A mis queridos invitados, y amigos
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Con estas líneas, quiero recuperar sus reflexiones -plenas de actualidad y sentido- al tiempo que reunirlas a todas, para mayor accesibilidad y comodidad del lector. Pinchando en cada nombre se podrá acceder a sus entrevistas en este blog. Con todo mi cariño y agradecimiento a cada uno de ellos, por haber creído que este modesto blog podía enriquecer el debate de las ideas sobre este oficio nuestro, la radio, que tantas alegrías nos ha dado a todos cuantos conforman este post. ¡A disfrutarlas!
No son muchas pero sí son elegidas. Todas corresponden a profesionales del medio, que han trabajado en él desde diferentes responsabilidades. Unos trabajan delante del micrófono, otros detrás, otros enseñando a los futuros periodistas, otros ya no están en activo, otros querrían estar en activo, pero no encuentran hueco, pese a lo mucho que aún les queda por enseñar a las nuevas generaciones.
Recuerdo la extrema amabilidad de Julio César Iglesias cuando me invitó a desayunar en la zona de la plaza de Lima, de Madrid. ¡Cómo disfruté con él, charlando de radio, algo que nos apasiona a los dos! Y qué sería de la radio sin las voces que la hacen grande, que la engalanan cada día, como José Antonio Páramo una de las entrevistas más leídas del blog, o la de su compañero, y amigo, Julio López Fonseca voz corporativa de la Cadena SER, que me parece, cada vez que lo oigo, que tiene un tesoro en la garganta.
Mi amiga Cristina Lasvignes que ha sido toda la vida una valiente. Abandonó la seguridad de la radio por la televisión -y la aventura- y reinó en las tardes de Antena 3, para regresar luego a la radio. Nos reunimos a comer un día soleado en el norte de Madrid con un amigo común, Juanjo Botija para seguir hablando de lo que nos gusta -y probablemente de lo único que sabemos algo-, de radio. Capítulo aparte merece Joaquín Guzmán, que cuenta con toda mi admiración, porque, tras su salida forzosa, e injusta, de M-80, supo no solo reinventarse, y abrazar el escenario digital, sino que demostró que se podía ser buen profesional del medio y además eficaz emprendedor. Ahí quedó la Rockola, como testimonio, hoy malogrado, de su visión. Ahora, regresa con más fuerza que nunca, y pasión renovada por la radio, en su propia emisora online: Rockola FM.
"El Ferreras" de "Tiempos Modernos" y "La Barraca", dos programas míticos |
En la SER, en diferentes períodos, conocí al maestro Jesús Melgar, impecable anfitrión de principiantes en Gran Vía, cuando llegué. Nos hemos reencontrado años más tarde de separarnos y parece que fue ayer cuando nos dijimos adiós. A Manolo Ferreras le conocí en 1985, durante mis prácticas en la "Casa de la Radio" (RNE), cuando me escabullía de mis responsabilidades en Radio Exterior de España y me fugaba a Radio 3, para verle en esos geniales "Tiempos Modernos", en Radio 3, junto al Rioyo y al Poblet. Luego probó suerte en la SER y se volvió rápidamente a la pública, con un síncope.
Luis Pinar, factotum de la SER |
La que ha hecho grande la SER, porque la lleva en la cabeza, es Ángeles Afuera a la que Iñaki Gabilondo bautizó, acertadamente, como "la memoria de la SER", responsable de su archivo sonoro. Y qué voy a decir de mi amigo Pedro Blanco que suena a SER, lleva el tempo de la radio en la voz, y en su recio y noble corazón navarro. Y si hay que hablar de corazón, y de radio -de la SER- hay que citar a mi buen amigo Luis Pinar , técnico ya jubilado de esta casa, que me enseñó ¡tantas cosas! con tan buen talante, y siempre con una sonrisa en la boca. Y ahí también, en la SER conocí a Esther Bazán y compartí con ella noticias y madrugada, y sobrevivimos, y creamos una familia. ¡Qué tiempos aquéllos! Igual que cuando compartí ilusiones con Paloma Tortajada, que llegaba de Antena 3 de Radio, con la inquietud y la incertidumbre de su nuevo destino, y pronto demostró su proverbial calidad, como profesional y como persona. El pedigrí de la SER, su cordón umbilical, me unió también a otro nombre, imprescindible cuando hablamos de radio deportiva en España, como es José Joaquín Brotons, en el que descubrí a un auténtico compañero, honesto y también, como Joaquín Guzmán, valiententemente emprendedor.
Yo procedía, y a mucha honra, de provincias, como se decía entonces -y se dice- y por eso mi blog quiso abrir un hueco rápidamente, por justicia, a la radio local, la más próxima al oyente, que tanto está sufriendo hoy día por esta injusta crisis económica. Y me acordé de mi compañero Fernando Uría que salió de la SER por la puerta de atrás, injustamente, como otros cuantos, y por fortuna ha encontrado reacomodo en otra cadena de radio. Y sigue haciendo radio en su tierra, muy pegada al oyente, orgulloso y convencido de que esa radio es más verdad, destila más calor, porque tiene al oyente a la vuelta de la esquina. Muy cerca.
A mí la radio me apasiona desde todos los puntos de vista, desde la creatividad de los contenidos, sin duda, donde siempre me pareció un As Juan Luis Cano de Gomaespuma, junto a su media mandarina Guillermo Fesser; desde la técnica, donde aprendí tanto gracias a Agustín Ruiz de Aguirre que me invitaba siempre a sus demos de radio digital para asombrarme con cada sonido que nos ofrecía y donde conocí a un gran amigo, del que sigo aprendiendo, Javier Sánchez de RNE, y antes en otras batallas de la DAB que, si bien resultó un completo fracaso, al menos me porporcionó la posibilidad de conocer compañeros y hacer buenos amigos; o desde el punto de vista de las audiencias, donde me gradué con Claudio Martínez y me he licenciado con Fernando Fernández Pablo y José Andrés Gabardo el director técnico del EGM, quien me ayudó a entender algunas pautas de esta encuesta tan polémica, con naturalidad y sentido común.
Trabajar en otra cadena de radio, como fue Punto Radio, fue otro privilegio, porque aparte de la cura de humildad necesaria, y tan saludable, me permitió conocer a compañeros, hoy amigos, por los que sentí no solo aprecio, sino admiración por su trabajo y maneras de hacer radio, sin un trasatlántico detrás. Aquí tengo que recordar a Jaume Segalés siempre con los pies en el suelo y el sentido común a flor de piel; el contagioso sentido positivo de la vida que irradia José Antonio Piñero con el que inocula a todos cuantos deciden, inteligentemente, acercarse a él o el sentido de la ironía con patas que representa Juanjo de la Iglesia, que me hizo ver que la calidad de un programa reside en los profesionales que lo hacen, y no en la cadena que lo promueve. La cadena se ocupa de la difusión, pero los profesionales son -somos, permítaseme- los que la hacemos grande.
Fernando Uría, a través de él, mi homenaje a la radio local, la más cercana |
La cultura en la radio. Uno de mis objetivos permanentes. Entretenimiento frente a tedio. Divulgación, no vulgarización. Ana Borderas continuó en los Servicios Informativos de la SER mi labor, junto con su jefe Eduardo Martín, luchando contra el muro del resto de secciones, tan poco permeables a la humanidad y riqueza de la cultura. Por eso le pedí a Ignacio Elguero, director de RNE y de "La Estación Azul", que me acompañara en esta bitácora para hablar de cultura en la radio pública. Imprescindible. Y también en RNE conocí a un tipo, Carlos Santos, que me hace agudizar el oído siempre que le oigo en antena, porque empatizo rápidamente con su manera de pensar, e incluso de hablar.
Por el camino, me encontré con colegas de los que siempre aprendía, como Jesús Soria experto en consumo y chistes de toda clase y condición, a quien apadriné en la SER, ¡qué honor! Juanma Ortega, en sus tiempos al frente del "Anda Ya!" de Los 40 Principales, que tenía más oyentes que Luis del Olmo, era un compañero al que admiraba desde la distancia y la discreción, por liderar un sector de la radio -la musical- que me atraía mucho y que no había tenido la oportunidad de practicar. Primero fue compañero y hoy puedo decir, con orgullo, que es amigo. A Fernando Peinado le conocí hace muchos años, mi memoria se pierde, cuando empezaba a disfrutar de la enseñanza del periodismo. Ayudaba todo lo que podía a los alevines de periodistas. Y lo sigue haciendo. A Alejandro Villegas me lo encontré en Colombia, y me demostró, sin pretenderlo, que allí sabían mucho más de radio de lo que creían en Gran Vía 32, cuando compraron "Caracol Radio". Con Juan Diego Guerrero compartí una dramatización excepcional: "La guerra de los Mundos", en versión de Orson Welles. y pronto surgió la admiración, y el respeto, mutuos. Y Alfonso Ruiz de Assín es un viejo guerrero, superviviente de la permanente lucha que requiere la radio -la hermana pobre de los medios- para mantenerse fuertemente débil.
Cristina Lasvignes, el orgullo de haberla visto crecer profesional y humanamente |
Quedan más entrevistas que incorporar. Quedan más puntos de vista que aportar. Quedan más amigos que compartir. Confío en que todas ellas hayan servido para acercarles más este medio tan agradecido como absorbente. Siempre nos quedará la radio.