Radio e imágenes, la extraña pareja (y II)
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Continúa...
La traición a Casamajor
Imagen de uno de los skechs protagonizados por Sardá/Casamajor en 'Crónicas Marciana', junto a Tony Leblanc (Captura Gestmusic.es) |
Cuando
en los primeros programas de ‘Crónicas
Marcianas’, en Tele 5, un Javier
Sardá huido de la SER, donde había dejado una ‘Ventana’ líder de audiencia, superando, históricamente, a Encarna Sánchez y a Julia Otero (¡por fin la SER lideraba
las tardes!) este genial comunicador cometió una, cuando menos, torpeza, en mi
modesta opinión, al disfrazarse de señor
Casamajor y aparecer así, de esa octogenaria guisa, dando vida con su voz –y
con su cuerpo- a un personaje radiofónico existente, hasta entonces, para
millones de oyentes de RNE y de la SER, en su imaginación. En el oficio, todos
sabíamos de la doble condición de Sardá y de la existencia virtual de su ‘alter ego’, pero nuestra complicidad con el
personaje, dada su enorme carga emocional, era inquebrantable. Por eso, verle
parodiándose a sí mismo, me pareció no solo una burla, sino una traición a los
oyentes de radio que seguían con cariño las intervenciones de don Jordi
Casamajor, al que me encantaría recuperar algún día… en radio, por supuesto.
Yo
también, como Juan Ramón Lucas, y como José Luis Velasco, debo ser otro dinosaurio. Pero creo que debemos reflexionar un poco más en
profundidad acerca de las excelencias de la imagen y de su asociación con la
radio. Hay que explorar caminos conjuntos y no cerrarse a la lógica e imparable
evolución de los tiempos. Lo que me parece del todo evidente es que la simple
concurrencia de una webcam –un ojo ajeno- no aporta nada al producto
radiofónico, más allá de sumar un elemento voyeurista
al discurso radiofónico que puede, desde luego, incomodar a quien hace la
radio, y hasta desconcentrarle (mucho más grave) y, por otra parte, decepcionar
a algunos oyentes.
Julio Lagos en directo, en Radio El Mundo de Buenos Aires |
El caso de Julio Lagos en la
radio argentina
Mi
buen amigo Julio Lagos, en la
Argentina, enorme comunicador de radio, del que ya he hablado en otras ocasiones en este mismo blog, juega activamente con la webcam, integrándola en
su programa en directo, dirigiéndose a ella, con notas escritas a mano,
mostrando fotografías, e incluso sirviéndose de ella para apuntalar
icónicamente la publicidad, a través de sus campañas más visuales. Julio, en un
alarde de comunicador-showman total,
se mueve por el estudio, con sus auriculares con micrófono integrado, como si
fuera un radioperador, tomando de
aquí y de allá, de la radio lo que debe tomar y de la televisión lo que quiere
sumar a su mensaje. Y así, en esa adición, obtiene un programa compacto, y
puesto al día. Enorme, como digo.
La señora de la limpieza, muy
mediática
Lo
cierto es que, si queremos incorporar imágenes a la radio, hay que trabajarse
mucho más su finalidad y concurrencia. ¿Para qué? ¿Solo para fotografiar con movimiento el locutorio de radio,
como ha hecho –vendiéndolo como su gran novedad- RNE? Ahí está la imagen que
acompaña a este post, un pantallazo del momento en que, tras el final de ‘Los Clásicos’, y antes de la llegada del
programa de Yolanda Flores, la
servicial señora de la limpieza adecenta un poco el locutorio, preparándolo
para el siguiente espacio. No parece que esta escena contribuya mucho a la
pretendida imagen de modernidad que vendió la radio pública en la presentación
de su nuevo y flamante estudio que, por el contrario, sí genera contenidos
atractivos cuando reemite la entrevista de Manolo
H.H. en la cadena ‘24 horas’.
Pero la cámara no vale para todo y exige muchas atenciones.
Los descuidos como éste no ayudan mucho a mantener la buena imagen de una cadena de radio |
“Yú, no te pierdas nada”, maridaje de lenguajes
Esta
temporada ha nacido un nuevo programa de radio que juega con ambos lenguajes,
el televisivo y el radiofónico, en lo que creo que es una más que atractiva
aportación. A las cinco de la tarde, y hasta las ocho, arranca en www.Los40.com un programa de televisión, realizado
desde un estudio de radio, conducido por Dani
Mateo, con Toni Garrido y Celia Montalbán en la sombra, como
ideólogos. Su título es “Yú, no te pierdas nada”. Y tiene dos versiones: la de streaming de televisión en directo de 17:00 a 20:00 horas (de lunes
a viernes), y la radiofónica, en redifusión, de 21:00 a 0:00 horas, en la
antena de Los 40 Principales. No es, desde luego, una webcam. Es muchísimo más.
La parte visual, de hecho, tiene una realización televisiva al uso, con varias
cámaras. Tal vez se queda algo angosta en tiros de cámara, por la evidente
falta de espacio, pero por el contrario, esta carencia la suplen Dani Mateo y
sus colaboradores, con ingenio y buen humor. ¿Qué pasa cuando tienen que
incluir temas musicales? No olvidemos que estamos hablando de Los 40 Principales, una radiofórmula musical. Pues que ponen carteles invitando a la
participación de los oyentes a través de las redes sociales, que tienen un gran
protagonismo en el programa. Por la noche se emite, en diferido, la versión en
audio.
Cuatro capturas de 'Yu, no te pierdas nada', en Los 40 Principales |
Los nuevos profesionales multifacéticos
La
nueva radio exige profesionales multidisciplinares, que sean capaces, no ya de
presentar un programa –esto ya se da por supuesto-; sino de dirigirse a cámara
durante la emisión, estableciendo una mayor complicidad con los oyentes a
través de la imagen, e incluso de ejercer de community manager del espacio, en directo, siguiendo las
aportaciones de los oyentes y contestando a algunas de ellas simultáneamente, a
través de la propia red y de la antena. De esta manera se lograría la perfecta
simbiosis entre radio, televisión y redes sociales. Esto es lo que más atrae a
las audiencias de los más jóvenes que, hasta ahora, no veían otro aliciente a
la radio, más allá de escuchar música y, muchas veces, ni esto.
La
mera incorporación de la webcam al locutorio de radio no sirve para nada más
que para alterar el discurso radiofónico, su esencia, si es que no se aporta un
valor añadido atractivo, e inteligente, que promueva el interés del oyente y justifique
su permanencia delante del ordenador o del móvil. La imagen roba parte de la condición al medio, y el usuario
se convierte en un voyeur que vigila lo que ocurre, nada más. Pero
la sorpresa, el efecto inicial, se diluye cuando el estatismo se prolonga en el
tiempo y uno y otro lenguaje no se entienden. Es entonces cuando puede
producirse el cortocircuito.
La webcam, además, plantea problemas jurídicos de cesión de derechos de imagen de los locutores |
Introducir una webcam en un locutorio de radio es
introducir un nuevo lenguaje, de por sí no incompatible con el audio, pero sí
con la radio. Antes de hacerlo, reivindico, hay que reflexionar en torno a su
utilidad y justificación. Hay que dotarla de una razón de ser sólida y
utilizarla solo cuando se den estas circunstancias. En caso de que no
concurran, es preferible prescindir de ella y mantenerla inactiva. Solo cuando
nosotros le demos un valor, la imagen sumará enteros; de lo contrario, siempre
restará.
Ciertamente,
como podía opinar Juan Ramón Lucas en ese cara a cara al que antes me refería,
los dinosaurios creen que la imagen y
la radio forman “una extraña pareja”,
que se repele, como polos opuestos y que la imagen no aporta nada sustancial al
mensaje radiofónico. Sin embargo, hay casos, como el de Julio Lagos, en que el
profesional interactúa con la cámara y trasciende al oyente. Pero es que hay
más: hay incluso programas de televisión que nacen en la radio, y se difunden
online a través de internet. ¿Hay quien dé más? Estoy seguro de que lo
veremos…, y lo oiremos.