Radio e imágenes, la extraña pareja (I)
https://www.gorkazumeta.com/2013/03/radio-e-imagenes-la-extrana-pareja-i.html?m=0
La nueva Tele-Radio
Seguro
que muchos de los lectores de este post recuerdan la revista que se publicaba
en los años 60 bajo este título: ‘Tele-Radio’.
La recuerdo, vagamente, en mi infancia, como una revista en blanco y negro, con
una maquetación poco atractiva, pero cumplidora con ambos medios. Los
españolitos de aquella feliz década vivían puntualmente informados sobre la
programación de Televisión Española, entonces “una, grande y en blanco y negro”, y una radio dual, repartida entre
la exitosa Cadena SER y la pública de RNE (la Cope no despegó como cadena
nacional hasta los 80, cuando Luis del
Olmo reunió todas las emisoras bajo un mismo producto). La revista,
entonces, era el ‘santo evangelio’ de
ambos medios. Y no había necesidad de contraprogramación porque no existía
competencia.
En
aquel tiempo, donde crecimos con ‘Los Chiripitiflaúticos’, y en la radio no dejaban de sonar nuestra versión
autóctona de los ‘Beatles’, “Los Bravos”, nadie podía imaginarse que
en quince o veinte años iba a llegar una cosa llamada internet que todo lo iba
a revolucionar, hasta dejarlo casi irreconocible. Luis del Olmo se había
marchado de su reinado en la pública para relanzar la nueva cadena unificada de
los obispos. La SER vivía una de sus épocas doradas, dedicada fundamentalmente
al entretenimiento familiar. A fines de los años 50, España entera se reunía,
como un auténtico fenómeno de masas, para escuchar los grandes seriales de Guillermo Sautier Casaseca. Entonces, a
quien tenía una radio en el salón le surgían unos vecinos imantados, tal era la atracción que ejercía este medio.
La revista 'TeleRadio' gozó de una enorme popularidad en su época |
Pedro Pablo Ayuso
decepcionaba en las distancias cortas
Media
España vivía enamorada de Pedro Pablo
Ayuso, y la otra mitad de las ‘Matildes’,
Vilariño y Conesa. Entonces la radio
era radio. Escucharla era imaginar. Vivir historias, situaciones, intensamente.
Solo gracias a la palabra –a la fuerza de la palabra-, la música, los efectos
especiales y los silencios. Éste era, y sigue siendo, el coctel ideal de la
radio, cuyos ingredientes hay que saber combinar para alcanzar la excelencia.
Me contaban que cuando las señoritas, y no tan señoritas, se arremolinaban en
torno al antiguo edificio de Madrid-París, luego de la Sociedad Española de Precios únicos, SEPU, en Gran Vía 32, para ver
–para conocer- a Pedro Pablo Ayuso, su retrato mental se resquebrajaba. Se
venía abajo ante un tipo de aspecto normal, algo regordete, y de aspecto
convencional. La magia de la radio se
venía abajo por la imagen.
Las páginas más consultadas de 'TeleRadio' |
Preservar la magia de la radio
Cuando,
en la misma emisora, en la SER, treinta años más tarde, instalaron una webcam
en el estudio principal, hoy conocido como el A-1, nadie sabía para qué valía
aquello. Había que ponerla porque era muy snob
tenerla, y porque se había oído que algunas emisoras norteamericanas, y
británicas, empezaban a incorporarla a sus estudios de radio. Recuerdo, y esto
no sé si lo saben algunos directivos de la SER de entonces, que el desaparecido
José Luis Velasco, por el que sentía
una admiración y un respeto profesional enormes, cada vez que se sentaba en el
puesto central de la mesa en ‘U’, para dirigir un programa, previamente
realizaba un ejercicio físico muy sencillo, que no perseguía otro objetivo que
salvaguardar no solo su intimidad, como profesional de radio, sino también
preservar su magia, a la que antes me refería: cubrir con su tapita el objetivo
de la webcam. Cuando, advertidos del juego de Velasco, algunos jefes retiraron
la mencionada tapa, a aquel gallego maestro de la sorna, de voz profunda, se le
ocurrían mil y un artilugios y estratagemas (algunos ciertamente
escatológicos…) para seguir cumpliendo con su doble deseo.
Imagen de Pedro Pablo Ayuso y Matilde Vilariño en Radio Madrid |
Desde
entonces, la incorporación de las webcams a los estudios de radio no ha dejado
de ser un aditamento exótico que, una vez consumido un rato, por aquello de la
novedad, pierde el interés de inmediato, por su ínfima aportación al discurso
radiofónico. No sabemos, ante ella, y de ahí el recuerdo a la revista ‘Tele-Radio’, en qué lado nos debemos
situar, si en el de la imagen o en el del sonido. El estatismo que desprende
una webcam termina por aburrir, e indirectamente contribuye a condenar esa
aportación tecnológica.
Los ‘dinosaurios’ y las webcams
El
pasado 13 de febrero, en la sede de la Academia de la Radio, en Pozuelo de
Alarcón, Madrid, Juan Ramón Lucas y Javier Gallego mantuvieron un
palpitante cara a cara en el que hablaron de las características de la radio, y
ambos subrayaron, y se refirieron, con evidente pasión, a la magia de la radio,
un elemento inmaterial, un bien intangible, a modo de anzuelo, que logra
enganchar a los oyentes y no les suelta hasta que llegan las horarias. Les hace
viajar, sufrir, emocionarse, sonreír y qué sé yo cuántas más emociones juntas.
Juanra se confesó en la conversación, un dinosaurio
y, como tal, criticó la incorporación de la imagen a la radio, y confesó que
había mantenido su oposición a la llegada de las cámaras al estudio de
continuidad de RNE. La cadena pública inauguró, meses más tarde, tras su
marcha, los nuevos estudios a los que se habían incorporado varias cámaras
robotizadas, al igual que habían hecho, antes, en la SER, y en otras cadenas.
Momento de la mesa redonda del pasado 13 de febrero (Captura video ActuOnda) |
Juanra
aducía las mismas razones por las que estableció, más de una década antes, su particular cruzada José Luis Velasco: la
preservación de la esencia de la radio y la protección de la intimidad del
profesional. “Si a mí me da la gana de
meterme un dedo en la oreja, para rascarme, por qué voy a tener que estar
pendiente de la maldita cámara” –me llegó a decir Velasco- cuando me reía
de su ‘operación tapado’ en el estudio central de Radio Madrid. Y a ver quién
le decía nada a aquel hombretón de casi 1,90 cm. que parecía un armario ropero,
tan grande pero tan indefenso.
Juanra
reconoció que una webcam le hubiera hecho sentirse incómodo. No solo porque
destapaba su manera de dirigir el programa, que debía quedar, en su opinión,
resguardada de la visibilidad pública, sino también porque Lucas es un absoluto
convencido, al igual que Javier Gallego, del espíritu creativo de la radio,
provocador de imágenes mentales inmediatas, algo que traiciona la incorporación
de la imagen.
Continúa...