Entrevista a Julio César Iglesias (II)
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“Durante el 23-F a punto estuvimos de emitir el pasacalles de una zarzuela creyéndolo una marcha militar”
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Durante lo que se conoce como la Transición en España, hay un episodio que destaca por su evidente carga emocional: el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, el 23-F. Julio César lo vivió en primera persona, cuando se encontraba en la Casa de la Radio y vio avanzar los carros de combate hacia las instalaciones de Prado del Rey, en la Casa de Campo de Madrid. En el Congreso de los Diputados comenzaba la sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, tras la irrevocable dimisión de Adolfo Suárez al que su propio partido, la UCD (Unión del Centro Democrático) había dejado completamente solo.
'Marca' fue su primera casa, y ahora ha regresado a ella |
“Nosotros nos encargábamos del tercer diario hablado de RNE. Teníamos un ‘chivatófono’, que era desde el que nos llegaba el sonido directo del Congreso. En el estudio, viendo la sesión por televisión, estaba Alejo García con Piti Alarcón, la locutora que leía el informativo conjuntamente con Alejo. Yo empecé a oír voces en aquel aparato… y alguien gritó ‘¡una bomba!’… Salí corriendo hacia el estudio… Alejo García, que no quitaba ojo del televisor, estaba como “El Pensador” de Rodin, con la cabeza sujeta por el puño de la mano… Y entré en el locutorio y grité, ‘una bomba en el congreso, una bomba”… Y entonces Alejo, que se llevó la mano a la barbilla, negó con la cabeza… Y ese Alejo, nacido en Alhaurín el Grande, provincia de Málaga, como Antonio Tejero Molina, dijo: "No, no es una bomba… es un golpe”. Pero, le dije, si es Tejero y es un golpe, cómo estamos tú y yo aquí,… Y en ese momento entró un redactor en el locutorio que nos informó de que una columna de carros de combate se dirigía por la carretera de Aravaca, en dirección a Prado del Rey. En esa situación, y como siempre he procurado preservar mi sentido del humor, por si acaso no puedes hacer un chiste más en tu vida, le dije, mira, colócate en esa ventana y dinos si esa columna de tanques pasa de largo o vienen hacia aquí… Segundos después, me confirmó que venían hacia Prado del Rey”.
La toma por las armas de Prado del Rey
Los temores de Julio César Iglesias, Alejo García y demás miembros del equipo, se confirmaron. Las tropas del ejército entraron en Prado del Rey y en pocos minutos tomaron tanto TVE como RNE. Fernando Castedo era el director general y Eduardo Sotillos el director de RNE. Julio César conserva la imagen muy fresca en la memoria.
“De golpe y porrazo, nos encontramos con un grupo de militares en Prado del Rey. Llegó un oficial con una pistola en la mano, y los soldados con la redecilla en los cascos y las bayonetas caladas en los fusiles. Armados hasta los dientes. A mí me imponían más los soldados que el oficial… porque temía que, en un momento de confusión, pudiera ocurrir cualquier cosa. Los acontecimientos, además, se precipitaron, se oyeron los tiros en el Congreso… y allí estuvimos retenidos hasta las diez de la noche en que llegaron los GEO y sustituyeron al ejército”.
Un periodista de prensa abducido por la radio |
La última llamada que se realizó en aquel día desde la Casa de la Radio fue la de Julio César Iglesias llamando a su madre. Al final de la conversación, en que trató de tranquilizarla ante los acontecimientos que vivía el país, se cortó bruscamente la conversación. Las tropas habían seccionado las comunicaciones. En otro momento de la ocupación militar, el oficial al mando exigió a los periodistas de RNE que buscaran música militar para interrumpir la programación habitual, hasta el momento en que pudiera transmitirse el desenlace del golpe.
“Se fueron a buscar la música militar a la discoteca y –lo recuerdo como si fuera ahora mismo- me quedé horrorizado al oír aquel disco sonando en preescucha, antes de salir al aire -¡menos mal!-, porque era el pasacalles de una zarzuela… no sé… podía haber sido ‘Batallón de Modistillas’… y el oficial, allí, con la pistola… “¿Pero ustedes qué se creen, que esto es un cachondeo?” Yo le dije que no… Y afortunadamente la cosa se calmó…”.
El sainete trágico del 23-F
Con el episodio de la zarzuela y el pasacalles, el golpe parecía un sainete y aunque en parte –por su desorganización- lo fue, Julio César Iglesias llegó a temer por su vida, pero lo hizo sin que le faltara el buen humor.
“Mira, a ese compañero al que le pedí que mirara por la ventana para confirmar si los tanques venían hacia Prado del Rey, le di una segunda orden, y le dije: mira, ¿ves ese agujero debajo de mi mesa de trabajo? Ni se te ocurra meterte ahí, porque ése es el mío… donde yo pienso meterme”.
La radio subió muchos puntos aquel día. España entera confirmó el golpe a través de las imágenes de TVE, pero se enteró del fracaso de la intentona por la radio. La SER descubrió las intenciones de los golpistas retransmitiendo en directo el asalto al Congreso de los Diputados, igual que hizo RNE a través de Radio 3.
“Se acreditó mucho el prestigio de la radio porque estuvo en su lugar. El periodismo ganó en aquel momento mucha credibilidad, todos los medios. Decir entonces que eras periodista te daba prestigio, algo que se ha ido perdiendo…”.
Cuando ser periodista te proporcionaba prestigio... |
Los tiempos han cambiado y la consideración de la profesión ha bajado varios niveles. El CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) confirma, encuesta tras encuesta, que la de periodista, es una profesión –junto con la de político- desprestigiada.
“No sé si el descrédito nos lo hemos ganado, pero probablemente sí. Por una mezcolanza de cosas que realmente no son periodismo, pero pueden confundirse con él… A mí me da pánico que el periodista, seguramente por necesidad, por ganarse la vida, tenga que involucrarse en una determinada fórmula en la que hay dos agitadores, dos concursantes de un programa de televisión, etc. A mí esto me parece bien siempre que no aparezca por ahí la palabra ‘periodista’. Si aparece la palabra ‘periodismo’ se produce una confusión entre unos y otros, y en ese totum revolutum la profesión pierde prestigio. Me preocupa mucho la profesión, pero me preocupan más los profesionales, los que están llegando. No pueden encontrarse una escombrera, con un desprestigio como éste, que ellos no se han ganado”.
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