Twitter reunió en pocas horas cientos de muestras de descontento evidente, cuando no de injuria vehemente a quienes, en la
SER, se habían atrevido a perpetrar tamaña felonía. Durante muchos años, los oyentes de ‘
Hora 25’, o los de ‘
Carrusel Deportivo’ habían saludado a sus programas preferidos con sintonías que formaban parte de su fuero interno más personal y asumido. Habían adquirido condición de intrahistoria íntima. Nadie se ha quejado con tanta vehemencia, ni se ha visto
agredido con tanta virulencia, ante el cambio de maqueta de un periódico, que podría equivaler a un cambio de sintonía en la radio. Si se me apura, en un plano más cercano al de la radio, nadie tampoco ha criticado con tanto ímpetu los cambios de cabeceras de los informativos de televisión. Sin embargo, la radio –y sobre todo, la percepción y la cercanía de la radio- es diferente. Como afirmaba
Iñaki Gabilondo en el prólogo del ‘
Estupidiario’, “
La radio forma parte de nuestro entorno familiar con total naturalidad”. Y a nadie le gusta que le toquen a la familia, aunque se lleve mal con ella, porque es SU familia. Y la radio lo es. La radio no pertenece a la
SER, a la
Cope, a
Onda Cero o a
RNE. No. Pertenece a cada uno de los oyentes que la escuchan. Al contrario que al resto de medios de comunicación, a la radio se la quiere. Y éste es un factor determinante en la relación que se establece con ella.
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Frame del video ofrecido en cadenaser.com
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Las microsinfonías
Personalmente, considero que las sintonías que se mantenían en vigor antes del cambio del día 3 de septiembre, tenían todavía mucho recorrido por delante. Los oyentes identificaban de inmediato un programa por su careta, sus cortinillas y separadores, fuera el que fuera,
‘Hora 14’, ‘
A Vivir que son dos días’, ‘
La Ventana’, etc.’, incluso hay quien recuerda –y hasta tararea- la magnífica sintonía del informativo ‘
Hora 20’ que desapareció al ser asumido su horario por ‘
Hora 25’, y antes, la del también desaparecido ‘
Matinal Cadena SER’. El desagrado de la audiencia fue el mismo entonces.
Mario de Benito y
Mario Gosálvez, grandes músicos, y autores de las ya antiguas sintonías de los programas de la
SER, hicieron un magnífico trabajo, componiendo sonidos que perduraron en el tiempo tantos años sin envejecer y, sobre todo, sin cansar al oyente. Con mi amigo Mario Gosálvez he intercambiado decenas de conversaciones sobre el maridaje entre el programa y su música identificativa. Mario
piensa en radio. Éste es su gran valor, un activo que siempre he admirado y respetado en él. Todos los trabajos que compuso para mis programas fueron un auténtico lujazo para un servidor. Nunca estaré con él lo suficientemente agradecido.
Las sintonías en radio tienen unos pocos segundos de protagonismo al comienzo, en su arranque, para identificar el programa y la cadena a la que pertenecen. Transcurridos éstos, deben –obligatoriamente- pasar a un segundo plano, el del acompañamiento, convirtiéndose en una discreta base musical sobre la que se acurruca la palabra. Y esto Mario Gosálvez lo tenía tan interiorizado que todos sus trabajos aprovechaban al límite ese tiempo tan fugaz como brillante para mostrarse en su plenitud, con rotundidad y absoluta belleza. Las sintonías, en realidad, son microsinfonías. Y la identificación con la cadena, y el programa, es su gran patrimonio.
En los últimos años, la
SER no se atrevía a jugar al cambio radical para no perder, precisamente, ese valor: la identificación, tan imprescindible de cara al oyente y, especialmente, de cara al
EGM. Por eso, algunas de ellas habían sufrido modificaciones –a modo de
variaciones, manteniendo el mismo patrón armónico- que las actualizaban, las modernizaban, pero sin perder los lazos con la primitiva versión.
Aymerich, compositor de microsinfonías
Aymerich ha hecho un gran trabajo. Ha compuesto y producido microsinfonías ad hoc para cada uno de los programas estrella de la
SER, dotándoles a todas ellas de un cordón umbilical que las une, y que rinde un merecido homenaje al padre musical de la
Sociedad Española de Radiodifusión, como fue el mencionado Federico Mompou. Así, Aymerich ha enriquecido sus sintonías con ritmos como la
bossa nova (
La Ventana), o el jazz amable (
A vivir que son dos días), incluso la new age (
Hablar por hablar). Es, insisto, un gran trabajo. Pero debe entender el compositor catalán que la primera reacción –mayoritaria- de los oyentes de la
SER de toda la vida resulte negativa, porque hemos convivido durante muchos años con sonidos diferentes y nos los han arrebatado. Al igual que las sintonías de Gosálvez y De Benito supusieron una ruptura radical con las que se emitían hasta entonces (pero no existía
Twitter), las nuevas sintonías de Aymerich inician este mes de septiembre un recorrido que las llevará, nadie lo sabe, hacia su consolidación, adopción y aplauso por parte de los oyentes o, por el contrario, hacia el desapego y el rechazo. Personalmente apuesto por la primera opción, puesto que se trata de un muy buen trabajo de composición, pero que requiere su tiempo para llegar a dejar poso en la audiencia y por tanto a consolidarse.
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Tal vez haya que pulir algunas de ellas, como por ejemplo las cortinillas del ‘
Hoy por hoy’, que suenan, sobre todo el metal, a sintetizador (midi), en un sonido que no se hace no sólo creíble, sino agradable. Resulta especialmente áspero en el conjunto de la emisión. Discordante. Incluso la careta de los boletines informativos adolece del mismo sonido imperfecto del metal. Por contra, algunas sintonías, como la de ‘
Carrusel Deportivo’, a pesar de los sucesivos lavados de cara que ha sufrido, tenía ya un sonido a producción antigua, que estaba pidiendo a gritos una actualización.
La radio no es intocable. Cambiar sus códigos forma parte de la responsabilidad de sus gestores. Y éstos saben positivamente que la radio es tiempo y paciencia para consolidar proyectos, nuevas melodías y nuevas voces. Lo discutible es la oportunidad. El acierto o no de cambiarlas cuando las melodías se han quemado o se han amortizado. Enhorabuena a Aymerich, y paciencia a los oyentes. Terminarán gustando y consolidándose, porque están pensadas, como las anteriores, para acompañarnos durante mucho tiempo. La
SER ha cambiado sus sintonías para seguir siendo la misma.
Han pasado tres meses y las sintonías me siguen pareciendo un horror, un espanto... No hallo adjetivos para definirlas. La única que me parecía salvable -precisamente porque respetaba el espíritu de la original- era la de El Larguero, que, sin embargo es la única que ha sido casi retirada (nunca se utiliza cuando José Ramón de la Morena está en atena). En fin lamentable. La sintonía de Hora 14 parece de Radio Singapur y todas las adaptaciones perpetradas de la Sinfonía Azul recuerdan a música de ascensor de un hotel barato. Eso por no hablar de la desaparición de la maravillosa voz femenina que anunciaba cada programa. Una pena.
ResponderEliminarHola ¿sabes cual es la música que suena en la entrada del programa "A vivir que son dos días"?
ResponderEliminarMuchas gracias.
Hola.
ResponderEliminarMe gustaría que alguien me dijera cuál es la canción que suena al comienzo de "Pretérito Imperfecto" de la Ventana.
Gracias!!!