El peso de los oyentes en la radio española (y II)
https://www.gorkazumeta.com/2013/04/el-peso-de-los-oyentes-en-la-radio_7.html
La participación de los
oyentes, imprescindible
A veces da la impresión de que los oyentes solo son apreciados en el EGM (Fotografía Pixabay) |
No
se me entienda mal. La participación de los oyentes, en la radio actual,
resulta imprescindible. Su intervención se asocia con la traslación de la
opinión pública –la opinión más pública, y directa- a la antena. Lo que pongo
en tela de juicio es la desproporción de su presencia, que en ocasiones bordea
lo excesivo, y hasta lo gratuito. ¿Dónde está el equilibrio? En el sentido
común. Los programas de radio deben hacerlos los profesionales, no los oyentes.
Si partimos de este presupuesto, el oyente llegará para mejorar los contenidos,
no para sustituirlos.
Tipología de la
participación de los oyentes en la radio española
La profesora doctora Susana
Herrera, de la Facultad de
Comunicación de la Universidad de
Navarra, abordó, con mucho más detenimiento que un servidor la tipología de
los oyentes de la radio española, desde el punto de vista de su participación
en la antena. Se trata de un estudio que invito a consultar a aquellos que
mantengan un interés mayor en este aspecto que, en un fin último, trata de
acercar la radio a la calle y de hacerla más popular y auténtica. El estudio
puede consultarse haciendo clic aquí.
El trato personal con los
oyentes
Todos
los que hemos tenido la oportunidad de realizar programas de radio en directo,
y hemos solicitado la participación de los oyentes para algún tema en concreto,
nos hemos encontrado con los ‘oyentes
profesionales’, aquéllos que llaman a todas horas, que están
permanentemente enganchados a la antena de una emisora –por lo general son muy
fieles a una marca- y llaman para todo. No digamos si la participación se
solicita para un concurso con premio final (aunque sea un regalo de poca
entidad). En este caso, la centralita no dará abasto y las líneas telefónicas
se colapsarán. Muchos de estos oyentes, a los que califico de ‘profesionales’,
sin ningún afán despectivo, al contrario; suelen incluso visitar la radio para
asistir en directo a alguno de sus programas cara al público y, en otros
tiempos, llevaban algún que otro presente a su locutor, o locutores, favoritos:
pastas, pasteles, bizcochos, etc. Digo ‘en
otros tiempos’ porque desde que todas las cadenas, por razones de
seguridad, han impuesto vigilantes en las puertas de acceso a sus
instalaciones, que actúan también como filtros de ‘oyentes inoportunos’, el
contacto personal con quienes nos oyen resulta casi imposible.
Avanzamos hacia una mayor frialdad
con los oyentes
Seguro
que alguno de los lectores tacha mis palabras de portadoras de un cierto tufillo romántico del medio. Puede, no
lo niego. Pero ese contacto directo con los oyentes, en muchos casos, nos
servía de termómetro para evaluar nuestro trabajo, con mucha mayor fidelidad y
acierto que el EGM. El contacto personal reforzaba la relación, y la fidelidad,
y en definitiva enriquecía la radio. En la actualidad todo se ha
profesionalizado más, se ha hecho más frío, más distante y menos personal. Para
mí era un auténtico placer toparme con un oyente inteligente, y educado, que te
manifestaba su opinión acerca de tu trabajo, o el de los demás, y te pedía
algún que otro favor personal que yo siempre, en la medida de mis
posibilidades, trataba de conseguir.
Recuerdo
en una ocasión, no se me olvidará, la petición de una oyente de Madrid, de edad
avanzada por lo que ella misma me confesó, que me pedía una canción que oía de
niña junto a su madre, ya desaparecida, y que ansiaba encontrar, por los recuerdos
tan íntimos que asociaba a ella. Tras muchos intentos, todos infructuosos,
finalmente, se decidió a llamar a la radio, no sin rubor, para intentar
conseguir lo imposible. Y yo se la mandé, tras bucear un poco en la discoteca
de Radio Madrid. ¡No he visto en mi vida oyente más agradecida! Me colmó de
pequeños y artesanales detalles y regalos, alguno de los cuales aún conservo,
que había hecho a mano.
La radio, el medio más
agradecido con sus oyentes
No
hay ningún otro medio tan agradecido como la radio en su relación con los
oyentes. Y también se está perdiendo. Se les utiliza para rellenar la antena y
se les olvida cuando intentan acercarse más y osan invadir más terreno del que
les corresponde. Es triste, pero imagino que va con los tiempos. La calidez del
contacto personal de cada oyente con su emisora local, como ocurría, por
ejemplo, en los primeros años de Radio Madrid, con su ‘Club de Radioyentes’, donde se extendían carnés y se organizaban
actividades lúdicas con ellos, ha pasado a mejor vida, y ha sido sustituida por
la frialdad de las redes sociales. Hemos ganado en más canales de
participación, y en inmediatez, seguro, pero no quiere decir que sean mejores.
Reivindico
la importancia del Oyente, así, genéricamente, por lo que encierra de profundo
significado para un oficio cuya última razón de ser es interesarle,
precisamente, y no maltratarle, como ocurría en algunos programas, en los que
se le llegaba a insultar en antena. Hoy, el maltrato es mucho más sibilino,
casi imperceptible, pero está ahí, para quien quiera encontrarlo.
Al
mismo tiempo que reivindico al Oyente, también lo hago con el oyente con nombre
y apellidos, uno a uno, que ha mantenido por su emisora ‘de toda la vida’ (la
proximidad también hace el cariño con la radio) una fidelidad inquebrantable, y
ha conocido –y reconocido- a todos sus profesionales, considerándolos parte de
su vida, incluso de su familia, otorgando a la radio un carácter insólito e
inaudito, imposible de encontrar en la televisión, en la prensa o en internet. Esto,
esta profunda riqueza del medio, es algo que no deberían arrebatarle nunca.