El último de una generación (y II)
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Otra de las facetas de Alberto Granados, como periodista, es la de escritor |
Continúa...
Adiós a una Escuela de
comunicadores
Alberto Granados, de alguna manera, era el último dinosaurio de una Escuela de
comunicadores de la Sociedad Española de
Radiodifusión, en la que milité, cuyo papel en la radio era el del ‘todoterreno/apagafuegos’. Si hacía falta un programa
para la Nochevieja, Alberto; si hacía falta rellenar un hueco de la parrilla,
un “Ser Curiosos” de Alberto, que,
como el Guadiana, aparecía y desaparecía de la programación. Trabajábamos en
verano, en Navidades, en Semana Santa, cuando los titulares del programa
descansaban y cuando no se hacían las encuestas del EGM.
Y
no solo eso. Granados pertenece a una generación de locutores, de grandes
profesionales, que con solo su nombre, avalaban la calidad de un programa de la
SER. Nadie recuerda ya que Pepe Domingo Castaño, durante mucho
tiempo, trabajaba de lunes a domingo. Entre semana presentaba “Hoy por Hoy Madrid”
y el fin de semana le llegaba el turno al “Carrusel Deportivo”.
Y todavía recuerdo los enfados que agarraba el gallego cuando la pauta de
publicidad, con sobrepeso, le impedía decir, entre cuña y mención, algo más que
la hora.
Pero
si cito a Pepe, también debo hacerlo con sus predecesores, Juan de Toro, Joaquín Prat, incluso Bobby Deglané, que hacían
de la radio un espectáculo con solo abrir la boca. En los noventa, y en la SER, debo añadir dos nombres. De uno ya he
hablado en este blog, aunque no lo suficiente, y del segundo no lo he hecho,
todavía. Me refiero a Goyo
González y José Luis Arriaza.
Aunque éste último continúa en la casa, en labores de gestión, todos ellos han
desparecido del micrófono, lo cual constituye una auténtica injusticia. Y no
recurrir a su enorme experiencia, oficio y resultados, un derroche inadmisible.
Iñaki de la Torre, Coque Malla, Alberto Granados y Fernando Berlín, durante la visita del cantante al programa |
El
perfil que prima ahora en programas la SER
es el de periodista, con dominio de la información, procedente, generalmente,
de los Servicios Informativos. Da la impresión, con este cambio de tendencia,
de que reniegan de su propia historia, incluso de que se avergüenzan de ella.
La SER, hoy, es grande –es cierto- como
referencia informativa. Pero su historia acumula muchos más años siendo una
referencia de la radio espectáculo o la radio entretenimiento. Como vino a
decir Carlos Alsina, durante una
entrevista que le hicieron en abril pasado mis alumnos del CES, “estamos
empachados de información en la radio”. Y es cierto.
Un
periodista que se maneje diariamente con la información tenderá a hacer un
programa informativo, con toques de magazine, y no un magazine con toques de
información. El matiz es muy importante. El registro es diferente. Pese a la
calidez del medio, los informativos resultan mucho más fríos y distantes que
los magazines. La culpa, en parte, es del tiempo o, mejor dicho, de la falta de
tiempo. Pero también del formato. Onda Cero
está innovando en este aspecto. Carlos Alsina o Juan Diego Guerrero hacen “programas
de noticias”, en donde la información se difunde, pero con otro envoltorio,
más cálido.
La
salida de Alberto Granados de la SER no
es casual. Forma parte de una política de la casa que está modificando los perfiles
de sus conductores. Iñaki Gabilondo
tardó muchos años en adquirir el registro de programas –muy diferente al de
informativos- y a sonreír en la antena. El camino de Luis del Olmo y Carlos
Herrera, fue el inverso: partieron de la radio espectáculo/entretenimiento para
llegar a la radio informativa, a la que cada uno sumó rasgos de su
personalidad.
El actor Juan Diego Botto, Alberto Granados, Fernando Berlín y Pablo Batlle |
Los
programas son programas, y los informativos, informativos. Esta afirmación, en
parte tautológica, pretende subrayar que cada variante de contenido en la radio
requiere su oficio. Y que son pocos los profesionales que aúnan ambos registros.
Por eso tal vez han dividido el “Hoy por Hoy” en dos
grandes partes, con Pepa Bueno y Gemma Nierga. La diferencia entre ellas
es que Gemma podría asumir el tramo informativo, pero dudo de que Pepa pudiera
hacer lo propio con el de magazine.
La
SER se equivoca. Está cerrando una de sus canteras. De seguir así, le va a
costar mucho tiempo, esfuerzo y dinero encontrar profesionales que sean capaces de
asumir, con la misma eficacia, uno u otro registro. Y no se logra de la noche a
la mañana. Los periodistas de informativos, y conste que yo lo soy, y sé de qué
hablo (me costó reciclarme), se refugian en sus folios.
Mientras que quienes se sitúan al frente de programas se desnudan ante su audiencia y buscan la complicidad de los
oyentes, para formar parte de su familia. Esto es lo que hacía Alberto Granados,
conectar con la audiencia, engancharles, traspasar el micrófono, ¡qué difícil
es lograrlo!
Siempre llega el relevo
Pero
dicho esto, a todo el mundo, sea quien sea, le llega el relevo. Más tarde o más
temprano. Antes, si lo ha hecho regular o, directamente, mal; después, si lo ha
hecho bien, o incluso muy bien. “Protagonistas”
se resiste a morir, por ejemplo. Pero no hay duda de que algún día desaparecerá.
Como se fue Iñaki Gabilondo, y no pasó nada. La SER resistió. Y ahora se marchará Alberto
Granados y tampoco pasará nada. Porque la radio –marcas aparte- está muy por
encima de los nombres que la han hecho grande, tanto desde los micrófonos, como
desde los despachos.
De
todas formas, la SER, lejos de mimar su
talento, lo ha dejado escapar a menudo, provocando portazos históricos de
profesionales que hicieron grande esa casa y no se sintieron arropados por las
siglas de la Sociedad Española de Radiodifusión.
Desde Bobby Deglané, hasta Joaquín Prat, pasando por José Luis Pécker, Manuel Martín Ferrand, José María García, Fernando Ónega
y un largo etcétera.
Rubén Ruiz, Fran Pomares, Fernando Berlín, Alberto Granados y Pablo Batlle con el actor Agustín Jiménez |
Pero
es ley de vida. Al fin y al cabo, la SER,
en cada período, es responsabilidad de unos directivos, que toman decisiones,
aciertan y se equivocan. Tal vez lo más sonado en estos últimos años, fue la
salida de Paco González y el equipo
de deportes, provocada por una nefasta gestión de personas, que se visualizó
luego en unas cuantas demandas judiciales de por medio, sobre las que al parecer ya están negociando ambas partes en litigio -Cope y SER- para retirarlas.
Con
la crisis como escenario de fondo, ya en parte recurrente, no se puede esperar respeto
a las formas, ni en la SER, ni en
ninguna parte. Cada casa tiene sus vergüenzas y dependen de las personas que
toman las decisiones y luego no son capaces de administrarlas ni de
comunicarlas, de acuerdo con unas mínimas normas de educación, que muestren
respeto por quien es depuesto o despedido. También es cierto que, en ocasiones,
de la otra parte, los directivos tienen que enfrentarse a egos desatados con los que la razón a veces resulta insuficiente
para asumir una decisión.
Granados era un buen 'director de orquesta' |
Con
todo, hay que reconocer –y la SER, y cualquier
otra cadena que actúe de la misma manera debe valorar su estrategia- que a los
oyentes que se sienten parte de un programa, o que lo sienten suyo, arrebatárselo
es una provocación. La decisión, traumática, genera un sentimiento de antipatía
hacia la marca que se manifiesta en rechazo, temporal o definitivo; pero nunca
tiene efectos positivos si el programa suprimido contaba con años de emisión y
una audiencia consolidada, como es el caso. Pero el trasatlántico de la SER seguirá avanzando sin obstáculos,
porque no hay en el firmamento radiofónico español, de momento, ninguna otra
alternativa que le haga sombra. ¿O empieza a haberla?
Buen artículo. Un día los oyentes nos cansaremos de sentir pena por tanta pérdida y nos iremos a la alternativa. Por ahora, hago lo que nunca creí hcer, escuchar la Cope el fin de semana y las noches, por el deporte. ¿Qué es lo siguiente? Cuando Granados aterrice en otra "alternativa", allí iré. Ya nunca más seré un cautivo de la SER. Eso está claro.
ResponderEliminarFelicidades por el artículo, que describe a la perfección lo que sentimos esos oyentes a los que la SER nos va quitando poco a poco nuestras voces preferidas. Es evidente que, con su nefasta política de personal, los actuales directivos no tienen en consideración a los buenos profesionales de toda la vida, ni a los oyentes que hemos nacido escuchando Radio Madrid, hasta el punto de formar buena parte de nuestra memoria.
ResponderEliminarComo ya hago con otros programas, los fines de semana apagaré la radio con la ilusoria esperanza de que el clic se escuche en los despachos de la SER como muestra de mi rechazo a su estrategia, en general, y al despido de Alberto Granados, en particular.