroyo) |
En este sentido, Primitivo apuntó que,
durante la lectura de los créditos finales, en boca de Luis, cada uno de los
nombrados se levantara de su silla y acudiera al borde del escenario para saludar
al público. Alfageme sugirió que se hiciera igual que en el teatro, dejando a
los principales actores para el final, a lo que, rotundo, Primitivo se opuso
radicalmente: “no, no, en absoluto, ésta
ha sido una obra coral, hecha entre todos, y así debe quedar reflejado también
al final”. Y así se hizo.
Cayó el telón y todos nos fundimos en un
sinfín de abrazos. Primitivo estaba exultante. No era para menos. Habíamos
hecho un buen trabajo. Y el público nos lo agradeció. Utilizamos recursos
teatrales, como el de la calabaza, que paseó –con coreografía de torero (se le
nota demasiado)- Manolo González, y que hace cinco años yo tuve la suerte de sostener en el MIRA.
Nos esperaba un coctel para atemperar los
nervios acumulados durante la función y para encontrarnos con familiares y
amigos. La opinión generalizada era ¡qué bien lo habíamos hecho! Me encontré
con colegas, y amigos, como Inmaculada López,
o compañeros de la SER como Mariano Revilla, Tino Rebollo y Emilio
Escribano, a los que hacía al menos tres años que no veía. Cariño a
borbotones. Igual que con el maestro José
Luis Arriaza, del que hablaré en otro momento, por merecimientos propios. Tuve
la suerte de conocer a Raúl y a José Luis, dos seguidores de mi blog que me
felicitaron por su orientación y contenidos. Les di efusivamente las gracias.
Como dijo Primitivo al final de la representación, nada haríamos los de la
radio si, al otro lado, no nos encontráramos de frente con el público. Poner
caras a mis followers o seguidores
les alejaba de las frías e impersonales cifras del contador de visitas. ¡Qué
alegría!
Luis del Olmo, Carles Marin y Joaquín Prat |
Esta “Guerra
de los Mundos” de 2013 cumplió todas las expectativas, las nuestras y las
del público reunido en el MIRA de Pozuelo de Alarcón. Pero ante todo –y ruego
disculpas por el tono tal vez excesivamente endogámico de los tres últimos
post- lo que ha supuesto, al menos para mí, ha sido un enorme placer por el
reencuentro con viejos amigos, todos unidos por la radio, la misma, “¡señoras y señores!” que hace que ustedes
lean estas líneas. ¡Muy agradecido!
Y ahora sí, aquí está la versión 2013 de “La Guerra de los Mundos”, de Orson Welles, producida por la Academia de la Radio, y dirigida por Primitivo Rojas. Podéis elegir la versión que más os guste: la imagen o el sonido:
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