El envoltorio de “A Vivir que son dos días” (SER)
https://www.gorkazumeta.com/2013/06/el-envoltorio-de-vivir-que-son-dos-dias.html?m=0
Desde hace meses, los dos post que dediqué a mi amigo Javier del Pino, director del programa de fin de semana “A Vivir que son dos días”, de la Cadena SER, son los que acaparan las mejores posiciones entre los más leídos de mi modesto blog. A la vista de la posición que ocupa, no es difícil concluir que el programa está levantando pasiones entre los oyentes que saben apreciar la buena radio, más allá de una marca. Es cierto, y tampoco vamos a engañarnos, que el trasatlántico de la SER es mucho barco en la radio española y que la tripulación es excelente, sin duda; pero los capitanes, en ocasiones, no están a la altura de sus subordinados. Y éste no es el caso. Desde el primer día, Javier del Pino tenía claro que él se incorporaba para hacer algo diferente a lo que se había hecho hasta ahora.
Javier del Pino junto a Pedro Rodríguez y Soledad Gallego-Díaz, dos colaboradores |
La
trayectoria de “A Vivir que son dos días”, a lo largo de los años, había estado
más cercana a una manera de concebir el programa como una continuidad lógica de
la semana, en su primer tramo, el informativo, con predominio –y en ocasiones
omnipresencia- de la política y un segundo tramo más cultural, en el que a
veces se bordeaba lo elitista, cuando no, directamente, la pedantería. La radio
no es un medio en que la cultura de alto
standing encuentre su acomodo ideal. No lo es porque el perfil de la
audiencia, reiterado encuesta tras encuesta a través del EGM, señala que el
nivel cultural de la radio es medio, e incluso medio-bajo.
Este
aspecto no quiere decir (ni busca convertirse en coartada) que la radio deba
dar preferencia a contenidos arrabaleros u ordinarios, no, en absoluto. Nunca
defenderé esta teoría, porque de aquí a alcanzar la radiobasura solo mediaría un pequeño trecho. El perfil de la
audiencia es el que es y debe servirnos de referencia a la hora, no solo de
elegir los contenidos más apropiados, sino también de escoger el envoltorio más
adecuado.
Se
puede, entonces, en la radio, ¿hablar de un libro con su autor e invitar a los
oyentes a que, de vez en cuando, apaguen su receptor y abracen un buen libro, o
esto resulta demasiado elitista? No solo se puede, sino que se debe. La radio
debe estar pegada a la vida, y esto incluye todas las actividades en que los
hombres invertimos nuestro tiempo de ocio el fin de semana, si nos
circunscribimos a los potenciales contenidos que debe incluir un programa como
“A
Vivir que son dos días”.
¿Dónde puede residir entonces el elemento clave que justifica su inclusión o
exclusión en un programa de radio? La experiencia me ha llevado a pensar que la
forma como se adapta ese contenido –el envoltorio, del que antes hablaba-
resulta esencial para generar atractivo e interés en un contenido, sea cual
sea.
¿De qué habla la radio para
no perder oyentes?
Me gustaría, simplemente, plantear la permanente polémica en
torno a lo apropiado o inapropiado de determinados contenidos en la radio. Valga un
ejemplo, con nombres y apellidos, y muy habitual en las parrillas de la radio
española. ¿La radio debe hablar sobre televisión? Julia Otero comienza todas sus tardes en Onda
Cero charlando con un
fino y afinado crítico televisivo, Ferrán
Monegal, que me engancha. Pero no deja de invitar a los oyentes a que vean
“El Hormiguero”, “Master Chef” y similares programas de
los que habla bien, en detrimento de la escucha de la radio. Ocurre igual con
el cine, el gran arte audiovisual de nuestro tiempo. Mi opinión es que la radio
debe hablar de lo que se habla en la calle. Si es de televisión, o si es de
cine, o de libros, por supuesto que debe incluirlos. Si la radio estudiara sus
contenidos en función de si podrían o no robarle oyentes, aparte de caer en una
incomprensible endogamia, estaría cavando su propia tumba, porque esa política
la alejaría del escenario real en que se mueven sus oyentes. La radio es
compatible con cientos de actividades y, si se apaga, no pasa nada; siempre y
cuando concurran atractivos como para que quien la ha apagado regrese a ella
pasado un tiempo ocupado en otras actividades, de las que le ha informado la
radio. No creo que merezca la pena alimentar debates tan fútiles como éste,
sinceramente.
Sinacio |
Esto
es lo que ha entendido a la perfección Javier del Pino en su “A Vivir que son dos días”. La sucesión de secciones –algunas,
como todo, más apropiadas que otras- se ofrecen muy bien salpimentadas logrando el equilibrio perfecto entre contenido y
atractivo. Como ejemplo, podría aportarse el simpático concurso “No me lo digas”, que coordina el
humorista José Ignacio Salmerón, Sinacio,
donde asistimos a un ejercicio sin red en que se humaniza a los invitados que
participan en él, convirtiéndolos en seres imperfectos, que se equivocan como
cualquiera de nosotros, ante preguntas la mayoría de las veces relacionadas con
su profesión. El descanso habilitado a mitad de la competición, en que parece
que los micrófonos se cierran y los oyentes permanecen sordos ante lo que se
comenta off the record, aumenta más
si cabe la complicidad con ellos y su auténtica manera de mostrarse en público.
Un acierto.
Javier
del Pino y su eficaz equipo han entendido en esta nueva etapa de “A Vivir que son dos días”, que la política ya no es tan
importante, ni mucho menos imprescindible; que tiene otros espacios donde
mostrarse y aparecer con toda la crudeza de que es capaz. Me atrevo a
adelantar, además, que serán más bien pocos los políticos que se presten a participar
en el mencionado concurso “No me lo digas”
(Toni Cantó, actor metido a político
lo hizo hace poco, con chispa) porque los políticos, últimamente, nos hacen muy
poca gracia.
Es más habitual ver a Juan Aranaz detrás del micrófono, que delante |
Pero
quería referirme en esta ocasión a uno de los pilotos que maneja los mandos de
“A
Vivir que son dos días”
y que lo hacen, si cabe, más grande: me refiero al realizador Juan Aranaz, a quien es fácil intuir
subiendo y bajando regletas o tirando del ordenador y eligiendo la sintonía adecuada a cada momento. Aranaz lleva la radio metida en la sangre, desde
bien jovencito. Doy fe. Y ya en la anterior etapa de Monserrat Domínguez se notó su participación. Pero aquí, en este
nuevo “A
Vivir”, brilla con
más esplendor, aunque –como todos los técnicos, y bien que los he alabado en este blog- permanezca en la sombra.
Juan es el responsable del sonido del programa, las transiciones entre los contenidos, la calidad del sonido de estudio
y la inserción de la publicidad. Pero su sello se nota –como el de cualquier
buen técnico al que le guste su trabajo, y mimarlo- en aspectos tan lucidos
como los ajustes a las señales horarias, con las últimas canciones de cada
hora, que dan idea de que las piezas del programa se adaptan como un
rompecabezas (pura matemática). Aranaz se pelea con su jefe en la elección de la música, cuya última palabra tiene siempre Javier del Pino. Al final le reconoce lo acertado de la selección. En este blog un oyente me llegó a decir que la selección era tan buena que podría editarse un disco con ellas. Y parece que no erró en la apreciación, porque me consta que existe interés de alguna importante discográfica por producirlo. En este capítulo musical, José Martí Gómez, siempre ocurrente, llegó a decir: "A Vivir" es ese programa en el que unos señores que hablan deberían callarse para que pudiera escucharse la música".
Javier del Pino ha renunciado deliberadamente a decir adiós, a despedirse, a nombrar a su equipo y a dar paso al boletín informativo del final del programa. Pero lo ha hecho en beneficio del propio equipo, al que pretende darle más protagonismo, de manera que sean ellos mismos los que se presenten y se despidan, con una nueva, y novedosa, fórmula que sorprende, y agrada. Juan Aranaz se ocupa de ajustarla –aunque a veces quienes hablan son inajustables, salvo que les haga señas (imperiosas) de que concluyan- con la música, con la última columna del siempre atinado Josep Martí Gómez, y las señales horarias, que cierran, con una pausa valorativa, cuatro horas de radio en las que se aprende mucho, insisto; pero tamizadas por un envoltorio ocurrente y divertido, siempre inteligente. Agradecido.
Javier del Pino ha renunciado deliberadamente a decir adiós, a despedirse, a nombrar a su equipo y a dar paso al boletín informativo del final del programa. Pero lo ha hecho en beneficio del propio equipo, al que pretende darle más protagonismo, de manera que sean ellos mismos los que se presenten y se despidan, con una nueva, y novedosa, fórmula que sorprende, y agrada. Juan Aranaz se ocupa de ajustarla –aunque a veces quienes hablan son inajustables, salvo que les haga señas (imperiosas) de que concluyan- con la música, con la última columna del siempre atinado Josep Martí Gómez, y las señales horarias, que cierran, con una pausa valorativa, cuatro horas de radio en las que se aprende mucho, insisto; pero tamizadas por un envoltorio ocurrente y divertido, siempre inteligente. Agradecido.
Aranaz con Paqui Ramos, Sara Vítores y Conchi Cejudo |
El
mérito del nuevo “A Vivir”, que está a punto de concluir su primera
temporada con Javier del Pino al frente, es que ha filtrado contenidos de otras
épocas, hoy menos apreciados (como la cada vez más impopular política) y ha
preferido priorizar temas y asuntos alejados, en la medida de lo posible, de
tendencias programadas por la promoción o las modas, y enfocarlos con mayor
originalidad y menor convencionalismo, lo que se agradece sobremanera. Y algo más: tiene un técnico adscrito al equipo, como un miembro más, integrado. Y se nota la implicación. Por eso lo afirmo, y lo subrayo: ¡la importancia del envoltorio!
¿Qué nos deparará la Temporada 2013-2014?
El programa (muy bueno por otra parte) destila demasiadas "coincidencias" con "MANERES DE VIURE", un pograma de fin de semana que se emite en "COM RÀDIO" (hoy, "LA XARXA") desde la temporada 2009-2010. Eso sí, afortunadamente, es un programa que "huele" a radio catalana, la mejor del estado.
ResponderEliminarA lo mejor es por esa serie de "coincidencias" descaradas...
Del Pino hace radio de nivel. Y eso al poco de aterrizar se notó. El realizador es bueno. Siempre hay caretas, sintonías, detalles que hacen de esas 4 horas algo mejor. Los temas suelen tener más miga que el resto de programas. Los colaboradores son de nivel (humoristas gráficos, Lobo, El cine de lo que yo te diga, Martí Gómez...).
ResponderEliminarSi uno analiza la sección de Sinacio alucina. Para un concurso supuestamente banal en el estudio hay:
· Un locutor de la casa (Julio López, para dar la puntuación)
· Un pianista (con un montón de recursos ya preparados para el concurso)
· Los dos concursantes
· Un redactor de la SER de apoyo para los rebotes
· Sinacio y Del Pino
Es decir, donde otros rellenan el tiempo con un colaborador de medio pelo aquí hay un guión, dos invitados, un guión, unas músicas elegidas y aprendidas para tocarlas en directo... RADIO...
Y encima Del Pino es brillante y se nota...
Hola a todos.
ResponderEliminarA mí me gustaba más Javier del Pino como corresponsal en Washington, porque lo veía más reflexivo, directo y cómodo en ese papel.
Seguí escuchando el programa "A vivir que son dos días" durante los dos primeros meses de la temporada 2012-2013, pero dejé de hacerlo porque no terminaban de convencerme los cambios implementados por el nuevo director. Demasiadas referencias a la vida cultural y política de Estados Unidos (y quiero dejar claro que no tengo nada en contra de ese país, al contrario, me atrae y mucho lo que pasa allí); el gran cambio de las tertulias antes quizás demasiado centradas en la política española y ahora prácticamente sin espacio en el nuevo "A vivir..."; una sensación de desconcierto por la incorporación de una sección supuestamente cómica relacionada con un personaje franquista; la sección de Broncano que no nos hace gracia ni a mí, ni a mi marido, ni a nuestros amigos que antes escuchaban el "A vivir...". Me gustan los cambios y las innovaciones en la radio y en la televisión -creo que son necesarios, sobre todo en un país demasiado acostumbrado a convencionalismos en todos los sectores del conocimiento-, pero no he conectado con la nueva propuesta del programa. A lo mejor en septiembre intento volver a ser una oyente de "A vivir...", ya veremos.
Muchas gracias.
Gracias Cristina por tu opinión, tan argumentada. Hacer humor en radio entraña siempre un riesgo, a veces medido; pero el cálculo nunca es infalible. Por ejemplo, "Los Morancos" hacen poca gracia, por lo general, en el norte; mientras que, para mí el genial, Eugenio, no gustaba mucho en Andalucía, ¡porque no le entendían!Puedo compartir contigo que la sección de Broncano no es de las más afortunadas del nuevo "A Vivir", pero participa de un cierto éxito histórico de las historietas de Kim en "El Jueves", con su simpático personaje "Martínez el Facha". Aplaudo tu intento de volver a acercarte al nuevo "A Vivir" a partir de septiembre, por si conectas de nuevo y celebro que coincidas conmigo en que el nuevo programa que propone Javier del Pino tiene mucho de innovación; aunque por sí mismas las innovaciones no garantizan el éxito, tan solo ponen de manifiesto la voluntad de hacer las cosas diferentes, que no es poco. Gracias otra vez, por último, por compartir tus impresiones y elegir este modesto blog.
ResponderEliminarQuiero aclarar que la opinión negativa sobre Broncano no está generalizada, a mí me hace reir muchísimo.
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